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Capítulo 2: 1 Nefi 1–5


Capítulo 2

1 Nefi 1–5

Introducción

En 1995 la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles describieron a la familia como parte “fundamental en el plan del Creador para el destino eterno de Sus hijos”. Declararon que “la felicidad en la vida familiar tiene mayor probabilidad de lograrse cuando se basa en las enseñanzas del Señor Jesucristo” (véase “La familia: Una proclamación para el mundo”, Liahona, octubre de 2004, pág. 49). Nefi escribió acerca de la familia de sus padres Lehi y Saríah, quienes eran “buenos padres” (1 Nefi 1:1) que procuraron criar y guiar a sus hijos conforme a las enseñanzas del Señor, incluso durante tiempos difíciles. El Padre Lehi tuvo visiones del cielo y fue víctima de atentados contra su vida. Los integrantes de la familia se encontraron a salvo tras huir de Jerusalén, pero se les dio la peligrosa y difícil tarea de regresar para obtener las planchas de bronce. Los hijos fieles apoyaron a sus padres y siguieron al Señor, mientras que los otros hijos se rebelaron. Al leer estos primeros capítulos del Libro de Mormón, preste atención a los esfuerzos de esta familia por seguir al Señor y considere cómo el ejemplo de ella puede servirle a usted para hacer lo mismo.

Comentario

El primer libro de Nefi: Su reinado y ministerio

  • La introducción de 1 Nefi es un resumen del libro y también parte del texto original. Todas las introducciones que aparecen en el Libro de Mormón forman parte del registro original que recibió el profeta José Smith, incluidas las inserciones que se encuentran antes de algunos capítulos (por ejemplo, véanse Mosíah 9 y Alma 21). Los breves resúmenes que encabezan cada capítulo se agregaron posteriormente para ayudar al lector a tener una comprensión más clara del capítulo.

  • En calidad de recopilador del Libro de Mormón, Mormón se enfrentó a retos difíciles, al decidir qué incluir en el registro abreviado. Por lo menos dos directrices le sirvieron de guía al hacer sus selecciones: primero, el Señor le dijo a Mormón que escribiera las cosas que Él le mandase (véase 3 Nefi 26:12); y segundo, Mormón vio nuestros días y las condiciones en que se viviría (véase Mormón 8:34–35). Comprendemos, por lo tanto, que, cuando Mormón tomó decisiones editoriales, estos dos factores eran sus principales inquietudes.

    Puede ser de valor instructivo efectuar una comparación de la extensión de los libros del Libro de Mormón y las épocas que abarcaron. Obsérvese el cuadro “Páginas y épocas del Libro de Mormón” en el apéndice (página 431).

1 Nefi 1:1. Muchas aflicciones, más altamente favorecido

  • Nefi escribió referente a “muchas aflicciones”, pero también reconoció muchas bendiciones del Señor. En su registro relata muchas pruebas que él y otros familiares pasaron aunque permanecían fieles y agradecidos al Señor. Nefi se sentía altamente favorecido porque había llegado a tener un gran conocimiento de la bondad de Dios (véase 1 Nefi 2:16). El confiar en Su fortaleza se convirtió en el apoyo de Nefi (véase 2 Nefi 4:19–26). Entender el plan de Dios le dio sentido a las aflicciones que experimentó Nefi (véase Boyd K. Packer, “Conversation with Teachers”, una noche con el presidente Boyd K. Packer, 29 de febrero de 2008, pág. 7, www.ldsces.org).

    Por otra parte, también vemos que Lamán y Lemuel, así como muchos otros en el Libro de Mormón, necesitaban frecuentes aflicciones a fin de recordar las bendiciones del Señor. Con tristeza, el profeta Mormón reitera este principio: “Y así vemos que excepto que el Señor castigue a su pueblo con muchas aflicciones, sí, a menos que lo visite con muerte y con terror, y con hambre y con toda clase de pestilencias, no se acuerda de él” (Helamán 12:3).

