Capítulo 11
2 Nefi 17–24
Introducción
Entender los escritos de Isaías que citó Nefi exige un estudio y un esfuerzo diligentes de su parte. Emplee el comentario de este capítulo y su propio entendimiento del Evangelio para aplicar las profecías y las visiones de Isaías sobre los últimos días previos a la Segunda Venida. Preste atención a cómo el nacimiento de Jesucristo, Su vida y misión y las destrucciones y los juicios que caerán sobre los malvados en los últimos días sirven para preparar al mundo para Su venida. Preste mucha atención a los escritos que describen las circunstancias de la Restauración. Además, determine qué comportamientos del mundo inicuo fueron predichos por Isaías. El reconocer e identificar la iniquidad que se profetizó que tendría lugar en los últimos días le ayudará a usted a tomar decisiones rectas y evitar los grandes juicios que pesarán sobre los inicuos.
Comentario
2 Nefi 17–24. Reseña y antecedentes
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Muchas personas experimentan dificultades para comprender los escritos de Isaías debido a la naturaleza dual de sus profecías. Por una parte, estas profecías tienen que ver directamente con el llamamiento de Isaías como profeta y las circunstancias imperantes en su época y entorno. Por otra parte, él usó esos mismos acontecimientos para describir sucesos del meridiano de los tiempos y de los últimos días. Es útil estar al tanto del contexto histórico, geográfico y político en el que profetizó Isaías (véase 2 Nefi 25:5–6).
Cuando Isaías profetizó, había dos reinos de israelitas: el reino del sur, llamado Judá, y el reino del norte, llamado Israel (o a veces también Efraín). Existía un tercer país, Siria, que en ocasiones era enemigo y en otras era aliado de Israel o de Judá, o de los dos (véase la Guía para el Estudio de las Escrituras, “Cronología”, “Acontecimientos ocurridos en Israel” y “Acontecimientos ocurridos en Judá”, pág. 44). A estos países se les llamaba de las siguientes formas:
País
Capital
Territorio o tribu
Líder
Judá
Jerusalén
Judá
Acaz, de la casa de David
Siria
Damasco
Aram
Rezín
Israel
Samaria
Efraín
Peka, hijo de Remalías
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Isaías recibió el llamado al ministerio durante el declive del poder y la prosperidad de Judá e Israel. El reino del norte, Israel, había hecho una alianza con Siria para fortalecerse y protegerse mutuamente del imperio conquistador de Asiria. Cuando Judá rehusó unirse a la alianza, Israel y Siria atacaron a Judá (véase 2 Nefi 17:1).
A Isaías se le mandó advertirle a Acaz, el rey de Judá, que no hiciera alianzas políticas en nombre de Judá a fin de defender a su pueblo, pero Acaz rechazó la advertencia del Señor (véase 2 Reyes 16:7–20). Acaz convino con Tiglat-pileser II (Pul), el monarca de Asiria, y Judá se convirtió en un estado vasallo que pagaba tributo a Asiria con el fin de escapar de la amenaza de Siria e Israel. Sin embargo, Asiria gradualmente fue devorando los reinos más pequeños. Primero cayó Damasco (Siria) en 732 a.C., y después, Samaria (Israel) en 722 a.C., e incluso todo Judá, con excepción de Jerusalén, fue conquistado por Asiria en 701 a.C.
Como sucede con muchas de las profecías de Isaías, hubo un cumplimiento durante su propia época (véase 2 Reyes 16–18), lo cual se demuestra en la historia de Israel y Judá. Al leer con detenimiento 2 Nefi 17–24 (véase también Isaías 7–14) junto con los encabezamientos de los capítulos, se aprende que las profecías de Isaías también tienen que ver con la segunda venida del Señor Jesucristo y los juicios que precederán a ese esperado y maravilloso suceso.
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El élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, hizo mención de los “varios cumplimientos” de las profecías de Isaías, de generación en generación, y de la función del Espíritu Santo para ayudar a entender estos importantes escritos: “El libro de Isaías contiene muchas profecías que parecen tener varios cumplimientos. Un cumplimiento parece involucrar a las personas de los días de Isaías o las circunstancias de la siguiente generación. Otro significado, con frecuencia simbólico, parece referirse a los acontecimientos del meridiano de los tiempos… Hay incluso otro significado o cumplimiento de la misma profecía que parece relacionarse con los sucesos pertinentes a la segunda venida del Salvador. El hecho de que muchas de estas profecías pueden tener varios significados resalta la importancia de que busquemos obtener revelación del Espíritu Santo que nos ayude a interpretarlas” (“Scripture Reading and Revelation”, Ensign, enero de 1995, pág. 8).
2 Nefi 17:2. La casa de David
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En 2 Nefi 17:2 la “casa de David” se refiere al rey Acaz, un descendiente del rey David y el heredero del trono del reino de Judá.
