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Confiar en el Señor: Mi mayor enseñanza
El Señor prepara una vía cuando seguimos Sus impresiones y mandamientos
Las experiencias que tenemos en nuestra vida tienen el objetivo de profundizar nuestra confianza en Dios y nuestra relación con Él. Y la educación no es una excepción. He aprendido por experiencia personal que por lo general nunca es un buen momento para asistir a la universidad, pero siempre es un buen momento para confiar en el Señor. Me gustaría relatar un par de experiencias en las que aprendí más acerca de la fe de una manera muy real.
Trabajé como artista y productora en Disney Interactive Studios durante unos trece años, y un día, cuando apreté el botón del ascensor para subir a trabajar, sentí que no debía estar allí. Bueno, guardé ese pensamiento en un cajón mental y seguí trabajando. ¿Cómo podría abandonar una profesión estable y deseada? ¿Cómo podría dejar a las buenas personas que amaba y con las que había trabajado durante la última década?
Pero ese sentimiento me presionaba y supe que no iba a desaparecer. Traté de elaborar un plan para tener algo preparado antes de renunciar, pero no importaba cuánto lo intentara, no se materializaba. Así que renuncié sin otro trabajo ni oportunidades a la vista. Lloré y tuve muchas conversaciones profundas y sinceras con mi Padre Celestial durante esa época.
Lo que aprendí fue que el plan era no tener un plan. Aprendí quién era yo sin tener en cuenta ningún título, carrera o estatus. Aunque ese cambio fue doloroso, fue un espacio inestimable para aprender acerca de mí y de mi relación con mi Padre Celestial. Tan solo dos meses después de renunciar, aquel estudio que yo pensaba que era estable se cerró inesperadamente y sin previo aviso.
A lo largo de mi experiencia al dejar Disney, medité y escudriñé la siguiente cita del presidente Spencer W. Kimball: “La seguridad no es fruto de una riqueza inagotable sino de una fe inquebrantable”1. Nuestra verdadera seguridad y paz es fruto de la fe en Jesucristo. Esa fe en Cristo es una decisión que podemos tomar. Estoy agradecida de que Él me permitió escogerlo.
Menos de un mes después, sentí la impresión de buscar carreras relacionadas con labores humanitarias y sin fines de lucro. Los requisitos laborales me condujeron a investigar sobre un título, una maestría en Administración Pública en BYU. No había estado haciendo planes de regresar a la universidad después de recibir mi licenciatura; pero Él me estaba demostrando que había más en el futuro para mí o, mejor dicho, que había más en mí de lo que yo creía.
Faltaban solo unos días para la fecha límite para enviar la solicitud de admisión a la universidad en el programa de estudios de posgrado, pero con Su ayuda pude enviar todos los documentos, las recomendaciones y tener las entrevistas necesarias. Me aceptaron en el programa de posgrado y poco después fui contratada como gerente del equipo de animación de la Iglesia, otra oportunidad inesperada.
Ahora estaba esperando empezar el programa de posgrado, estaba comenzando un nuevo trabajo desafiante y continuaba prestando servicio como presidenta de las Mujeres Jóvenes de un barrio de más de cincuenta mujeres jóvenes. No parecía posible, pero me sentía bien con respecto a las tres cosas, así que confié en Él. Solo Él me mostraría la manera en que esto iba a funcionar, y lo hizo.
A lo largo de mis tres años de estudios de posgrado, continuamente observé Su mano fortalecerme de maneras que no creía posibles. Él dividía los “mares Rojos” (véase Éxodo 14) de mi vida, y preparaba de alguna manera una vía para que las cosas sucedieran y para que mis capacidades se ampliaran.
El Señor prepara una vía cuando seguimos Sus impresiones y mandamientos. Nefi declaró esa verdad cuando dijo lo siguiente: “Iré y haré lo que el Señor ha mandado, porque sé que él nunca da mandamientos a los hijos de los hombres sin prepararles una vía para que cumplan lo que les ha mandado” (1 Nefi 3:7).
El Señor preparará una vía para que logremos las cosas que Él nos ha pedido que hagamos. Si tienes dificultades para acomodar las cosas a nivel económico o en otro aspecto a fin de asistir la universidad, solo ten en mente que si te sientes inspirado a hacerlo en este momento, el Señor preparará una vía tal como lo declaró Nefi. Confía en Él. Él te ama y desea cuidar de ti, y lo hará a medida que escojas ejercer tu fe en Él.
Durante esa ajetreada etapa de estudiante, usualmente tenía que escoger entre cosas como ayudar a las mujeres jóvenes a organizar una actividad de barrio o estudiar para mis exámenes parciales. Decidía escuchar la misma Voz que me había conducido a ese lugar y escogía estar con las jóvenes. Luego, oraba y hacía todo lo posible por estudiar en el tiempo que me quedaba.
Una y otra vez completaba un examen y de alguna manera me iba bien, siempre mejor de lo que esperaba. El Señor es muy misericordioso y bondadoso. Esa es una lección importante que aprendí de mi educación: el carácter de Dios y Su amor por mí como Su hija.
La otra experiencia de aprendizaje que obtuve de mi educación es que cuando ponemos al Señor en primer lugar y guardamos nuestros convenios con Él, todas las cosas toman su lugar, y recibimos el don de Su paz y ayuda en medio de la tormenta. Tenemos paz porque sabemos que Él está con nosotros. Si lo elegimos, seremos bendecidos con todo lo que necesitamos mientras superamos los desafíos que Él ha puesto ante nosotros.
Amo al Señor. Testifico que Él dirige esta Iglesia por medio de nuestro profeta, el presidente Russell M. Nelson. Jesucristo es nuestro Salvador y Redentor. Mediante Su sacrificio podemos tener la paz que sobrepasa todo entendimiento (véase Filipenses 4:7). Es Su paz y amor lo que nos sostendrá en medio de lo imposible o impensable. Él proveerá a medida que guardemos nuestros convenios y confiemos en Él con todo nuestro corazón (véase Proverbios 3:5). Esta es Su Iglesia restaurada sobre la tierra y tenemos la plenitud de Su evangelio. ¡Sé que Él vive y te ama! En el nombre de Jesucristo. Amén.