2024
“A causa de tu fe has visto”
Octubre de 2024


“A causa de tu fe has visto”, Liahona, octubre de 2024.

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Éter 2–3

“A causa de tu fe has visto”

Cuando procuramos ser humildes con fe, nuestro Padre puede ayudarnos a ver las posibilidades que Él ve para nosotros.

Unas manos sosteniendo piedras

Para mí, uno de los relatos del Libro de Mormón más emocionantes y que más humilde me hace sentir es el del hermano de Jared (véase Éter 2–3). Debido a su gran fe, no se le pudo impedir estar en la presencia del Señor. Él efectuó grandes milagros y se le mostraron visiones maravillosas.

La historia es emocionante, pues enseña que, por medio de la fe y la obediencia, cada uno de nosotros puede acceder a gran conocimiento y a verdades gloriosas.

La historia me llena de humildad porque me muestra que no soy para nada como el hermano de Jared. A veces en la vida, podría haber recibido mucho más conocimiento y fortaleza espiritual de mi Padre Celestial si no hubiera sido de poca fe.

Para mí, de ese relato se desprenden dos verdades: (1) creer es la clave para ver al Señor efectuar obras maravillosas en nuestra vida y (2) nunca es demasiado tarde para creer y luego ver.

Cuando dudamos, cerramos los ojos espirituales. En Éter 12:27, el Señor no solo señaló que los mortales tenemos debilidades, sino que también dijo: “Si se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos”. Eso indica que, cuando nos humillamos con fe, nuestro Padre puede ayudarnos a ver las posibilidades que Él ve para nosotros: lo que podríamos llegar a ser y lo que podríamos lograr.

Tal vez pensemos: “¿Por qué me daría a conocer grandes cosas a ?”. Esa es esencialmente la pregunta que hicieron Lamán y Lemuel, los hermanos mayores de Nefi. Cuando tuvieron dificultades para comprender las enseñanzas de la visión de su padre, Nefi preguntó: “¿Habéis preguntado al Señor?”. Ellos respondieron: “No, porque el Señor no nos da a conocer tales cosas a nosotros”. Como respuesta, Nefi les repitió la invitación del Señor: “Si no endurecéis vuestros corazones, y me pedís con fe, creyendo que recibiréis, guardando diligentemente mis mandamientos, de seguro os serán manifestadas estas cosas” (1 Nefi 15:7–9, 11). Esta promesa es para todos nosotros.

Las palabras del Jesucristo preterrenal al hermano de Jared ofrecen esperanza a quienes ejercen gran fe y obediencia en cuanto a procurar la guía divina: “A causa de tu fe has visto” (Éter 3:9). Nuestra fe puede llevarnos a ver Sus maravillosas obras en nuestra propia vida.

El hermano de Jared subiendo a un barco

No solo tenemos el privilegio y la oportunidad de procurar conocimiento del Señor, sino que también es nuestro deber y responsabilidad. Él mandó: “Buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe” (Doctrina y Convenios 88:118).

Tenemos esta inspirada instrucción del presidente Russell M. Nelson:

“¿Quiere Dios realmente hablarles? ¡Sí! […].

“Los exhorto a que se esfuercen más allá de su capacidad espiritual actual para recibir revelación personal, porque el Señor ha prometido: ‘Si pides, recibirás revelación tras revelación’ [Doctrina y Convenios 42:61]”.

Conozco al menos tres maneras en las que Él nos ayudará a ver Sus obras en nuestra vida si nosotros creemos.

Un joven recibiendo la bendición patriarcal

1. Él nos ayudará a ver la misión de nuestra vida que Él nos ha encomendado cumplir.

Cuando tenía dieciséis años, un patriarca que nunca antes me había visto y que no sabía nada de mis circunstancias me dio mi bendición patriarcal. En ella, el Señor contestó preguntas específicas que albergaba en mi corazón relacionadas con algunos desafíos personales. Lo que pensaba al respecto parecía demasiado personal como para compartirlo. Uno de los desafíos tenía que ver con si encontraría una mujer amorosa lo suficientemente valiente como para casarse conmigo a pesar de mi prominente defecto de nacimiento, que nuestros hijos podrían heredar. La respuesta era sí. Me casé con Marie y tuvimos cinco amados hijos.

Las respuestas del Señor en esa bendición respetaron mis inquietudes y mi privacidad; se expresaron de manera que solo yo pudiera entender plenamente su significado. Desde ese día, he tenido un firme testimonio personal de que mi Padre Celestial me conoce íntimamente.

Mi profesión me brindó gozo, crecimiento y satisfacción al tratar de servirle a Él y a Sus hijos. Después de jubilarme, el mundo y mi profesión siguieron adelante sin mí. Algunos días, en momentos de desánimo, me he preguntado si en verdad hice algo bueno durante esos años; si mi ofrenda era digna de las grandes promesas que se me extendieron.

