Capítulo 29
Alma 30–31
Introducción
Los capítulos 30–31 de Alma señalan a algunas personas e ideas que se oponen a Jesucristo. El presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) dijo:
“El Libro de Mormón lleva a los hombres a Cristo mediante dos procedimientos básicos: Primero, habla en forma sencilla de Cristo y Su evangelio…
“Segundo, el Libro de Mormón expone a los enemigos de Cristo; confunde las falsas doctrinas y pone fin a las contenciones (véase 2 Nefi 3:12). Fortalece a los humildes seguidores de Cristo en contra de los malignos designios, estrategias y doctrinas del demonio en nuestros días. La clase de apóstatas en el Libro de Mormón es similar al tipo de apóstatas de la actualidad. Con su infinito conocimiento del futuro, Dios modeló el Libro de Mormón de tal forma que pudiéramos distinguir el error y pudiéramos saber cómo combatir los falsos conceptos educacionales, políticos, religiosos y filosóficos de nuestros tiempos” (véase Liahona, agosto de 1975, pág. 41).
Al estudiar la forma en que Korihor procuró destruir la fe de los nefitas, podrá reconocer mejor esos mismos argumentos destructivos en la actualidad y, al estudiar la reacción de Alma ante Korihor, estará en mejor condición de defenderse a sí mismo y a los demás de quienes deseen destruirle la fe.
Comentario
Alma 30. Korihores de la actualidad
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El élder Gerald N. Lund, quien fue miembro de los Setenta, explicó que Korihor tiene muchos equivalentes en la actualidad:
“Hoy en día, el mundo está lleno de filosofías parecidas a las que enseñaba Korihor. Las leemos en los libros; vemos que se las defiende en las películas y en la televisión, y escuchamos que se las enseña en las aulas y a veces en las iglesias de nuestra época…
“…Vemos pruebas claras de que Mormón estuvo inspirado al hacernos un relato completo de Korihor y sus enseñanzas, las cuales son doctrina vieja, y sin embargo son ideas tan modernas como las impresoras de alta velocidad y las antenas parabólicas de la actualidad” (“Countering Korihor’s Philosophy”, Ensign, julio de 1992, pág. 20).
Alma 30:6. Anticristos
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La Guía para el Estudio de las Escrituras declara que anticristo es “toda persona o todo aquello que sea una representación falsa del verdadero plan de salvación del evangelio, y que manifieste o secretamente se oponga a Cristo… El mayor anticristo es Lucifer, pero tiene muchos colaboradores, tanto entre los seres mortales como entre los espíritus” (“Anticristo”, pág. 15).
El élder Bruce R. McConkie (1915–1985), del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó además: “Un anticristo es un adversario de Cristo, alguien que se opone al evangelio verdadero, a la Iglesia verdadera y al verdadero plan de salvación. (1 Juan 2:19; 4:4–6.) Es alguien que ofrece salvación a los hombres bajo condiciones distintas a las que puso Cristo. Sherem (Jacob 7:1–23), Nehor (Alma 1:2–16) y Korihor (Alma 30:6–60) fueron anticristos que diseminaron sus engaños entre los nefitas” (Mormon Doctrine, segunda edición, 1966, págs. 39–40).
Alma 30:7, 11. “No había ley alguna contra la creencia de ningún hombre”
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Si “no había ley alguna contra la creencia de ningún hombre”, la gente podría preguntarse por qué Korihor fue arrestado. El rey Mosíah había emitido una proclamación que declaraba que era una infracción de la ley nefita el que un “incrédulo [persiguiese] a persona alguna que perteneciera a la iglesia de Dios” (Mosíah 27:2).
Sin duda, Korihor tenía derecho a sus creencias, pero, cuando procuró destruir la Iglesia, violó la proclamación del rey Mosíah. Cabe resaltar que, si bien muchos en Zarahemla aceptaron a Korihor y sus enseñanzas, el pueblo de Ammón, cuyos integrantes habían vivido la mayor parte de su vida conforme a creencias parecidas a las de Korihor, “hizo que fuese echado de esa tierra” (Alma 30:21; véanse también los versículos 18–20). Ellos comprendían los peligros de las enseñanzas de Korihor.
