2024
¿Te estás perdiendo el milagro del Evangelio?
Octubre de 2024


“¿Te estás perdiendo el milagro del Evangelio?”, Liahona, octubre de 2024.

Jóvenes adultos

¿Te estás perdiendo el milagro del Evangelio?

Abandoné la Iglesia y no me di cuenta de lo que me estaba perdiendo.

¿Alguna vez has dado algo por sentado, sin darte cuenta de cómo te beneficiaba hasta que desapareció?

Yo lo hice una vez con el Evangelio de Jesucristo.

Mientras crecía en Mongolia, mi familia y yo éramos miembros de la Iglesia. Sin embargo, con el tiempo, la asistencia de mis padres a la iglesia se tornó cada vez menos frecuente. Poco a poco, yo también empecé a sentirme indiferente hacia el Evangelio.

Nunca tomaba en serio lo que aprendía y finalmente dejé de ir por completo. No pensaba que extrañaría el Evangelio, porque de todos modos nunca había parecido beneficiar mi vida.

Una oveja

Ilustraciones por David Green

Ver la luz

Cuando yo ya era joven adulta, mi hermana mayor se encontró con unos misioneros. La detuvieron para preguntarle si podía traducirles algo en mongol. Conversaron brevemente y, cuando regresó a casa, se dio cuenta de quiénes eran.

Ella quería ir a la iglesia aquella semana misma y me invitó a ir con ella.

Al principio, yo estaba totalmente en contra de la idea, ¡pensaba que me iba bien en la vida sin la Iglesia!, pero me convenció de que la acompañara solo una vez.

Cuando entré en la reunión sacramental por primera vez en años, no estaba muy contenta de estar allí. Sin embargo, al mirar a mi alrededor, vi a algunos amigos con los que había crecido. Casi podía tocarse la luz que irradiaban. Mientras los observaba, recordé vagamente algunas experiencias espirituales que había tenido en la Iglesia al crecer.

Muchas verdades que había dejado de lado volvieron como una oleada y de repente me sentí vacía y triste. “No soy como ellos”, pensé. “¿Por qué dejé todo esto?”.

Me di cuenta de que me había convertido en una persona diferente en los últimos años. Tenía una sensación de oscuridad en mi vida que había estado ignorando, pero mientras estaba sentada allí, escuché una voz apacible en la mente que parecía decir: “Tú también puedes brillar. No es demasiado tarde”.

Pensé en la parábola de la oveja perdida. La oveja que el Salvador trajo de vuelta al redil (véase Lucas 15:4–7).

Yo era esa oveja. Y el Salvador venía amorosamente a buscarme porque me amaba tanto como a Sus otras ovejas.

Él me quería de regreso.

Eso me hizo sentir mucha gratitud por mi Salvador. Al sentir el Espíritu por primera vez en años, tomé la decisión de regresar a la Iglesia y, esta vez, tomarla en serio.

El élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, testificó recientemente: “En el momento en que decidan regresar y caminar en la senda de nuestro Salvador y Redentor, Su poder entrará en su vida y la transformará [véase Alma 34:31]”.

Sentí esa verdad y supe que si ponía el corazón en el Evangelio, mi vida iba a cambiar.

Un grupo de ovejas.

No mirar más allá de Jesucristo

Al comenzar a vivir el Evangelio, volví a hallar propósito en mi vida. Finalmente llegué a creer que el Padre Celestial ama a cada uno de Sus hijos y que el Evangelio de Jesucristo es la clave para regresar a nuestro hogar celestial.

Aquello significa todo para mí ahora.

El élder Dale G. Renlund, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:

“También nosotros podemos tender a ver más allá de lo señalado. Debemos cuidarnos de esa tendencia, no sea que no veamos a Jesucristo en nuestra vida ni reconozcamos las muchas bendiciones que Él nos ofrece. Lo necesitamos a Él […].

“Él es lo señalado. Si nos imaginamos erróneamente que necesitamos algo más allá de lo que Él nos ofrece, negamos o reducimos el alcance y el poder que Él puede tener en nuestra vida”.

Había estado mirando más allá de lo que Jesucristo me ofrece, y ahora no puedo imaginar renunciar al gozo que siento gracias a Él.

Si sientes que eres indigno, si luchas con preguntas aún sin contestar o si piensas que ser discípulo de Cristo requiere demasiado de ti, observa bien los milagros que nuestro Salvador nos ofrece. Sé que el Padre Celestial te tiene presente. Él te ayudará a aferrarte a tu fe a medida que acudas a Él.

No renuncies al mayor don y milagro del Salvador por algo de menor valor. Eres lo más valioso para Él.

He visto lo mucho que el Evangelio de Jesucristo en verdad enriquece la vida de quienes lo siguen a Él.

El Evangelio sigue enriqueciendo la mía.

La autora vive en Ulán Bator, Mongolia.