Capítulo 5
1 Nefi 16–18
Introducción
¿Alguna vez se ha preguntado por qué las personas reaccionan de manera distinta ante las mismas circunstancias? Ese fue el caso de la familia de Lehi. Durante las pruebas, algunos de los integrantes de la familia acudían a Dios y confiaban en Él, mientras que otros se quejaban, mostraban falta de fe y se rebelaban. Nuestra reacción ante las diferentes circunstancias debe producir crecimiento y más fe en lugar de una actitud de quejas y rebelión. Al leer 1 Nefi 16–18, examine los desafíos a que se enfrentaron estas personas y la forma en que el Señor podía bendecir a la familia de Lehi cuando ésta era fiel. Preste atención al sufrimiento que vino a raíz de la rebelión y la desobediencia, y, al comparar los retos de su propia vida con las experiencias de la familia de Lehi, busque ejemplos de cómo ser fiel durante circunstancias difíciles.
Comentario
1 Nefi 16:2. “Los culpables hallan la verdad dura”
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Nefi declaró la verdad a sus hermanos desobedientes con el propósito de ayudarlos a volver sus corazones a Dios. Los que ofenden al Espíritu mediante su iniquidad a menudo se ofenden cuando reciben corrección o castigo inspirado. El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó el motivo por el cual debemos aceptar las correcciones del Señor, aunque nos duela: “Dios no sólo está en las manifestaciones más sencillas de Su presencia, sino también en las manifestaciones aparentemente ásperas. Por ejemplo, cuando la verdad ‘hiere hasta el centro’ (1 Nefi 16:2) del ser, quizás sea una indicación de que ya ha comenzado la cirugía espiritual, y de que ya se está extirpando dolorosamente el orgullo del alma” (Liahona, enero de 1988, pág. 30).
1 Nefi 16:7–8. La importancia del matrimonio
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Después de leer sobre los casamientos entre la familia de Lehi y la de Ismael, se nos dice que Lehi había cumplido todos los mandamientos que el Señor le había dado (véase 1 Nefi 16:8). El matrimonio es parte esencial del plan del Señor para Sus hijos. La Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles declararon el punto de vista del Señor en cuanto al matrimonio: “El matrimonio entre el hombre y la mujer es esencial para Su plan eterno. Los hijos merecen nacer dentro de los lazos del matrimonio y de ser criados por un padre y una madre que honran sus votos matrimoniales con completa fidelidad. La felicidad en la vida familiar tiene mayor probabilidad de lograrse cuando se basa en las enseñanzas del Señor Jesucristo” (véase “La familia: Una proclamación para el mundo”, Liahona, octubre de 2004, pág. 49).
1 Nefi 16:10, 26–29. La Liahona
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El élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó cuál era el propósito de la Liahona y la comparó al Espíritu Santo en la actualidad:
“El Señor preparó la liahona y se la dio a Lehi y a su familia después de partir de Jerusalén y mientras se encontraban viajando por el desierto (véase Alma 37:38; D. y C. 17:1). Esa brújula, o director, marcaba el camino que Lehi y su caravana debían seguir (véase 1 Nefi 16:10), sí, ‘un curso directo a la tierra prometida’ (Alma 37:44). Las agujas de la liahona ‘funcionaban de acuerdo con la fe, diligencia y atención’ (1 Nefi 16:28) de los viajantes y cesaban de funcionar cuando los miembros de la familia contendían y eran groseros, perezosos o se olvidaban de lo que debían recordar (véase 1 Nefi 18:12, 21; Alma 37:41, 43).
“Esa brújula también proporcionaba el medio por el cual Lehi y su familia podían obtener un mayor ‘conocimiento respecto a las vías del Señor’ (1 Nefi 16:29). Por consiguiente, los propósitos primordiales de la liahona eran proporcionar tanto dirección como instrucción durante un viaje largo y agotador. Ese director fue un instrumento tangible que sirvió como indicador externo de su estado espiritual interno ante Dios, y funcionaba de acuerdo con los principios de fe y diligencia.
“Así como Lehi obtuvo bendiciones en tiempos antiguos, a cada uno de nosotros en esta época se le ha dado una brújula espiritual que nos dirige y nos instruye durante nuestro trayecto terrenal. Tanto a ustedes como a mí se nos confirió el Espíritu Santo al salir del mundo y al entrar en la Iglesia del Salvador por medio del bautismo y de la confirmación. Mediante la autoridad del santo sacerdocio se nos confirmó miembros de la Iglesia y se nos amonestó a buscar la compañía constante del ‘Espíritu de verdad, al que el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros’ (Juan 14:17).