Alma 30:12–18. Las estrategias de Korihor
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Un erudito del Evangelio explicó cuánto se parece la filosofía de Korihor a muchas filosofías modernas: “Korihor insistía en abordar todos los problemas de forma estrictamente racional y científica, ya que todo lo demás era apenas ‘el efecto de una mente desvariada’ (Alma 30:13–16); hizo campaña en contra de la tiranía de las tradiciones antiguas y las supersticiones primitivas, las cuales llevaban a la gente a creer en cosas que sencillamente ‘no existen’ (Alma 30:16), clamando por la emancipación de ‘las tontas tradiciones de sus padres’ (Alma 30:31). Argumentaba en favor de una ética moderna que se desprendiera de las inhibiciones (Alma 30:17–18, 25). Abogaba por la liberación económica de la explotación sacerdotal (Alma 30:27), demandando que todos tuvieran la libertad de ‘hacer uso de lo que les pertenece’ (Alma 30:28). Predicaba un naturalismo estricto y sin peros: ‘…cuando moría el hombre, allí terminaba todo’ (Alma 30:18), y su corolario, el cual era un materialismo riguroso: ‘…en esta vida a cada uno le tocaba de acuerdo con su habilidad…’ (Alma 30:17). De esto surgía un clara filosofía de no intervención: ‘…por tanto, todo hombre prosperaba según su genio, todo hombre conquistaba según su fuerza’, en la que lo bueno y lo malo se medían únicamente según la regla de oro de la naturaleza en cuanto al fracaso y el éxito: ‘…y no era ningún crimen el que un hombre hiciese cosa cualquiera’ (Alma 30:17). Era la ley del más fuerte aplicada al comportamiento humano, y para muchas personas el que quitaran las antiguas restricciones morales y sentimentales representaba gratas nuevas, ‘haciéndoles erguir sus cabezas en su iniquidad; sí, incitando a much[os]… a cometer fornicaciones’ (Alma 30:18). Junto con esta actitud emancipadora, Korihor cultivó un celo y una intolerancia aguerridos en contra de cualquier oposición, elemento marcadamente característico de esta corriente de pensamiento en los tiempos modernos, la cual califica a toda oposición de ‘loca’ (Alma 30:13–14), ‘tonta’ (Alma 30:31) y de ser evidencia de mentes desviadas y trastornadas (Alma 30:16). Y si bien para Alma una sociedad libre era una en la que toda persona podía pensar y decir lo que le placiera (Alma 30:7–12), para Korihor la única sociedad libre era aquella en la que todos pensaran exactamente lo mismo que él (Alma 30:24)” (Hugh W. Nibley, Since Cumorah, segunda edición, 1988, págs. 379–380).
Alma 30:15–16. Las falsas enseñanzas de Korihor
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La enseñanza de Korihor de que “no podéis saber de las cosas que no veis” es la filosofía de que todas las ideas y el conocimiento derivan de la experiencia y pueden ponerse a prueba por medio de ella y que lo único que podemos saber es lo que experimentamos mediante los sentidos: vista, olfato, tacto, oído o gusto. Quienes se adhieren a la filosofía de Korihor restan significado a las experiencias espirituales pertinentes a la revelación de Dios porque rara vez vienen por los sentidos de la vista, el olfato, el tacto, el oído o el gusto.
El presidente Boyd K. Packer, del Quórum de los Doce Apóstoles, relató una experiencia que demuestra el hecho de que los asuntos espirituales por lo general no incluyen a los cinco sentidos tradicionales:
“Les contaré una experiencia que tuve antes de ser Autoridad General, la cual me afectó profundamente. Estaba sentado en un avión junto a un ateo declarado que insistía con tanta vehemencia en su incredulidad en Dios que compartí mi testimonio con él. ‘Está equivocado’, le dije. ‘Hay un Dios. ¡Yo sé que Él vive!’.
“Él protestó: ‘No lo sabe. ¡Nadie lo sabe! ¡No puede saberlo!’. Pero al ver que yo no cedía, ese ateo, que era abogado, formuló lo que quizá sea la gran pregunta en lo que respecta al testimonio. ‘Muy bien’, dijo con un tono despectivo y condescendiente, ‘usted dice que lo sabe. Dígame cómo lo sabe’.
“Cuando intenté responder, a pesar de que poseía títulos académicos superiores, no logré comunicarme.
“Algunas veces en su juventud, ustedes, misioneros jóvenes, se sienten avergonzados cuando el cínico, el escéptico, los trata con desdén a causa de que no tienen una respuesta inmediata para todo. Ante tal ridículo, algunos se alejan avergonzados. (¿Recuerdan la barra de hierro, el edificio grande y espacioso, y la burla? Véase 1 Ne. 8:28.)
“Cuando utilicé las palabras Espíritu y testimonio, el ateo respondió: ‘No sé de qué me habla’. Las palabras oración, discernimiento y fe tampoco tenían ningún significado para él. ‘¿Lo ve?’, dijo, ‘no lo sabe de verdad. Si así fuera, sería capaz de decirme cómo lo sabe’.