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Confederarse quiere decir hacer alianza entre varios. Siria se había aliado con Efraín, el reino del norte, llamado Israel.
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La frase “se le estremeció el corazón” demuestra que Acaz y su pueblo sintieron temor al enterarse de que Siria y Efraín se habían aliado.
2 Nefi 17:3. Encuentro en el estanque superior
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El nombre del hijo de Isaías, Sear-jasub, significaba “el remanente regresará” (véanse 2 Nefi 20:21–22; Isaías 7:3a).
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El conducto que se menciona en 2 Nefi 17:3 es un acueducto. Es posible que Acaz estuviera revisando el suministro de agua a la ciudad en caso de que hubiera un sitio durante una guerra.
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El campo del lavador era un lugar donde se lavaba ropa.
2 Nefi 17:4. “Cabos de tizón encendidos que humean”
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La descripción que se hace de los reyes Rezín y Peca en 2 Nefi 17:4 como “cabos de tizón encendidos que humean” presenta una imagen de una antorcha que se apagó, símbolo de que habían disipado su fuerza. Rezín y Peca, de hecho, carecían de poder y pronto serían aplastados por Asiria.
2 Nefi 17:6. “Contra Judá”
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Hostigar quiere decir molestar o agredir.
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La frase “abramos brecha” indica que Siria y Efraín iban a intentar entrar a la fuerza en Jerusalén.
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El hijo de Tabeel era un sirio seleccionado por Siria y Efraín para ser el gobernante vasallo en Jerusalén.
2 Nefi 17:8. “Efraín será quebrantado”
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Israel, el reino del norte, fue capturado por Asiria en 722 a.C., y muchos de sus habitantes (hoy conocidos como las tribus perdidas de Israel) fueron llevados a otras partes. A esa área se trajeron cautivos de otras tierras, quienes a la larga se casaron con los israelitas que todavía quedaban allí y pasaron a ser conocidos como samaritanos. La profecía de que “Efraín será quebrantado” se cumplió: en un lapso de 65 años, Efraín ya no existía.
2 Nefi 17:9–14. “El Señor mismo os dará una señal”
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La palabra hebrea para decir virgen (‘almah) literalmente quiere decir “mujer joven”, y tiene la connotación de tratarse de una joven virgen.
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El nombre Emanuel, uno de los nombres de Jesucristo, deriva de vocablos hebreos que quieren decir “Dios con nosotros”. Emanuel es el título-nombre que se da como señal de la liberación de Dios (véase Isaías 7:14). La referencia de Isaías sobre Emanuel tenía tanto un posible sentido histórico como profético. En el sentido más inmediato, podría indicar que en la época de Isaías habría de nacer un niño cuya llegada a la edad madura serviría de señal (véase 2 Nefi 17:16–19). En el sentido profético, que es el más importante, Mateo señala específicamente la profecía referente a Emanuel como una profecía sobre el nacimiento de Jesucristo en esta vida terrenal (véase Mateo 1:18–25). El nombre también aparece en las Escrituras de los últimos días (véanse 2 Nefi 17:14; 18:8; D. y C. 128:22). (Para obtener más información, véase Guía para el Estudio de las Escrituras, “Emanuel”, pág. 60.)
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La frase “Dios con nosotros” tenía por objetivo asegurarle al rey Acaz que si se volvía al Señor, Dios lo ayudaría. El élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó que esto también se convirtió en tipo y sombra del Salvador: “Esta profecía tiene elementos plurales o paralelos, como sucede con muchos de los escritos de Isaías. El sentido más inmediato probablemente estaba centrado en la esposa de Isaías, una mujer pura y buena que dio a luz un hijo en esa época, convirtiéndose éste en tipo y sombra del cumplimiento mayor y posterior de la profecía que pasaría a ser realidad con el nacimiento de Jesucristo. El simbolismo de esta profecía dual adquiere una importancia adicional cuando descubrimos que la esposa de Isaías puede haber sido de sangre real y que, por ende, su hijo habría pertenecido al linaje real de David. Nuevamente, aquí hay un símbolo, una representación, del gran Emanuel, Jesucristo, el máximo hijo de David, el Rey que nacería de una verdadera virgen. De hecho, el título Emanuel llegaría hasta los últimos días y se aplicaría al Salvador en el versículo 22 de la sección 128 de Doctrina y Convenios” (Christ and the New Covenant, 1997, pág. 79).
Temas
Madre
Virgen
Profetisa
(María)
Concepción
Concebirá
Concibió
Dará a luz
Hijo es varón
Dará a luz un hijo
Dio a luz un hijo
Un hijo
Darle nombre al hijo
Llamará su nombre Emanuel
Llámalo Maher-shalal-hash-baz
Llamarás su nombre JESÚS
Donald W. Parry, Jay A. Parry, Tina M. Peterson, Understanding Isaiah, 1998, pág. 74.
