Ven, sígueme: Cómo enseñar los principios básicos en el hogar
Parte 2
Las autoras viven en Utah, EE. UU.
Al seguir el ejemplo de estos miembros, ustedes también pueden introducir en su hogar los principios del curso de estudio para los jóvenes.
Como han enseñado repetidamente los profetas: “Nuestro éxito, como individuos y como Iglesia, lo determinará en gran medida la exactitud con la que vivamos el Evangelio en el hogar”1.
Vivir el Evangelio es la mejor manera de aprenderlo y de enseñarlo. A medida que vivamos estos principios doctrinales, nuestra familia y nosotros mismos nos acercaremos más al Espíritu. Con la ayuda del Espíritu, podemos aprender y enseñar mejor estos principios; seremos guiados hacia los métodos de aprendizaje más eficaces para nuestras necesidades y circunstancias y, junto con nuestra familia, nos acercaremos más al Salvador.
Julio: Las ordenanzas y los convenios
Las ordenanzas del sacerdocio y los convenios sagrados —es decir, las promesas que hacemos a nuestro Padre Celestial— nos brindan bendiciones poderosas. Una forma de concebir el propósito de las ordenanzas es pensar en ellas como hitos en un sendero que conduce de nuevo a la presencia de nuestro Padre Celestial, que es la vida eterna. Nos mantenemos en ese sendero al guardar los convenios que hemos hecho.
Por ejemplo, una jovencita describe la manera en que ella se mantiene en el sendero del convenio: “Una vez tuve una compañera de clase que me pidió ayuda. Yo no le di mucha importancia, simplemente le brindé la ayuda que ella necesitaba. Pero después, el Espíritu me recordó que al ayudarle a llevar sus cargas yo estaba guardando los convenios que hice cuando me bauticé (véase Mosíah 18:8–10). Estoy agradecida por las oportunidades que el Padre Celestial me da cada día de escoger caminar por el sendero del convenio”.
Como familia, podrían determinar las ordenanzas que cada integrante todavía tiene que recibir y luego evaluar qué tan bien están guardando los convenios que ya han hecho. Por ejemplo: ¿qué indica la preparación que llevan a cabo para recibir la ordenanza semanal de la Santa Cena acerca de su consagración hacia sus convenios? El Espíritu Santo puede enseñarles cómo mejorar.
Agosto: El matrimonio y la familia
El matrimonio y la familia son clave para nuestra felicidad y en el plan de nuestro Padre Celestial para nuestra salvación. La familia es la unidad fundamental en esta vida y en la eternidad.
Enseñar a sus hijos sobre el matrimonio y la familia puede ser fácil, como, por ejemplo, compartir una experiencia personal. Una joven adulta contó de qué manera llegó a apreciar su sellamiento en el templo:
“Recuerdo haber estado sentada sola en el salón celestial del templo, que estaba vacío. Estaba ansiosa, sin saber si iba a sellarme en el templo ese día debido a un malentendido acerca de las recomendaciones que necesitaba mi novio.
“Comencé a orar fervientemente para que el Señor nos permitiera sellarnos en Su templo ese día. Mientras lo hacía, vino a mi mente un pensamiento: Aunque estás sola en el salón celestial, el reino celestial es celestial porque no estarás sola. Estarás con tu familia eterna y tu familia celestial. Es por eso que te estás sellando.
“Cuarenta minutos más tarde, y después de algunas llamadas telefónicas, mi esposo y yo pudimos ser sellados. Me inundaron una gratitud y un alivio inmensos. La ordenanza llegó a ser más significativa para mí porque podíamos edificar una vida celestial con Dios, en la que nunca tendríamos que estar solos”.
¿Qué experiencias les han enseñado acerca de la función del matrimonio y de la familia en el plan de nuestro Padre Celestial? El Espíritu Santo puede ayudarles a recordar y compartir experiencias que resulten apropiadas. Independientemente de su situación familiar, el Espíritu Santo puede enseñarles la manera de aplicar los principios del matrimonio y de la familia a su vida.
Septiembre: Los mandamientos
Los mandamientos son las leyes y los requisitos que nos dio un amoroso Padre Celestial para bendecirnos.
Una poderosa manera de estudiarlos es escudriñar las Escrituras para aprender acerca de las bendiciones que provienen de la obediencia, tal como lo hizo este joven adulto:
“Cuando estudio acerca de un mandamiento, me gusta leer todos los pasajes de las Escrituras que puedo encontrar al respecto y hacer una lista de las bendiciones que promete nuestro Padre Celestial, si somos obedientes. El aprender más acerca de las bendiciones prometidas ha fortalecido mi testimonio de que nuestro Padre Celestial me ama y desea bendecirme”.
Para aprender o enseñar acerca de los mandamientos, podrían leer junto con sus hijos la lección cuatro del capítulo tres de Predicad Mi Evangelio, estudiar las referencias de las Escrituras relacionadas y hacer sus propias listas de las bendiciones que se prometen. Podrían utilizar este método para aprender sobre las bendiciones que se relacionen con cualquiera de los principios del Evangelio.