“Tuve la impresión de que quizá había compartido mi testimonio con él de manera imprudente y no sabía qué hacer. ¡Pero en ese momento se produjo la experiencia! Acudió a mi mente una idea; y mencionaré ahora una declaración del profeta José Smith: ‘Una persona podrá beneficiarse si percibe la primera impresión del espíritu de la revelación. Por ejemplo, cuando sentís que la inteligencia pura fluye en vosotros, podrá repentinamente despertar en vosotros una corriente de ideas… y así, por conocer y entender el Espíritu de Dios, podréis crecer en el principio de la revelación hasta que lleguéis a ser perfectos en Cristo Jesús’ (Enseñanzas del Profeta José Smith, comp. de Joseph Fielding Smith, pág. 179).
“Se me ocurrió algo y le dije al ateo: ‘Permítame que le pregunte si sabe qué sabor tiene la sal’.
“‘Claro que sí’, respondió él.
“‘¿Cuándo fue la última vez que probó sal?’.
“‘Acabo de cenar aquí en el avión’.
“‘Usted cree que sabe qué sabor tiene la sal’, le dije.
“Insistió él: ‘Conozco perfectamente el sabor de la sal’.
“‘Si le diera una taza de sal y una de azúcar y le permitiera probarlas, ¿podría distinguir un sabor del otro?’.
“‘Se está poniendo usted pueril’, contestó él. ‘Por supuesto que podría reconocer la diferencia. Conozco el sabor de la sal. Es una experiencia que tengo a diario. Lo conozco perfectamente’.
“‘Entonces’, dije, ‘suponiendo que yo nunca haya probado la sal, explíqueme exactamente cuál es su sabor’.
“Tras pensar un poco, dijo: ‘Pues, eh… no es dulce ni amarga’.
“‘Me ha dicho lo que no es, pero no lo que es’.
“Tras varios intentos, por supuesto, no pudo hacerlo. No logró expresar, sólo con palabras, una experiencia tan común como la de sentir el sabor de la sal. Le expresé mi testimonio una vez más y le dije: ‘Sé que hay un Dios. Usted ha ridiculizado ese testimonio diciendo que si lo supiera de verdad, podría decirle exactamente cómo lo sé. Amigo mío, hablando en términos espirituales, he probado la sal; y no soy más capaz de expresar con palabras cómo he recibido este conocimiento que usted de explicarme qué sabor tiene la sal. Pero se lo digo una vez más: ¡Hay un Dios, y vive! Y sólo porque usted no lo sepa, no pretenda convencerme de que yo no lo sé, porque sí lo sé’.
“Cuando nos separamos, lo oí refunfuñar: ‘¡No tengo por qué utilizar su religión como muleta! No la necesito’.
“A partir de aquella experiencia, nunca me he avergonzado por no saber explicar con palabras todo lo que sé espiritualmente” (véase “Lámpara de Jehová”, Liahona, octubre de 1983, págs. 27–30).
Alma 30:17. Korihor enseñó que “el que un hombre hiciese cosa cualquiera” no era pecado
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A pesar de lo que crean algunas personas del mundo, el Evangelio enseña que no existe algo así como un sistema de valores relativos. Algunas culturas parecen permitir e incluso alentar este modo de vivir sin valores, fomentando formas sutiles de deshonestidad en el gobierno, los negocios y las relaciones personales. El Libro de Mormón, no obstante, nos enseña que existe lo que está bien y lo que está mal, y nos proporciona la clave para juzgar (véase Moroni 7:16–17).
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La filosofía de Korihor, de que cada cual prospera “según su genio, [y que] todo hombre conquistaba según su fuerza”, excluye la necesidad de tener a Dios en nuestra vida. Su filosofía de que “no era ningún crimen el que un hombre hiciese cosa cualquiera” le daría al hombre un sistema de valores relativos y egocéntricos.
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El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Quórum de los Doce Apóstoles, expuso el egoísmo de las enseñanzas de Korihor:
“Algunos egoístas piensan erróneamente que de todos modos no hay una ley divina, y por lo tanto, no hay pecado (véase 2 Nefi 2:13). Por eso, la ética que se ajusta a la situación está hecha a medida para el egoísta; así, en la habilidad de cada uno, se puede conquistar por el genio y por la fuerza, pues en realidad no hay crimen alguno (véase Alma 30:17).
