Lo más difícil de ser misionero
La autora vive en Utah, EE. UU.
A veces, el reto más grande de la obra misional no es la obra misional en sí.
En una ocasión, un misionero me dijo: “Cada vez que la gente me decía que la misión era difícil, yo pensaba que se refería a que iba a pasar frío, a afrontar condiciones de vida desafiantes o que tendría dificultad con el idioma. Pero, en mi caso, lo más difícil ha sido el aspecto mental: sentirse desanimado, estar descontento con el compañero o que a uno no le guste hablar con gente desconocida; o sea, el simple hecho de hacer frente a los altibajos, el rechazo y los cambios”.
A fin de prepararse para la misión, pueden y deben leer la guía Predicad Mi Evangelio, estudiar las Escrituras y aprender a cocinar y a lavar la ropa. Sin embargo, también deben adquirir experiencia práctica en lo que respecta a aptitudes emocionales, sociales y de otro tipo que necesitarán como misioneros. A continuación se mencionan algunas de esas aptitudes. Pueden elegir una o dos de ellas para comenzar ahora mismo a practicarlas.
La aptitud para ser humilde sin sentirse humillado
Una misionera que prestaba servicio en Alabama, EE. UU., me dijo: “Supongo que pensé que cuando fuese apartada, de algún modo adquiriría superpoderes. Así que, al llegar a la misión, fue una sorpresa darme cuenta de que todavía era exactamente la misma: aún tenía los mismos temores, debilidades e ineptitudes. Y ninguna de esas cosas han desaparecido realmente; he tenido que aprender a afrontar mi ineptitud para realizar la obra del Señor”.
Ya sea que salgan a la misión con muchos o pocos logros en su haber, si son humildes, dóciles y tienen la disposición de seguir intentando y esforzarse, entonces el Señor puede trabajar con ustedes. Sin embargo, sus aptitudes de misionero solo mejorarán a medida que las practiquen, hagan preguntas, busquen ayuda y sigan esforzándose. Si están convencidos de que las personas nacen con la habilidad de ser buenas (o malas) para la obra misional, los idiomas, dar testimonio o relacionarse, entonces les será más difícil.
Un misionero me dijo una vez: “He tenido que aprender que la obra es del Señor, no mía, y que está BIEN sentirse inepto para hacerla, porque soy inepto. Nunca seré capaz de hacer lo que solo Dios puede hacer. Hay mucho que puedo hacer para mejorar, pero no tengo que resolverlo todo solo, ya que puedo contar con Él”.
Intenten hacer cosas nuevas y difíciles, eso les servirá para aprender a no darle demasiada importancia a los sentimientos de ineptitud. Por ejemplo:
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Intenten hacer cosas que los saquen de su zona de confort, como un nuevo empleo, actividades extracurriculares o clases con las que estén poco familiarizados. Hagan preguntas, busquen ayuda, analicen los errores que cometan y sigan esforzándose. Realicen actividades que requieran práctica y trabajo a fin de aprender a confiar en que pueden mejorar mediante el esfuerzo.
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Combatan las voces que escuchan en la mente que les dicen que las personas nacen o no nacen con talento, inteligencia o aptitudes sociales. Los mejores atletas, músicos, eruditos —y misioneros— del mundo sufren muchos fracasos y practican muchas horas en su camino hacia el éxito.
La aptitud para hacer frente al rechazo posible (y real)
El rechazo y la desilusión se afrontan a diario en la misión. Practiquen correr riesgos y afrontar el rechazo a fin de que aprendan a tomarlos con calma.
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Soliciten un empleo, tengan entrevistas de trabajo y trabajen a media jornada o a tiempo completo.
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Participen en las pruebas de selección para un equipo o una obra de teatro.
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Inviten a personas (del sexo opuesto) a salir o asistir a actividades.
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Cada vez que las cosas no salgan bien, presten atención a las ideas y las acciones que los ayuden a lidiar con la situación y a sentirse mejor.
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Aprendan de los reveses y vuelvan a intentarlo.
La aptitud para controlar la motivación
Todos tenemos que aprender la manera de motivarnos cuando estamos aburridos, y de calmarnos cuando estamos demasiado estresados.
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Si una situación es aburrida o no parece avanzar, despierten su curiosidad, averigüen cuál es la razón y traten de remediarla; tómenlo como un juego o intenten aprender algo de ello.
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Presten atención cuando están demasiado estresados y fíjense lo que podrían hacer, incluso en la misión, para calmarse (hablar con alguien, relajarse, escribir, cantar o caminar). Analicen la situación objetivamente, desglosen el problema, busquen la ayuda de otras personas, tomen pasos pequeños, oren al respecto y combatan sus pensamientos negativos.
La aptitud para enfrentar las diferencias
Los compañeros, los líderes, los miembros y los investigadores serán personas maravillosas, pero en ocasiones pondrán a prueba su paciencia.