2 Nefi 17:16–22. La destrucción de Efraín y Siria
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En contraste con la promesa de que Judá no perecería plenamente, Isaías profetizó la caída del reino del norte, “la tierra que tú aborreces”, que se oponía a Acaz (2 Nefi 17:16). Los dos reyes que estaban en el norte en aquel entonces fueron matados por los asirios.
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Las dos naciones, Efraín y Siria, serían destruidas por Asiria. La destrucción de Siria se verificó en 732 a.C., y siguió la de Efraín en 722 a.C. Como hizo notar el élder Holland (véase el comentario de 2 Nefi 17:14 en la página 87), el niño del período histórico de Isaías hubiese tenido unos doce o trece años, la edad en que según la ley judaica se llegaba a la responsabilidad moral.
2 Nefi 17:20. Afeitado de cabeza y barba
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Cuando moría alguien de la familia se tenía la costumbre de afeitarse la cabeza y la barba en señal de duelo. No obstante, rapar a la fuerza a un cautivo era una manera de insultar y señalar al avasallado.
2 Nefi 17:22. “Mantequilla y miel”
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La mantequilla y la miel pueden parecer artículos de lujo, pero la tierra había sido asolada por los asirios (véase 2 Nefi 17:23). Por consiguiente, los sobrevivientes tenían que vivir de la tierra como los nómadas beduinos, sin cosechas de las que alimentarse. La frase “mantequilla y miel” probablemente hacía referencia al yogur cuajado de las cabras y ovejas y a cualquier miel silvestre que se pudiese encontrar.
2 Nefi 18. Asiria, instrumento del Señor
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El capítulo 18 de 2 Nefi es la continuación de los sucesos históricos que se presentaron en el capítulo 17. Una vez más, Isaías advirtió a Judá que no hiciera alianzas porque, como profetizó, éstas no tendrían efectividad. La promesa mesiánica de Emanuel (“Dios con nosotros”) prevalecería a favor de Judá. Vendría la invasión de Asiria, pero aun así Judá sobreviviría. Isaías terminó sus escritos con una amonestación en contra de las enseñanzas y las prácticas falsas que alejarían a Judá de los mandamientos que habían sido revelados.
2 Nefi 18:1. Maher-shalal-hash-baz
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El nombre del hijo de Isaías, Maher-shalal-hash-baz, quiere decir “la destrucción es inminente” (véase 2 Nefi 20:6). El nombre probablemente represente el hecho de que Asiria venía a destruir a Israel (véase Isaías 8:1d).
2 Nefi 18:3. La profetisa
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El vocablo profetisa se refiere a la esposa de Isaías. Tal vez ella haya tenido facultades proféticas, y su hijo probablemente era el cumplimiento inicial de la profecía que se registró en 2 Nefi 17:14.
2 Nefi 18:4. “Antes que… sepa decir”
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La descripción “antes que el niño sepa decir: Padre mío y madre mía” se refiere a cuando el hijo de Isaías, Maher-shalal-hash-baz, tendría unos dos años. Para el año 732 a.C., Asiria ya había destruido Siria y la parte del norte de Samaria (Israel). Israel no fue conquistado del todo sino hasta 722 a.C.
2 Nefi 18:6–7. “Las aguas de Siloé, que corren plácidamente”
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Un comentario explica que hay una posible comparación entre “las aguas de Siloé, que corren plácidamente” (2 Nefi 18:6) y las “fuertes y muchas” (versículo 7) aguas del río: “Isaías describe y compara dos tipos de aguas: las plácidas y ondulantes del Siloé, cercanas al monte del Templo de Jerusalén, y las del Éufrates, un inmenso río que con frecuencia se desbordaba descontroladamente. Las aguas del Siloé están bajo control y resultan llamativas, pero las del Éufrates son peligrosas y destructivas. Las del Siloé dan vida a quienes de ellas beben; las del Éufrates acarrean la muerte para quienes son presa de sus desbordes. Las imágenes que presenta Isaías de los dos tipos de aguas son simbólicas: las primeras representan a Jesús, el Rey de los Cielos, que se compara a las aguas de vida; las últimas son el rey de Asiria, quien va a la cabeza de sus enormes ejércitos destructores y que, como una inundación, cubren la tierra y destruyen ‘a los que en ella moran’ (Jer. 46:8). En la medida en que los habitantes de Judá habían rechazado a Jesús, o a las aguas del Siloé, el Señor dejó que cayera sobre ellos el rey de Asiria, o las fuertes y potentes aguas del río que se desbordaba de su cauce y cubría toda la tierra con su destrucción” (Donald W. Parry, Jay A. Parry, Tina M. Peterson, Understanding Isaiah, 1998, pág. 83).
2 Nefi 18:8. “Hasta la garganta”
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La expresión simbólica “hasta la garganta” indica que el rey de Asiria conquistaría las tierras de Judá, y llegaría incluso hasta Jerusalén. Para el año 701 a.C., Asiria había conquistado toda Judá, salvo la capital.