“No nos sorprende, por lo tanto, que el egoísmo lleve a terribles errores de percepción y de conducta. Por ejemplo, Caín, corrompido por la ambición de poder, dijo después de haber matado a Abel: ‘…Estoy libre…’ (Moisés 5:33; véase también Moisés 6:15).
“Una de las peores consecuencias de un pronunciado egoísmo es, por ende, una profunda pérdida del sentido de la proporción, algo como colar el mosquito mientras se traga el camello (véase Mateo 23:24). Actualmente, están, por ejemplo, los que cuelan varios tipos de mosquito pero se tragan la práctica del aborto por nacimiento parcial. En consecuencia, no es de sorprender que el egoísmo magnifique un guisado de lentejas dándole el aspecto de un banquete y haga parecer que treinta piezas de plata son un tesoro codiciable” (véase Liahona, julio de 1999, pág. 27).
Alma 30:20–23. Las enseñanzas de los líderes eclesiásticos
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El sumo sacerdote Giddona encaró a Korihor y le preguntó por qué hablaba en contra de los profetas y de la realidad de Jesucristo. Korihor evadió la pregunta y lanzó un ataque verbal en contra de los creyentes y sus líderes con la finalidad de hacer que pareciera una insensatez el que alguien siguiera a sus líderes eclesiásticos. El presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia, enseñó todo lo contrario:
“Korihor argumentaba, tal como los hombres y las mujeres han argumentado falsamente desde el principio de los tiempos, que el aceptar el consejo de los siervos de Dios es renunciar a los derechos de independencia que Dios nos ha dado. Pero ese razonamiento es falso porque no representa correctamente la realidad. Cuando desechamos el consejo que proviene de Dios, no estamos escogiendo ser independientes de las influencias externas sino que estamos eligiendo otra influencia. Rechazamos la protección de un Padre Celestial perfectamente amoroso, todopoderoso, que todo lo sabe, cuyo único objetivo, el mismo que el de Su Hijo amado, es darnos la vida eterna, darnos todo lo que Él tiene y llevarnos de nuevo al hogar en familia, a los brazos de Su amor. Al rechazar Su consejo, elegimos la influencia de otro poder, cuyo propósito es hacernos miserables y cuyo motivo es el odio. Dios nos ha dado el don del albedrío moral. Éste no es el derecho de elegir estar libre de influencias, sino el derecho inalienable de quedar sujetos a cualquiera de esos poderes que elijamos.
“Otra falacia es creer que la elección de aceptar o no el consejo de los profetas no es más que decidir entre aceptar el buen consejo y ser beneficiados por ello o quedarnos donde estamos. Pero la elección de no aceptarlo sacude el mismísimo suelo que pisamos; éste se torna más peligroso. El no seguir el consejo profético disminuye nuestro poder para aceptar consejos inspirados en lo futuro. El mejor momento para haberse decidido a ayudar a Noé a construir el arca fue la primera vez que él lo pidió; después, cada vez que él pedía ayuda, toda respuesta negativa disminuía la sensibilidad al Espíritu. Y así, cada vez que solicitaba ayuda, su petición parecía más insensata, hasta que descendió la lluvia; y para entonces era demasiado tarde” (véase Liahona, julio de 1997, pág. 28).
Alma 30:25. Los anticristos con frecuencia emplean verdades a medias
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Una táctica común que usan los que tratan de destruir la fe es lo que se llama la falacia del “hombre de paja”, la cual se lleva a cabo presentando una imagen falsa —un hombre de paja— de la verdad y después se ataca dicha imagen con la finalidad de convencer a los demás de que la imagen verdadera es falsa. Un ejemplo simple de esto es el de un niño que acusa a sus padres que no lo dejan jugar hasta que termine sus deberes de que ellos no quieren que él se divierta. Es un razonamiento defectuoso, pero se usa con frecuencia para engañar a los demás.
A veces hay otras personas que alegan que los Santos de los Últimos Días creemos cosas que no creemos. Sostienen que la creencia falsa es falsa y proceden a demostrarlo, pero no tiene nada que ver con lo que creemos en realidad sino que se trata de un esfuerzo por hacernos ver como que estamos en el error. Korihor le hizo eso a Giddona: “A esta falacia se le llama el hombre de paja. Es decir, le imputó a Giddona algo que no creía: la idea de que los niños heredan culpa por medio de la transgresión de Adán. Korihor sabe que no puede pelear de forma limpia contra la verdad y salir airoso, así que le atribuye a Giddona doctrina errada, un hombre de paja al que puede vapulear verbalmente con fuerza” (Joseph Fielding McConkie y Robert L. Millet, Sustaining and Defending the Faith, 1985, pág. 90).
