Los samaritanos del ascensor
Cuando una familia de mi barrio publicó fotos en Facebook sobre su experiencia de estar atrapados en un ascensor durante dos horas, no comprendí la gravedad de la situación; eso es, hasta que yo misma me quedé atrapada en un ascensor.
Había dejado mi celular en casa, así que golpeé fuertemente las puertas del ascensor y grité para pedir ayuda. También oré. Muy pronto, varios hombres jóvenes me oyeron y, como buenos samaritanos, llamaron a los servicios de emergencia. Después me dijeron que vivían en el apartamento número 38 y bromearon diciendo que cuando me dejaran salir del ascensor, podría llevar algo de comida a su apartamento como agradecimiento.
Se fueron, y me costó calmarme. ¿Y si el equipo de emergencia no llegaba? Oré más. Sabía que mi esposo pronto regresaría a casa del trabajo y no sabría dónde me encontraba.
Empecé a golpear fuertemente las puertas otra vez. A través de la rendija entre las puertas del ascensor, pude ver a gente que pasaba. Les llamé y pregunté si podían llamar a mi esposo y explicarle mi situación. Así lo hicieron, y pude calmarme. Ahora mi esposo sabía lo que pasaba y se aseguraría de que no me quedara atrapada.
Me senté en el ascensor durante una hora aproximadamente. Finalmente, un obrero de mantenimiento vino y me dejó salir. Me dijo que el ascensor se había atascado, así que tuvo que subir por el hueco del ascensor para lograr que funcionara de nuevo. Le agradecí su ayuda.
Ese mismo día, fui y agradecí a mis vecinos del apartamento 38. Les llevé comida casera. Me dijeron que solo estaban bromeando acerca de la comida, pero yo me alegré de poder darles las gracias. Debido a esa experiencia, ahora sé por lo que pasó la familia de mi barrio, y estoy agradecida a las personas que no pasaron de largo, sino que se detuvieron y ayudaron.
Puede que ellos no lo sepan, pero siguieron el ejemplo del Salvador. Él no nos pasó de largo ni nos dejó. Él dio Su vida para que podamos ser salvos de la muerte física y espiritual. Debido a ello, voy a intentar seguir Su ejemplo y nunca pasaré de largo ante las dificultades de otra persona. Estoy agradecida por esta experiencia que, inesperadamente, me ha dado un mayor aprecio por Él y por Sus bendiciones.