1 Nefi 1:2. “El idioma de los egipcios”

  • El versículo 2 de 1 Nefi 1 indica que Lehi y Nefi emplearon “el idioma de los egipcios” para registrar su historia en planchas de oro. Cuatrocientos setenta años después, el rey Benjamín enseñó a sus hijos “el idioma de los egipcios”, que no sólo era el idioma de las planchas de oro sino también el de las de bronce (Mosíah 1:1–4). La frase “egipcio reformado” aparece en el Libro de Mormón únicamente en Mormón 9:32, y parece tratarse de una frase que se refiere a una variante del idioma que usaban Lehi y Nefi. En Mormón 9:32–33, Moroni señala que, en su época, aproximadamente unos mil años después de los días de Lehi y Nefi, tanto el egipcio como el hebreo habían sufrido modificaciones y ya no eran los idiomas que usaban Lehi y Nefi.

1 Nefi 1:4. Los profetas amonestan al pueblo

  • El dominio mundial de Babilonia tomó control del reino de Judá aproximadamente 605 a.C., cuando el rey de Judá era Joacim quien intentó efectuar una rebelión contra Babilonia, pero las fuerzas babilonias sitiaron Jerusalén. Joacim fue muerto o capturado, y su tío Sedequías fue nombrado al trono por Babilonia. Fue una época de gran iniquidad entre el pueblo de Judá, en la que proliferaban la inmoralidad y la corrupción. Ésta era la situación de los días de Lehi. Poco tiempo después de que Lehi partiese del lugar, Sedequías trató de rebelarse otra vez contra Babilonia, lo cual resultó en una mayor destrucción de Jerusalén alrededor del año 587 a.C. Mucha gente murió y la mayor parte del resto de los judíos fue llevada en cautiverio a Babilonia durante los 70 años siguientes. De esta manera, se cumplieron las profecías de Lehi a Judá, según las cuales, si no se arrepentían, serían destruidos.

    Lehi predicando en Jerusalén

    Del Parson, © IRI

  • Nefi dijo que “muchos profetas” surgieron entre el pueblo. Sabemos que Jeremías, Abdías, Nahúm, Habacuc y Sofonías fueron profetas contemporáneos que testificaron en el reino de Judá. El pasaje de Jeremías 35:15 incluye un comentario similar en el que se dice que un gran número de profetas fue enviado por el Señor a fin de advertir al pueblo (véase también 2 Crónicas 36:15–16).

1 Nefi 1:16–17. Dos juegos de registros

1 Nefi 1:20. “Las entrañables misericordias del Señor”

  • El élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles, describió las “entrañables misericordias del Señor”:

    “Yo testifico que las entrañables misericordias del Señor son reales y que no ocurren al azar ni por pura casualidad. Muchas veces, la hora exacta en la que el Señor muestra Sus entrañables misericordias nos ayuda tanto a discernirlas como a reconocerlas.

    “…las entrañables misericordias del Señor son las sumamente personales e individualizadas bendiciones, la fortaleza, la protección, la seguridad, la guía, la amorosa bondad, el consuelo, el apoyo y los dones espirituales que recibimos del Señor Jesucristo, por causa de Él y por medio de Él. Verdaderamente, el Señor acomoda ‘sus misericordias a las condiciones de los hijos de los hombres’ (D. y C. 46:15).

    “…una de las maneras por las que el Salvador viene a cada uno de nosotros es por medio de Sus abundantes y entrañables misericordias. Por ejemplo, al hacer frente, ustedes y yo, a los desafíos y a las pruebas de la vida, el don de la fe y el apropiado sentido de confianza personal que sobrepasa nuestra propia capacidad son dos ejemplos de las entrañables misericordias del Señor. El arrepentimiento, el perdón de los pecados y la conciencia tranquila son ejemplos de las entrañables misericordias del Señor; y la constancia y la fortaleza que nos permiten seguir adelante con alegría [a pesar] de las desventajas físicas y las dificultades espirituales son ejemplos de las entrañables misericordias del Señor” (Liahona, mayo de 2005, págs. 99–100).

    En 1 Nefi 1:20 descubrimos que en el resto de sus escritos Nefi tiene el propósito de mostrarnos cómo el Señor libera a los justos. Préstesele atención a este tema recurrente a lo largo de todo 1 Nefi.