2 Nefi 18:8, 10. “Dios está con nosotros”
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En el momento en que Asiria conquistó Judá, todo parecía perdido, pero Emanuel, o “Dios está con nosotros”, impidió la destrucción de Jerusalén (2 Nefi 18:10). El pasaje de Isaías 37:33–36 describe este acontecimiento milagroso en el que ni siquiera una saeta pasó por arriba de las murallas de la ciudad.
2 Nefi 18:14. Un santuario, un “tropezadero”
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El élder Bruce R. McConkie (1915–1985), del Quórum de los Doce Apóstoles, observó la habilidad de “Emanuel” de salvar y también de condenar: “Cuando venga la Roca de Israel, será Él un santuario para los justos, que encontrarán paz y seguridad en el refugio de Su evangelio; pero también será tropezadero y Piedra de Tropiezo (así como trampa y lazo) para los rebeldes y desobedientes de Jerusalén y de todo Israel. Tropezarán y caerán por causa de Sus enseñanzas y serán ofendidos y condenados, y quebrantados y atrapados y llevados cautivos por rechazarlas” (Doctrinal New Testament Commentary, tres tomos, 1971–1973, tomo III, págs. 292–293).
2 Nefi 18:17. “Yo esperaré al Señor”
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El élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles, habló de la fortaleza espiritual que viene a raíz de depositar nuestra confianza en el Señor:
“Al poner nuestra fe y confianza en el Señor, debemos luchar contra el dolor día tras día y a veces hora tras hora y hasta de minuto a minuto; pero en su debido momento llegaremos a entender ese maravilloso consejo dado al profeta José Smith mientras luchaba contra su dolor por sentirse olvidado y aislado en la cárcel de Liberty:
“‘Hijo mío, paz a tu alma; tu adversidad y tus aflicciones no serán más que por un breve momento;
“‘y entonces, si lo sobrellevas bien, Dios te exaltará; triunfarás sobre todos tus enemigos’ (D. y C. 121:7–8).
“Mis queridos hermanos y hermanas, cuando les sobrevengan en la vida el dolor, las pruebas y las tribulaciones, acérquense al Salvador. ‘Esperaré, pues, a Jehová… a él aguardaré’ (Isaías 8:17; 2 Nefi 18:17); ‘los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán’ (Isaías 40:31). La sanación viene en el tiempo del Señor y según la manera del Señor; sean pacientes” (véase Liahona, enero de 1999, pág. 19).
2 Nefi 18:19. “Los evocadores, y… los adivinos que atisban”
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En aquellos días oscuros, las personas recurrían a consultar a los espíritus de los muertos en lugar de confiar en el Señor. El atisbar y hablar entre dientes de los adivinos se refiere a los sonidos de gorjeo y los murmullos de los cantos de un médium cuando supuestamente se comunica con los muertos.
2 Nefi 19. “Un niño nos es nacido”
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Al descender los asirios en contra de la alianza de Israel (Efraín) y los sirios, aquellos destruyeron Damasco y capturaron la región del norte de Israel, posteriormente llamada Galilea (véase 2 Reyes 15:27–31). El texto de 2 Nefi 19:1 le llama a este acontecimiento un “oprobio” que condujo a la “obscuridad”. A pesar de esta invasión y de la amenaza que representaba para el resto de Israel y también para Judá en el sur, Isaías profetizó la llegada del Mesías a esa región como la llegada de una “gran luz” (2 Nefi 19:2). Las tierras heredadas por las tribus de Zabulón y Neftalí se encontraban en el norte de Israel, o Galilea, donde Jesús se crió y pasó la mayor parte de Su ministerio. Mateo y Juan consideraron el hecho de que el Mesías vivía en el área de Galilea como el cumplimiento de la profecía de Isaías (véase Mateo 4:12–16; Juan 1:5).
2 Nefi 19:6–7. “Sobre sus hombros estará el principado”
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El élder Jeffrey R. Holland expresó que el cumplimiento de la profecía de 2 Nefi 19:6–7 tiene que ver tanto con la Expiación como con la época del Milenio: “El hecho de que finalmente el principado, el gobierno, estará sobre Sus hombros afirma lo que el mundo reconocerá un día: que Él es Señor de señores y Rey de reyes, y que un día personalmente reinará en la tierra y en Su Iglesia, con toda la majestuosidad y las vestiduras sagradas propias de un soberano santo y de un sumo sacerdote. Todos podemos consolarnos con el hecho de que, a causa de que el principado, con sus respectivas cargas gubernamentales, estará sobre Sus hombros, su peso será levantado en gran medida de los nuestros. Ésta es una referencia más de Isaías a la Expiación, a quitarnos los pecados (o al menos en esta referencia, nuestras cargas temporales) de nuestros propios hombros y depositarlos sobre los hombros de Cristo” (Christ and the New Covenant, pág. 80).