“Al seguir adelante por el camino de la vida, cada uno de nosotros recibe la dirección del Espíritu Santo de la misma forma en que Lehi la recibió por medio de la liahona. ‘Porque he aquí, os digo otra vez, que si entráis por la senda y recibís el Espíritu Santo, él os mostrará todas las cosas que debéis hacer’ (2 Nefi 32:5).
“En nuestra vida, el Espíritu Santo funciona exactamente como la liahona lo hizo para Lehi y su familia, de acuerdo con nuestra fe, diligencia y atención” (Liahona, mayo de 2006, págs. 30–31).
1 Nefi 16:18. Un arco “de acero fino”
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Un comentarista expuso lo siguiente sobre el uso del acero en el Libro de Mormón: “La interrogante general del empleo de metales por parte de las culturas del Libro de Mormón presenta un tema importante que merece minuciosa atención [véase John Sorenson, An Ancient American Setting for the Book of Mormon, 1985, págs. 277–288]… En el Libro de Mormón se hacen cinco menciones explícitas de armas y armaduras de metal, dos de las cuales hacen referencia a armas del Oriente Próximo: ‘la hoja [de la espada de Labán] era de un acero finísimo’ (1 Nefi 4:9), y el arco de Nefi era ‘de acero fino’ (1 Nefi 16:18). Se ha comprobado claramente la existencia de armas de acero (es decir, de hierro carbonizado) en el Oriente Próximo a principios del siglo VI a.C.. Robert Maddin ha escrito al respecto: ‘En resumidas cuentas, a más tardar a principios del siglo VII a.C., los herreros del Mediterráneo oriental ya habían dominado dos de los procesos que hacen del hierro un material útil para la creación de herramientas y armas: carbonizar y atemperar’ [“How the Iron Age Began”, Scientific American, octubre de 1977, pág. 131]” (William J. Hamblin y A. Brent Merrill, “Swords in the Book of Mormon”, en Warfare in the Book of Mormon, eds. Stephen D. Ricks y William J. Hamblin, 1990, págs. 345–346).
1 Nefi 16:21–25. La experiencia del arco roto
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El élder Neal A. Maxwell comentó cómo las grandes lecciones con frecuencia se aprenden después de las dificultades: “El arco roto de Nefi sin duda le causó algo de irritación, aunque no un rencor paralizante. Al fin y al cabo, lo único que intentaba hacer era alimentar a sus familiares, así que ¿para qué lidiar también con un arco roto? Mas de tal episodio surgió un gran momento de aprendizaje. La irritación a menudo precede a la instrucción” (If Thou Endure It Well, 1996, pág. 128).
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El élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó que la adversidad puede ayudar a estimular el crecimiento necesario en nuestra vida:
“Ahora deseo dar unas ideas a los que enfrentan… las pruebas que nuestro sabio Padre Celestial considera necesarias aun para los que [llevan una vida digna y recta] y obedecen Sus mandamientos.
“En el preciso momento en que todo parece ideal, a veces surgen simultáneamente múltiples dificultades. Si esas pruebas no son resultado de tu desobediencia, son evidencia de que el Señor sabe que estás preparado para progresar más (véase Proverbios 3:11–12). Entonces te da experiencias que estimul[an] tu progreso, tu comprensión y compasión y que te refinan para tu bienestar eterno. Llegar de donde estás a donde Él quiere que estés exige un penoso esfuerzo que generalmente va acompañado de pesar y dolor” (Liahona, enero de 1996, pág. 18).
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El haber perdido el arco de Nefi provocó dudas en la colonia de Lehi, lo cual hizo que algunos se alejaran de Dios y se concentraran en lo negativo. El élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles, nos aconsejó acudir al Señor cuando nos enfrentemos a pruebas: “He llegado a entender cuán inútil es pensar demasiado en los porqués, qué hubiera sucedido si y si tan sólo, a los cuales, casi de seguro, no se dará respuesta en la vida terrenal. Para recibir el consuelo del Señor, debemos ejercer la fe. Las preguntas: ‘¿Por qué me sucede a mí?, ¿por qué a nuestra familia?, ¿por qué en este momento?’, son, por lo general, preguntas que no se pueden responder. Ellas restan valor a nuestra espiritualidad y pueden destruir nuestra fe. Debemos dedicar nuestro tiempo y energías a la edificación de nuestra fe y, para ello, acudir al Señor y pedirle que nos dé fuerzas para sobreponernos a los dolores y a las tribulaciones de este mundo, y para perseverar hasta el fin y ganar mayor comprensión” (véase Liahona, enero de 1999, pág. 16).