Alma 30:29. Evitar las riñas y la contención
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El profeta José Smith (1805–1844) enseñó que debemos evitar la contención: “Tengan muchísimo cuidado los élderes de no perturbar e incitar innecesariamente los sentimientos de la gente. Recuerden que su deber es predicar el Evangelio con toda humildad y mansedumbre, y advertir a los pecadores que se arrepientan y vengan a Cristo. Eviten las contenciones y las vanas disputas con hombres de mentes corruptas, quienes no desean saber la verdad. Recuerden que ‘es un día de amonestación y no de muchas palabras’. Si en algún lugar no reciben su testimonio, vayan a otro, y recuerden que no deben echar culpas ni expresarse con resentimientos. Si cumplen con su deber, les irá bien, como si todos los hombres aceptaran el Evangelio” (History of the Church, tomo I, pág. 468).
Alma 30:39. El poder del testimonio personal
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El élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó una forma de responder a un anticristo:
“Korihor se burló de las ‘insensatas… [y] tontas tradiciones’ de creer en un Cristo que habría de venir.
“Los alegatos de Korihor suenan muy contemporáneos al lector moderno, pero Alma se valió de un arma imperecedera y, al fin, innegable para responder: el poder del testimonio personal. Molesto porque Korihor y los de su calaña básicamente se oponían a la felicidad, Alma preguntó: ‘…¿Por qué enseñas a este pueblo que no habrá Cristo, para interrumpir su gozo?’ [Alma 30:22] ‘Yo sé que hay un Dios’” (Christ and the New Covenant, 1997, pág. 121).
Alma 30:40. “¿Qué evidencia tienes de que no hay Dios…?”
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El élder Gerald N. Lund explicó que es imposible probar que no hay Dios:
“Al ser interrogado, Korihor niega rotundamente creer que exista Dios. Alma entonces le pregunta: ‘…¿qué evidencia tienes de que no hay Dios, o de que Cristo no va a venir? Te digo que no tienes ninguna salvo tu propia palabra únicamente’. (Alma 30:40.)
“La idea de Alma fue inspirada. Korihor no muestra constancia en su propio razonamiento. Si de veras sólo podemos saber aquellas cosas de las cuales tenemos pruebas empíricas, entonces no podemos enseñar que no hay Dios a menos que tengamos pruebas de tal creencia. Y Korihor no las tenía.
“Korihor sólo tendrá en cuenta las pruebas que pueden conseguirse por medio de los sentidos. En un sistema así, es mucho más fácil comprobar que Dios sí existe en lugar de lo contrario. Para comprobar que hay Dios, basta con que una persona vea, oiga o de alguna otra manera tenga alguna experiencia con Dios, y de allí en más no se puede desmentir la existencia de Él. Pero esto es lo que se necesitaría para comprobar que no hay Dios: En vista de que Dios no está atado a la tierra, tendríamos que buscarlo a lo largo y ancho del universo, y como damos por sentado que Dios tiene la capacidad de desplazarse, no sería suficiente empezar en un punto A del universo y buscar hasta llegar al punto Z. ¿Qué pasaría si después que saliéramos del punto A, Dios se ubicara en él y allí se quedara durante el resto de la búsqueda?
“En otras palabras, para que Korihor pudiese decir que no hay Dios, basándose en el mismo criterio que él acababa de proponer, tendría que percibir cada metro cúbico del universo de forma simultánea. Esto crea una paradoja: ¡Para comprobar que Dios no existe, Korihor mismo tendría que ser un dios! Por lo tanto, al declarar que no hay Dios, actúa por la ‘fe’, ¡la cosa misma por la cual tan severamente ridiculiza a los líderes religiosos!” (“Countering Korihor’s Philosophy”, Ensign, julio de 1992, pág. 21).
Alma 30:41. “Yo tengo todas las cosas como testimonio de que estas cosas son verdaderas”
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El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) hablaba sobre el poder de las creaciones de Dios para fortalecer el testimonio cuando dijo:
“¿Puede hombre alguno que haya caminado bajo las estrellas de la noche, o que haya visto el toque de la primavera sobre la tierra, dudar de la mano divina que participó en la creación? Observando las bellezas de la tierra, nos sentimos impulsados a hablar como lo hizo el salmista: ‘Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento proclama la obra de sus manos. Día a día emite palabra a otro día, y noche a noche declara sabiduría’. (Salmos 19:1–2.)
“Toda la belleza de la tierra tiene la marca del Creador Magistral” (véase Liahona, agosto de 1978, pág. 94).