Practiquen lo siguiente con sus hermanos y amigos:
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Pregunten a los demás por qué hacen lo que hacen, a fin de aprender a apreciarlos.
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Asuman la responsabilidad y discúlpense con sinceridad si su conducta lastima a alguien, aun cuando no lo hayan hecho con esa intención.
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Traten de encontrar una explicación compasiva para la conducta de la otra persona. No guarden rencor.
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Planteen un problema y pidan ayuda para resolverlo en lugar de señalar culpas o ponerse nerviosos.
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Cada vez que surjan conflictos, hablen con un tono suave y muestren respeto por los sentimientos de los demás.
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Compartan un apartamento con una persona que sea distinta a ustedes. Adopten una actitud positiva y de interés en cuanto a sus preferencias.
La aptitud para conversar
Ya sea que sean una persona introvertida (tímida) o extrovertida (sociable), pueden desarrollar la aptitud para conversar, la cual necesitarán en la misión y a lo largo de la vida.
Si son mayormente introvertidos:
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Pónganse la meta de hablar cinco minutos a la semana con personas con las que nunca hayan hablado (sobre todo adultos que no conozcan bien).
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Sonrían, muestren interés por las personas y aprendan a hacer preguntas que promuevan la conversación.
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Busquen maneras de iniciar conversaciones y de terminarlas con gentileza.
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Fíjense cuando otras personas estén tratando de iniciar una conversación para que ustedes puedan adoptar una actitud abierta y receptiva.
Si son mayormente extrovertidos:
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Hagan preguntas a los demás a fin de lograr que ellos sean más comunicativos.
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Practiquen el arte de escuchar.
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Presten atención a las señales que muestren que su interlocutor se está cansando. Concedan espacio a los demás.
Las aptitudes físicas para el bienestar
Cuando era presidente de misión, mi esposo tuvo una conversación con un misionero que se encontraba muy deprimido y tenía problemas. Tuvo la impresión de preguntarle: “Élder, ¿qué desayunó hoy?”.
“Helado”.
“¿Qué comió en el almuerzo?”.
“Papas fritas”.
“¿Qué cenó?”.
“Papas fritas y helado”.
“¿Cuánto tiempo lleva comiendo solo papas fritas y helado?”.
“Alrededor de un mes”.
“Su asignación es la siguiente: vaya a casa y coma algo verde; pero que no sea helado de menta”.
La dieta y el ejercicio afectan la actitud que tenemos ante la vida. Empiecen con esto:
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Aprendan sobre la buena alimentación. Coman de forma saludable. Si son quisquillosos, comiencen a probar nuevas cosas.
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Hagan ejercicio. El ejercicio regular ayuda a controlar mejor la ansiedad y la depresión. Comiencen con algo sencillo y aumenten lentamente, como por ejemplo: salgan a caminar por la noche (tal vez con un amigo o escuchando música); si miran televisión, marchen en el mismo lugar durante los comerciales, o bien, hagan abdominales o flexiones.
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Aprendan a cuidar de sus pertenencias, como la ropa, el dinero y el tiempo.
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Tengan control de las horas de sueño. Si tienen problemas para dormir o para despertar, pidan consejo a otras personas. Adopten rutinas para irse a dormir y despertar que podrían seguir en la misión.
La aptitud para mantener una actitud positiva
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Cultiven el sentido del humor. Ríanse de ustedes mismos, no de los demás. No se tomen todo demasiado en serio para que no se estresen.
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Pidan a exmisioneros que les cuenten las cosas que les hayan costado trabajo a ellos y cómo aprendieron a sobrellevarlas. Adopten ideas que les puedan servir.
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Hagan una lista de pasajes de las Escrituras y de himnos que los eleven y los llenen de fe.
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Resistan los pensamientos negativos que les vengan a la mente y remplácenlos con algo positivo. Si esa voz tiene un tono sarcástico, denigrante, bochornoso, airado o cruel, o los hace sentir desesperados o con impotencia, entonces no proviene del Señor. La voz de Él siempre brinda esperanza y ánimo, y es compasiva, en particular si se están esforzando.
Las aptitudes espirituales para el bienestar
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Oren con fervor. Inviten al Padre Celestial a sentarse junto a ustedes y hablen con Él acerca de sus problemas, sus deseos y su gratitud. Traten de orar en voz alta, con papel y lápiz a la mano para escribir las impresiones que reciban; o bien, solamente oren para dar gracias.
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Estudien las Escrituras. Procuren y esperen recibir respuesta a sus inquietudes.
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Comiencen a actuar como misioneros ahora mismo. Salgan y presten servicio con los misioneros de tiempo completo, dejen que el tema del Evangelio surja en las conversaciones cotidianas con sus amigos y compartan su testimonio sincero en la Iglesia. A medida que lo hagan, sentirán más entusiasmo por la obra misional.