Respuestas de los líderes de la Iglesia
Cómo ayudar a los misioneros
De un discurso de la Conferencia General de abril de 2008.
Nosotros oramos debidamente por la protección y el éxito de los misioneros de tiempo completo por todo el mundo, y un elemento común de muchas de nuestras oraciones es la súplica de que los misioneros sean guiados a las personas y familias que estén preparadas para recibir el mensaje de la Restauración. Pero, a fin de cuentas, es mi responsabilidad y la de ustedes encontrar personas para que los misioneros les enseñen. Los misioneros son maestros de tiempo completo; ustedes y yo somos buscadores de tiempo completo y, como misioneros de toda la vida, ni ustedes ni yo deberíamos orar para que los misioneros de tiempo completo hagan nuestro trabajo.
Si ustedes y yo en verdad oráramos y pidiéramos con fe, como lo hizo José Smith —si oráramos con la expectativa de actuar y no sólo de expresar—, entonces la obra de proclamar el Evangelio avanzaría de manera extraordinaria. En esa oración de fe se incluirían los siguientes elementos:
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Agradecer a nuestro Padre Celestial las doctrinas y las ordenanzas del evangelio restaurado de Jesucristo que nos brindan esperanza y felicidad.
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Pedir valor y osadía para abrir la boca y compartir el Evangelio con nuestros familiares y amigos.
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Suplicar a nuestro Padre Celestial que nos ayude a hallar a las personas y familias que serán receptivas a nuestra invitación de que los misioneros les enseñen en nuestro hogar.
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Prometer hacer nuestra parte hoy y esta semana, y suplicar ayuda para superar la ansiedad, el temor y la indecisión.
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Procurar el don del discernimiento a fin de tener ojos para ver y oídos para oír las oportunidades misionales que se presenten.
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Orar fervientemente por la fortaleza para actuar de la forma que sabemos que debemos hacerlo.
En una oración así se expresaría gratitud, se pedirían otras bendiciones y se finalizaría en el nombre del Salvador. Después, la obra consagrada de esa oración continuaría y aumentaría.
Ese mismo modelo de comunicación sagrada y obra consagrada se puede aplicar a nuestras oraciones por el pobre y el necesitado, por el enfermo y el afligido, por familiares y amigos que tengan dificultades y por aquellos que no estén asistiendo a las reuniones de la Iglesia.
Testifico que la oración cobra significado cuando pedimos con fe y actuamos. Extiendo una invitación a todos nosotros para que oremos con fe en cuanto al mandato divino de proclamar el Evangelio. Si lo hacemos, les prometo que se abrirán puertas y seremos bendecidos para reconocer las oportunidades que se brindarán, y para actuar de conformidad con ellas.