2019
Una epístola de un Apóstol
Septiembre de 2019


Una epístola de un Apóstol

Del discurso: “An Epistle to the Saints of the Utah Salt Lake Area (Una epístola a los Santos del Área de Salt Lake, Utah)”, pronunciado en una conferencia multiestaca el 11 de septiembre de 2016.

Levanto mi voz para advertirles de algunos de los cambios que enfrentamos hoy en día.

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Imagen de un árbol, de Getty Images; detalle de El apóstol Pablo, por Jeff Ward

El apóstol Pablo estaba en contacto con los santos de la antigüedad a través de cartas, o epístolas, que enviaba a las diferentes ramas para comunicar su amor, guía y enseñanzas. Puesto que soy incapaz de reunirme en persona con todos ustedes, les daré mi propia epístola verbalmente para expresar mi amor, gratitud y enseñanzas.

A los santos de Corinto, Pablo les escribió: “Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios” (1 Corintios 1:1).

Yo también he sido llamado a ser apóstol de Jesucristo y, como testigo especial del Señor, testifico, como lo hizo Pablo en sus cartas, que Jesucristo se entregó a Sí mismo por nosotros y que el Padre lo resucitó de entre los muertos (véase Gálatas 1:1, 4). También testifico que Jesucristo restauró Su Iglesia por medio del profeta José Smith en estos últimos días y que la plenitud del Evangelio y las bendiciones asociadas a los convenios eternos están disponibles para todos los que crean en el Señor Jesucristo y lo sigan.

Al darles la bienvenida, utilizo las palabras de Pablo: “A la iglesia de Dios… a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos… gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo” (1 Corintios 1:2–3).

Mis hermanos y hermanas, para mantener sanos nuestros corazones del Evangelio, necesitamos hacer revisiones periódicas. Al orar para pedir ayuda del cielo, he recibido algunas recomendaciones para ustedes que los mantendrán sanos y fuertes espiritualmente.

Pablo advirtió a los santos de su época sobre los peligros espirituales que ellos afrontaban. A los gálatas les escribió:

“Estoy asombrado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.

“No es que haya otro, sino que hay algunos que os perturban, y quieren pervertir el evangelio de Cristo.

“Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare un evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gálatas 1:6–8).

Elevo mi voz, como hizo Pablo, de que existen aquellos “que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo”. Estaría eludiendo mi deber si no levantara mi voz para advertirles de los desafíos que enfrentamos hoy.

Dos poderes en el universo

Mis hermanos y hermanas, nunca olviden que hay dos poderes en el universo: uno nos invita a elegir lo correcto y experimentar un gozo y una felicidad eternos, y otro nos invita a elegir lo contrario, que nos trae tristeza y pesar. Nuestra doctrina nos enseña que la vida es una prueba, un tiempo para ver qué invitación aceptaremos.

Les recuerdo la profecía de Jesús con respecto a los últimos días, en los cuales ahora vivimos: “Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:24). Nos entristece cuando somos testigos de que algunos “escogidos” han sido engañados, como Jesús advirtió.

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Hace poco, visité una pequeña arboleda de secuoyas, que se plantaron hace muchos años en el campus de la Universidad Brigham Young. Un amigo mío me explicó que las secuoyas son los árboles más grandes del mundo y que pueden crecer hasta los 87 metros de altura en su hábitat natural. Pueden vivir más de 3000 años.

Uno de los árboles murió y tuvo que ser cortado, dejando solo un tocón para recordar a todos los que pasaran por allí que una vez hubo un árbol alto y majestuoso. El especialista en árboles del campus quiso saber qué había matado al árbol, ya que la secuoya ciertamente no murió de vejez. Después de examinarlo, determinó que las raíces que alimentaban el árbol habían muerto por falta de agua.

¿Cómo era eso posible en vista de que el árbol había crecido bien allí durante más de cinco décadas? El especialista descubrió que el acuífero que alimentaba la pequeña arboleda se había desplazado como consecuencia accidental de la construcción de un nuevo edificio, justo al este de la arboleda.

