Liahona
¿Cómo podía servir al Señor cuando mi familia me necesitaba?
Enero de 2025


Solo para versión digital: Jóvenes adultos

¿Cómo podía servir al Señor cuando mi familia me necesitaba?

Tuve que aprender a confiar en el Señor, no en el mundo.

Una joven con una flor en el cabello que se ve pensativa

En Samoa Estadounidense, una parte de nuestra cultura es la expectativa de que los hijos ayuden a mantener a sus padres cuando sean mayores. Como soy la hija mayor, quería servir a mis padres tanto como pudiera.

Por ello, cuando sentí la impresión de servir en una misión, inmediatamente pensé que no era una posibilidad.

¿Cómo podía servir al Señor cuando quería respetar mi cultura y mantener económicamente a mi familia?

Atrapada entre dos buenas decisiones

Podía sentir que el Espíritu me guiaba a servir en una misión, pero nada tenía sentido para mí. Oré para preguntarle al Padre Celestial cómo esperaba Él que yo sirviera cuando esto requeriría que dejara a mi familia y retirara mi apoyo económico.

Sin embargo, no recibía guía y me sentía frustrada.

Entonces, recordé una enseñanza del élder Robert D. Hales (1932–2017), del Cuórum de los Doce Apóstoles. Él dijo: “Si no han escuchado [la] voz [del Espíritu] hablarles últimamente, diríjanse a las Escrituras con un nuevo enfoque y oídos prestos. Ellas son nuestro salvavidas espiritual”.

Me di cuenta de que había estado estudiando las Escrituras y orando con duda, temor e incertidumbre en la mente. Si quería una respuesta, debía orar y estudiar con fe en el Padre Celestial.

Revelación para mí

Con esa nueva perspectiva de fe en lugar de temor, abrí en Doctrina y Convenios 31, esta contiene la revelación que Thomas B. Marsh recibió cuando fue llamado a una misión. El Señor lo consuela y le asegura que su familia estará bien mientras él no esté presente (véase Doctrina y Convenios 31:5).

Me sorprendió cuán similar era su situación a la mía. Sentí consuelo cuando leí las amorosas promesas del Señor a Thomas:

  • “Te bendeciré a ti y a tu familia” (versículo 2).

  • “El Consolador te indicará lo que has de hacer y a dónde has de ir” (versículo 11).

  • “Sé fiel hasta el fin y, he aquí, estoy contigo. Estas palabras no son de hombre ni de hombres, sino mías, sí, de Jesucristo, tu Redentor, por la voluntad del Padre” (versículo 13).

Sentí que el Señor me estaba hablando a mí directamente.

Sabía que si confiaba en Él, mi familia y yo también seríamos bendecidos. Así que, con el apoyo de mi familia, envié mis papeles para la misión y fui llamada a servir en una misión en California, EE. UU.

La decisión de confiar en Dios

Confiar en el Padre Celestial por encima de las ideas del mundo es una decisión que tomamos todos los días.

El élder Paul B. Pieper, de los Setenta, enseñó recientemente: “Cuando nuestro propio conocimiento y comprensión son inadecuados, naturalmente buscamos recursos que nos ayuden. En un mundo saturado de información, no faltan fuentes que promueven sus soluciones a nuestros desafíos. Sin embargo, […] Proverbios proporciona el mejor consejo: ‘Confía en Jehová con todo tu corazón’ [Proverbios 3:5]. Mostramos nuestra confianza en Dios al acudir a Él en primer lugar cuando afrontamos los desafíos de la vida”.

Es muy fácil tener miedo en este mundo lleno de tantos desafíos. Soy culpable de dejar que mis miedos carcoman mi fe y de dejar que mis preocupaciones por las cosas mundanas me consuman. Pero después de esta experiencia, sé que siempre podemos confiar en las promesas del Padre Celestial.

Mi familia ha prosperado desde que comencé a servir y estoy muy agradecida por ello. Las bendiciones que he recibido superan mis preocupaciones.

Si continuamos orando, escudriñando las Escrituras, guardando nuestros convenios y siguiendo al Salvador con fe en lugar de duda, veremos que tenemos todos los motivos para confiar en Él y en el Padre Celestial por sobre el mundo.