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Murmurar y quejarse parecían haberse vuelto algo natural para Lamán y Lemuel. Hasta Lehi llegó a desanimarse al punto de que murmuró. El élder Marion D. Hanks, de la Presidencia de los Setenta, recalcó el gran carácter de Nefi al enfrentar dicha crisis:
“¿Qué debía hacer? Nefi dice que hizo un arco y una flecha con la madera que tenía disponible, tomó una honda y unas piedras y ‘le dije a mi padre: ¿A dónde debo ir para obtener alimento?’. Es sencillo, ¿no es así?… Esto quiere decir que Nefi acudió a su padre y dijo: ‘Papá, el Señor te ha bendecido. Tú eres Su siervo. Debo saber a dónde ir para conseguir alimento. Papá, pregúntale tú, ¿sí?’. Ah, podría haberse puesto de rodillas él mismo. Podría haber tomado las riendas.
“Considero ésta una de las lecciones de vida realmente significativas del libro, y, repito, las páginas están repletas de lecciones así. Un hijo que tuvo la fuerza y humildad y hombría suficientes para acudir a su titubeante superior y decir: ‘Pregúntale tú a Dios, ¿sí?’, porque de alguna manera él sabía que ésa es la manera de hacer fuertes a los hombres; esa prudente confianza hace hombres. Lehi le preguntó a Dios y Dios le dijo dónde, y el liderazgo de Lehi fue restaurado” (Steps to Learning, Brigham Young University Speeches of the Year, 4 de mayo de 1960, pág. 7).
1 Nefi 16:23. La confianza de Nefi en Lehi
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Nefi exhibió una gran humildad al acudir a su padre incluso después de que Lehi había murmurado; Nefi seguía honrándolo. El presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) contó una experiencia que sirve para ilustrar el principio de buscar el consejo de nuestros padres, aun cuando no sean perfectos.
“Hace algún tiempo, un joven vino a mi oficina a pedirme una bendición. Tenía aproximadamente dieciocho años y algunos problemas. No eran problemas morales serios, pero tenía pensamientos confusos y estaba preocupado. Me solicitó que le diera una bendición.
“Yo le pregunté: ‘¿Alguna vez le has pedido a tu padre que te diera una bendición? Supongo que tu padre es miembro de la Iglesia, ¿no es así?’.
“Él me contestó: ‘Sí, es élder, aunque bastante inactivo’.
“Cuando le pregunté: ‘¿Amas a tu padre?’, él contestó: ‘Sí, hermano Benson, es un buen hombre y lo amo’. Luego agregó: ‘Pero él no cumple con sus obligaciones del sacerdocio como debería. No asiste a la Iglesia regularmente, y no sé si paga sus diezmos. De todas maneras, es un buen hombre, un buen proveedor, un hombre bondadoso’.
“Yo le dije: ‘¿Te gustaría hablar con él en alguna ocasión oportuna y preguntarle si estaría dispuesto a darte una bendición de padre?
“‘Oh’, contestó. ‘Creo que la idea le asustaría’.
“Entonces le dije: ‘¿Estás dispuesto a intentarlo? Yo oraré por ti’.
“Él replicó: ‘Está bien; si es así, lo haré’.
“Unos días después, regresó a visitarme. ‘Hermano Benson’, me dijo, ‘ésa fue la experiencia más dulce que mi familia ha tenido’. Apenas podía controlar sus emociones mientras me contaba lo que había sucedido: ‘Cuando la oportunidad se presentó, le mencioné el asunto a mi padre y él me contestó: “Hijo, ¿realmente quieres que te dé una bendición?”. Yo le dije: “Sí, papá, me gustaría que lo hicieras”’. Entonces agregó: ‘Hermano Benson, mi padre me dio una de las bendiciones más hermosas que uno podría pedir. Mi madre estuvo presente, sollozando durante toda la bendición. Cuando él terminó, había entre nosotros un vínculo de aprecio y gratitud y cariño que nunca había existido antes en nuestro hogar’” (véase Liahona, enero de 1978, págs. 39–40).