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El élder Jeffrey R. Holland también nos ayudó a darnos cuenta de la importancia de los distintos títulos que se aplican al Señor Jesucristo:
“En calidad de ‘Admirable Consejero’, será nuestro mediador, nuestro intercesor, y defenderá nuestra causa en los tribunales del cielo. ‘El Señor se levanta para litigar, se pone en pie para juzgar al pueblo’, nos recordó con anterioridad Isaías (y Nefi) [2 Nefi 13:13]. Noten la maravillosa compasión de nuestro consejero y portavoz en este pasaje de las Escrituras de los últimos días:
“‘Escuchad al que es vuestro intercesor con el Padre, que aboga por vuestra causa ante él,
“‘diciendo: Padre, ve los padecimientos y la muerte de aquel que no pecó, en quien te complaciste; ve la sangre de tu hijo que fue derramada, la sangre de aquel que diste para que tú mismo fueses glorificado;
“‘por tanto, Padre, perdona a estos mis hermanos que creen en mi nombre, para que vengan a mí y tengan vida eterna’ [D. y C. 45:3–5].
“Por supuesto que, tal como lo mencionó Isaías, Cristo no es sólo mediador, sino también juez [véanse Mosíah 3:10; Moroni 10:34; Moisés 6:57], y es en dicha función de juez que hallamos todavía un mayor sentido a la repetida expresión de Abinadí de que ‘Dios mismo’ descenderá para redimir a Su pueblo [Mosíah 13:28; véanse también Mosíah 13:34; 15:1; Alma 42:15]. Es como si el juez de ese gran tribunal en los cielos, sin intención alguna de pedir a nadie sino a Sí mismo tomar las cargas de los que se sientan en el banquillo de los acusados, se despojara de sus ropajes judiciales y descendiese a la tierra a fin de recibir personalmente los azotes destinados a ellos. Cristo como juez clemente es un concepto tan hermoso y maravilloso como el de Cristo como consejero, mediador y abogado defensor.
“‘Dios Fuerte’ transmite algo sobre el poder de Dios, sobre Su fuerza, omnipotencia e influencia inconquistable. Isaías lo ve siempre capaz de vencer los efectos del pecado y de la transgresión de Su pueblo, para triunfar eternamente sobre quienes desean oprimir a los hijos de Israel.
“El título ‘Padre Eterno’ recalca la doctrina fundamental de que Cristo es un Padre: Creador de incontables mundos, el Padre de la restauración de la vida física por medio de la Resurrección, el Padre de la vida eterna de Sus hijos e hijas engendrados espiritualmente, y el Único que se desempeña en representación del Padre (Elohim) mediante la investidura divina de autoridad. Todos deberíamos anhelar nacer de Él y llegar a ser Sus hijos e hijas [véase Mosíah 5:7].
“Por último, con la frase ‘Príncipe de Paz’ nos regocijamos, porque cuando venga el Rey, no habrá más guerra en el corazón humano ni entre las naciones del mundo. Es un rey pacífico, el rey de Salem, la ciudad que posteriormente se convertiría en Jerusalén (Jeru-Salem). Cristo llevará la paz a los que le acepten en la vida terrenal, sin importar en qué época vivan, y también brindará la paz a todos los que habiten Sus reinos de gloria del Milenio y posteriores” (Christ and the New Covenant, págs. 80–82).
2 Nefi 19:11–12. “Su mano aún está extendida”
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Los “adversarios de Rezín” eran los asirios.
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A pesar de que la frase “su mano aún está extendida” por lo general se emplea como expresión de justa ira, en otras partes representa la mano de la misericordia (véanse 2 Nefi 28:32; Jacob 6:4–5).
2 Nefi 19:18–19. “Pábulo de fuego”
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En 2 Nefi 19:5, los vestidos de guerra ensangrentados sirven como pábulo o alimento que hace subsistir el fuego preparatorio para la dicha y la paz de la “gran luz” (versículo 2). Por otra parte, el pábulo de fuego de los versículos 18–19 es la iniquidad, que abarca incluso a las personas que siguen en las tinieblas al punto de no perdonar siquiera a sus propios hermanos.
2 Nefi 20. Los juicios de Dios sobre Asiria
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A pesar de que se les permitió a los asirios vencer a Israel y a Judá, tendrían que enfrentarse también a los juicios de Dios por causa de su falta de rectitud. El capítulo 20 de 2 Nefi contiene una profecía sobre el destino de Asiria, cuyo cumplimiento se ha verificado en la historia. Isaías hizo mención de algunas de las campañas bélicas de Asiria que tuvieron éxito (véase el versículo 9), y profetizó la incursión y el éxito finales contra Judá, incluso dando los nombres de muchas de las ciudades que terminarían cayendo ante Asiria (véanse los versículos 28–32). Sin embargo, los asirios cayeron al final, y se señala que la destrucción total tanto de Israel como de Asiria será total (véanse los versículos 15–19). La destrucción de Israel y Asiria además sirve como tipo de la destrucción de los inicuos en cualquier época, incluso en los últimos días.