En una de esas ocasiones, sentí esta respuesta: “Vuelve a leer tu bendición patriarcal”. Mientras la leía, me acudieron a la mente algunas preguntas directas: “¿No te di esta bendición como te prometí? ¿No se hizo realidad esto en tu vida? ¿Y esto?”. Vi claramente cómo el Señor ha cumplido las bendiciones que me prometió. Sentí la certeza de que las cosas que había ofrecido con humildad y con buena disposición eran aceptables, y también la admonición de que aún no había terminado, todavía había más oportunidades para servir.

También sentí la impresión de que no soy el único que tiene esas preocupaciones. Muchos otros tal vez se pregunten, cuando contemplan su vida en retrospectiva y no ven grandes logros terrenales, si acaso han hecho algo bueno, pero nosotros no vemos como el Señor ve. Tal vez si elegimos centrarnos en lo que Él nos ha dado, en lugar de en las cosas que deseábamos, pero no obtuvimos, veremos más claramente cómo Su mano influyó en nuestra vida.

Una mujer leyendo las Escrituras

2. Al leer y estudiar las Escrituras con espíritu de oración, el Señor me ayuda a ver más que una guía general para todos Sus hijos. Veo la guía personal para mis desafíos individuales.

Los márgenes de mis Escrituras, en particular, los del Libro de Mormón, están llenos de notas sobre lo que el Señor me ha ayudado a ver en cuanto a cómo poner en práctica las enseñanzas de este. Hace unos años, comencé además a llevar un diario de notas, a veces versículo por versículo, para registrar lo que el Señor me enseña. He leído el Libro de Mormón completo varias veces de esa manera, luego Doctrina y Convenios, la Perla de Gran Precio y, recientemente, el Nuevo Testamento. Cuando llevo a cabo mi estudio con espíritu de oración y pido al Señor que me abra el entendimiento en cuanto a las Escrituras, me asombra lo mucho que Él me ayuda a ver.

Los relatos y parábolas que parecían ofrecer ejemplos sencillos y buenos de conducta individual de repente tienen aplicaciones prácticas en mi vida. Los pasajes de las Escrituras que he visto como contexto histórico, de repente, adquieren significados trascendentales para la restauración continua del Evangelio. Veo cómo las experiencias de José y Daniel, Pedro y Pablo, Nefi, los dos Alma, y el capitán Moroni se aplican a los desafíos que enfrentamos cada día. Los capítulos de las guerras del Libro de Mormón no solo ofrecen el relato de los planes de batalla previsores del capitán Moroni, sino también una estrategia personal para hacer frente a los incesantes ataques del diablo: podemos fortificar con anticipación nuestros fuertes espirituales personales.

Es posible que las cosas que veo por medio del estudio personal no sean nuevas para los demás, pero registrar lo que se me enseña se ha vuelto importante en mi progreso espiritual personal.

Los profetas y los líderes de la Iglesia nos han alentado muchas veces a registrar lo que el Señor nos enseña, si queremos que nos dé más. El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explica: “También he aprendido que registrar adecuadamente las impresiones espirituales le demuestra al Salvador cuánto atesoro Su dirección. La simple práctica de anotar pensamientos y sentimientos espirituales aumenta en gran manera la probabilidad de recibir y reconocer impresiones adicionales del Espíritu Santo”.

Jesucristo con la mano extendida

3. Al pedir con fe y tener la humilde disposición de obedecer, el Señor nos ayudará a ver oportunidades y soluciones que no habríamos visto por nuestra cuenta. Él adaptará Sus respuestas a nuestras necesidades.

Él me ha mostrado cómo manejar problemas que van desde desafíos espirituales dolorosos hasta reparaciones comunes en el hogar. Me ha mostrado desafíos venideros y cómo prepararme. Me ha mostrado Su poder en mi vida cuando he sentido temor y duda, cuando he dicho, como el padre que suplicó para que su hijo fuera sanado: “Creo; ayuda mi incredulidad” (Marcos 9:24).

Quizás no tomemos con la suficiente seriedad el leer: “Pedid, y se os dará” (Mateo 7:7) o “si me pedís, recibiréis” (Doctrina y Convenios 6:5). La promesa de que el “que tuviere fe para ver, verá” (Doctrina y Convenios 42:49) parece referirse a la sanación física, aunque no creo que su significado fuera limitado. Cuando tenemos suficiente fe, Él puede abrirnos los ojos espirituales para que veamos Sus milagros en nuestra propia vida.

No puedo volver atrás para cambiar el pasado. Sin embargo, por el tiempo que sea que me quede por delante, espero poder ejercer mayor fe en Su amoroso deseo de mostrarme más de Sus obras. Espero escuchar, como el hermano de Jared, Sus palabras de confirmación: “A causa de tu fe has visto”.

El autor, quien había sido editor de las revistas de la Iglesia, escribió este artículo rebosante de fe antes de fallecer de cáncer de páncreas en septiembre de 2023.

Notas

  1. Russell M. Nelson, “Revelación para la Iglesia, revelación para nuestras vidas”, Liahona, mayo de 2018, pág. 95.

  2. David A. Bednar, The Spirit of Revelation, 2021, pág. 37.