2023
Mi angustia se tornó en gratitud
Abril de 2023


“Mi angustia se tornó en gratitud”, Liahona, abril de 2023.

Voces de los Santos de los Últimos Días

Mi angustia se tornó en gratitud

En desesperación y profunda angustia, clamé al Señor. En Su misericordia, Él respondió.

Un bebé acostado en el suelo

Fotografía por cortesía del autor

En septiembre de 2021, nuestro hijo menor, Joey, falleció después de vivir solo unos dos meses. A pesar de las oraciones, el ayuno, las bendiciones del sacerdocio y los esfuerzos monumentales de algunos de los mejores médicos del mundo, el cuerpo del pequeño Joey no le permitió seguir viviendo.

Durante los últimos momentos de la vida de Joey, mi esposa y yo lo sostuvimos. Al verlo respirar su último aliento, me desmoroné por dentro. En medio de la desesperación y profunda angustia, clamé al Señor, y en Su misericordia, Él respondió.

Inmediatamente, mi angustia fue reemplazada por un intenso sentimiento de gratitud que me resulta difícil de describir con palabras. Me sentí colmado de agradecimiento porque el Señor me hubiera dado una esposa maravillosa, cuatro hermosos hijos y los convenios que los unían a mí para siempre. Me sentí como Alma, hijo, cuando experimentó un gozo tan intenso como el dolor que había sentido anteriormente (véase Alma 36:20).

Al llenarme de gratitud al Señor, recibí una profunda impresión espiritual. La angustia que sentía por la muerte de mi hijo me ayudó a apreciar la angustia que el Padre Celestial debió haber sentido cuando Su Hijo murió por mí y por el resto de los hijos de Dios, hace dos mil años. Gracias a que Jesucristo murió por nosotros, sé que volveré a ver a mi hijo.

En pequeño grado, comprendí mejor el sacrificio que el Padre Celestial y Su Hijo habían hecho. Una vez más, me sentí agradecido por el profundo amor de Dios.

Durante el tiempo que ha transcurrido desde la muerte de nuestro hijo, a menudo he pensado en lo que sentí ese día. La angustia, la gratitud y esas poderosas impresiones espirituales me han cambiado para siempre. Verdaderamente puedo testificar que las pruebas de la vida nos brindan experiencia y serán para nuestro bien (véase Doctrina y Convenios 122:7), si permitimos que el Señor participe en nuestra vida y nos aferramos a nuestra fe en el Salvador y en Su expiación.