La oración de un niño
Hace unos años una amiga nos regaló un hermoso gatito. Lo cuidamos mucho, le damos de comer y cariño, porque sabemos que los gatitos son seres vivos. Él forma parte de nuestra familia.
Sin embargo, cuando era pequeño era muy travieso, corría y trepaba por todos lados. Un día lo buscamos por toda la casa y no aparecía nuestro hermoso Gaturro, así se llama. Ni por más que buscamos por cada rincón, no aparecia. Nos pusimos muy tristes pues pensamos que algo malo le había ocurrido, o se había ido de nuestra casa.
Entonces mi mamá nos recordó de la oración y que cuando oramos con el corazón y con mucha fe, nuestro Padre Celestial nos responde. Esa tarde junto a mis hermanos nos arrodillamos y oramos con todo nuestro corazón y hasta las lágrimas se nos salieron. Ese día mi mamá había puesto ropa calentita en un canasto y cuál no sería nuestra sorpresa cuando vimos salir de ese lugar a nuestro gatito.
Aprendí que por más sencillas que sean nuestras oraciones, pueden ser contestadas. Sé que la oración es poderosa y que es el único medio para comunicarnos con nuestro Padre Celestial. Él escucha y nos responde.
*El artículo fue realizado a partir de una entrevista por Fredy Salazar.