Alma 30:48. Los que buscan señales
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El profeta José Smith enseñó: “Cuando vean a un hombre que demanda señal, podrán estar seguros de que es adúltero” (History of the Church, tomo III, pág. 385).
Posteriormente, el Profeta señaló: “Cuando predicaba en Filadelfia, un cuáquero me pidió una señal. Le dije que se quedara quieto, y después del sermón me volvió a pedir una señal. Le dije a la congregación que ese hombre era adúltero, que la generación inicua y adúltera demanda señal y que el Señor me había dicho en una revelación que cualquier hombre que quisiese una señal era adúltero. ‘Es cierto’, exclamó alguien, ‘pues lo he pillado en el mismísimo acto’, lo cual el hombre después confesó, cuando se bautizó” (History of the Church, tomo V, pág. 268).
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El presidente Joseph F. Smith (1838–1918) explicó más sobre los problemas de depender de los milagros para sustentar la fe: “Muéstrenme Santos de los Últimos Días que necesiten alimentarse de milagros, señales y visiones con el fin de mantenerse firmes en la Iglesia, y les mostraré miembros de la Iglesia que no están en buena condición ante Dios y que caminan por senderos peligrosos” (Gospel Doctrine, quinta edición, 1939, pág. 7).
Alma 30:52. Las mentiras y el mentir
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Para tener un mejor entendimiento sobre los males del mentir, Robert J. Matthews, ex decano de religión de BYU, explicó que “la gravedad de la mentira no se mide solamente por el daño o el dolor que haya causado al engañado, sino que también tiene un efecto devastador en el engañador. Despoja al mentiroso de su autorrespeto y le disminuye la habilidad para reconocer la diferencia entre la verdad y el error. Cuando una mentira se ha repetido con frecuencia, incluso el que la ha esparcido a sabiendas puede empezar a creerla. Éste fue el caso del anticristo Korihor, del Libro de Mormón (véase Alma 30:52–53)” (véase “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio”, Liahona, noviembre de 1998, pág. 20).
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El profeta José Smith habló de la tragedia de personas como Korihor: “Nada perjudica más a los hijos de los hombres que estar bajo la influencia de un espíritu falso creyendo que tienen el Espíritu de Dios” (History of the Church, tomo IV, pág. 573).
Alma 30:53. El engaño del diablo y la mente carnal
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Tener la mente carnal significa concentrarse en los placeres físicos o en las cosas materiales en vez de en las cosas del Espíritu. A las personas con mente carnal se les hace difícil experimentar las cosas del Espíritu. El élder Neal A. Maxwell hizo notar que este tipo de personas han perdido “‘toda sensibilidad’, después de quedar adormecid[as] por deleitar a la mente carnal” (véase Liahona, julio de 1999, pág. 27).
Alma 31:3, 8–29. La teología falsa de los zoramitas
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A pesar de que los zoramitas mataron a Korihor, parece que adoptaron un sistema de creencias parecido al de él. Fíjese en las siguientes frases de Alma 31 que describen las creencias zoramitas:
“Habían caído en grandes errores” (versículo 9).
Habían rechazado las tradiciones que ellos consideraban que eran “transmitida[s] por las puerilidades de sus padres” (versículo 16).
No querían ser “llevados en pos de las necias tradiciones de [sus] hermanos que los someten a una creencia en Cristo” (versículo 17).
Rehusaban “creer en cosas venideras, de las cuales nada sabían” (versículo 22).
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El élder Jeffrey R. Holland comentó lo siguiente sobre la influencia de Korihor en las falsas enseñanzas de los zoramitas:
“El tipo de enseñanza [de Korihor] inevitablemente tuvo influencia entre algunos de los menos fieles que, al igual que los vecinos zoramitas, ya se dedicaban a ‘[pervertir] las vías del Señor’.
“Zoram y sus seguidores son uno de los grupos apóstatas más memorables mencionados en el Libro de Mormón, principalmente porque se consideraban inusitadamente rectos… Una vez por semana, se paraban en lo alto de una torre para orar llamada Rameúmptom y, usando siempre ‘la misma oración’, daban gracias a Dios por ser mejores que todos los demás, ‘un pueblo electo y santo’, elegido por Dios para ser salvo mientras que todos los demás asimismo eran ‘elegidos’ para ser arrojados al infierno. Con la reconfortante seguridad de todo esto, se encontraban a salvo de cualquier creencia en las ‘insensatas tradiciones’ (aquí empieza a hacerse evidente el legado de Korihor) como creer en un Salvador, pues les había sido ‘dado a conocer’ que no habría Cristo…
“Alma no demoró en contrarrestar una oración tan profana y una teología igualmente impía con su propia oración en busca de ayuda divina contra esta forma de iniquidad autocomplaciente que literalmente producía angustia en su corazón” (Christ and the New Covenant, págs. 121–122).