1 Nefi 16:34. “En el lugar llamado Nahom”
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El significado en hebreo de nahom podría ser “consolación”, del verbo nahom, que quiere decir “sentir pesar, consolarse”. Un artículo de noticias de la revista Ensign describió un hallazgo arqueológico que reveló la presencia del nombre Nahom en la Península Arábiga:
“Un grupo de arqueólogos Santos de los Últimos Días recientemente encontró pruebas que relacionan un sitio en Yemen, en la región sudoeste de la península arábiga, con un nombre asociado al viaje de Lehi según consta en el Libro de Mormón.
“Warren Aston, Lynn Hilton y Gregory Witt encontraron un altar que, según arqueólogos profesionales, se remonta a por lo menos el año 700 a.C. Dicho altar contiene una inscripción que confirma que ‘Nahom’ fue un lugar real que existió en la península antes de la época de Lehi” (“News of the Church”, Ensign, febrero de 2001, pág. 79).
1 Nefi 17:4. ¿Por qué llevó ocho años el viaje?
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En Alma 37:39–43, Alma nos informó que Lehi y su familia “no siguieron un curso directo” o “no progresaron en su viaje” porque en muchas ocasiones la liahona dejaba de funcionar, lo cual sucedía porque muchos no ejercían la fe y transgredían las leyes de Dios. Esto podría explicar por qué un viaje que debió haber sido mucho más corto se prolongó tanto. (Obsérvese el mapa “Posible ruta recorrida por la familia de Lehi” en el apéndice, pág. 430.)
1 Nefi 17:6. Doce características de la tierra de Abundancia
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La familia de Lehi se regocijó “en extremo cuando [llegó] a las playas del mar” en Abundancia (1 Nefi 17:6). Seguramente Abundancia era un área fértil. A continuación se presentan doce características de la tierra de Abundancia (señaladas en Warren P. y Michaela Knoth Aston, In the Footsteps of Lehi: New Evidence for Lehi’s Journey across Arabia to Bountiful, 1994, págs. 28–29):
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Agua dulce disponible todo el año
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“Muchos frutos y también miel silvestre” (1 Nefi 17:5–6; 18:6)
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Terreno fértil tanto en la zona en general (17:5, 8) como en el lugar específico (17:6) en donde acampó la familia de Lehi
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Costa bastante accesible desde el desierto interior
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Un terreno de elevación suficiente como para que se justificase que Nefi lo llamara “el monte”, y de cercanía suficiente como para que él fuera allí “a menudo” para orar (18:3; véase 17:7)
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Acantilados desde los cuales los hermanos de Nefi podrían haberlo arrojado “al fondo del mar” (17:48)
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Orilla (17:5) adecuada para construir un barco y botarlo al agua (18:8)
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Mineral y piedra para hacer las herramientas de Nefi (17:9–11, 16)
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Cantidad suficiente de maderos para construir un barco adecuado para la navegación (18:1–2, 6)
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Vientos y corrientes oceánicas propicios para llevar el barco al océano (18:8–9)
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Lugar despoblado
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1 Nefi 17:7–19. La fe de Nefi se manifestó mediante su proceder
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La respuesta de Nefi ante el mandamiento que le dio el Señor de construir un barco nos permite vislumbrar su extraordinaria fe. En ocasiones, otros profetas también se han sentido abrumados por las tareas que el Señor les ha mandado: Moisés se sentía incapaz cuando fue llamado a guiar a los hijos de Israel (véase Éxodo 4:1–5); Enoc sentía que era tardo en el habla y se preguntaba por qué lo había llamado el Señor (véase Moisés 6:31). Nefi podría haberse dejado abrumar por la idea de construir una nave capaz de navegar en el océano, pero, por lo contrario, su respuesta exhibió una gran fe: “¿A dónde debo ir para encontrar el mineral para fundir, a fin de que yo haga las herramientas para construir el barco… ?” (1 Nefi 17:9). Es poco probable que la confianza de Nefi proviniera de experiencias anteriores como constructor de barcos. Mas bien, su confianza derivaba de una formidable fe en Dios.