1 Nefi 2:5–10. Lehi viajó de Jerusalén a las orillas del Mar Rojo

  • De Jerusalén al Mar Rojo hay una distancia de aproximadamente doscientos kilómetros de territorio caluroso y desolado, antiguamente infestado de maleantes. Lehi y su familia viajaron “tres días” después de pasar por ese lugar (véase 1 Nefi 2:5–6), lo que supone un viaje de Jerusalén a su hogar temporal en el Valle de Lemuel de por lo menos entre doce y catorce días. (Obsérvese el mapa “Posible ruta recorrida por la familia de Lehi” en el apéndice, página 430.)

    La familia de Lehi partiendo de Jerusalén

    Scott Snow, © 1981 IRI

1 Nefi 2:6–10. Cómo demostrar gratitud al Señor

  • El agradecimiento de Lehi al Señor por Su guía y protección queda demostrado mediante su primer acto después de armar su tienda: “Y sucedió que erigió un altar de piedras y presentó una ofrenda al Señor, y dio gracias al Señor nuestro Dios” (1 Nefi 2:7). Ésta es la primera de varias ocasiones registradas en el Libro de Mormón en que seguidores fieles de Cristo ofrecieron sacrificios y holocaustos con el fin de dar gracias a Dios (véase 1 Nefi 7:22; Mosíah 2:3–4).

    Después de la ofrenda, Lehi enseñó a sus hijos la importancia de la constancia en guardar los mandamientos del Señor. Todos los hijos del Padre Celestial deben manifestar expresiones sinceras de gratitud y obediencia a fin de complacerlo. El Señor enseñó: “Y en nada ofende el hombre a Dios, ni contra ninguno está encendida su ira, sino contra aquellos que no confiesan su mano en todas las cosas y no obedecen sus mandamientos” (D. y C. 59:21).

    El élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, nos aconsejó que ofrezcamos oraciones repletas de humildad y gratitud: “Con frecuencia escucho a las personas decir: ‘Le dije al Señor’ esto o aquello. Ten cuidado de no ‘decirle’, sino de buscar y pedir humildemente a tu Padre Celestial guía y dirección. La oración debe estar llena de anhelo y de gratitud” (“Be Strong in the Lord, and in the Power of His Might”, charla fogonera del SEI para jóvenes adultos, 3 de marzo de 2002, pág. 3, www.ldsces.org).

1 Nefi 2:11–15. Murmuraciones

  • Una de las razones por las que Satanás fomenta las murmuraciones es la de impedirnos seguir a los profetas vivientes, a los líderes inspirados y a los padres. El élder H. Ross Workman de los Setenta explicó que “la murmuración consta de tres etapas, cada una de las cuales conduce a la siguiente mediante un sendero que va en descenso”. En primer lugar, cuando las personas murmuran, empiezan a cuestionar. Cuestionan primero “en su propia mente y después planta[n] ese cuestionamiento en la mente de los demás”. Segundo, los que murmuran empiezan “a racionalizar y a excusarse para no hacer lo que se les [ha] indicado que deben hacer… De ese modo, excusa[n] su desobediencia”. Las excusas los llevan al tercer paso: “Les da pereza seguir el mandamiento”.

    “El Señor ha hablado en contra de esta actitud en nuestra época: ‘Mas el que no hace nada hasta que se le mande, y recibe un mandamiento con corazón dudoso, y lo cumple desidiosamente, ya es condenado’” (D. y C. 58:29).

    “Les invito a centrarse en los mandamientos de los profetas vivientes que les incomoden más. ¿Cuestionan si el mandamiento se aplica a ustedes o no? ¿Encuentran ‘excusas’ convenientes sobre el por qué no pueden cumplir con ese mandamiento ahora? ¿Se sienten frustrados o irritados con los que les recuerdan esos mandamientos? ¿Son perezosos en cumplirlos? Cuídense de los engaños del adversario. Cuídense de la murmuración” (véase Liahona, enero de 2002, págs. 98–100).