Para mí, esta es una analogía perfecta de lo que sucede cuando los leales miembros de la Iglesia, los “escogidos” —aquellos que, aparentemente, parecen mantenerse de pie y erguidos en la fe— mueren espiritualmente.

Al igual que la secuoya muerta, estos miembros de la Iglesia una vez recibieron su alimento espiritual de la fuente de agua viva ofrecida por Jesucristo. Pero, por una razón u otra, se han alejado de la fuente de alimento espiritual y, sin ese alimento, su espíritu se ha insensibilizado y, al final, han muerto espiritualmente.

¿Cómo podemos asegurarnos de que las raíces que alimentan nuestro espíritu estén siempre conectadas con la fuente de agua viva?

Hábitos esenciales

El Señor describió hábitos personales y sencillos que nos mantienen arraigados, firmes y conectados a Él. Esos hábitos, cuando se mantienen con verdadero propósito de corazón, con verdadera intención y sin hipocresía ni engaño, nos permiten ser discípulos inquebrantables del Señor Jesucristo.

Esos hábitos esenciales incluyen las cosas que parecen escaparse fácilmente en el ajetreo de nuestras vidas tan ocupadas, incluso cuando estamos ocupados en cosas buenas como obtener una educación, trabajar para mantener una familia y participar en prestar servicio en la comunidad y la Iglesia.

Incluyen la oración diaria y sincera, el ayuno fiel, el estudio regular y la meditación de las Escrituras y de las palabras de los profetas vivientes, el hacer del día de reposo una delicia, el participar de la Santa Cena con humildad y siempre recordar al Salvador, adorar en el templo tan seguido como sea posible y, por último, socorrer a los necesitados, a los pobres y a los desamparados, tanto los que están cerca como en otras partes del mundo.

Cuando alguien deja de hacer estas cosas sencillas pero esenciales, se aísla de la fuente de agua viva y permite que Satanás enturbie su pensamiento con su agua astutamente contaminada, la cual obstruye las arterias de la fidelidad y drena el espíritu con falsa nutrición. El pecado y la culpa nublan la mente, conduciendo a muchos a negar un pasado de inspiración y revelación, y provocando una “desconversión” a las verdades del evangelio de Jesucristo.

Algo que está constantemente en mi mente es el conocimiento de que las personas que no se mantienen centradas en la doctrina sencilla y el evangelio de Jesucristo al final escucharán a maestros falsos y a profetas autodeclarados y adoptarán las filosofías del mundo. Esas voces alternativas incluyen:

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Fotografía de unas tarjetas de crédito, de Getty Images

  • La atracción de la riqueza llena de orgullo.

  • Los deseos que prevalecen sobre las necesidades, aumentando así la deuda personal.

  • La recreación y el entretenimiento que pueden obstruir la sana bondad del Evangelio.

  • Las actividades que nos impiden observar adecuadamente el día de reposo.

  • Los podcasts y sitios de internet que generan preguntas y dudas sin ser lo suficientemente honestas intelectualmente como para presentar de manera adecuada e íntegra la perspectiva del Señor.

Ayuden a otras personas a hallar respuestas

Quisiera asegurarme de que entiendan este importante punto. No hay absolutamente nada malo con hacer preguntas ni en investigar nuestra historia, doctrina y prácticas. La Restauración se inició cuando José Smith buscó respuestas a preguntas sinceras.

Padres, líderes de las organizaciones auxiliares, maestros de la Iglesia (incluyendo los de Seminario e Instituto), obispos y presidentes de estaca: cuando alguien va a ustedes con una pregunta o una preocupación, por favor no le resten importancia; no le digan que no se preocupe acerca de la pregunta. Por favor, no duden de la dedicación de esa persona al Señor y a Su obra; más bien, ayúdenla a encontrar las respuestas a sus preguntas.

