2019
Capítulo 3: La palabra y la voluntad del Señor
Septiembre de 2019


Capítulo 3

La palabra y la voluntad del Señor

enjambres de insectos vuelan alrededor de las tiendas a orillas de un río

En medio del sufrimiento en Winter Quarters, Brigham recibió la noticia de que un populacho de unas mil personas había atacado la pequeña comunidad de santos que aún quedaba en Nauvoo. Cerca de doscientos santos repelieron el ataque, pero pocos días después fueron derrotados en batalla. Los líderes de la ciudad negociaron una evacuación pacífica de los santos, muchos de los cuales eran pobres y estaban enfermos. Pero cuando los santos abandonaban la ciudad, el populacho los acosó y saquearon sus casas y carromatos. Una turba asaltó el templo, profanando su interior, y se burlaron de los santos que escapaban a los campamentos del otro lado del río28.

Al enterarse Brigham de la situación desesperada de los refugiados, envió una carta a los líderes de la Iglesia, recordándoles el convenio que ellos habían hecho en Nauvoo de ayudar a los pobres y de asistir a cada santo que quisiera marchar al oeste.

“Los pobres hermanos y hermanas, las viudas y los huérfanos, los enfermos y desamparados se hallan actualmente sobre la ribera occidental del río Misisipi”, les declaró. “Ahora es el momento de obrar. Permitan que el fuego del convenio que hicieron en la Casa del Señor arda en sus corazones como una llama inextinguible”29.

Aunque ya habían enviado a Nauvoo veinte carromatos con suministros de auxilio dos semanas antes, y les quedaban pocas provisiones extra, los santos de Winter Quarters y de los asentamientos cercanos enviaron carromatos adicionales, yuntas de bueyes, alimentos y otros suministros de vuelta a Nauvoo. Newel Whitney, el Obispo Presidente de la Iglesia, compró además harina para los empobrecidos santos30.

Cuando los equipos de rescate hallaron a los refugiados, muchos de los santos estaban con fiebre, mal equipados para soportar el clima frío y desesperadamente hambrientos. El 9 de octubre, cuando se preparaban para hacer el viaje hasta el río Misuri, los santos observaron una bandada de codornices que cubría el cielo, las cuales llegaron y se posaron en tierra alrededor de sus carromatos o sobre ellos. Los hombres y los muchachos se abalanzaron sobre las aves, atrapándolas con sus manos. Muchos recordaron cómo Dios también había enviado codornices a Moisés y los hijos de Israel en su momento de necesidad.

“Esta mañana hemos tenido una manifestación directa de la misericordia y bondad de Dios”, escribió en su diario Thomas Bullock, un secretario de la Iglesia. “Los hermanos y las hermanas alabaron a Dios y glorificaron Su nombre porque, en nuestra persecución, nos es manifestado lo que llovió del cielo sobre los hijos de Israel en el desierto”.

“Cada hombre, cada mujer y cada niño tuvo codornices para comer de cena”, escribió Thomas31.

Entre tanto, a miles de kilómetros de distancia, en el atolón de Anaa en el océano Pacífico, un poseedor del Sacerdocio Aarónico llamado Tamanehune habló en una conferencia ante más de ochocientos santos. “Deberíamos enviar una carta a la Iglesia en Estados Unidos”, proponía él, “solicitándoles que envíen inmediatamente a este lugar entre cinco y cien élderes”. Ariipaea, un miembro de la Iglesia y líder en una de las villas de la localidad, apoyó la moción y los santos del Pacífico Sur manifestaron su consentimiento alzando sus manos32.

Addison Pratt, quien presidía la conferencia, estuvo totalmente de acuerdo con Tamanehune. En los últimos tres años, Addison y Benjamin Grouard habían bautizado a más de mil personas. Sin embargo, en todo ese tiempo, solo habían recibido una carta de un miembro de los Doce, y no se les daban instrucciones de que volvieran a casa33.

En los seis meses subsiguientes de haber recibido esa carta, los misioneros no habían sabido nada de sus familias, de sus amigos ni de los líderes de la Iglesia. Cuando llegaba algún periódico a la isla, revisaban sus páginas en busca de noticias acerca de los santos. Un periódico que leyeron afirmaba que la mitad de los santos en Nauvoo habían sido masacrados, mientras que el resto se había visto forzado a huir a California34.

Ansioso por conocer la suerte de Louisa y sus hijas, Addison decidió regresar a los Estados Unidos. “Conocer la verdad, aun cuando sea mala”, se dijo a sí mismo, “es mejor que permanecer con dudas y ansiedad”35.

Los amigos de Addison, Nabota y Telii, el matrimonio que había servido con él en Anaa, decidieron regresar a Tubuai, donde Telii era estimada como una maestra espiritual entre sus hermanas de la Iglesia. Benjamin planeó permanecer en las islas para dirigir la misión36.

