El dilema de la diabetes
“Él me escucha cuando oro” (Liahona, marzo de 1991, pág. 5 de la Sección para los niños).
Saríah, la hermana de Joe, estaba enferma. No era el tipo de enfermedad como cuando tienes tos o un dolor de estómago. La mamá y el papá dijeron que quizás tuviera diabetes.
Joe no sabía lo que era la diabetes, pero le sonaba aterrador. Entonces la mamá y el papá explicaron que es cuando el cuerpo de las personas tiene problemas para usar el azúcar de la comida que ingieren. Saríah tuvo que pasar unos días en el hospital para averiguar si tenía diabetes.
A veces ella molestaba a Joe; intentaba jugar con los amigos de él e incluso un día perdió el mando de los videojuegos. ¡Pero aun así, la quería mucho! No quiero que esté enferma, pensó él, mientras se le llenaban los ojos de lágrimas.
Las hermanas de Joe ayudaron a Saríah a prepararse para ir al hospital; Mary sacó la mochila de Saríah; Hannah la ayudó a empacar los pijamas y Lily añadió una manta (cobija) mullida. Joe también quería ayudar, pero no sabía qué hacer.
Al poco tiempo, el equipaje de Saríah estuvo listo.
“Oremos antes de salir”, dijo el papá. “Joe, ¿podrías orar tú?”.
Joe asintió. “Querido Padre Celestial”, comenzó. “Por favor, bendice a Saríah para que no tenga diabetes. Por favor, bendícela para que esté bien”. Al orar, Joe se sintió un poco mejor.
Cuando toda la familia se juntó para abrazarse, Joe tuvo una idea.
“¡Esperen!”, dijo. Fue a su habitación para buscar el reproductor portátil de música que le regalaron para su cumpleaños. Se aseguró de que en él estuvieran las canciones favoritas de Saríah.
“Toma”, dijo, dándoselo a Saríah. “Puedes llevarlo al hospital”. Ella sonrió y lo sujetó fuertemente al caminar hacia el auto.
Al día siguiente, la mamá llevó a Joe y a sus hermanas al hospital a visitar a Saríah. Joe estaba nervioso mientras caminaban por el hospital. “Por favor, bendícela para que no tenga diabetes”, oró por lo que parecía ser la centésima vez.
Cuando llegaron a la habitación de Saríah, estaba sentada en la cama con sondas en los brazos. Sonrió un poco cuando vio a todos.
“Nos han dado los resultados”, dijo el papá. “Los doctores dicen que Saríah tiene diabetes tipo 1. Tendremos que cambiar algunas cosas de las que comemos como familia y ayudarla con sus medicamentos. Pero va a estar bien”.
A Joe se le cayó el alma al suelo. Salió al pasillo y se sentó junto a la puerta. Agachó la cara entre sus brazos.
“¿Qué te pasa, Joe?”, dijo la mamá al sentarse junto a él.
“Oré para que Saríah no tuviera diabetes”, dijo Joe. “¿Por qué no contestó mi oración el Padre Celestial?”.
La mamá le pasó el brazo sobre los hombros. “El Padre Celestial siempre contesta nuestras oraciones, pero no siempre de la manera en que nosotros queremos. A veces, en lugar de quitarnos las cosas difíciles, nos contesta dándonos paz y ayudándonos a ser fuertes. Sé que el Padre Celestial ayudará a Saríah”.
Joe asintió lentamente. En ese momento no sentía paz ni fuerza, pero recordó el buen sentimiento que tuvo durante la oración familiar.
Caminaron juntos de vuelta a la habitación. Las hermanas de Joe estaban jugando a las cartas, tal como lo hacían en casa. Todas parecían estar contentas, incluso Saríah.
Entonces Joe se dio cuenta de algo. Saríah tenía auriculares alrededor del cuello y el reproductor sobre las piernas.
“Siempre está escuchando las canciones que escogiste para ella”, dijo la mamá. “Le ayuda mucho a relajarse”.
Joe sintió calidez en su interior. Sabía que el Padre Celestial ya los estaba ayudando.