Me preocupa cuando escucho que personas sinceras hacen preguntas honestas sobre nuestra historia, doctrina o prácticas y luego se las trata como si no tuvieran fe. Esa no es la manera del Señor. Como dijo Pedro: “Estad siempre preparados para responder… a cada [hombre o mujer] que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15).

Debemos ser mejores en responder a preguntas sinceras. Aunque quizás no seamos capaces de contestar todas las preguntas sobre el cosmos o sobre nuestra historia, doctrina o prácticas, podemos brindar muchas respuestas a quienes son sinceros. Cuando no sepamos la respuesta, podemos investigar para encontrar respuestas juntos; una búsqueda compartida que nos acerque el uno al otro y a Dios. Por supuesto, tal vez no siempre encontremos respuestas satisfactorias a nuestras preguntas. En esos momentos, es bueno recordar que todavía hay un lugar en la religión para la fe. A veces podemos aprender, estudiar y conocer; en ocasiones tenemos que creer, confiar y esperar.

Ayuden a quienes tienen preguntas a que comprendan que el Señor no requiere que Sus santos tengan diplomas avanzados en historia y doctrina. Por lo tanto, no debemos esperar que los padres, líderes y maestros tengan todas las respuestas a cada pregunta. Incluso entre la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles hay quienes tienen procedencias y capacitación muy distintas que permiten compartir una amplia gama de experiencia durante nuestros análisis y deliberaciones.

Cuando tengo una pregunta que no puedo contestar, con frecuencia acudo a aquellos que pueden ayudarme. La Iglesia tiene la bendición de contar con eruditos capacitados y aquellos que han dedicado toda una vida de estudio, quienes han llegado a conocer nuestra historia y las Escrituras. Esos hombres y mujeres contemplativos proporcionan contexto y antecedentes para que podamos entender mejor nuestro pasado sagrado y nuestras prácticas actuales. Bendecido con esa información que ellos proporcionan, estoy mejor preparado para buscar la guía del Espíritu Santo.

La Iglesia se dedica a la transparencia y ha publicado valiosos recursos para proporcionar nuevos conocimientos y ofrecer aun más contexto a la historia de la Restauración mediante el sitio web The Joseph Smith Papers [Documentos de José Smith] y de los ensayos de Temas del Evangelio en ChurchofJesusChrist.org. Es un momento extraordinario para estudiar la historia y la doctrina de la Iglesia, con abundantes recursos y expertos que brindan antecedentes útiles y una comprensión de nuestro pasado. Oren siempre y sigan la impresión del Espíritu Santo, que revela las verdades espirituales.

Vivan conforme a sus ingresos

Me preocupa que algunos miembros vivan más allá de sus ingresos al tratar de tener lo que tiene el vecino. Cometemos un error cuando comparamos nuestra vida con la de aquellos que tienen riquezas, olvidándonos de que la mayoría de nosotros ya hemos prosperado en la tierra. Por favor, estén satisfechos y disfruten las bendiciones que ya han recibido en vez de llegar a ser esclavos del uso imprudentemente de las deudas de consumo. Nunca dejen de pagar su diezmo y de hacer ofrendas generosas para ayudar a los pobres.

Disfruten de la compañía de los demás

Algunos de ustedes quizás tengan programado un exceso de actividades, incluso algunas buenas. Por favor, tengan cuidado de no abrumar a sus hijos con demasiadas actividades; de vez en cuando, apaguen las redes sociales y otras distracciones para sentarse, conversar y disfrutar de la compañía mutua. Como enseñé hace poco en la conferencia general, lleven a cabo un consejo familiar con regularidad (véase “Consejos familiares”, Liahona, mayo de 2016, págs. 63–65).

Recuerden, el Señor nos aconsejó que encontremos tiempo para “quedar[nos] tranquilos, y sabe[r] que [Él es] Dios” (Salmos 46:10; véase también Doctrina y Convenios 101:16).