1 Nefi 2:20. El guardar los mandamientos y la prosperidad

  • El élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles, hizo notar que las Escrituras prometen “treinta y cuatro veces… que la gente prosperará en la tierra solamente si obedecen los mandamientos de Dios” (Liahona, julio de 1985, pág. 13). En las Escrituras, el significado de la palabra prosperidad puede tener también otros significados que no se limitan a los beneficios económicos. Además, tener prosperidad no quiere decir llevar una vida libre de pruebas. Lehi y los integrantes fieles de su familia guardaron los mandamientos, pero también sufrieron muchas aflicciones (véase 1 Nefi 15:5; 18:15–17; 2 Nefi 2:1–2).

    El presidente Joseph F. Smith (1838–1918) enseñó que la persona que guarde los mandamientos será sostenida por el Señor y también prosperará: “La persona que se conserva dentro del reino de Dios, que es fiel a este pueblo, que se conserva pura y sin mancha del mundo es a quien Dios aceptará, apoyará y sostendrá, y será quien prosperará en la tierra, ya sea que esté disfrutando de su libertad o que se encuentre encerrada en la celda de una cárcel; no importa dónde esté, le irá bien” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph F. Smith, 1999, pág. 111).

1 Nefi 3:7
Dominio de las Escrituras
“Iré y haré”

  • Al comentar 1 Nefi 3:7, el élder Russell M. Nelson enseñó: “He aprendido a no poner signos de interrogación sino de exclamación cuando se [extienden] llamamientos mediante los canales inspirados del gobierno del sacerdocio” (Liahona, julio de 1984, págs. 93–94).

  • El élder Donald L. Staheli de los Setenta citó al presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) a fin de enseñar acerca del poder que viene por medio de la obediencia: “[Sin importar] cuál sea nuestra edad o nuestra posición en la vida, la diaria obediencia a los principios del Evangelio es la única manera segura de lograr la felicidad eterna. El presidente Ezra Taft Benson lo señaló con gran energía al decir: ‘Cuando la obediencia deja de ser motivo de fastidio y pasa a ser nuestro cometido, ése es el momento en que Dios nos investirá con poder’” (Liahona, julio de 1998, pág. 89).

  • El presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia, reconoció la importancia de la oración y de la fe para obedecer los mandamientos del Señor:

    “Quienquiera que seamos y por más difíciles que sean nuestras circunstancias, podemos saber que lo que nuestro Padre requiere de nosotros a fin de habilitarnos para recibir las bendiciones de la vida eterna no queda fuera de nuestra capacidad para lograrlo…

    “Quizás tengamos que orar con fe para saber lo que debemos hacer, y después de recibir ese conocimiento debemos orar con la determinación de obedecer. Pero podemos saber qué hacer y estar seguros de que el Señor nos ha preparado el camino” (“The Family”, charla fogonera del SEI para jóvenes adultos, 5 de noviembre de 1995, pág. 1, www.ldsces.org).

1 Nefi 3:15. “Así como el Señor vive”

  • El élder Bruce R. McConkie (1915–1985), del Quórum de los Doce Apóstoles, dio la siguiente explicación: “Nefi hizo que Dios fuera su socio. Si fracasaba en su empresa [de conseguir las planchas], Dios habría fracasado, y como Él no fracasa, era forzoso para Nefi el conseguir las planchas o dar su vida en el intento” (Liahona, julio de 1982, pág. 67).

1 Nefi 4:6. “Guiado por el Espíritu”

  • A veces exige valentía ser guiado por el Espíritu. Habrá ocasiones en que la lógica y el raciocinio del mundo sugerirán un proceder que se oponga a las enseñanzas del Señor. El élder John H. Groberg, de los Setenta, nos desafió de la siguiente manera:

    “Estén dispuestos a arriesgarse en forma razonable. Vivimos en una era de razón, lógica, hechos y números, los cuales pueden ser útiles debidamente sometidos a la fe en el Señor Jesucristo; sin embargo, si en algún momento éstos cobran mayor relevancia que la fe en Él, entonces dejan de tener valor y pueden ser muy peligrosos. He descubierto en mi vida que la mayor parte de las buenas decisiones que he tomado, posiblemente no las hubiera tomado si se hubiesen basado únicamente en la lógica o la razón…

