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Escuchar personalmente la voz del Espíritu
El Padre Celestial y Jesucristo nos hablan de diferentes maneras; depende de nosotros aprender a reconocer la voz del Espíritu.
El Padre Celestial y Jesucristo desean tener una relación profunda y personal con cada uno de nosotros, y Ellos nos conocen tanto, incluso nuestra personalidad, que saben exactamente cómo llegar a nosotros. Creo que a menudo envían al Espíritu para comunicarse con nosotros de las maneras que nos resultan más significativas (véase 2 Nefi 31:3).
Al estudiar psicología, he aprendido mucho acerca de las personalidades. Todos reciben y procesan la información de manera diferente. Y tal vez esto también se relaciona con la manera en que sentimos el Espíritu.
Hay diferentes maneras de sentir el Espíritu Santo y recibir respuestas. Por ejemplo, Enós indica lo siguiente: “… [H]e aquí, la voz del Señor de nuevo penetró mi mente” (Enós 1:10). Pablo enseña que el Espíritu viene en forma de sentimientos de “amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad” (Gálatas 5:22; véase también el versículo 23). José Smith sabía que estaba recibiendo revelación porque un determinado pensamiento “ocupa[ba] [su] mente [y se] introduc[ía] con más fuerza en [sus] sentimientos” (Doctrina y Convenios 128:1).
Al pensar en el consejo de los profetas de buscar el Espíritu, siempre me he preguntado cómo puedo reconocer mejor Su voz en mi vida y si Él me habla de una manera especialmente singular para mí.
Aprender a reconocer el Espíritu
Al crecer, pensaba que el Espíritu solo hablaba con una voz audible, lo cual me hizo pensar que muy pocas personas tenían el privilegio de escuchar esa voz. Así que, cuando me reuní con los misioneros y acepté su invitación de orar al Padre Celestial para recibir una confirmación de que el Evangelio es verdadero, esperaba escuchar una voz audible. Me desilusioné cuando eso no sucedió. Aunque sentía que su mensaje era verdadero, me mostraba reacio a bautizarme porque no había escuchado la voz del Espíritu.
A medida que los miembros de mi familia se bautizaban y testificaban, sentí que había algo que no estaba haciendo bien, ya que el Padre Celestial no me estaba “hablando”. Cuando mi mamá y mi hermano mayor fueron al templo, tuve un fuerte sentimiento de que era verdaderamente la Casa del Señor y que debía prepararme para ir allí algún día. Sin embargo, aún no reconocía que mis sentimientos eran impresiones del Espíritu.
Un día estaba leyendo el Libro de Mormón con los misioneros y tuve un fuerte sentimiento de que lo que leíamos era verdad. Les dije a los élderes lo que estaba sintiendo y me ayudaron a comprender que el testimonio que sentía era el Espíritu Santo que me hablaba. En ese momento me di cuenta de que había estado sintiendo el Espíritu de muchas maneras, pero no había considerado que Él nos habla de maneras tan diferentes. Ese día, acepté la invitación a ser bautizado.
La presencia del Espíritu en mi vida
Muchos de nosotros quizás tengamos dificultades para sentir el Espíritu o saber si Él nos está hablando. Pero si aprendemos acerca de las diferentes maneras en las que Él se comunica con nosotros y le pedimos ayuda al Padre Celestial, podremos reconocer las impresiones, aun cuando lleguen de una manera diferente a lo que esperábamos.
He notado que para mí, las impresiones siempre han llegado por medio de sentimientos. Incluso antes de unirme a la Iglesia, siempre tuve un poderoso sentimiento de que el Evangelio era verdadero. Recuerdo haber asistido a la reunión sacramental por primera vez y haber sentido paz, lo que ahora reconozco que era el Espíritu.
Aunque me he dado cuenta de que el Espíritu habla conmigo con más frecuencia por medio de mis sentimientos, todavía estoy aprendiendo a reconocer Su presencia en mi vida cada día.
El presidente Russell M. Nelson nos ha aconsejado aprender de qué manera nos habla el Espíritu cuando dijo: “Oren en el nombre de Jesucristo acerca de sus preocupaciones, sus temores, sus debilidades, sí, los anhelos mismos de su corazón. ¡Y luego, escuchen! Anoten las ideas que acudan a su mente; escriban sus sentimientos y denles seguimiento con las acciones que se les indique tomar. A medida que repitan este proceso día tras día, mes tras mes, año tras año, ‘podrán crecer en el principio de la revelación’ [Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 138]”1.
Al esforzarnos por reconocer al Espíritu, podremos recordar que Él nos conoce y nos habla individualmente. Si vivimos dignos de Su compañía y ejercemos fe en Jesucristo, podremos reconocer Su voz y permitir que Él nos guíe.