Los ojos de los ciegos verán
Podemos considerar la salida a luz del Libro de Mormón como una restauración milagrosa del sentido de la vista espiritual.
Isaías profetizó que en los últimos días el Señor llevaría a cabo “una obra maravillosa y un prodigio”, predijo la salida a luz del Libro de Mormón y declaró que “los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas” (Isaías 29:14, 18).
Un “horrible estado de ceguedad”
En los días previos a la gloriosa Primera Visión, el fervor religioso en Manchester, Nueva York, EE. UU., era sumamente confuso. En las palabras de José Smith: “… eran tan grandes la confusión y la contención entre las diferentes denominaciones, que era imposible que una persona… llegase a una determinación precisa sobre quién tenía razón y quién no” (José Smith—Historia 1:8).
El Libro de Mormón se refiere a esta confusión previa a la Restauración como un “horrible estado de ceguedad… a causa de las partes claras y sumamente preciosas del evangelio del Cordero que ha suprimido esa iglesia abominable” (1 Nefi 13:32, cursiva agregada).
A lo largo de los siglos, la clara visión espiritual que proporcionaba la Biblia se volvió borrosa debido a que se perdieron muchas partes claras y preciosas, a veces involuntariamente a causa de traducciones imperfectas, y otras veces de manera intencional mediante la edición adulterada “para pervertir las vías correctas del Señor, para cegar los ojos y endurecer el corazón de los hijos de los hombres” (1 Nefi 13:27; cursiva agregada).
“Habiendo yo sido ciego, ahora veo” (véase Juan 9:25)
Uno de los milagros más frecuentes del Salvador fue el de restaurar la vista a los ciegos1. Sin embargo, la misión y el milagro más importante del Salvador fue sanar a los ciegos espiritualmente. “… he venido a este mundo”, dijo Él, “para que los que no ven, vean” (Juan 9:39).
Utilizando la metáfora de Isaías y la visión de Nefi sobre la ceguera espiritual en los últimos días, podemos considerar la salida a luz del Libro de Mormón como una restauración milagrosa del sentido de la vista espiritual.
“Ni permitirá el Señor Dios que los gentiles permanezcan para siempre en ese horrible estado de ceguedad…
“… seré misericordioso con los gentiles en aquel día, de tal modo que haré llegar a ellos, por medio de mi propio poder, mucho de mi evangelio…
“Porque he aquí, dice el Cordero: Yo mismo me manifestaré a los de tu posteridad, por lo que escribirán muchas cosas que yo les suministraré… [y] estas cosas serán escondidas, a fin de que sean manifestadas a los gentiles por el don y el poder del Cordero.
“Y en ellas estará escrito mi evangelio, dice el Cordero, y mi roca y mi salvación…
“… Estos últimos anales… establecerán la verdad de los primeros… por lo que los dos serán reunidos en uno solo” (1 Nefi 13:32, 34–36, 40–41; cursiva agregada); unidos para ayudarnos a ver la verdad.
Ambos, “reunidos en uno solo”, es la manera en la que dos ojos ven o funcionan. Debido a que tengo glaucoma, a fin de prevenir la ceguera, dos veces al día debo aplicar, en ambos ojos, gotas milagrosas que protegen la vista. Antes de que los médicos descubrieran que tenía glaucoma, ya había perdido parte de la visión en un ojo. Estoy profundamente agradecido por la medicina moderna y por no estar ciego. También estoy agradecido por mi segundo ojo sano, que compensa la pérdida parcial de la visión en el otro. La metáfora de los dos ojos tiene una importancia profunda y personal para mí.
Múltiples análisis científicos explican las ventajas de tener dos ojos en lugar de uno. Voy a analizar seis de esas ventajas y el paralelismo espiritual que tienen con el Libro de Mormón como segundo testigo de Jesucristo para restaurar la vista espiritual al mundo.
1. Dos ojos aumentan el campo visual y mejoran la claridad
Los seres humanos tienen un campo de visión horizontal máximo de alrededor de 190 grados con dos ojos, de los cuales unos 120 grados se superponen o se ven con ambos ojos. Más allá del campo de visión convergente, cada ojo también tiene un campo periférico exclusivo de ese ojo2.
Después de siglos de ir perdiendo cosas claras y preciosas, la Biblia tenía una visión imperfecta. La salida a luz del Libro de Mormón, con su visión perfecta, no solo aumentó el campo de visión espiritual, sino que también suministró una claridad muy necesaria a la parte que se superpone de los dos ojos espirituales, es decir, el campo de visión binocular; en las Escrituras, llamamos a eso la ley de los dos testigos (véanse Mateo 18:16; Éter 5:4; D. y C. 6:28).
El campo visual que se superpone, o la adición binocular, aumenta la capacidad de detectar objetos apenas visibles3. Vemos las cosas con más claridad cuando las visiones separadas que se reciben en cada ojo se combinan en un única imagen, proporcionándonos una convergencia del eje visual4 y eliminando de esa manera “la confusión y la contención” que tanto desconcertaron al joven José (véase José Smith—Historia 1:8).