    “…Nefi tenía la determinación de hacer lo que Dios quería que hiciera aun si la lógica se contraponía. Las Escrituras nos dicen en 1 Nefi 4:6 que iba sin saber de antemano lo que tendría que hacer aunque sí sabiendo que debía obedecer a Dios y conseguir las planchas…

    “Supongo que, de haber escuchado Nefi únicamente la razón, él y sus hermanos todavía estarían esperando fuera de los muros de Jerusalén. A veces me pregunto si, por escuchar demasiado la razón y la lógica, sin confiar lo suficiente en Dios, no nos encontraremos esperando fuera de los muros de Su ciudad santa” (“Trust in the Lord”, charla fogonera del SEI para jóvenes adultos, 1 de mayo de 1994, pág. 3, www.ldsces.org).

1 Nefi 4:10. A Nefi se le manda matar a Labán

  • ¿Qué justificativo existe para que un hombre justo como Nefi le quite la vida a otra persona? El profeta José Smith (1805–1844) enseñó que es el Señor el que establece la norma de lo bueno y lo malo: “Dios dijo: ‘No matarás’. En otra ocasión mandó: ‘Del todo destruirás’. Éste es el principio de acuerdo con el cual funciona el gobierno de los cielos: por revelaciones que se adapten a todas las circunstancias en que se hallaren los hijos del reino. Todo cuanto Dios requiere es justo, no importa lo que sea, aunque no podamos ver la razón por ello sino hasta mucho después de que se hayan verificado los hechos. Si buscamos el reino de Dios primeramente, todas las demás cosas buenas serán añadidas. Así fue con Salomón: pidió sabiduría ante todas las cosas, y Dios se la concedió, y con ella le dio todo lo que su corazón deseaba, aun cosas que pueden tenerse por abominables entre todos aquellos que no entienden sino en parte el orden de los cielos, pero que en realidad eran justas porque Dios las permitió y aprobó por revelación especial” (History of the Church, tomo V, pág. 135).

  • Algunas personas equivocadamente han pensado que el Espíritu del Señor les ha indicado que deben hacer algo que va en contra de lo que el Señor ya ha mandado, como sucedió en el caso de Nefi; pero hoy en día no tenemos que preocuparnos porque el Señor nos indique algo que se oponga a los mandamientos actuales. El presidente Harold B. Lee (1899–1973) nos ha enseñado a quiénes dará el Señor ese tipo de impresiones: “Cuando ha de haber cosa alguna distinta a lo que el Señor ya nos ha dicho, lo revelará a Sus profetas y a nadie más” (Stand Ye in Holy Places, 1974, pág. 159).

  • Nefi con la espada de Labán

    Walter Rane, Cortesía del Museo de Historia y Arte de la Iglesia

    Se debe tener presente que el Señor le dio a Labán por lo menos dos oportunidades de entregar las planchas de bronce antes de mandar quitarle la vida. Labán era mentiroso y ladrón y, por lo menos en dos ocasiones, había procurado cometer asesinato. Tanto el hurto como el intento de asesinato podían ser castigados con la muerte (véase Éxodo 21:14; 22:2; Deuteronomio 24:7). El Señor deseaba que Lehi y sus descendientes tuvieran un registro de Escrituras aunque para lograrlo fuese necesario que muriera un hombre (véase 1 Nefi 4:13). Las planchas de bronce resultaron ser una bendición no sólo para los nefitas y los mulekitas, sino que además aportaron algunas porciones de lo escrito en las planchas de oro (como las citas de Isaías y la alegoría de Zenós). El Libro de Mormón ha sido y será una bendición para millones de personas y naciones. Todo esto era, a la larga, lo que estaba en juego cuando Nefi, de pie junto a Labán, siguió lo indicado por la voz del Espíritu.

