Lección 18
Doy gracias por mis oídos
Objetivo
Que los niños aprecien la bendición de tener oídos y de la utilidad que éstos les prestan.
Preparación
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Estudie, con la ayuda de la oración, Marcos 7:32–35 y José Smith— Historia 1:17.
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Materiales necesarios:
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Una Biblia y la Perla de Gran Precio.
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Las siguientes láminas: 1–4, de la Primera Visión (“Las bellas artes del Evangelio” 403; 62470); 1–41, del niño con un audífono (aparato para los sordos); una fotografía del Profeta actual.
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Haga los preparativos para las Actividades Complementarias que desee llevar a cabo.
Nota al maestro: Si en su clase hay algún niño con una incapacidad física, tenga en cuenta no herir sus sentimientos; haga hincapié en todo lo que el niño pueda hacer y no en su incapacidad.
Actividades de aprendizaje
Pida a un alumno que ofrezca la primera oración.
Actividad para despertar la atención
Haga lo siguiente, hablando en voz muy baja: Salude a cada uno de los alumnos; dígales que se sienten, que levanten la mano, que la bajen, que levanten dos dedos.
Después, con el tono de voz normal, pregúnteles cómo sabían lo que tenían que hacer cuando usted les hablaba en voz tan baja.
• ¿Qué parte de su cuerpo les ayudó a oír lo que yo decía?
Nuestros oídos son una bendición para nosotros
Canción
Dirija a los niños en cantar la segunda estrofa de “Mi Padre Celestial me ama” (Canciones para los niños, pág. 16):
Me ha dado mis ojos para mirar
de la mariposa el color.
Me dio los oídos para escuchar
los sonidos de Su creación.
La vida me dio y un corazón,
y gracias a Él daré
por ser una parte de su gran creación.
Sí, mi Padre me ama, lo sé.
• ¿Qué dice la canción que nos ha dado nuestro Padre Celestial?
• ¿Con cuál de esas partes del cuerpo oímos?
• La canción nombra la parte del cuerpo con que oímos, ¿cuál es?
Dígales que se toquen las orejas y explíqueles que así se le llama a la parte de afuera y que no es con las orejas que oímos, sino con los oídos; las orejas protegen y hacen que el sonido penetre hasta el tímpano y otras partes del oído que hacen que podamos oír.
• ¿Qué debemos hacer para proteger nuestros oídos?
Explíqueles que debemos proteger los oídos de los ruidos muy fuertes y que nunca debemos meternos nada dentro del oído.
Dígales que hay personas cuyos oídos, por diversos motivos, no funcionan bien, y, por lo tanto, no pueden oír todos los sonidos que la mayor parte de la gente oye. Si los niños conocen a alguien que tenga que usar un aparato por no poder oír bien, explíqueles lo que es un audífono y muéstreles la lámina 1–41, del niño con un audífono. Hágales comprender que muchas personas que no oyen (especialmente si tienen esa incapacidad desde pequeñas) tampoco pueden hablar bien, porque los niños aprenden a hablar imitando los sonidos que oyen.
Actividad
Hágales las señas de dactilología para decir “Yo te quiero” (las que aprendieron en la lección 17).
• ¿Se acuerdan de lo que estas señas quieren decir?
Diríjalos para que ellos las hagan.
Recuérdeles que la semana pasada aprendieron cómo podemos hacer hablar a las manos con ese lenguaje de señas; dígales que las personas que no oyen se pueden comunicar de otras maneras, como por ejemplo, con ese lenguaje, o escribiendo o leyendo los labios.
Relato
Reláteles con palabras sencillas la historia de Jesús y el hombre sordo, que se encuentra en Marcos 7:32–35.
• ¿Cómo creen que el hombre sordo se sintió cuando se dio cuenta de que podía oír?
Haga hincapié en que el poder oír es una gran bendición.
Con los oídos oímos sonidos
Actividad
Dígales que van a practicar un poco cómo usar los oídos.
Haga pasar al frente a un alumno y dígale al oído el nombre de un animal conocido o de un objeto que haga un sonido que les sea familiar. Dígale que haga el sonido de eso que usted le nombró para que toda la clase oiga y que los otros niños adivinen de qué se trata. (Puede mencionar cosas como una vaca, un perro, un teléfono, un auto en marcha, una bocina de automóvil, etc.) Permita que todos los niños participen en esta actividad.
Hable con la clase sobre algunos sonidos muy importantes que pueden oír, como la voz de nuestros padres o sonidos que les advierten de un peligro (el sonido de una sirena, el de un auto, etc.).
• ¿Cuáles son los sonidos que más les gusta oír?
Con los oídos escuchamos las enseñanzas de nuestro Padre Celestial y de Jesús
Dígales que se sienten en silencio y escuchen.
• Escuchen con atención. ¿Qué oyen?
Mencione los diversos sonidos que se oigan en ese momento, como de puertas que se abren y cierran, gente que habla en los pasillos, música del piano o del órgano, o quizás el viento o la lluvia.
• ¿Qué otros sonidos oímos en la Iglesia?
Dígales que oímos a los maestros, a nuestros padres, a las hermanas líderes de la Primaria, al obispo y a otras personas que nos hablan.
• ¿Por qué es importante que escuchemos lo que digan esas personas?