1 Nefi 17:23–34. Éxodo de Egipto de los hijos de Israel
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Nefi consideraba la experiencia de su familia en el desierto paralela a la del antiguo Israel errante por el desierto (véase 1 Nefi 17:13, 23, 30, 41–42). Un escritor analiza la forma en que el Libro de Mormón presenta un testimonio del éxodo que dirigió Moisés: “Los llamados altos críticos de la Biblia ponen en tela de juicio el que los milagros del éxodo de Israel dirigido por Moisés hayan ocurrido tal y como aparecen en el Antiguo Testamento. (Véanse Éxodo 14:19–20, 26–31; 16:4, 15; 17:5–6; Números 21:6–9.) Sin embargo, el Libro de Mormón corrobora la realidad de aquellos sucesos milagrosos. (1 Nefi 17:23, 26, 28, 29, 30, 41.) Puesto que el conocimiento de Nefi de aquellos milagros provenía del relato auténtico de las planchas de bronce de Labán (1 Nefi 5:11), los Santos de los Últimos Días no deberían tener interrogantes sobre la fiabilidad de la narración bíblica. Una vez más, el Libro de Mormón sirve de testigo de su tomo paralelo de Escrituras: la Biblia” (Daniel H. Ludlow, A Companion to Your Study of the Book of Mormon, 1976, pág. 115).
1 Nefi 17:45. Sensibilidad a la comunicación espiritual
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¿Por qué no pudieron Lamán y Lemuel entender la voluntad del Señor, incluso después de ver un ángel? ¿Por qué no pudieron recibir una confirmación espiritual del viaje, tal como su hermano menor Nefi había recibido? (véase 1 Nefi 2:16). Nefi señaló que su falta de sensibilidad espiritual se debía a que eran “prontos en cometer iniquidad” (1 Nefi 17:45). El presidente James E. Faust (1920–2007), de la Primera Presidencia, comparó la dignidad de una persona para recibir el Espíritu con la recepción de señal de un celular:
“Utilizamos teléfonos celulares para comunicarnos la mayor parte del tiempo; sin embargo, a veces hay puntos muertos en los que la señal falla para el celular; esto sucede cuando el teléfono se usa en un túnel o cañón, o cuando hay otra interferencia.
“Lo mismo sucede con la comunicación divina. La voz, aunque es suave y apacible, es sumamente poderosa y ‘a través de todas las cosas susurra y penetra’ [D. y C. 85:6]… Quizás haya elementos en nuestra vida que nos impidan oírlo porque hemos ‘dejado de sentir’ [1 Nefi 17:45]. Muchas veces nos ponemos en un punto muerto espiritual, en lugares y condiciones que bloquean los mensajes divinos. Algunos de esos puntos muertos pueden ser el enojo, la pornografía, la transgresión, el egoísmo y otras situaciones que ofenden al Espíritu” (Liahona, mayo de 2004, pág. 67).
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El presidente Boyd K. Packer, Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, describió la comunicación espiritual de esta manera:
“El Espíritu Santo se comunica con una voz que se siente más de lo que se oye. Se la ha descrito como una voz suave y apacible [véase D. y C. 85:6]. Aunque decimos que ‘escuchamos’ los susurros del Espíritu, por lo general describimos la inspiración espiritual diciendo: ‘Tuve una impresión…’.
“La revelación se recibe en palabras que sentimos, más de lo que las oímos. Nefi les dijo a sus hermanos desobedientes, quienes habían recibido la visita de un ángel: ‘…habíais dejado de sentir, de modo que no pudisteis sentir sus palabras’ [1 Nefi 17:45; cursiva agregada]” (véase Liahona, enero de 1995, pág. 69).
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Lamán y Lemuel habían “dejado de sentir” y no podían “sentir” las palabras del Espíritu Santo (1 Nefi 17:45). El élder Joseph B. Wirthlin (1917–2008), del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó que la falta de sensibilidad espiritual no es un problema únicamente de los que han cometido pecados graves:
“Temo que algunos miembros de la Iglesia del Señor ‘vivamos muy por debajo de nuestros privilegios’ con respecto al don del Espíritu Santo. Algunos se distraen con las cosas del mundo que bloquean la influencia del Espíritu Santo y les impiden reconocer los susurros espirituales. El mundo en el que vivimos es bullicioso y [ajetreado], pero recuerden que el estar ocupados no significa necesariamente ser espirituales. Si no tenemos cuidado, las cosas de este mundo pueden desplazar a las del Espíritu.
“Algunos están espiritualmente entorpecidos y han dejado de sentir debido a que han elegido cometer pecados; otros simplemente se mantienen en un estado de despreocupación espiritual sin ningún deseo de ser mejores ni de entablar comunión con el Infinito. Si abriesen sus corazones a la influencia refinadora de este inefable don del Espíritu Santo, se desplegaría una gloriosa y nueva dimensión espiritual; sus ojos contemplarían una perspectiva casi inimaginable; sabrían por sí mismos las cosas del Espíritu, las cuales son exquisitas, preciosas y capaces de ensanchar el alma, expandir la mente y llenar el corazón con gozo indescriptible” (Liahona, mayo de 2003, pág. 27).