Cuando los santos del Pacífico supieron de la inminente partida de Addison, lo instaron a regresar prestamente y a traer más misioneros con él. Siendo que Addison ya había planeado volver a las islas con Louisa y sus hijas, en el caso de que estuvieran con vida, él accedió de buena gana37.

A medida que se iba poniendo más frío el clima en Winter Quarters, Brigham oraba con frecuencia para conocer cómo debía preparar a la Iglesia para viajar hasta más allá de las Montañas Rocosas. Después de estar en la ruta por casi un año, él había aprendido que organizar y equipar a los santos para la jornada que les faltaba era esencial para el éxito. Sin embargo los fracasos, uno tras el otro, también le habían demostrado lo importante que era el depender del Señor y seguir Su guía. Tal como en los tiempos de José Smith, solo el Señor podía dirigir Su Iglesia.

Poco después de Año Nuevo, Brigham sintió que el Señor le expandía su mente para recibir nueva luz y conocimiento. En una reunión con el sumo consejo y los Doce, el 14 de enero de 1847, él comenzó a registrar una revelación del Señor para los santos. Antes de irse a la cama, el Señor le dio instrucciones adicionales para el viaje que tenían por delante. Tomando la revelación inconclusa, Brigham continuó registrando las instrucciones del Señor para los santos39.

Al día siguiente, Brigham presentó la revelación a los Doce. Llamada “La palabra y la voluntad del Señor”, la revelación hacía hincapié en la necesidad de los santos de organizarse en compañías bajo el liderazgo de los Apóstoles. En la revelación, el Señor mandaba a los santos proveer para sus propias necesidades, así como trabajar juntos en el viaje, velando por las viudas, los huérfanos y las familias de los miembros del Batallón Mormón.

“Emplee cada hombre toda su influencia y sus bienes para trasladar a este pueblo al lugar donde el Señor establecerá una estaca de Sion”, indicaba la revelación. “Y si hacéis esto con un corazón puro, con toda fidelidad, seréis bendecidos”40.

Además, el Señor mandó a Su pueblo arrepentirse y humillarse, tratarse con amabilidad los unos a los otros, cesar la ebriedad y el hablar mal el uno contra el otro. Sus palabras fueron presentadas como un convenio, en el que se instruía a los santos a “[andar] en todas las ordenanzas del Señor” y a honrar las promesas que habían hecho en el Templo de Nauvoo41.

“Soy el Señor vuestro Dios, sí, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”, Él declaró. “Soy el que saqué a los hijos de Israel de la tierra de Egipto; y mi brazo está extendido en los postreros días para salvar a mi pueblo Israel”.

Al igual que los antiguos israelitas, los santos debían alabar al Señor y clamar a Él en tiempos de aflicción. Debían cantar y bailar con oración de acción de gracias en sus corazones. No debían sentir temor del futuro, sino confiar en Él y soportar sus aflicciones.

“Es preciso que los de mi pueblo sean probados en todas las cosas, a fin de que estén preparados para recibir la gloria que tengo para ellos, sí, la gloria de Sion”42.

Durante el resto del invierno, los Apóstoles continuaron procurando revelación a medida que preparaban el envío de compañías de carromatos más allá de las Montañas Rocosas. Bajo su dirección, una pequeña compañía de avanzada partiría de Winter Quarters en la primavera, atravesaría las montañas y establecería un nuevo lugar de recogimiento para los santos. En obediencia al mandamiento del Señor, y para cumplir la profecía, ellos alzarían un estandarte a las naciones y comenzarían a trabajar en un templo. Otras compañías más grandes, compuestas principalmente de familias, pronto los seguirían, obedeciendo la palabra y la voluntad del Señor en su viaje48.

Antes de partir de Nauvoo, el Cuórum de los Doce y el Consejo de los Cincuenta habían contemplado la posibilidad de establecerse en el valle de Salt Lake o en el valle del río Bear, al norte. Ambos valles se hallaban luego de cruzar las Montañas Rocosas y las descripciones de ambos eran prometedoras49. Brigham había visto en una visión el lugar donde los santos se establecerían, pero solo tenía una idea general de su ubicación. Él aún seguía orando para que Dios los dirigiera a él y a la compañía de avanzada hasta el lugar correcto de recogimiento para la Iglesia50.

La tarde del 16 de abril de 1847, la compañía de avanzada comenzó su viaje bajo un cielo frío y sombrío. “Nos proponemos despejar la vía para la salvación de los honestos de corazón de todas las naciones o de sacrificarlo todo en nuestra mayordomía”, declararon los Apóstoles en una carta de despedida a los santos en Winter Quarters. “En el nombre del Dios de Israel, estamos decididos a conquistar o morir intentándolo”53.