1 Nefi 4:30–37. La integridad de nuestra palabra

  • Cuando Zoram se dio cuenta de que estaba con Nefi en lugar de con su amo Labán, “empezó a temblar, y estaba a punto de huir” (1 Nefi 4:30). Sin embargo, se aliviaron sus miedos cuando Nefi le prometió al siervo que nadie lo heriría y que podría ser libre si viajaba al desierto con los hijos de Lehi. Cuando Zoram respondió con juramento que se quedaría con Nefi y sus hermanos, “cesaron [sus] temores con respecto a él” (versículo 37). Tanto Zoram como Nefi sirven de ejemplo del poder que puede tener la integridad de una persona.

  • El élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles, señaló la necesidad de tener integridad, la cual será el fundamento de la fortaleza espiritual: “El fundamento del carácter es la integridad. El carácter digno fortalecerá tu capacidad para responder con obediencia a la guía del Espíritu. Llegarás a tener un carácter recto, lo cual es más importante que lo que posees, que lo que hayas aprendido o que las metas que hayas logrado, lo cual dará por resultado que se te tenga confianza. Un carácter recto proporciona el cimiento de la fortaleza espiritual, y te permite que en tiempos de pruebas tomes correctamente decisiones difíciles y muy importantes, aun cuando parezcan abrumantes” (véase Liahona, mayo de 2003, pág. 77).

1 Nefi 4:33. Juramentarse

  • El Libro de Mormón contiene varias instancias en las que se hicieron juramentos. Juramentarse se tomaba muy en serio en los días y en la cultura de Nefi. “El principio según el cual se considera que un juramento tiene carácter vinculante se presenta deliberadamente en [Hebreos 6:16] como último recurso a la autoridad divina para que ratifique la aseveración. Allí se presenta al Todopoderoso una promesa o acusación mediante un juramento, es decir, haciéndolo de la manera más positiva y solemne. De acuerdo con este mismo principio, el juramento siempre ha sido más vinculante cuando se recurre a una mayor autoridad, tanto para las personas como para las comunidades. Como consecuencia de este principio, en las Escrituras se considera que recurrir al nombre de Dios por una parte, o al nombre de los dioses paganos por otra, constituye una prueba de lealtad” (William Smith, ed., A Dictionary of the Bible, sin fecha, “Oath”, pág. 467; véase también el comentario de 1 Nefi 4:30–37 en esta misma página).

  • Un erudito explicó el poder que tenía hacer juramentos en la antigüedad:

    “Lo que sorprende al lector de Occidente es el efecto milagroso que tuvo el juramento de Nefi en Zoram, quien tras oír unas pocas palabras convencionales prontamente se tornó tratable, y por su parte, los hermanos, tan pronto como Zoram ‘hizo juramento de que permanecería desde entonces con nosotros… cesaron nuestros temores con respecto a él’. (1 Ne. 4:35, 37.)

    “La reacción de ambas partes tiene sentido cuando uno se da cuenta de que el juramento es lo más sagrado e inviolable que existe entre los pueblos del desierto y sus descendientes: ‘Difícilmente violará su juramento un árabe, aun si su vida corriera peligro’, puesto que ‘entre los nómadas no hay nada más fuerte ni más sagrado que el juramento’, e incluso entre los ciudadanos árabes, si se lo exige bajo algunas condiciones especiales. ‘El pronunciar un juramento tiene carácter santo entre los beduinos’, señala un experto. ‘Ay de aquel que jure falsamente; su estatus social se dañará y su reputación quedará arruinada. Nadie creerá su testimonio y además deberá pagar una multa monetaria’.

    “Pero no basta con cualquier juramento. Para que sea más vinculante y solemne, el juramento debe hacerse por la vida de algo, aunque apenas sea una brizna de hierba. El único juramento más temible que ‘por mi vida’ o (el menos común) ‘por la vida de mi cabeza’ es wa hayat Alá ‘por la vida de Dios’ o ‘así como vive el Señor’, el preciso equivalente en árabe del antiguo hebreo hai Elohim. Hoy en día lo emplean con poca sinceridad los ciudadanos viles, pero en la antigüedad era un asunto temible, como sigue siéndolo entre los pueblos del desierto. ‘Confirmé mi respuesta a la manera de los beduinos’, cuenta [Charles M.] Doughty. ‘Por su vida… dijo: “Bueno, ¡júralo por la vida de Alá (Dios)!”… contesté, y es así que hasta los nómadas lo usan en las ocasiones más importantes, pero dicen por la vida tuya en los asuntos triviales’. Dice [Samuel] Rosenblatt que, entre árabes y judíos, ‘un juramento sin el nombre de Dios no es juramento’, y que ‘tanto en las sociedades judías como mahometanas los juramentos “por la vida de Dios” son frecuentes’.