Alma 31:5. El poder de la palabra
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La virtud o el poder de la palabra de Dios en parte se explica por el hecho de que la acompaña el testimonio del Espíritu. El Señor dijo que cuando Sus palabras se comunican por Su Espíritu, son Su voz (véase D. y C. 18:34–36). Alma consideró recurrir a predicarles la palabra a los apóstatas zoramitas, aunque ya la habían escuchado y rechazado (véase Alma 31:8–9).
El presidente Boyd K. Packer explicó una de las razones por las que tenemos que aprender las doctrinas del reino:
“La verdadera doctrina, si se la entiende, cambia la actitud y el comportamiento.
“El estudio de la doctrina del Evangelio mejorará el comportamiento de las personas más rápido que el estudio sobre el comportamiento… Por eso hacemos tanto hincapié en el estudio de la doctrina del Evangelio” (véase Liahona, enero de 1987, pág. 17).
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El presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) habló sobre el poder que tienen las Escrituras para ayudarnos a acercarnos más a Dios: “He descubierto que, cuando descuido mi relación con la Divinidad y parece que ningún oído divino me escucha y ninguna voz divina me habla, es que estoy muy, muy alejado. Si me sumerjo en las Escrituras, la distancia se acorta y la espiritualidad vuelve. Me hallo sintiendo un amor más intenso por quienes debo amar con todo mi corazón, alma, mente y fuerza, y descubro que los amo más. Se me hace más fácil acatar sus consejos” (“What I Hope You Will Teach My Grandchildren and All Others of the Youth of Zion” [discurso pronunciado a los educadores del Sistema Educativo de la Iglesia, 11 de julio de 1966], pág. 4).
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El presidente Ezra Taft Benson explicó de qué forma las Escrituras pueden ser un medio potente para bendecirnos y contestar las preguntas difíciles de la vida: “A menudo hacemos grandes esfuerzos y tratamos de aumentar los niveles de actividad en nuestras estacas; trabajamos diligentemente por aumentar el porcentaje de asistencia a las reuniones sacramentales; tratamos de obtener un mejor porcentaje de jóvenes que van a la misión; luchamos por incrementar la cantidad de casamientos en el templo. Todos éstos son esfuerzos valiosos e importantes para el crecimiento del reino, pero cuando los miembros en forma individual y como familias se compenetran en la lectura de las Escrituras en forma regular y constante, esos otros resultados llegarán en forma automática. Los testimonios aumentarán, la dedicación se fortalecerá, las familias progresarán, la revelación personal fluirá” (véase “El poder de la palabra”, Liahona, julio de1986, págs. 73–74).
Alma 31:9–11. Evitar las causas de la apostasía
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En Antiónum, la fuerza misional de Alma y sus compañeros se topó con un grupo de disidentes nefitas conocidos como zoramitas. Mormón no sólo grabó que a los zoramitas antes se les había predicado la palabra de Dios, sino que además indicó la causa de su apostasía: no querían guardar los mandamientos, no suplicaban a diario en oración al Señor, tergiversaron las vías del Señor y las oraciones que le ofrecían eran vanas y carentes de significado. Hicieron caso omiso de lo básico, como por ejemplo la diaria costumbre de ofrecer oraciones significativas y estudiar las Escrituras.
El élder Donald L. Staheli, de los Setenta, recalcó la importancia de ser constantes diariamente en lo básico del Evangelio:
“Las fervientes oraciones que ofrezcamos a diario en busca de perdón o de particular ayuda son esenciales para nuestra vida y para nutrir nuestro testimonio. Cuando ofrecemos oraciones en forma apresurada o repetitiva, o no les damos mucha importancia, o nos olvidamos de hacerlas, tendemos a perder la cercanía del Espíritu, la cual es esencial para la dirección constante que necesitamos para afrontar con éxito las pruebas de la vida cotidiana. La oración familiar por la mañana y por la noche brinda bendiciones y poder adicionales a nuestras oraciones personales y a nuestro testimonio.
“El estudiar, de forma sincera y personal, las Escrituras trae fe, esperanza y la solución para nuestros retos diarios. El leer, meditar y aplicar las lecciones de las Escrituras, junto con la oración, se convierte en un factor irremplazable para obtener y preservar un testimonio fuerte y vibrante” (Liahona, noviembre de 2004, pág. 39).
