2019
De una crisis a una amistad
Septiembre de 2019


De una crisis a una amistad

men at church

Ilustración por Allen Garns

Un domingo, durante la reunión sacramental, me sentí inquieto. No sabía la razón, pero la sensación no se iba. Nerviosamente miré el reloj y esperé con ansias que terminara la reunión. Eso era inusual en mí.

Después de la última oración, la inquietud persistía. Eché un vistazo por la capilla y vi a un hombre agarrándose el pecho. Me acerqué a él, y me preguntó si lo podía llevar a la estación de tren. Le dije que más bien debería llevarlo a la sala de emergencias. Me dijo que en su casa tenía el medicamento que lo ayudaría. Le dije que yo lo llevaría a su casa, porque tomar un tren en su estado de salud sería demasiado peligroso.

Lo ayudé a subir a mi auto y le volví a preguntar si debía llevarlo al médico. Me contestó que no hacía falta y que podía ir directamente a su casa. Oré en silencio y le pedí a mi Padre Celestial que lo ayudara a estar bien y que me ayudara a conducir con precaución hasta su casa. Conduje con cuidado, abrí las ventanas del auto y traté de calmarle. Después de un rato, reclinó su asiento y poco a poco se empezó a relajar.

Cuando llegamos a su casa, me invitó a entrar. Me alegré, porque quería asegurarme de que tomara su medicamento y de que la medicina surtiera efecto. Tomó el medicamento y comenzó a sentirse mejor. Me dijo que todavía le dolía un poco el pecho, pero que se sentía seguro en su casa.

Me invitó a quedarme para cenar y, desde aquella tarde, llegamos a ser buenos amigos. A menudo vamos de paseo juntos y nos ayudarnos el uno al otro. Antes de esa experiencia, tenía muchos amigos que no eran una buena influencia en mí; pero mi amistad con este hombre ha bendecido mi vida.

Hay veces que, de una crisis, puede surgir una gran amistad. Si solamente lo hubiera llevado al tren, me pregunto si hubiera llegado a salvo a su casa. Nunca me habría perdonado a mí mismo si algo malo le hubiera sucedido. Estoy agradecido a mi Padre Celestial porque el Espíritu Santo me condujo a esa situación y porque, en el proceso, gané un verdadero amigo muy querido.