    “Así vemos que la única manera que tenía Nefi de poder apaciguar en un instante al reticente Zoram era pronunciar el único juramento que nadie se atrevería a violar, el más solemne de todos los juramentos para el semita: ‘Así como vive el Señor, y como vivo yo’ (1 Ne. 4:32)”. (Hugh Nibley, An Approach to the Book of Mormon, segunda ed., 1964, págs. 104–105).

1 Nefi 5:10–22. Las planchas de bronce

  • Las planchas de bronce eran un tomo de Escrituras antiguas y tenían valor para la familia de Lehi y los futuros habitantes de América, del mismo modo que la Biblia y las Escrituras de los últimos días lo tienen para nosotros. El élder Bruce R. McConkie se valió de pasajes del Libro de Mormón para describir las planchas de bronce y su importancia. Explicó que las planchas de bronce “eran ‘los anales de los judíos’ (1 Ne. 3:3), un registro de muchas de las profecías que se dieron en el principio de los tiempos y que llegaba a incluir parte de las pronunciadas por Jeremías. Incluían la ley de Moisés, los cinco libros de Moisés y la genealogía de los antepasados de los nefitas. (1 Ne. 3:3, 20; 4:15–16; 5:11–14.)

    “Contenían más de lo que tenemos ahora en el Antiguo Testamento. (1 Ne. 13:23.) Las profecías de Zenoc, Neum, Zenós, José el hijo de Jacob y probablemente muchos profetas más fueron preservadas en las planchas, y muchos de esos escritos predecían asuntos relativos a los nefitas. (1 Ne. 19:10, 21; 2 Ne. 4:2, 15; 3 Ne. 10:17.)

    Planchas de bronce sobre una mesa

    Jerry Thompson, © IRI

    “El valor que tenían las planchas de bronce para los nefitas no tiene precio. Fueron el instrumento por el que pudieron preservar el idioma (1 Ne. 3:19), la mayor parte de la civilización y también el conocimiento religioso del pueblo del que venían. (1 Ne. 22:30.) En contraposición, los mulekitas, que salieron de Jerusalén unos once años después de la partida de Lehi y que no tenían anales equivalentes a las planchas de bronce, pronto degeneraron en la apostasía y la incredulidad, y perdieron su idioma, civilización y religión. (Omni 14–18.)

    “De profeta a profeta y de una generación a otra, los nefitas preservaron y se fueron pasando las planchas de bronce. (Mosíah 1:16; 28:20; 3 Ne. 1:2.) El Señor ha prometido hacerlas aparecer en algún momento futuro, sin haber sido empañadas por el tiempo y con su fulgor original, y los relatos de Escritura en ellas registrados irán ‘a toda nación, tribu, lengua y pueblo’ (Alma 37:3–5; 1 Ne. 5:18–19)” (Mormon Doctrine, segunda ed., 1966, pág. 103).

    Nefi entregándole las planchas a Jacob

    Jerry Thompson, © IRI

Para meditar

  • ¿Por qué cree que Lamán y Lemuel murmuraban? (véase 1 Nefi 2:11–13). ¿Por qué apoyaba Nefi a su padre? (véanse los versículos 16, 19). ¿Qué determina el que seamos murmuradores o que apoyemos a los siervos del Señor?

  • ¿Qué pruebas hay de que Nefi tenía una gran fe? ¿Cómo cree que logró obtenerla?

Tareas sugeridas

  • Piense en los sacrificios que hizo la familia de Lehi para obtener las planchas de bronce y compárelos con los que se requirieron para sacar a luz el Libro de Mormón en nuestros días (véase D. y C. 135:6). Hable con un amigo o familiar acerca del valor de las Escrituras y lo que esté dispuesto a hacer para utilizar estos preciados registros.