El Nuevo Testamento en contexto
Perspectivas judías sobre la resurrección
La doctrina de la resurrección puede brindarnos esperanza en el futuro, así como un incentivo para vivir rectamente en el presente.
El término resurrección se refiere a que Dios resucite a los muertos “para que lleguen a ser inmortales, con un cuerpo de carne y huesos”1. Comprender las diferentes creencias antiguas acerca de la resurrección puede ayudarnos a apreciar mejor el poder de las antiguas enseñanzas cristianas sobre este tema, así como la manera en que eran únicas y estaban basadas en ideas previamente aceptadas.
Diferentes ideas sobre la vida venidera
Muchas personas de la época de Jesús no apoyaban la noción de una vida después de la muerte, sino que creían que los muertos simplemente dejaban de existir. Entre aquellos que creían en una vida venidera, algunos pensaban que solo el espíritu sobrevivía y la imaginaban como un reino sombrío al que todas las personas irían sin importar sus acciones terrenales. A este reino se lo conocía con diferentes nombres, entre ellos Seol, Gehena y Hades2.
La resurrección en los escritos judíos
Fuentes antiguas indican que los judíos de la época de Jesús tenían distintas ideas sobre el destino del cuerpo físico después de la muerte. Como lo registra el historiador judío Josefo, los fariseos enseñaban que los justos “tendrán poder para resucitar y vivir de nuevo”3, mientras que los saduceos creían que “las almas mueren con los cuerpos”4. Jesús y Sus primeros discípulos se encontraron con creencias similares. De hecho, Pablo se describe a sí mismo como “fariseo, hijo de fariseo” y en Hechos 23:6–7 se registra la manera en que la creencia común en la resurrección hizo que la predicación de Pablo sobre Cristo fuera más persuasiva para los fariseos.
Las perspectivas judías sobre la resurrección se basaban en la literatura que los judíos valoraban, incluido lo que ahora es el Antiguo Testamento. El libro de Daniel, por ejemplo, habla de una época en la que “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y desprecio perpetuo” (Daniel 12:2). Tales referencias explícitas a la resurrección, aunque poco comunes en el Antiguo Testamento, a menudo se escribían durante épocas de aflicción, exilio y persecución, lo que demuestra el potencial de esa doctrina para dar esperanza y consuelo a quienes sufren aflicción5.
Otro popular texto judío habla de siete hermanos judíos que murieron como mártires por su fe. Antes de que el último hermano fuera ejecutado, su madre lo animó a permanecer fiel “para que por la misericordia de Dios yo te recobre junto con ellos” (2 Macabeos 7:29, Nueva Versión Estándar Revisada). En este pasaje, la fe en una resurrección permitió que una madre y su hijo afrontaran fielmente sus pruebas. Su fe también les dio la confianza de que los daños y las incapacidades corporales no permanecerán en la vida venidera.
La resurrección en los escritos cristianos y judíos posteriores
Las enseñanzas del Nuevo Testamento sobre la resurrección promueven de igual manera la esperanza y proporcionan consuelo. Pablo hizo hincapié en que, por medio de la resurrección, podemos vencer la muerte, el dolor y la pérdida. Él escribió lo siguiente a los santos de Corinto: “… Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (1 Corintios 15:54–55).
Lo que distinguió a la enseñanza cristiana sobre la resurrección fue la creencia de que la resurrección es posible por medio de Jesucristo y que Él es el primero de muchos en resucitar, las “primicias de los que durmieron” (1 Corintios 15:20)6.
En la literatura judía escrita después de Jesús, la creencia en la resurrección se consideraba un principio esencial de la fe7, pero surgieron diferencias de opinión en cuanto a dónde morarían los seres resucitados, cuánto tiempo después de la muerte resucitarían las personas y cuánto se asemejaría la vida venidera a la vida terrenal (en lo referente a comer, beber, etc.)8. Además de los cristianos y los judíos, el único grupo de la antigüedad que creía en la resurrección corporal era el pueblo zoroastriano de Persia9.
Tal como en la antigüedad, la doctrina de la resurrección puede proporcionar a los seguidores actuales de Jesucristo esperanza en el futuro, así como consuelo, valor y un incentivo para vivir rectamente en el presente. Es un testimonio de que tenemos un Salvador que vive y ama a Su pueblo.