Explíqueles que todas esas personas nos enseñan lo que nuestro Padre Celestial y Jesucristo quieren que hagamos.
Relato
Muéstreles la lámina 1–4, de la Primera Visión, y pregúnteles si se acuerdan de algo de lo que muestra la lámina. Abra la Perla de Gran Precio y léales lo que el Padre Celestial le dijo a José Smith, que se encuentra en José Smith—Historia 1:17: “Éste es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!”
Haga que los niños repitan junto con usted estas palabras unas cuantas veces. Dígales que nuestro Padre Celestial quiere que escuchemos lo que Él y Jesús dicen; explíqueles que aunque Ellos no hablen directamente a cada uno de nosotros, si escuchamos a nuestros padres, maestros y líderes de la Iglesia, ellos nos dirán lo que el Padre Celestial y Jesús quieren que sepamos. El Espíritu Santo también nos ayuda a saber lo que el Padre Celestial y Jesucristo quieren de nosotros.
Muéstreles la lámina del Profeta actual de la Iglesia.
• ¿Quién es este señor?
Explíqueles que nuestro Padre Celestial y Jesús nos hablan por medio de los líderes de la Iglesia, especialmente del Profeta y del obispo. Esos líderes nos dirán lo que el Padre Celestial y Jesucristo quieren que hagamos y debemos escucharlos con mucha atención.
Testimonio
Exprese la gratitud que usted siente por el don del oído.
Actividades complementarias
Elija algunas de las siguientes actividades para llevar a cabo durante la lección.
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Haga que los niños cierren los ojos y se los cubran con las manos; toque la cabeza de uno de ellos y ese niño debe decir: “Doy gracias por mis oídos”; después, los otros niños deben adivinar de quién era la voz que oyeron. Siga, hasta que cada uno haya tenido la oportunidad de hablar.
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Haga con los niños el siguiente verso de movimiento:
Mi cuerpo maravilloso
Tengo este cuerpo tan bueno (con un ademán de las manos indicar el cuerpo);
mi Padre Celestial lo hizo para mí.
Con los ojos yo lo veo todo (poner las manos sobre los ojos en visera, como tratando de ver);
con los oídos puedo oír. (Poner la mano ahuecada detrás de la oreja, como tratando de oír).
Tengo dos manos que puedo juntar (juntar las manos),
dos pies ligeros que quieren correr (mover los pies como corriendo, sin salirse del lugar),
muchos dientes blancos para masticar (hacer como que mastica)
y una nariz que puede oler (hacer como que huele una flor).
Mi cuerpo yo puedo doblar (doblar el cuerpo);
doy una vuelta en derredor (dar una vuelta en redondo con el cuerpo).
Si me agacho, me puedo sentar (sentarse).
Cruzo los brazos y estoy mejor (cruzar los brazos).
Pararme, doblarme, oír y mirar (hacer los movimientos correspondientes a estas acciones);
todo esto lo puedo hacer yo
porque mi buen Padre Celestial
un cuerpo como el suyo me dio.
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Coloque a los alumnos uno junto a otro, mirando todos en la misma dirección; colóquese usted detrás, fuera del alcance de la vista de ellos, y haga con las manos o con algún objeto sonidos diferentes y dígales que adivinen lo que está haciendo. Golpee las manos, haga un chasquido con los dedos, haga sonar una campanilla, etc. Después, deje que ellos repitan los sonidos.
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Si puede conseguir una grabadora, grabe con anticipación sonidos típicos de su vecindario, como los ladridos de un perro, el canto de pájaros, risas de personas, ruidos de niños que juegan, etc. Hágales escuchar la grabación para ver si pueden reconocer los diversos sonidos.
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Enséñeles alguna canción o una frase sencilla en dactilología (el lenguaje de los sordos). Si conoce a alguien que lo sepa, pídale que vaya a la clase y haga las señas de la canción “Soy un hijo de Dios” mientras los niños la cantan.
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Siéntese con los niños formando un círculo y diga al oído, en voz baja, un breve mensaje al niño que esté junto a usted; ese niño, a su vez, debe repetirlo al que está sentado a su lado, y así sucesivamente hasta que el mensaje haya pasado de boca en boca alrededor del círculo; el último que lo reciba debe repetirlo en voz alta. Compare con la clase lo que el niño diga con lo que usted le dijo al primero para ver si el mensaje ha cambiado.
Después de esta actividad, pregúnteles con qué parte del cuerpo oyeron el mensaje. Hágales recordar que deben agradecer al Padre Celestial el tener oídos y poder oír.
Otras actividades para los niños más pequeños
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Si es posible, lleve a los niños afuera y dígales que si se quedan muy callados, escucharán diferentes sonidos. Pregúnteles qué oyen. Cuando vuelvan a la sala de clase, repasen los sonidos que hayan oído mientras estaban afuera. 2. Haga que los niños se pongan de pie y dígales el verso siguiente, mientras realiza los movimientos que las palabras indican:
Me toco los ojos
Me toco los ojos,
me toco los pies,
me toco una oreja,
la nariz también.
Las manos estiro
el techo a tocar.
Más alto, más alto,
el cielo alcanzar.
Me cruzo de brazos
para descansar.
Y luego en silencio
me voy a sentar.