2 Nefi 20:5–6. “La vara de mi ira”
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En Su misericordia, el Señor repetidamente mandó profetas a llamar a Su pueblo al arrepentimiento, pero cuando éstos fueron rechazados, el Señor permitió a Asiria convertirse en vara de castigo para Su pueblo, y cuando se hubo cumplido ese propósito, el Señor procedió a castigar a Asiria por su iniquidad (véase 2 Nefi 20:12) mediante otra nación: Babilonia.
2 Nefi 20:12–15. “¿Se jactará el hacha…?”
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El Señor compara a Asiria con un hacha que se jacta contra el que la empuña. El hacha (Asiria) no tiene fuerza propia, y su reinado está a punto de desmoronarse.
2 Nefi 20:16–19. Se destruirá a los inicuos en un día
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Isaías se valió de la caída de Asiria como tipo y sombra de la destrucción de los inicuos en la Segunda Venida. El élder Bruce R. McConkie proporcionó indicaciones a los que lean este pasaje para que sepan en qué orden poner, y cómo entender, los escritos en el contexto de la Segunda Venida: “Isaías, al hablar de la Segunda Venida, dice: ‘Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos’. Lo mismo se dice de la quema cuando se limpie la viña. ‘La gloria de su bosque y de su campo fértil consumirá alma y cuerpo’, sigue el relato. ‘Y los árboles que queden en su bosque serán tan pocos en número que un niño los podrá contar’. La iniquidad de los hombres es tan extensa, y sus maldades son tan grandes que pocos, relativamente pocos, sobrevivirán el día. ‘Y acontecerá en aquel día, —el día de la quema, el día en que se consuma todo lo corruptible, el día en que queden pocos hombres— que el remanente de Israel y los de la casa de Jacob que hayan escapado nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que en verdad se apoyarán en Jehová, el Santo de Israel. El remanente volverá, el remanente de Jacob volverá al Dios fuerte’. (Isa. 10:17–21.) Serán recogidos después de la venida del Señor” (The Millennial Messiah, 1982, págs. 315–316).
2 Nefi 21. El tronco de Isaí
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Mediante exhaustivas visiones, el Señor le enseñó a Isaías verdades profundas referentes a los últimos días. Al igual que Moroni (véase Mormón 8:34–35), Isaías vio las circunstancias de nuestros días y los sucesos mediante los cuales el Señor efectuaría la llegada del gran Milenio. Muchas de las profecías de Isaías están directamente relacionadas con la Restauración del Evangelio por conducto del profeta José Smith.
2 Nefi 21:1–5, 10. El tronco, el vástago y la vara
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Cuando Moroni se le apareció a José Smith el 21 de septiembre de 1823, “citó el undécimo capítulo de Isaías, diciendo que estaba por cumplirse” (José Smith—Historia 1:40). ¿Quién es el tronco de Isaí, y quién la vara que sale de ese tronco? El Señor contestó esas preguntas en Doctrina y Convenios 113:1–4. Aun así, a fin de decidir qué quiere decir cada término simbólico es necesario leer con minuciosidad y meditar.
El élder Bruce R. McConkie señaló que Cristo es el Vástago o Renuevo durante el Milenio: “‘He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David un renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será prudente…’ (Jer. 23:3–6). Es decir, el Rey que en persona reinará sobre la tierra durante el Milenio será el Vástago que sale de la casa de David… Él es Jehová el Señor, sí, el que llamamos Cristo” (The Promised Messiah: The First Coming of Christ, 1978, pág. 193).
A la predicción mesiánica de 2 Nefi 21:1 se agrega una idea adicional sobre el reino del Señor en los últimos días: “Y saldrá una vara del tronco de Isaí”. Las revelaciones modernas señalan que esta vara es “un siervo en las manos de Cristo” (D. y C. 113:4). En 2 Nefi 21:10, en forma poética, se repite esta idea de un siervo de los últimos días, sólo que esta vez se le llama “una raíz de Isaí”. Se señala que esta raíz es una persona que poseerá el sacerdocio “y las llaves del reino, y será por pendón y para el recogimiento de mi pueblo en los postreros días” (D. y C. 113:6). Esa persona era el profeta José Smith y también lo es cada profeta sucesivo de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
El élder Bruce R. McConkie expresó esta misma idea: “¿Nos equivocamos al decir que el profeta que aquí se menciona es José Smith, a quien llegó el sacerdocio, que recibió las llaves del reino y que alzó el pendón del recogimiento del pueblo del Señor en nuestra dispensación? ¿Acaso no es él asimismo el ‘siervo en las manos de Cristo, que en parte desciende de Isaí, así como de Efraín, o sea, de la casa de José, a quien se ha dado mucho poder’? (D. y C. 113:4–6.) Aquellos cuyos oídos estén en sintonía con los susurros del Infinito sabrán el significado de estas cosas” (Millennial Messiah, págs. 339–340).