El hecho de que dos ojos son mejores que uno solo es una realidad tan universal y evidente por sí misma que Isaías no podría haber elegido una metáfora mejor para que todo el mundo pudiera sentirse identificado: “… los ojos de los ciegos verán” (Isaías 29:18). Esperamos que los que actualmente ven con un solo ojo espiritual: la Biblia, reconozcan la sabiduría de no rechazar el Libro de Mormón como un segundo testigo de Jesucristo antes de siquiera darle una oportunidad. Ellos descubrirán que “el palo de Judá” y “el palo de José” (Ezequiel 37:19) convergen como dos ojos sincronizados con unanimidad perfecta y clara: ¡una experiencia esclarecedora!
2. Estereopsis: Evitar el engaño
La visión binocular… permite a los seres humanos caminar por encima o alrededor de los obstáculos a mayor velocidad y con más seguridad debido a una percepción más precisa de la profundidad5. Un ejemplo de esta percepción superior de la profundidad se demuestra en la claridad tridimensional de una imagen estereoscópica, en comparación a la de una simple fotografía (véase la imagen 2A).
En el reino animal, los dos ojos dan, a la posible presa, estereopsis, o una percepción precisa de la profundidad, y la capacidad de discernir discrepancias tridimensionales, lo cual ayuda a poner en evidencia el camuflaje de [un posible predador]6 (véase la imagen 2B).
El Libro de Mormón proporciona al mundo una protección similar al restaurar la claridad y la percepción de la profundidad divina al campo binocular espiritual, permitiéndonos evitar el camuflaje y los engaños de Satanás, quien hábilmente causó confusión al hacer difuso el significado de muchos pasajes bíblicos. El Libro de Mormón destruyó su camuflaje con una confirmación completamente clara que logra “confundir las falsas doctrinas” (2 Nefi 3:12) y “[partir] por medio toda la astucia, los lazos y las artimañas del diablo” (Helamán 3:29).
El presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) compartió esta promesa tranquilizadora respecto al Libro de Mormón: “Hay un poder en el libro que empezará a fluir en la vida de ustedes en el momento en que empiecen a estudiarlo seriamente. Encontrarán mayor poder para resistir la tentación, encontrarán el poder para evitar el engaño, encontrarán el poder para mantenerse en el camino estrecho y angosto”7.
3. Ver alrededor de los obstáculos
La visión binocular ayuda a una persona a ver una mayor porción, si no la totalidad, de un objeto que se halla detrás de un obstáculo. Esa ventaja fue señalada por Leonardo da Vinci, quien notó que una columna vertical que interrumpe la visión de un objeto podría ocultar parte o todo el objeto del ojo izquierdo, pero que ese objeto todavía podía ser visible para el ojo derecho8 (véase la imagen 3).
Un ejemplo espiritual de esto se encuentra en las palabras del Salvador a los habitantes de Judea: “También tengo otras ovejas que no son de este redil; a aquellas también debo traer, y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor” (Juan 10:16).
Debido a que Jesús no reveló quiénes eran esas otras ovejas, los judíos no pudieron entender Su declaración. Sin embargo, con la perspectiva adicional del Libro de Mormón, lo que estaba oculto se hizo visible: “Y de cierto os digo que vosotros sois aquellos de quienes dije: Tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo yo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño y un pastor” (3 Nefi 15:21). El resultado fue un campo visual claro, sin ningún malentendido de lo que el Salvador quiso decir; no más ilusiones de obstáculos.
4. Las ventajas periféricas de cada ojo
“Visión periférica es la parte de la visión que ocurre fuera del foco principal de la mirada”9. En otras palabras, somos conscientes de cosas dentro del campo visual en las que no estamos realmente enfocados. Parte de ese campo visual, el que se encuentra fuera del campo binocular, o de la visión estereoscópica, es exclusivo de cada ojo (véase la imagen 1).
Estamos profundamente agradecidos por la Biblia y por lo que, de forma exclusiva y magnífica, nos da: lo más importante, la historia de la vida y el ministerio de Jesucristo.
También estamos profundamente agradecidos por el Libro de Mormón y la visión perfecta y sin mancha que nos brinda, la cual aclara la doctrina de Cristo y revela Sus enseñanzas mediante los profetas de la antigua América, y de Su visita y ministerio personales a los nefitas.
Como dos ojos divinamente emparejados, la Biblia y el Libro de Mormón se complementan el uno al otro y su resultado es un panorama binocular espectacular, además de las vistas exclusivas de cada uno de ellos.
5. Eliminar nuestro punto ciego
Todos tenemos un punto ciego en nuestro campo de visión que es relativamente fácil de ubicar. Sostengan la ilustración del círculo y la estrella (imagen 4) directamente enfrente de ustedes, con el brazo extendido. Cierren el ojo izquierdo y enfoquen el ojo derecho directamente en el círculo pequeño. Con el ojo derecho mirando fijamente el círculo, comiencen a mover lentamente la imagen hacia ustedes. En algún momento, a mitad de camino, la estrella desaparecerá de la vista periférica.
