“El miércoles, llámenle Óscar”, Liahona, junio de 2023.
Envejecer fielmente
El miércoles, llámenle Óscar
A pesar de tener que lidiar con los efectos de la edad y el cáncer, Ken ha encontrado una manera significativa de servir a sus vecinos.
Todos los miércoles, Ken Williams, de ochenta y un años, lleva la misma camisa y el mismo sombrero. Tanto la camisa como el sombrero representan a un conocido personaje, Óscar, que vive en un cubo de basura. A Óscar se le conoce como un gruñón adorable, y a Ken se le conoce solamente como adorable.
Ken espera tras la puerta de su casa y escucha. Está esperando el sonido del camión de la basura. Los sonidos son importantes para Ken, pues es casi totalmente ciego. A eso hay que sumarle que se ha sometido durante catorce años a quimioterapia y, sin embargo, todavía está dispuesto a salir y ayudar a sus vecinos, a veintiocho de ellos, de hecho.
Ken es conocido y amado por todos sus vecinos de su calle. Es el hombre que trae los cubos de basura.
Cuando el camión pasa
“Vemos pasar el camión de la basura”, dice una vecina, Laura Willes, “y lo siguiente que vemos es a Ken, caminando por la acera con su bastón blanco, yendo de casa en casa y metiendo los cubos”.
“Hace que nuestro vecindario luzca bien”, dice De Ann, la esposa de Ken. “Pero también mantiene las carreteras despejadas. No creo que los camiones de bomberos pudieran pasar por la calle sin chocarse con todos los cubos”.
Laura dice que el recorrido por los cubos de basura de Ken también brinda tranquilidad a las personas que se van de viaje “para que no sea obvio cuando no hay nadie en casa”.
Entonces, ¿cómo logra Ken mover los cubos si camina con un bastón? “El bastón es más para tener estabilidad que otra cosa”, dice, “y cuando me apoyo en el cubo de basura, eso me da estabilidad también”. Con la ayuda de unos lentes de contacto especiales, puede ver lo suficientemente bien de un ojo como para orientarse. Cuando hay nieve en el suelo, evita ir a donde pueda resbalarse y caerse.
“Si hay un día en el que no puede traer los cubos”, dice De Ann, “aviso a los vecinos”.
Una función cada vez mayor
Ken no empezó encargándose de todos los cubos de la calle. Se trata de una función que fue cumpliendo cada vez más. “Después de que pasaba el camión de la basura, iba a las casas vecinas a nosotros y sacaba los cubos de la calle”, explica De Ann. “Fue evolucionando poco a poco. Luego añadió una casa más y luego otra más, hasta llegar a todas las que son hoy en día.
¿Y el apodo de Óscar? “Se lo puso nuestra hija, Collette”, dice De Ann. “Y el apodo se popularizó”.
Ken se ha hecho amigo de los residentes de toda la vida y de los que acaban de mudarse, así como de abuelos, hijos y nietos. “Es curioso cuántas personas lo conocen como Óscar”, dice Laura.
“Solo actuaba como actúa siempre”
¿Por qué Ken realiza repetidamente ese pequeño acto de servicio? Su respuesta es profunda. “Debemos seguir el ejemplo del Salvador y hacer el bien a las personas. Es lo que trato de hacer. Aquello les hace saber que ellos también tienen la oportunidad de hacer el bien a otras personas”.
De hecho, Ken ha pasado toda una vida ayudando a los demás. Como consultor en el negocio de los automotores, trabajó con concesionarios para mejorar sus operaciones. Como miembro de la Iglesia, ha aceptado llamamientos y compartido el Evangelio, “no predicando a mis vecinos, sino mostrándoles el gozo que proviene de seguir al Salvador”.
De Ann recuerda: “Cuando Ken estaba en tratamiento de quimioterapia, las enfermeras y uno de los médicos me dijeron que ayudó a muchos otros pacientes a superar la quimioterapia, principalmente debido a su personalidad. Ni siquiera se daba cuenta de que hacía algo especial; tan solo actuaba como actúa siempre.
Ken todavía sigue luchando contra cuatro tipos de cáncer, pero dejó de someterse a quimioterapia hace cuatro años. “El oncólogo dice que Ken es un milagro andante”, dice De Ann.
Cada miércoles, lo verás con su atuendo de Óscar, esperando a que pase el camión para poder ayudar a sus vecinos. “No es que haya decidido ir y traer los contenedores de basura”, dice Ken. “Simplemente decidí que era una de las pocas cosas que todavía podía hacer. Y mientras pueda servir a mis vecinos, seguiré sirviendo”.
El autor vive en Utah, EE. UU.