“Ministrar con un corazón sumiso”, Liahona, abril de 2023.
Principios de ministración
Ministrar con un corazón sumiso
Desarrollar mayor sumisión y disposición al sacrificio mejorará nuestra capacidad de ministrar como lo hacía el Salvador.
Jesucristo: Nuestro ejemplo de sacrificio y sumisión
A lo largo de Su vida, Jesucristo estuvo dispuesto a sacrificar Su conveniencia y comodidad a fin de ministrar a los demás. No hay ejemplo más evidente de ello que en el Jardín de Getsemaní y durante los acontecimientos previos a Su sacrificio en la cruz. El Salvador se sometió a la voluntad de Su Padre; estuvo dispuesto a sacrificarse por los demás, incluso por el ladrón que estaba a Su lado, por los crueles soldados y por las personas que lo habían rechazado (véase Lucas 23:34, 39–43).
El sacrificio y la sumisión en la ministración
Aprender a entregar el corazón a Dios es una parte importante de la ministración, porque es una parte esencial de llegar a ser como Él. No solo nos ayuda a alcanzar todo nuestro potencial, sino que nos hace más capaces de bendecir a los demás.
“La entrega de nuestro corazón a Dios marca la última etapa de nuestro progreso espiritual”, enseñó el élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Cuórum de los Doce Apóstoles. “¡Es entonces cuando empezamos a serle útiles! ¿Cómo podemos pedirle que nos haga un instrumento en Sus manos si la herramienta pretende darle instrucciones al que la utiliza?”1.
¿Estamos dispuestos a aceptar asignaciones o seguir las impresiones de servir, aun cuando sea inconveniente? ¿Estamos dispuestos a someternos a la voluntad de Dios y sacrificar nuestro tiempo y talentos para bendecir a las personas que nos necesitan, aun cuando ellas nos hayan hecho daño en el pasado? Si respondemos como lo hizo el Salvador, con sacrificio y sumisión, nada de lo que se nos pida hacer será imposible (véanse Marcos 14:36; Juan 19:30).
Cómo desarrollar un corazón sumiso
Conforme llegamos a conocer al Salvador, sabemos mejor lo que debemos hacer para ministrar en Su nombre. ¿Cómo podemos desarrollar el atributo cristiano de la sumisión?
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Podemos recordar todo lo que Dios ha hecho por nosotros. Y podemos recordar que, debido a que Dios nos ha dado todo lo que tenemos, el someter nuestra voluntad a la de Él es lo único que es verdaderamente nuestro para entregárle2.
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Podemos ayunar y orar para pedir un corazón sumiso (véanse Alma 13:28; Helamán 3:35).
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Al sentir las impresiones del Espíritu Santo, podemos comprometernos a ceder a ellas y seguirlas con más constancia (véase Mosíah 3:19).
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Podemos examinar sinceramente nuestra vida y aceptar la corrección del Espíritu. Analice las siguientes preguntas del presidente Russell M. Nelson:
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“¿Estás dispuesto a permitir que Dios sea la influencia más importante de tu vida?”.
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“¿Permitirás que Su voz tenga prioridad sobre cualquier otra?”.
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“¿Estás dispuesto a permitir que todo lo que Él necesite que hagas tenga prioridad sobre cualquier otra ambición?”.
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“¿Estás dispuesto a que tu voluntad sea absorbida en la de Él?”3.
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Asuma el compromiso y planifique cómo eliminar cualquier cosa de su vida que haya logrado precedencia sobre la voluntad de Dios. Cuando nos sacrificamos por Él, somos bendecidos4.