Mensaje del Área
Escoge lo correcto
El folleto Para la Fortaleza de la juventud es un tesoro preciado no solo para los jóvenes, sino para todos. Nos entrega principios rectores para todos los miembros de la Iglesia o ¿hay alguien de nosotros que podría sentirse libre de no seguir el consejo del Señor?
Uno de los apartados maravillosos que deseo compartir es el que se llama “Toma decisiones inspiradas”, es uno de mis favoritos. No importa si somos adultos y ya no somos parte de los jóvenes, las decisiones del día a día afectarán nuestra vida aquí en la tierra y, como enseñó el presidente Russell M. Nelson: “Lo que ustedes escojan determinará dónde vivirán durante la eternidad, el tipo de cuerpo con el que resucitarán y las personas con quienes vivirán para siempre”.
Cuando nos enfrentamos a la responsabilidad de tomar una decisión, todos quisiéramos saber cuál es el camino correcto. La gran noticia es que tenemos algunas banderas levantadas en el camino correcto que nos van indicando adónde ir. Por lo tanto, tomar decisiones inspiradas no será algo que no podamos lograr. Las Escrituras, la oración, nuestra bendición patriarcal, las palabras del presidente Nelson, el consejo de los líderes y muchas herramientas más, serán aquellas banderas que señalen el camino correcto.
Cuando el Señor, a través de Moisés, proveyó sanidad con la serpiente de bronce (Números 21:9), muchos no fueron sanados solo porque no creyeron que por este medio encontrarían sanidad.
Quizá nosotros, para tomar decisiones, muchas veces somos como aquellos del pueblo que no miraban la serpiente. Hay medios pequeños y sencillos establecidos por el Señor para ayudarnos y no hacemos este pequeño gran acto de fe de mirar hacia donde se nos señaló.
También tenemos una brújula personal, el Espíritu Santo. Recordemos las palabras del presidente Nelson: “No será posible sobrevivir espiritualmente sin la influencia guiadora, orientadora, consoladora y constante del Espíritu Santo”.
El Señor desea darnos dirección y ha establecido muchas maneras para que podamos alcanzar aquella tan deseada guía.
Aprender a recibir revelación y tener la fortaleza de escoger lo correcto es un ejercicio desafiante y constante. Cuanto antes comencemos a desarrollar un carácter firme en el Evangelio de Jesucristo, más fácil será tener éxito.
Los padres necesitamos proveer a nuestros hijos, desde temprana edad, oportunidades para tomar decisiones inspiradas, diferenciar la verdad del error y aprender a hablar el lenguaje que viene a través de la revelación. Antes creíamos que la juventud era un buen momento para practicar. Sin embargo, la dirección que recibimos día a día y el cambio en los programas de la Iglesia indican que desde la niñez ya deben prepararse para reconocer las respuestas de Dios y tener la fortaleza de tomar decisiones correctas e inspiradas.
El programa Niños y Jóvenes nos muestra cómo el Señor desea preparar a las nuevas generaciones para reconocer la influencia del Espíritu Santo y a desarrollar el valor para hacer lo correcto. Como adultos, los cambios hechos en la manera de ministrar nos exigen estar en sintonía para reconocer cuál es el mensaje que debemos compartir, ya no hay un mensaje designado. No importa en el nivel que nos encontremos de nuestra capacidad para recibir revelación, debemos dar un paso a la siguiente fase.
Hay decisiones que en ocasiones consideramos menores porque son cotidianas, como orar y leer las Escrituras. Sin embargo, ellas son las que ponen el cimiento para que las grandes decisiones puedan ser inspiradas en la dirección correcta. Se requiere valor, determinación y esfuerzo para dejar de hacer algo que nos gusta y dedicar tiempo a la reflexión, escuchar a nuestro Padre Celestial y seguir al Salvador.
Estaremos en mejores condiciones para recibir la inspiración que necesitamos cuando hayamos almacenado en las arcas espirituales experiencias, sentimientos provenientes del Espíritu Santo, conocimiento, etc. Busquémoslas como un tesoro, esforcémonos como nos esforzamos por algo que nos apasiona y los milagros llegarán a nuestra vida. Es mi ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.