1 Nefi 18:9. Bailar y cantar
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Al leer 1 Nefi 18:9, algunos podrían llegar a la errada conclusión de que el Señor no aprueba ni el baile ni el canto. Nefi en dos ocasiones mencionó que se equivocaron cuando bailar y cantar los llevó “a hablar groseramente” (1 Nefi 18:9). La palabra grosero se refiere a ser descortés, vulgar u ordinario. El Señor ha declarado que aprueba el baile y el canto apropiados (véanse Salmos 149:1–4; D. y C. 136:28). Obsérvese que en estos pasajes de las Escrituras se señala que mediante el baile y el canto podemos alabar al Señor. No obstante, Satanás puede usar el baile y la música como medio de corrupción y para hacer perder el Espíritu, y por esa causa, los líderes de la Iglesia nos advierten que tengamos cuidado con el tipo de música que escuchamos y la forma en que bailamos. La Primera Presidencia ha dado el siguiente consejo:
“Elige con cuidado la música que escuchas; presta atención a lo que sientes cuando estás escuchando. No escuches música que aleje el Espíritu, que fomente la inmoralidad, que ensalce la violencia, que utilice lenguaje grosero u ofensivo…
“El baile puede ser divertido y puede proporcionar una oportunidad para conocer a otras personas; no obstante, también se puede participar de manera inapropiada en él. Al bailar, evita que tu cuerpo haga pleno contacto con el de tu compañero o compañera; evita posiciones o movimientos que insinúen el comportamiento sexual. Asiste a bailes en los que la manera de vestir, el arreglo personal, la iluminación, la letra de las canciones y la música contribuyan a crear un ambiente sano en el que pueda estar presente el Espíritu del Señor” (Para la Fortaleza de la Juventud: Cumplir nuestro deber a Dios, 2001, págs. 20–21).
1 Nefi 18:25. Caballos
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Otrora hubo polémica en cuanto a la presencia de caballos en el hemisferio occidental antes de la llegada de Colón; sin embargo, los hallazgos arqueológicos modernos han arrojado más luz sobre el tema: “‘Los restos fosilizados de verdaderos caballos, casi indistinguibles de las razas más pequeñas e inferiores que actualmente existen, se encuentran abundantemente en los depósitos de la era geológica más reciente por toda América, desde Escholz Bay en el Norte hasta la Patagonia en el Sur. En dicho continente, no obstante, se extinguieron plenamente, y no existía allí ninguno, ya fuera domesticado o salvaje, en la época de la conquista española, lo cual es sumamente sorprendente en vista de que, cuando se introdujo el caballo de Europa, los que quedaron libres se multiplicaron con tanta rapidez en las planicies de Sudamérica y de Texas que queda claro que el clima, el alimento y las otras condiciones eran sumamente favorables para su existencia. Esa gran abundancia antigua de équidos en América, su completa extinción y su perfecta aclimatación cuando el hombre los reintrodujo al continente presentan problemas curiosos y todavía irresolutos sobre su distribución geográfica’ (New Americanized Encyclopedia, tomo V, pág. 3197)” (Joy M. Osborn, The Book of Mormon—The Stick of Joseph, segunda ed., 2001, pág. 164).
Para meditar
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¿Qué cualidades hacían de Nefi alguien en quien el Señor podía confiar?
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¿Por qué el pedir consejos a sus padres puede fortalecer la relación que usted tiene con ellos y con el Señor?
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¿Por qué es peligroso no hacerle caso a los susurros del Espíritu Santo o “dejar de sentirlos”?
Tareas sugeridas
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Redacte un párrafo que describa el propósito de la liahona y los principios mediante los cuales funcionaba.
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Determine qué doctrina o principio se encuentra en cada una de las siguientes referencias:
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Compare la experiencia anterior en que Nefi fue liberado en 1 Nefi 7:16–18 con la que aparece en 1 Nefi 18:11–20, y después conteste las preguntas que siguen:
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A pesar de que se trata de la misma persona recta con la misma fe, ¿por qué cree que Nefi fue liberado de inmediato la primera vez y tuvo que esperar cuatro días en la segunda ocasión?
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¿Qué tenía que pasar en 1 Nefi 18 antes de que Nefi fuera liberado?
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