Para tener a los miembros de la familia ocupados y alejados de lo que más importa, siempre hay alguien que está creando algo nuevo: por ejemplo, una nueva aplicación o un juego nuevo, que hace que los jóvenes miren hacia abajo a sus teléfonos inteligentes en vez de mirar hacia arriba para ver las bellas creaciones del maravilloso mundo de Dios o incluso a alguien que quizás quieran conocer, con quien salir en citas y casarse, y con quien podrían tener una relación en el mundo real que dé como resultado bendiciones eternas.

Amen al prójimo

Church members in different settings

Diré unas palabras acerca de nuestros amigos, vecinos y colegas en la escuela o el trabajo que no son miembros de la Iglesia. Aunque tomamos seriamente la gran comisión y mandato del Señor: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19), honramos y respetamos el albedrío de todos para pensar y creer, o no creer, como ellos escojan.

Si un vecino, compañero de trabajo o de la escuela no está interesado en investigar el Evangelio, siempre debemos seguir extendiéndole una mano de amistad. Nuestro amor por ellos no debe estar condicionado; debe ser sincero y sin restricciones.

Nuestros niños aprenden mejor mediante el ejemplo de los padres y líderes. Tengamos cuidado con lo que decimos sobre los demás y cómo tratamos a nuestros semejantes; y recuerden, tenemos todo el derecho a no estar de acuerdo, pero no debemos volvernos desagradables.

Jesús enseñó: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 19:19). Si somos Sus discípulos, debemos practicar la cortesía y la amabilidad cristianas con todos los que conocemos, incluso aquellos que han elegido desvincularse de la Iglesia.

Unamos nuestras manos con todas las personas de buena voluntad en toda causa buena e incluyámoslas en nuestros círculos de amigos y colegas. Sinceramente démosles la bienvenida a nuestras capillas y actividades de barrio.

Paz y consejo profético

Mi epístola apostólica para ustedes concluye con mi testimonio de que, si consideran cuidadosamente el consejo profético, hallarán sus raíces espirituales conectadas con la “fuente de agua que brot[a] para vida eterna“(Juan 4:14). No morirán espiritualmente como la hermosa secuoya; por el contrario, testifico que tendrán más paz, gozo y felicidad en su vida al aceptar a Jesucristo y a los siervos que Él ha llamado, y al seguir Su plan del Evangelio. A no ser que las personas de las naciones vuelvan sus corazones a Dios, a Sus enseñanzas y a Su plan, seguramente enfrentaremos las consecuencias reveladas en las Escrituras.

Mis amados hermanos y hermanas, tenemos el mandato de preparar a la Iglesia y prepararnos nosotros para aquellos días que seguramente vendrán si las personas del mundo continúan ignorando y haciendo caso omiso de Dios, nuestro Padre Celestial, y de Su Hijo Amado, el Señor Jesucristo. Las Escrituras son claras acerca de las consecuencias de alejarse de Dios.

Los amamos. Tengo el privilegio de solicitar a nuestro Padre Celestial que los bendiga. Que tengan paz; que tengan gozo en el corazón; que tengan el valor de arrepentirse si deben hacerlo. Si está sucediendo algo en su vida que no está bien, que el Señor los bendiga con el valor para arrepentirse y cambiar, comenzando hoy. Que el Señor les dé la fortaleza para volver sus corazones a Él, para amarlo y servirlo, para que puedan seguir avanzando con seguridad a lo largo de la vida mortal, preparándose para estar un día en los brazos de nuestro Padre Celestial y Su Amado Hijo.

Como testigo especial de Cristo, les testifico que sé que Jesús es el Cristo. Él es el Hijo de Dios. Estas cosas que les he dicho hoy son verdaderas y espero que reciban mi epístola en el espíritu con el que he hablado. Testifico que esta es la Iglesia de Jesucristo.

Que Dios los bendiga, mis amados hermanos y hermanas, mientras unidos hacemos todo lo posible para prepararnos para ese día en el que el Salvador y Redentor del mundo vendrá una vez más como nuestro Señor y Rey.