2 Nefi 21:9. “La tierra estará llena del conocimiento del Señor”
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El élder Dallin H. Oaks enseñó que el derramamiento de conocimiento desde los cielos incluye el conocimiento de los senderos de Dios, el aumento en la presencia del Espíritu Santo y el entendimiento de la doctrina del sacerdocio:
“En nuestros días estamos viendo una explosión de conocimiento respecto al mundo y a su gente. Pero la gente del mundo no está experimentando un aumento semejante de conocimiento acerca de Dios y del plan que tiene para sus hijos. En ese aspecto, lo que el mundo necesita no es más erudición ni más tecnología, sino más rectitud y revelación.
“Espero con ansia el día profetizado por Isaías, cuando ‘la tierra [esté] llena del conocimiento de Jehová’ (Isaías 11:9; 2 Nefi 21:9). En una declaración inspirada, el profeta José Smith dijo que el Señor ‘[derrama] conocimiento desde el cielo sobre la cabeza de los Santos de los Últimos Días’ (D. y C. 121:33). Esto no les sucederá a aquellos que ‘han puesto su corazón en las cosas de este mundo, y aspiran… a los honores de los hombres’ (vers. 35). Aquellos que no aprendan ni pongan en práctica los ‘principios de la rectitud’ (vers. 36) quedarán solos para protestar contra los que tienen autoridad y ‘para perseguir a los santos y combatir contra Dios’ (vers. 38). En contraste, el Señor hace esta gran promesa a los fieles:
“‘…la doctrina del sacerdocio destilará sobre tu alma como rocío del cielo.
“‘El Espíritu Santo será tu compañero constante, y tu cetro, un cetro inmutable de justicia y de verdad; y tu dominio será un dominio eterno, y sin ser compelido fluirá hacia ti para siempre jamás’ (D. y C. 121:45–46)” (Liahona, julio de 1989, pág. 38).
2 Nefi 21:10–16. El recogimiento de los últimos días
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Entre el 21 y el 22 de septiembre de 1823, el ángel Moroni se le apareció al profeta José Smith en cinco ocasiones distintas. En cuatro de las cinco visitas, citó, entre otras instrucciones, el capítulo 11 de Isaías, con la afirmación de que estaba por cumplirse (véase José Smith—Historia 1:40). Pocos años más tarde, el profeta José Smith recibió las llaves necesarias para empezar a cumplir esa profecía (véase D. y C. 110:11).
2 Nefi 21:11. El segundo recogimiento
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El profeta José Smith (1805–1844) enseñó que el momento del segundo recogimiento de la casa de Israel se ha reservado específicamente para los últimos días:
“Por fin ha llegado el momento en el que el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob ha vuelto a extender Su mano por segunda vez para recobrar los restos de Su pueblo, que quedaron de Asiria, y de Egipto, y de Patros, y de Cus, y de Elam, y de Sinar, y de Hamat, y de las islas del mar, y con ellos instaurar la plenitud de los gentiles, y establecer con ellos ese convenio que se prometió para cuando sean quitados sus pecados… Este convenio nunca fue establecido con la casa de Israel ni con la casa de Judá…
“Cristo, cuando se hallaba en la carne, les propuso hacer convenio, pero lo rechazaron, a Él y a lo que proponía, y como consecuencia, fueron desarraigados y no se estableció convenio alguno con ellos en esa ocasión…
“Por tanto, después de que esta familia escogida rechazó a Cristo y Su propuesta, los heraldos de la salvación dijeron: ‘He aquí, vamos a los gentiles’; y los gentiles recibieron el convenio, y fueron injertados en el lugar del que se desarraigó a la familia escogida” (History of the Church, tomo I, pág. 313).
2 Nefi 22. Cánticos de alabanza
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El capítulo 22 de 2 Nefi contiene dos himnos de agradecimiento y alabanza por el Milenio. Presentan la gran promesa de que las personas aceptarán al Señor, lo alabarán y gozarán de Sus bendiciones. Será una época en que todos compartirán unos con otros sus testimonios, su gratitud y amor. El himno 42, “Jesús es mi luz”, del himnario SUD, se basa en una frase que usó Isaías en el versículo 2 del capítulo 12.
2 Nefi 22:3. “Agua de las fuentes de la salvación”
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El élder Joseph B. Wirthlin (1917–2008), del Quórum de los Doce Apóstoles, indicó quién es la fuente de agua viva: “El Señor proporciona el agua viva que puede satisfacer la sed ardiente de aquellos cuya vida está reseca debido a que hay sequía de la verdad. Él espera que nosotros les brindemos la plenitud del Evangelio dándoles las Escrituras y las palabras de los profetas y expresándoles testimonio de la veracidad del evangelio restaurado a fin de satisfacer esa sed. Al beber de la copa del conocimiento del Evangelio y llegar a comprender el gran plan de felicidad de nuestro Padre Celestial, su sed se satisface” (Liahona, julio de 1995, pág. 20).
