“Ministrar con compasión”, Liahona, junio de 2023.
Principios de ministración
Ministrar con compasión
Desarrollar compasión hacia los demás nos ayuda a llevar las cargas los unos de los otros
Un ejemplo de compasión
Durante la crucifixión del Salvador, unos pocos de aquellos que lo amaban permanecieron al pie de la cruz. Entre ellos, estaban Su madre, Su tía, María Magdalena y Juan. Qué situación tan difícil para quienes lo amaban tanto. Aunque no pudieron aliviarle Su sufrimiento, le dieron su tiempo, amor y apoyo, aunque debió haber sido incómodo, poco agradable y posiblemente peligroso.
Algunas de esas mujeres permanecieron con Él hasta el fin y continuaron sirviendo incluso después de que Él muriera al preparar Su cuerpo para la sepultura con especias y mortajas (véanse Mateo 27:55–56; Marcos 15:40–41, 47; Lucas 23:55–56; Juan 19:25–27).
Ministrar con compasión
La compasión es tener en cuenta con preocupación la “aflicción de los demás, junto con el deseo de aliviarla”1. Como seres mortales, experimentaremos aflicción. Ciertamente, aquellos a quienes ministramos tendrán dificultades, y puede que algunos de ellos estén sufriendo mucho.
El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo: “Cuando, por el momento, nosotros mismos no nos hallemos cargando una cruz, deberíamos estar, llenos de comprensión y bálsamo espiritual, junto a aquellos que cargan la suya”2.
La tarea puede parecer abrumadora, especialmente, si aquellos a quienes ministramos están pasando por alguna prueba muy difícil. Cuando haya alguna manera de aliviar el sufrimiento, hacemos todo lo posible por ayudar, pero a veces puede que haya poco que podamos hacer. Tener que limitarnos a mirar, como lo hizo María, puede ser difícil, pero aun cuando no podamos aliviar el sufrimiento, podemos estar allí, en medio de él, ofreciendo nuestro amor y apoyo.
Aunque a muchos no les gusta que se les compadezca, la mayoría aprecia que se les brinde comprensión y apoyo compasivos en los momentos difíciles.
Desarrollar compasión
Al llegar a conocer al Salvador, comprenderemos mejor cómo Él muestra compasión a todos los que vienen a Él. ¿Cómo podemos desarrollar ese atributo cristiano en nuestra vida?
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Estudie relatos en los que el Salvador haya demostrado compasión. Una y otra vez, Él mostró compasión incluso cuando estaba cansado u ocupado. Considere lo que Él sentía hacia aquellos a quienes ayudaba.
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Recuerde ocasiones en las que otras personas lo hayan consolado o apoyado en sus pruebas. Eso puede ayudarle a cultivar la compasión y a pensar en maneras en que podamos apoyar a los demás.
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Ayune y ore para tener más compasión y pida guía en cuanto a las acciones que puede llevar a cabo para demostrar su amor y preocupación.
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Esfuércese por conocer a los demás y comprender mejor sus situaciones. A medida que nuestra comprensión y compasión aumenten, también lo harán nuestras relaciones, las cuales llegarán a convertirse en amistades que serán significativas y duraderas.
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A fin de reconocer las circunstancias de los demás, practique haciéndose preguntas como “¿qué dificultad podría haber en la vida de esa persona en este momento?”. “¿Cómo me sentiría si estuviera en el lugar de esa persona?”.
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Practique cómo reconocer cuando minimiza o desestima el sufrimiento de otra persona. Cuando desestimamos rápidamente el sufrimiento de alguien, no nos damos el tiempo para que la compasión influya en nosotros.