Voces de los miembros
La música que une: Cómo el coro de mi estaca cambió mi vida para siempre
Me enteré de que en el coro de mi estaca ofrecían comida gratis después de cada presentación, lo cual me emocionó mucho. Decidí unirme al coro con la esperanza de disfrutar de esas comidas, yo tenía alrededor de quince o dieciséis años cuando comencé a cantar. Nunca imaginé que unirme al coro cambiaría mi vida para siempre. Me postulé y me asignaron al grupo de los “poderosos bajos”. Con el tiempo, confirmé que era cierto, efectivamente daban comida después de cada presentación en alguna conferencia y no podría estar más satisfecho con mi elección.
Durante esos años, en el grupo de las sopranos, había una joven muy respetuosa, un poco seria, pero encantadora, siempre se mostraba muy correcta. Me encantaba bromear con ella siempre que podía y poco a poco comenzamos a desarrollar una bonita amistad. Esta joven, pura, noble y bella, se convertiría en mi amada esposa unos años más tarde y nuestra amistad fue verdaderamente hermosa.
Con el tiempo, comprendí que al cantar, estaba alabando a Dios y le dedicaba mi devoción y amor. Dejé de estar interesado en hacerlo por la comida y lo que era aún más importante, había encontrado a una amiga sincera que me hacía sentir muy especial. Agradezco a Nancy Isabel Huacacolqui Minaya por haberme hecho el hombre más feliz al aceptar casarse conmigo después de solo cuatro meses de noviazgo. Agradezco estos años en los que he disfrutado de tu hermosa amistad, ahora al lado de nuestras tres preciosas hijas, que son nuestro mayor tesoro. Solo me queda decirte: “Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros” (2 Juan 1:5).
Atentamente,
Un esposo enamorado.