2018
La interpretación de la Biblia
Junio de 2018


La interpretación de la Biblia

Cuando leemos la Biblia, siempre encontramos algunas partes difíciles de entender. Las preguntas que podríamos hacer en estos casos son, “¿Está el pasaje completo, o le falta algo?”, “¿hay algún error en el texto?”, “¿está bien traducido?”, “¿debemos entender estos versículos literal o simbólicamente?”

José Smith escribió, “Creemos que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde esté traducida correctamente” (Artículos de Fe 1:8). Podríamos añadir, “… hasta donde esté transmitida correctamente”, porque el conocimiento que tenemos de las lenguas bíblicas (hebreo, arameo, griego…) permite una traducción fiel de los textos bíblicos existentes. El problema no está en la traducción, sino en el estado en que los textos nos han llegado: si son fieles o no a lo que escribió o dictó, dijo o quiso decir, el autor.

La imprenta se inventó en el siglo XV. Antes del uso de la tipografía, los textos se reproducían copiándolos a mano. Los textos bíblicos, por tanto, se transmitieron durante muchas generaciones mediante copias manuscritas. Como no se ha conservado actualmente ningún manuscrito original de la Biblia, ni del Antiguo ni del Nuevo Testamento, sólo tenemos copias de copias hechas durante siglos, con todos los riesgos que esa manipulación puede suponer.

Para que nos hagamos una idea, las copias más antiguas del texto del Antiguo Testamento que han llegado hasta nosotros son las que se hicieron unos mil años después de Cristo (el Códice de Alepo, del 930 d.C., y el Códice de Leningrado, de aprox. 1.008 d.C.). Aunque las copias manuscritas del Antiguo Testamento que usaron los hombres de Qumrán, descubiertas en 1947, son unos mil años más antiguas que estos códices (150 a.C.–70 d.C.), todavía están a muchos siglos de distancia de los manuscritos originales. En el caso del Nuevo Testamento, hay miles de manuscritos copiados en fechas diferentes: desde el más antiguo, que es el papiro P52 (una copia de un fragmento del Evangelio de San Juan del año 125 d.C.), hasta la época de la imprenta en el siglo XV; pero la mayoría son posteriores al siglo X.

En esta situación, los esfuerzos por responder a las preguntas sobre el significado de ciertos pasajes bíblicos han dado lugar a disciplinas como la Exégesis y la Hermenéutica. Se llama exégesis a la explicación de la Biblia; las reglas de la exégesis están sometidas a los principios de la hermenéutica, que es la ciencia de la interpretación de los textos. La hermenéutica precede a la exégesis, y pretende comprender precisamente el proceso o las circunstancias en que se compusieron los textos, y hacerlos comprensibles al lector moderno; se trata de saber lo que quería comunicar el autor.

Sobre la transmisión del contenido de la Biblia, José Smith enseñaba que “Muchos principios importantes relacionados con la salvación de los hombres se han quitado de la Biblia, o se perdieron antes de que fuera recopilada”. En otra ocasión dijo, “[Hay] muchas cosas en la Biblia que no están de acuerdo con la revelación que recibo del Espíritu Santo”. Y añadió, “Creo en la Biblia tal y como salió de la pluma de los escritores originales”. Nosotros creemos, pues, que los autores de los textos bíblicos estaban inspirados cuando escribieron o dictaron sus revelaciones, pero no podemos decir lo mismo sobre lo que nos ha llegado de ellas.

Por eso, José Smith emprendió el trabajo de la revisión y restauración de la Biblia, llamada Nueva Traducción o Traducción de José Smith (TJS), que duró aproximadamente tres años, entre los veranos de 1830 y 1833. El resultado de esta obra fueron 446 páginas manuscritas, en las que José Smith hizo cambios aproximadamente en tres mil cuatrocientos versículos: mil trescientos del Antiguo Testamento, y dos mil cien del Nuevo Testamento.

Toda exégesis bíblica debería tener en cuenta lo dicho sobre los documentos bíblicos disponibles. Los SUD creemos que la revelación continúa, que sigue habiendo profetas, que no sólo tienen el cometido de revelar, sino, y tan importante como lo anterior, de restaurar y conservar lo revelado, para que no ocurra lo que estoy comentando sobre la historia del texto bíblico, ya que el problema no está en la capacidad para traducir los manuscritos bíblicos existentes, sino en el carácter incompleto y alterado de lo que nos ha llegado.

Cuando se habla de los criterios a utilizar para saber si nuestro conocimiento sobre algo es verdadero (Epistemología), se habla, entre otros, de la correspondencia y de la coherencia: correspondencia entre lo dicho y la realidad, y la coherencia entre lo que dicen unos y otros.

En lo que se refiere al conocimiento bíblico, la correspondencia entre el contenido de los documentos que nos han llegado, y lo que se supone que se escribió originalmente, tiene por todo lo dicho sus limitaciones. Y en este caso la coherencia entre varias revelaciones puede ayudarnos a una interpretación más completa del texto, comparando la revelación antigua y la moderna. Se produce, por ejemplo, una incoherencia a tener en cuenta entre el pasaje bíblico en el que “dijo Jehová a Oseas: Ve, toma para ti como esposa una mujer dada a la prostitución, y ten hijos de prostitución” (Oseas 1:2), y la revelación moderna, que nos enseña que el matrimonio dentro del convenio forma parte del plan divino de salvación (cfr. D. y C. 131:1–4). Y algo parecido podríamos decir de la aparente incoherencia entre el pasaje en el que Pablo parece hablar contra el matrimonio, diciendo, “Así que, el que se da en casamiento, bien hace; y el que no se da en casamiento, hace mejor” (1 Corintios 7:38), y lo restaurado por José Smith en TJS 1 Corintios 7:29–33, 38, en el que se enseña que este pasaje se refiere a los que quieren salir a la misión, diciéndoles que es mejor que estén solteros durante su ministerio. De esta manera podemos interpretar de una manera más completa un pasaje bíblico (Hermenéutica), y explicarlo más adecuadamente (Exégesis): en el primer caso, cambiando la interpretación literal por la alegórica, y en el segundo, completando el texto. Y así se procedería con otros pasajes que nos ayudarían a entender mejor, por ejemplo, por qué no aceptó Jehová la ofrenda de Caín, buscando la coherencia entre Génesis 4:5 y Moisés 5:16–21… Y muchas cosas más relacionadas con la vida pre terrenal, la creación, la caída, el plan de redención…, que no se pueden exponer en este breve artículo.