Cómo recibir guía espiritual del Señor Jesucristo
¿Alguna vez has estado en una situación difícil, y has sentido que necesitabas la guía del Señor? Él te conoce, y hace que la guía esté disponible cuando sea más útil. Podemos aumentar nuestras posibilidades de sentir y entender su guía.
Tenemos una guía disponible para nosotros por muchos medios: tenemos acceso a las Sagradas Escrituras y a las palabras de los profetas y apóstoles vivientes; recibimos orientación de otros líderes y de personas cercanas a nosotros. La orientación también puede venir por medio de sueños, visiones o apariciones divinas, pero la mayor parte de la inspiración directa que recibimos proviene de la voz suave y apacible del Espíritu. El Señor dijo: “… hablaré a tu mente y a tu corazón por el Espíritu Santo… Ahora, he aquí, este es el espíritu de revelación”1. Los pensamientos vienen a nuestra mente, y los sentimientos a nuestro corazón. El Espíritu puede comunicarse con nosotros con pensamientos y sentimientos. Si no tenemos cuidado, podemos perder este tipo de comunicación.
El presidente Boyd K. Packer (1924–2015) enseñó: “El Espíritu no atrae nuestra atención por medio de gritos ni de sacudidas bruscas. Por el contrario, nos susurra, nos acaricia tan tiernamente, que si nos encontramos demasiado enfrascados en nuestras preocupaciones, quizás no lo percibamos en absoluto.
“En algunas ocasiones, sólo nos presionará con la firmeza necesaria para que le pongamos atención, pero la mayoría de las veces, si no hacemos caso a esa suave impresión, el Espíritu se alejará y esperará hasta que acudamos en su busca, y lo escuchemos”2.
Si la inspiración del Espíritu generalmente viene con pensamientos apacibles y sentimientos suaves, ¿cómo podemos aumentar nuestra capacidad de reconocer esta inspiración? Si alguien nos susurrara algo, y tuviéramos dificultad para escucharle, naturalmente que intentaríamos disminuir el ruido que interfiriese con el susurro, y también trataríamos de acercarnos a la persona que nos estuviera susurrando.
Hay cosas en nuestras vidas que crean un “ruido” espiritual, y pueden interferir con nuestra capacidad de entender o incluso sentir la inspiración del Espíritu. Muy pocos medios de comunicación de hoy en día son edificantes, y pueden crear ruido espiritual en nuestras vidas. También podemos estar absorbidos por las redes sociales, y tan absortos en nuestros dispositivos digitales que podemos dejar pasar de largo muchos momentos apacibles que nos ayudarían a alejarnos del ruido del mundo, pudiendo así sentir la inspiración del Señor. El pecado crea ruido espiritual en nuestras vidas. El arrepentimiento, la adoración apropiada en el día de reposo y la búsqueda de momentos tranquilos en los que estudiar el Evangelio, meditar y orar, nos acercan al Señor y silencian el ruido del mundo. Esto aumenta nuestra capacidad de sentir y comprender los pensamientos y sentimientos del Espíritu Santo.
Pero debemos tener cuidado de no tratar de forzar o insistir en la guía del Señor en todo. El presidente Dallin H. Oaks enseñó que “el deseo de ser guiados por el Señor es importante, pero debe ir acompañado de la comprensión de que nuestro Padre Celestial deja muchas decisiones para nuestra elección personal. La toma de decisiones personales es una de las fuentes de crecimiento que debemos experimentar en la mortalidad…
“Deberíamos estudiar las cosas en nuestra mente, utilizando los poderes de razonamiento que nuestro Creador ha colocado dentro de nosotros, y después debemos orar para obtener guía, y actuar en consecuencia si la recibimos. Si no recibimos guía, debemos actuar según nuestro mejor criterio. Las personas que persisten en buscar revelación orientadora sobre temas en los que el Señor no ha decidido dirigirnos, podrían inventar una respuesta a partir de su propia fantasía o prejuicios, o incluso podrían recibir una respuesta mediante revelación falsa3”.
A medida que vivimos nuestras vidas de acuerdo con nuestros convenios, y encontramos formas de silenciar el ruido mundano que nos rodea, podemos recibir más fácilmente la guía del Señor cuando Él la ofrece.