Alma 31:6–38. Zoramitas apóstatas
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Alma 30:59 indica que bajo el liderazgo de un hombre que se llamaba Zoram los zoramitas habían disentido de los nefitas. A continuación se presenta un resumen de lo que sabemos sobre sus creencias y prácticas apóstatas:
No guardaban la ley de Moisés (véase Alma 31:9).
Habían dejado de orar a diario (véase el versículo 10).
Pervirtieron las vías del Señor (véase el versículo 11).
Edificaron sinagogas con el fin de adorar un día a la semana (véase el versículo 12).
Hoy en día hay personas que también han caído en prácticas falsas parecidas. A menos que nos cuidemos de ello, también nosotros podemos caer en algunas de esas mismas trampas de oraciones rutinarias, el adorar sólo una vez por semana durante el período de tres horas sin volver a pensar en Dios durante la semana, el orar sólo en un lugar determinado o el convertirse en alguien materialista u orgulloso.
Alma 31:26–35. La oración de Alma a favor de los zoramitas
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Alma reconocía que las almas de los zoramitas apóstatas eran preciosas para Dios. Por ello, Alma oró a fin de recibir el poder y la sabiduría para llevarlos de regreso al Señor. La oración de Alma sirve de ejemplo de la actitud que deben fomentar todos los miembros y misioneros. Toda persona es de inmenso valor, y mediante el poder de Dios puede ser llevada de regreso a Él.
Mientras servía en calidad de Setenta, el élder Carlos E. Asay (1926–1999) enseñó que todas las personas son preciadas para Dios y deberían serlo para nosotros:
“Las almas de nuestros hermanos y hermanas que pueden parecer más débiles y menos honorables son preciadas. La Iglesia las necesita. Debemos hacer todo nuestro esfuerzo por conocerlas y ayudarles a reclamar las bendiciones y dicha plenas del evangelio de Jesucristo. Debemos suplicar como Alma: ‘¡…danos, oh Señor, poder y sabiduría para que podamos traer a éstos, nuestros hermanos, nuevamente a ti!’. (Véase Alma 31:35.)
“Debemos recordar que nuestra salvación está entrelazada con la de los demás. Nos deben preocupar más aquellos que parecen preocuparse menos por su fe” (“Nurturing the Less Active”, Ensign, octubre de 1986, pág. 15).
Alma 31:31–33. Consuelo en las aflicciones
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El presidente Lorenzo Snow (1814–1901) habló sobre las bendiciones que llegan por medio de las tribulaciones:
“Supongo que hablo a personas que han experimentado preocupaciones, problemas, grandes aflicciones y persecución, y que han llegado a pensar que jamás supusieron tener que tolerar tanto. No obstante, por cada cosa que han sufrido, por cada cosa que les ha acontecido y que interpretaron como un infortunio en ese momento, recibirán cuatro veces más, y aquel sufrimiento habrá obrado en ustedes una tendencia a hacerlos mejores y más fuertes y a sentir que han sido bendecidos. Al echar una mirada retrospectiva a esas experiencias, verán que han progresado en gran manera y que han subido varios tramos de la escalera hacia la exaltación y la gloria…
“Ya sea individual o colectivamente, hemos sufrido y tendremos que sufrir nuevamente; ¿y por qué? Porque el Señor lo exige de nosotros para que seamos santificados” (The Teachings of Lorenzo Snow, comp. de Clyde J. Williams, 1984, págs. 117–118).
Para meditar
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¿Por qué las enseñanzas de Korihor les llamarían la atención a algunas personas? ¿Qué ejemplos hay hoy en día de enseñanzas así?
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Alma parecía hallar su motivación para rescatar a los zoramitas en el amor a Dios y en el amor a los zoramitas. ¿Cómo podemos cultivar ese mismo tipo de amor?
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¿Qué diferencias había entre la oración de Alma y la de los zoramitas? ¿De qué formas nuestras oraciones pueden parecerse a las de los zoramitas? (véase Alma 31:15–18). ¿Cómo pueden asemejarse a las de Alma? (véase Alma 31:30–35).
Tareas sugeridas
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¿Cuáles eran algunas de las enseñanzas falsas de Korihor? Explíquele a un amigo por qué ese tipo de argumentos a la larga no sirven (véase Alma 30:13–18).
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Cuando Korihor pidió una señal de la existencia de Dios, ¿qué señales presentó Alma como prueba de que Dios vive? (véase Alma 30:44). ¿De qué forma le han fortalecido a usted la fe dichas pruebas? Escriba un párrafo que explique con brevedad de qué modo el diseño y el orden del universo son pruebas de la existencia de Dios.