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El matrimonio nos prepara para la eternidad: ¿Cómo podemos prepararnos mientras estamos solteros?
La doctrina del matrimonio puede ayudarnos a todos a progresar en la senda de los convenios hacia la exaltación, sin importar nuestro estado civil.
En el evangelio de Jesucristo, con frecuencia escuchamos mensajes en cuanto a la importancia del matrimonio. Sabemos que “el matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios”1 y que, mediante nuestros convenios, podemos estar con nuestros seres queridos para siempre. Esa es una parte fundamental de la doctrina del Señor.
Para algunas personas, puede ser difícil escuchar esto tan a menudo, en especial, si deseas un compañero eterno pero no lo has encontrado, si no sabes si la persona con la que sales es la indicada para casarte, o si no estás seguro incluso de querer casarte.
Pero, ¿por qué se hace tanto hincapié en el matrimonio? ¿Cómo puedes hallar significado en la doctrina del matrimonio siendo una persona soltera? A veces, las personas hablan de cosas que solo se pueden aprender mediante el matrimonio, pero Dios no limita tu desarrollo personal según tu estado civil, ni tampoco el estado civil es indicador de tu progreso o capacidad espirituales. Las siguientes son solo algunas maneras en las que puedes aplicar las enseñanzas del Señor sobre el matrimonio a tu travesía hacia la exaltación, independientemente de tu estado civil actual.
Forja relaciones significativas
Los seres humanos anhelan conectarse con los demás, y necesitan tanto amar como ser amados. El matrimonio, como una relación recíproca y dedicada ordenada por Dios —y cuando el esposo y la esposa hacen todo lo posible por amarse y cuidarse el uno al otro—, ofrece la relación con mayor capacidad de satisfacer dichas necesidades simultáneamente. En el matrimonio, puedes conectarte con tu cónyuge de maneras que no se hallan en ningún otro tipo de relación: compartes tu vida, tus sueños, tus hijos y tus fracasos.
Entonces, ¿cómo se aplica esto a ti si eres soltero o aún no estás listo para casarte? Sabemos que las relaciones interpersonales son importantes porque se nos manda “am[arnos] los unos a los otros” (Juan 15:12), “fortalece[r] a [nuestros] hermanos” (Lucas 22:32) y “llevar las cargas los unos de los otros” (Mosíah 18:8), lo cual se aplica a todas tus relaciones interpersonales.
Primero, puedes esforzarte por entablar relaciones estrechas y que brinden apoyo con otras personas en las que confíes y con las que disfrutes pasar tiempo. Sé auténtico en esas relaciones, ábrete a otras personas, y comunica sinceramente tus sentimientos, necesidades e inquietudes. Profundiza tu relación con el Salvador y el Padre Celestial, y aprende cómo Ellos te transmiten Su amor y Su apoyo por ti específicamente.
Forjar relaciones estrechas a la manera de Cristo con amigos, con familiares y con Dios puede colmar tu vida de significado y gozo. Si buscas Su ayuda, Dios te ayudará a entablar relaciones significativas que puedan proporcionar el apoyo espiritual, emocional y social que necesitas mientras recorres la senda de los convenios.
Sé más semejante a Cristo
Uno de nuestros propósitos aquí en la tierra es crecer y progresar. Los matrimonios sanos crean el entorno óptimo para el crecimiento2.
Las relaciones interpersonales pueden ser difíciles. Las personas son diferentes e imperfectas, y nadie comienza el matrimonio siendo un cónyuge que se asemeja a Cristo a la perfección. Afortunadamente, las relaciones sanas nos impulsan a llegar a ser mejores versiones de nosotros mismos, pues requieren paciencia, amor, altruismo y otros atributos cristianos que exceden nuestra capacidad actual.
Todos podemos beneficiarnos al esforzarnos activamente para llegar a ser mejores compañeros en nuestras relaciones con amigos, familiares y otras personas. Podemos practicar cómo mostrar empatía, escuchar con compasión, y ejercer paciencia y perdón con aquellos a quienes amamos. Como enseñó la hermana Neill F. Marriott, quien fue Segunda Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes: “¿Comprendemos que Cristo tiene el poder de llevarnos a una amorosa comunión con el Padre y entre nosotros? Él, por el poder del Espíritu Santo, puede darnos la comprensión necesaria para nuestras relaciones”3.
Llegamos a ser más semejantes al Salvador —así como mejores personas y (futuros) cónyuges— cuando nos esforzamos por ser como Él en todas nuestras relaciones.
Vivir vidas exaltadas al hacer y guardar convenios
Somos seres divinos con ADN celestial. “Nuestra teología empieza con padres celestiales; nuestra mayor aspiración es ser como Ellos”4, por lo que tenemos el potencial de llegar a ser como nuestros padres celestiales, crear mundos y tener posteridad por toda la eternidad. Las ordenanzas del templo nos permiten progresar a lo largo del camino de regreso a la presencia de Dios, y sus correspondientes convenios nos ayudan a llegar a ser las personas que debemos ser a fin de ser merecedores de la vida eterna y vivir en la presencia de Dios.
La exaltación incluye tanto vivir con Dios, como vivir como Dios. La ordenanza del sellamiento es la ordenanza suprema, porque nos confiere todos los derechos, privilegios y bendiciones necesarios para vivir como Dios5.
Si bien entrar en el convenio del sellamiento con un cónyuge amoroso es necesario para, con el tiempo, llegar a ser como nuestros padres celestiales, las personas que aún no se han sellado a un cónyuge no están excluidas de ninguna manera de practicar el llevar una vida exaltada en la actualidad. Puedes vivir de una manera que honre el convenio del sellamiento, aun cuando todavía no hayas efectuado ese convenio. Puedes asistir al templo y guardar todos los convenios que sí has hecho. El honrar tus convenios puede ayudarte a encontrar paz y a desarrollar una relación más estrecha con Dios, a la vez que te acercará más a cumplir tu destino eterno.
Como enseñó la hermana Jean B. Bingham, en ese entonces Presidenta General de la Sociedad de Socorro: “No hay nada más importante para nuestro progreso eterno que guardar nuestros convenios con Dios”6.
Tienes un lugar en el Plan de Salvación
El presidente Russell M. Nelson testificó recientemente que “nuestro Padre Celestial y Su Hijo Amado, Jesucristo, los aman. Ellos están personalmente al tanto de sus circunstancias, su bondad, sus necesidades y sus oraciones pidiendo ayuda”7. Ellos conocen tu frustración respecto a salir en citas, tus temores e inquietudes en cuanto al matrimonio, tu dolor por hacer todo lo que se supone que debes hacer y aun así no tener un compañero eterno, o cualquier otra cosa que puedas estar sintiendo en cuanto al matrimonio.
El matrimonio eterno es vital en el plan de Dios. Tú eres vital en el plan de Dios. Tú tienes lugar en el evangelio de Jesucristo, y ya sea que lo sientas así o no, tu estado civil no influye en esa verdad objetiva. Puedes crecer, progresar y contribuir a la obra de Dios. El Padre Celestial y el Salvador te ayudarán en tus experiencias y relaciones personales a medida que sigas adelante por la senda de los convenios en tu travesía celestial.
Dios quiere que te sientas amado y que tengas esperanza, no innecesariamente estresado y descreído en cuanto a encontrar el compañero eterno. Recuerda que al esforzarnos por llegar a ser más como Cristo en todas nuestras interacciones y al guardar nuestros convenios, estaremos preparados para regresar al Padre Celestial y recibir “todo lo que [el] Padre tiene” (Doctrina y Convenios 84:38).