La dulce melodía de la historia familiar
En una visita a mi hija, en Kentucky, EE. UU., descubrí un antiguo instrumento musical apalachiano que se llama dulcémele o salterio de montaña. Estaba enseñando a algunos de mis nietos a tocar música y me di cuenta de que es fácil aprender a tocar melodías sencillas en el dulcémele. Este instrumento de cuerda portátil y fácil de guardar produce música alegre para la familia mientras nos sentamos alrededor de la fogata o en casa.
Una tarde, mi hija y yo fuimos a ver si podíamos encontrar a alguien que fabricara dulcémeles. Encontramos a un hombre mayor que vivía en una pequeña cabaña en un camino rural. Fabricaba dulcémeles de montaña y tenía uno perfecto para mí.
En los años siguientes, aprendí a tocar y también les enseñé a tocar a varios de mis nietos. Quería regalar a cada nieto un dulcémele, pero comprar diecisiete de ellos resultaría caro. Así que decidí aprender a fabricarlos yo mismo.
Comencé por investigar la historia de este instrumento tradicional estadounidense. Descubrí que hay un instrumento similar al dulcémele, que se llama scheitholt, el cual probablemente trajeron a Estados Unidos los inmigrantes alemanes o escandinavos en el siglo XVIII. Más o menos durante ese período, los inmigrantes escoceses-irlandeses también tocaban el scheitholt. Con el paso del tiempo, la gente empezó a crear versiones modificadas del scheitholt, que posteriormente llegaron a ser el dulcémele de montaña. También me di cuenta de que el nombre dulcémele deriva del latín dolce melos, o “dulce melodía”.
Imaginen mi sorpresa cuando, más tarde, mientras preparaba relatos sobre mi historia familiar, descubrí que algunos de los antepasados de mi madre, en su mayoría alemanes, y los antepasados escoceses-irlandeses de mi padre ¡habían tocado el dulcémele de montaña! ¡Estaba maravillado de que, muchas generaciones después, yo había descubierto el instrumento y había estado enseñando a mis nietos a tocarlo! ¡Qué maravillosa conexión musical entre mis antepasados, mis descendientes y yo! Estoy agradecido por la obra de historia familiar, que me ha ayudado a apreciar a mis antepasados y a sentir una conexión con ellos mediante la dulce melodía del dulcémele de montaña.