Octubre: Llegar a ser más como Cristo
Durante el ministerio de Cristo, Él nos mandó: “Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48). Procuramos alcanzar la perfección cuando simplemente nos esforzamos por desarrollar uno de los muchos atributos de Cristo por vez y tratamos de mejorar en ese aspecto con Su ayuda. Un jovencito comenzó con la diligencia.
“Quería adquirir más atributos semejantes a los de Cristo, por lo que estudié mis Escrituras y Predicad Mi Evangelio. En el capítulo seis de Predicad Mi Evangelio, encontré un modelo sugerido para desarrollar los atributos semejantes a los de Cristo y decidí probarlo con la característica de la diligencia. Primero, escribí mi propia definición de diligencia y las preguntas que tenía acerca de ella. Luego, examiné los pasajes de las Escrituras sugeridos sobre la diligencia y anoté mis impresiones y las respuestas que encontré a medida que leía. Después, me puse la meta de ser más diligente con mis tareas escolares, y he notado que me he sentido más motivado y he sido más constante al orar cada noche para tener diligencia”.
Al procurar adquirir atributos semejantes a los de Cristo y enseñar a sus hijos a hacerlo, los recursos de la Iglesia pueden ayudarlos a saber por dónde comenzar. Las Escrituras siempre proporcionan el ejemplo de Cristo, y los recursos como Predicad Mi Evangelio nos brindan modelos que nos ayudan a establecer los hábitos de estudiar y de establecer metas. Cuando se utilizan juntos, las Escrituras y los demás recursos nos ayudan a poner en práctica lo que aprendemos a fin de llegar a ser más semejantes a Cristo.
Noviembre: La autosuficiencia espiritual y temporal
Procurar adquirir autosuficiencia significa ejercer nuestro albedrío para cuidar de nosotros mismos y de nuestra familia, y hacer nuestro mejor esfuerzo por encontrar las soluciones a nuestros propios problemas. El llegar a ser más autosuficientes nos da una mayor capacidad de prestar servicio en el hogar, en la Iglesia y en nuestra comunidad. Una de las mejores maneras de enseñar estos conceptos es mediante el ejemplo, como lo describe esta hermana:
“Desde que tengo memoria, mi madre se ha levantado temprano cada día para estudiar las Escrituras. He visto cómo ha logrado tener una fortaleza espiritual que la sostiene en los momentos difíciles. Ella depende de su propia relación con el Padre Celestial para recibir apoyo. Junto con su fortaleza espiritual, he quedado impresionada con la capacidad que tiene de cuidar de nuestra familia. La he visto hacer un presupuesto, sacrificar sus propios deseos, buscar instrucción académica y mostrar mucha humildad en formas que le han permitido satisfacer las necesidades económicas de nuestra familia y aun así estar en casa con sus hijos después de la escuela. Quiero tener el tipo de fortaleza que ella tiene y estoy muy agradecida por su ejemplo, que me enseña cómo adquirirla”.
¿Cómo pueden ser un mejor ejemplo de vida providente para sus hijos? Si todavía no saben mucho acerca de ciertos aspectos de la autosuficiencia, pueden invitar a sus hijos a que aprendan junto con ustedes; y eso será un gran ejemplo en sí mismo.
Diciembre: Edificar el Reino de Dios en los últimos días
“¿… quién sabe si para esta hora tú has llegado al reino?” (Ester 4:14). Este es el tipo de preguntas que pueden hacerse ustedes mismos, y a sus hijos, a medida que descubran cuáles son sus funciones en la edificación del Reino de Dios.
Esta hermana aprendió a confiar en el Señor para que Él la ayudara a edificar el reino: “Recuerdo que mis padres me enseñaron desde una edad temprana que siempre aceptamos los llamamientos que recibimos porque los da el Señor. Cuando estaba en la universidad, se me extendió el llamamiento de presidenta de la Sociedad de Socorro. Me sentí abrumada, pero nunca me pasó por la mente decir que no. Así que, comencé el año con más de cien mujeres por quienes velar, con poca experiencia y con fe en que el Señor compensaría la diferencia. Un año después fui relevada. Al reflexionar acerca de los momentos de revelación en los que supe exactamente qué lección dar o qué comentario hacer, o sobre las muchas veces en las que alguien me preparó una comida porque yo estaba demasiado ocupada para cocinar, o en la cantidad de notas de ánimo que había recibido, supe con certeza que el Señor había magnificado mis esfuerzos en la edificación del reino”.
A medida que usted y sus hijos piensen en maneras de edificar el Reino de Dios, no olviden brindarles apoyo y oportunidades de servir. Podrían considerar el analizar formas de ministrar a los demás en los llamamientos que poseen. ¿De qué otras maneras pueden ayudar a que la obra progrese? Sin importar dónde presten servicio, sus esfuerzos son valiosos. Como dijo el presidente Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia: “… [permanezcan] juntos e [impulsen] desde donde [estén]”2.