¿Sorprendidos? ¿No sabían que tenían un punto ciego? Así como el segundo ojo compensa este punto ciego, el Libro de Mormón ofrece un beneficio similar a la Biblia.
Y del mismo modo en que la estrella se desvaneció ante los ojos de ustedes, Herodes no había visto la estrella de Belén y tuvo que preguntar a los Reyes Magos “el tiempo en que había aparecido la estrella” (Mateo 2:7). Esta estaba en su punto ciego periférico espiritual. Solo quienes buscaban la estrella la habían notado.
En la actualidad hay muchos, como Herodes, que se niegan a buscar y ver las cosas del Espíritu. “¡Ay de los ciegos que no quieren ver!” (2 Nefi 9:32). El orgullo también hizo que los judíos “[despreciaran] las palabras de claridad, y… [padecieran] ceguedad, la cual vino por traspasar lo señalado” (Jacob 4:14).
Una de las perspectivas aleccionadoras del Libro de Mormón es una advertencia acerca del punto ciego universal del orgullo, “un pecado que se puede observar fácilmente en los demás pero que raramente admitimos en nosotros mismos”10. Es como el mal aliento: obvio para todos menos para el transgresor.
“En el concilio preterrenal, fue el orgullo lo que hizo caer a Lucifer”11. Fue “el orgullo de… los nefitas, [el que] ha sido la causa de su destrucción” (Moroni 8:27). Son los orgullosos los que arderán como rastrojo cuando Dios purifique la tierra con fuego (véanse Malaquías 4:1; 3 Nefi 25:1).
El punto de partida del sendero estrecho y angosto tiene una amenazadora señal de “advertencia”: “CUIDAOS del orgullo, no sea que lleguéis a ser como los nefitas de la antigüedad” (D. y C. 38:39; mayúsculas agregadas). La trágica ironía es que la señal misma que dice “CUIDAOS”, por lo general se encuentra en el punto ciego de los orgullosos. Por lo tanto: “Aprenda sabiduría el [orgulloso], humillándose y suplicando al Señor su Dios, a fin de que sean abiertos sus ojos para que él vea” (D. y C. 136:32).
6. La conexión entre el ojo y el cerebro
Esa ecuación (véase la imagen 5) parece ser precisa, pero no es enteramente correcta. En realidad, es el sistema de procesamiento de imágenes del cerebro el que nos dice lo que ven nuestros ojos. El cerebro crea nuestros sueños de noche e interpreta lo que vemos durante el día. El hecho de ver no implica necesariamente que creamos ni que veamos correctamente. Por ejemplo: “… a pesar de haber hecho [Jesús] tantos milagros delante de ellos, no creían en él” (Juan 12:37). Los ojos solos son insuficientes para fomentar la creencia o la clara visión.
Del mismo modo que el cerebro trabaja en conjunto con los ojos, el Espíritu trabaja en conjunto con las Escrituras, lo cual nos ayuda a ver espiritualmente. El solo hecho de leer las Escrituras no es suficiente para producir visión espiritual porque “… el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14).
Para que el Libro de Mormón funcione como ojo espiritual, debemos aceptar y seguir sinceramente la invitación de Moroni que se encuentra en Moroni 10:3–5. Es una invitación con la promesa de que Dios “manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo” (versículo 4; cursiva agregada).
Testimonio y gratitud
A fin de evitar la ceguera espiritual, los hijos de Lehi arriesgaron su vida para obtener las planchas de bronce (véase 1 Nefi 3–4). Sin las planchas, ellos “habrían degenerado en la incredulidad” (Mosíah 1:5). Actualmente, gracias a la imprenta y a las herramientas digitales, tenemos acceso más fácil y más rápido a las Escrituras. Sin embargo, para Satanás no hay mucha diferencia entre impedir que las personas las obtengan (que fue su estrategia durante la Edad Media) y tentar a las personas a no leerlas (su estrategia en los últimos días). De cualquier manera, sus “vapores de tinieblas… ciegan [con éxito] los ojos… de los hijos de los hombres… de modo que perecen y se pierden” (1 Nefi 12:17; cursiva agregada).
Al igual que mis gotas diarias para los ojos, es solo al estar “asidos constantemente a la barra de hierro” (1 Nefi 8:30; cursiva agregada) que podemos evitar ser cegados por los vapores de los últimos días, que son tan sutiles y preponderantes. Siempre que una persona se vuelve menos activa o se aparta de la Iglesia, es casi seguro que esa persona ha dejado de leer el Libro de Mormón.
El Libro de Mormón: Otro Testamento de Jesucristo es, sin duda, una obra maravillosa y un prodigio. Es un segundo testigo ocular de Jesucristo y de Su glorioso evangelio, y ofrece todas las ventajas de un segundo ojo.
Ruego que nos aferremos constantemente a la barra de hierro, de modo que también seamos dignos del elogio del Salvador a Sus discípulos: “… bienaventurados vuestros ojos, porque ven” (Mateo 13:16).