2 Nefi 23. La destrucción de Babilonia
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Isaías previó la destrucción gráfica de Babilonia, la degradación de su nobleza y la iniquidad universal de sus masas. Dios extendió un llamado para que se congregaran varias fuerzas con la finalidad de derrocar a Babilonia (véase 2 Nefi 13:2–6). El llamado fue contestado cuando en 538 a.C. una alianza de medos y persas, bajo Ciro el Grande, construyó una represa en el río Éufrates y marchó por el lecho del río y debajo de las murallas de Babilonia para capturar la ciudad y derrocar el imperio. La relevancia de ese hecho se revela más claramente al considerar la imagen que evoca el término Babilonia en el sentido espiritual. En sus profecías, Isaías también usaba el vocablo Babilonia como símbolo de la condición espiritual general del mundo en los últimos días. El llamado se extiende a los “santificados” (2 Nefi 23:3), los santos de los últimos días, a fin de que se congreguen y se unan a Dios para derrocar la iniquidad (Babilonia) del mundo.
2 Nefi 23:6. “El día del Señor”
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La frase “el día del Señor” se emplea en muchas ocasiones para describir los juicios del Señor que castigarán a los inicuos y preservarán a los justos. En anticipación de ese día, el Señor ha dicho: “Si estáis preparados, no temeréis” (D. y C. 38:30).
2 Nefi 24:4–20. La caída de Lucifer y la caída de Babilonia
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En 2 Nefi 24, el Señor, por medio de Isaías, condenó a los inicuos de la casa de Israel, y profetizó que grandes juicios caerían sobre ella por causa de los males en su interior. Por lo general, serían otras naciones las que llevarían a cabo dichos juicios. La visión profética de Isaías de esta destrucción resalta el papel del adversario como instigador principal de la aflicción entre las naciones, pero por conducto de las autoridades proféticas, vemos que al final Satanás fracasará.
2 Nefi 24:12. Lucifer
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Los únicos lugares de la Biblia y el Libro de Mormón donde aparece el nombre Lucifer son Isaías 14:12 y 2 Nefi 24:12. En Doctrina y Convenios 76:25–28 se nos enseña que Lucifer (palabra que quiere decir “portador de luz”) era el nombre preterrenal de Satanás. Debido a que se rebeló contra Dios, cayó de su posición de “autoridad delante de Dios” (versículo 25) y “fue llamado Perdición” (versículo 26), que quiere decir, entre otras cosas, “condenación eterna”.
Isaías ilustró el relato del orgullo de Lucifer y su caída del cielo (véase 2 Nefi 24:12–19) como símbolo de las ambiciones del rey de Babilonia y su caída final (véase el versículo 4).
La descripción que hace Isaías de Babilonia y sus gobernantes también es tipo y sombra de cuando Satanás sea atado y carezca de poder sobre las naciones durante el Milenio. Aunque será suelto por una corta temporada después de esos mil años, al final perderá todo poder cuando acabe la historia mortal de la tierra. Él y los hijos de perdición serán relegados a “las tinieblas de afuera”.
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El presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) señaló la falla principal en el carácter de Satanás, la cual le llevó a que cayera del cielo:
“En el concilio preterrenal, fue el orgullo lo que hizo caer a Lucifer, un ‘hijo de la mañana’ (2 Nefi 24:12–15; véanse también D. y C. 76:25–27; Moisés 4:3)…
“En el concilio preterrenal, Lucifer presentó su propuesta en competencia con el plan del Padre, por el que Jesús abogaba (véase Moisés 4:1–3). Lucifer quería recibir honor por encima de todos los demás (véase 2 Nefi 24:13). En resumen, su orgulloso deseo era destronar a Dios (véase D. y C. 29:36; 76:28)” (véase Liahona, julio de 1989, págs. 4–5).
Para meditar
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Al estudiar 2 Nefi 17–19, busque las formas en que la vida de Jesucristo es fundamental para los propósitos de los últimos días.
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¿Cuáles de las advertencias de Isaías sobre los juicios de los últimos días le parecen a usted más significativas?
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¿En qué formas será la Segunda Venida “grande” y “terrible”?
Tareas sugeridas
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Una vez que con detenimiento haya estudiado estos capítulos de Isaías y el correspondiente comentario interpretativo, en otra hoja anote los que considere que sean los conceptos proféticos más importantes que tengan relevancia y aplicación para usted como Santo de los Últimos Días y para nuestro mundo actual. Señale el tema principal de cada uno de los pasajes de las Escrituras que aparecen a continuación: