Lección 1
Soy un hijo de Dios
Objetivo
Que los niños comprendan que somos hijos espirituales de nuestro Padre Celestial, y que Él nos conoce y nos ama individualmente.
Preparación
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Estudie, con la ayuda de la oración, Éxodo 2:1–10; Salmos 82:6; Doctrina y Convenios 138:55–56 y Moisés 1:1–6 y consulte también Principios del Evangelio (31110 002), capítulo 2.
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Hable con los padres de sus alumnos para averiguar dos o tres cualidades sobresalientes de cada uno de ellos.
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Materiales necesarios:
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Una Biblia y una Perla de Gran Precio.
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Una bolsita de granos o un objeto pequeño y blando.
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La lámina 1–1, “El mundo” (62196); la lámina 1–2, “Moisés en la arquilla de juncos” (“Las bellas artes del Evangelio”, 106; 62063).
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Haga los preparativos para las Actividades Complementarias que desee llevar a cabo.
Actividades de aprendizaje
Pida a un alumno que ofrezca la primera oración.
Actividad para despertar la atención
Canten “Soy un hijo de Dios” (Himnos, Nº 196; Canciones para los niños, pág. 2).
Soy un hijo de Dios;
Él me envió aquí.
Me ha dado un hogar
y padres buenos para mí.
Guíenme; enséñenme
la senda a seguir
para que algún día yo
con Él pueda vivir.
Al mismo tiempo que le tira a un niño la bolsita de granos o el objeto blando, dígale: “Conozco a un hijo (hija) de Dios que se llama ” y haga que el niño diga su propio nombre, después de lo cual le devolverá la bolsita. Repita esta acción con cada uno de los alumnos hasta que todos hayan tenido su oportunidad.
Somos hijos espirituales de nuestro Padre Celestial
• ¿Quién es el Padre Celestial? (Emplee las respuestas de los niños como orientación para explicarles esta parte de la lección de acuerdo con su nivel de comprensión.)
Muéstreles la lámina 1–1, “El mundo”, y explíqueles que antes de nacer en esta tierra, siendo espíritus, vivíamos en el cielo con nuestro Padre Celestial; y que el espíritu es lo que está dentro de nosotros y nos da vida; que cuando éramos espíritus, no teníamos un cuerpo de carne y huesos como el que ahora tenemos, pero teníamos el mismo aspecto.
Dígales que nuestro Padre Celestial es el padre de nuestro espíritu y que, por lo tanto, somos Sus hijos espirituales. Aunque no recordamos que vivimos con nuestro Padre Celestial antes de venir a la tierra, sabemos que somos Sus hijos espirituales porque las Escrituras nos lo enseñan.
Muéstreles la Biblia y lea Salmos 82:6, explicándoles que el Altísimo se refiere al Padre Celestial. Haga hincapié en el hecho de que toda persona de esta tierra es hija de nuestro Padre Celestial.
Canción
Canten de nuevo “Soy un hijo de Dios”. Dígales que Dios es otro nombre que le damos a nuestro Padre Celestial.
Nuestro Padre Celestial nos conoce y nos ama individualmente
Explique a la clase que nuestro Padre Celestial nos quiere mucho porque somos Sus hijos; Él nos conoce individualmente, sabe nuestro nombre y todos los detalles de nuestra personalidad; sabe lo que nos alegra y lo que nos entristece, y sabe qué es lo mejor para cada uno de nosotros.
Actividad
Diga con la clase el siguiente poemita y repítalo varias veces con los niños, haciendo al mismo tiempo los movimientos que se describen después de algunos de los versos.
Mi Padre Celestial me conoce
Mi Padre Celestial me conoce (señalarse a sí mismo);
sabe lo que me gusta hacer. Mi nombre sabe y donde vivo (unir las puntas de los dedos, formando un tejado).
Yo sé que me ama Él (poner los dedos a los lados de la boca sonriente)
Sabe lo que me pone alegre (poner los dedos a los lados de la boca sonriente).
y lo que me hace infeliz (poner los dedos a los lados de la boca con expresión de tristeza)
Sé que quiere ayudarme (señalarse a sí mismo) y eso me hace muy feliz.
Pida a uno de los alumnos que pase al frente y, empleando la información que recibió de los padres, diga a la clase que el Padre Celestial conoce las cualidades sobresalientes de ese niño en particular. Por ejemplo, si se tratara de una niña que se llama Emilia, podría decir: “Nuestro Padre Celestial sabe que Emilia se porta muy bien, ayuda a su mamá y casi siempre está sonriente y de buen humor”. Continúe haciendo lo mismo hasta que haya llamado a todos los niños.
Explíqueles que cuando hacemos algo bueno y lo hacemos con amor, nos parecemos a nuestro Padre Celestial.
Podemos llegar a ser como nuestro Padre Celestial
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¿Cómo se le llama al hijito de una perra?
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¿Y cómo se le llamará a ese cachorro cuando crezca y llegue a adulto?
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¿Cómo se le llama al hijito de una gallina?
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¿Y cómo se le llamará al pollito cuando crezca?
Explíqueles que así como los animalitos se parecen a sus padres cuando crecen, también nosotros, al crecer, nos parecemos a los nuestros. El Padre Celestial es el padre de nuestro espíritu y por eso podemos progresar hasta llegar a ser como Él. Él es amoroso, bueno y bondadoso, y quiere ayudarnos; cuando nosotros somos amorosos, buenos y bondadosos, nos parecemos a nuestro Padre Celestial. Dígales que día tras día debemos esforzarnos por parecernos más a Él.
Mi Padre Celestial tiene una obra importante para nosotros
Relato
Muestre la lámina 1–2 de Moisés en la arquilla de juncos y relate la historia que se encuentra en Éxodo 2:1–10, que describe la forma en que la hija del Faraón salvó a Moisés del peligro cuando éste era un bebé.
Explique a los niños que Moisés llegó a ser uno de los ayudantes principales de nuestro Padre Celestial, un Profeta. El Padre Celestial le dijo que él era Su hijo y que tenía una obra importante para él (véase Moisés 1:4, 6). Léales la primera frase de Moisés 1:6 y explíqueles que Moisés llevó a cabo esa obra al sacar a los israelitas de Egipto, donde se les trataba con crueldad, y llevarlos a otra tierra donde él (Moisés) les enseñó los mandamientos de nuestro Padre Celestial.
Haga pasar a los niños, uno por uno, al frente de la clase y ayúdeles a repetir la frase de Moisés 1:6, substituyendo el nombre “Moisés” con el de los niños: “Tengo una obra para ti, (nombre del niño o de la niña), hijo mío (o hija mía)”.
Dígales que nuestro Padre Celestial nos tiene reservadas cosas importantes para hacer mientras estemos en la tierra, como por ejemplo, cumplir una misión, ser madres o padres, ser maestros, o ayudar en la Iglesia y en la comunidad.
• ¿Qué obra importante podría tener nuestro Padre Celestial para ustedes?
Actividad
Dirija a los niños para que hagan la pantomima de lo que quieren ser cuando crezcan, como ser padres acunando a un bebé, ser misioneros repartiendo folletos o maestros enseñando una clase.
Testimonio
Dígales que siempre deben recordar que son hijos espirituales de nuestro Padre Celestial y que Él los conoce y los quiere. Ayúdeles a comprender que pueden llegar a parecerse más a su Padre Celestial y que cada uno de ellos tiene una obra importante para realizar en esta tierra. Si lo desea, cuénteles una experiencia que usted haya tenido que le haya demostrado que el Padre Celestial le conoce y le ama.
Actividades complementarias
Elija algunas de las siguientes actividades para llevar a cabo durante la lección:
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Muestre a la clase fotografías o láminas de varias personas, o hable a los niños de personas que ellos conozcan, y pregúnteles: “¿Es esta persona hija de Dios?” Por ejemplo: “¿Es el obispo (presidente de la rama) hijo de Dios?” “¿Es el policía (el almacenero, el lechero) hijo de Dios?” “¿Son los vecinos de ustedes hijos de Dios?” Y así sucesivamente. Ayúdeles a comprender que todos somos hijos de Dios.
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Para hacer hincapié en el hecho de que nuestro Padre Celestial nos conoce y se preocupa por cada uno de Sus hijos, haga que ellos terminen frases como éstas: “Mi Padre Celestial sabe que estoy triste cuando __________”, “Mi Padre Celestial sabe que estoy alegre cuando __________”, “Mi Padre Celestial sabe que lo que más me gusta hacer es __________”, “Mi Padre Celestial sabe que me gusta venir a la Primaria porque __________”. Siga haciendo lo mismo con distintas frases hasta que todos hayan participado.
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Explíqueles que nuestro Padre Celestial es el Rey del cielo y de la tierra y que, por ser Sus hijos, nosotros somos príncipes y princesas. Haga con anticipación una corona sencilla de cartulina para cada niño y escriba en cada una: “Soy hijo (hija) de Dios”. Deje que ellos las coloreen.
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Canten o repitan juntos las dos estrofas de “Dios vive” (Himnos, Nº 199; Canciones para los niños, pág. 8).
Otras actividades para los niños más pequeños
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Dígales que piensen en algo que les guste (también podría preguntar a los padres con anticipación). Pregunte a cada uno en qué pensó y luego dígale que nuestro Padre Celestial sabe que eso le gusta. Por ejemplo: “Nuestro Padre Celestial sabe que a Raquel le gustan los gatos”.
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Ayude a los niños a realizar los movimientos que acompañan el siguiente verso de movimiento:
Si eres alto y derechito (estirarse y levantar los brazos a la mayor altura posible),
en la iglesia hay lugar para ti.
Y si eres muy pequeñito (agacharse),
en la iglesia hay lugar para ti.
Alto, muy alto (estirarse con los brazos levantados),
o pequeño (agacharse), da igual,
Alto, muy alto (estirarse con los brazos levantados),
o pequeño (agacharse), da igual,
a todos nos ama (cruzar los brazos sobre el pecho, como abrazándose)
nuestro Padre Celestial.
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Ayude a los niños a realizar los movimientos apropiados para el verso siguiente, mientras usted dice las palabras:
El pequeño Moisés
El bebé Moisés en un barquillo durmió (Hacen canastita con la mano izquierda y colocan en ella el dedo índice de la mano derecha).
Y mi hermana desde la orilla vigiló (colocar los dedos enfrente de los ojos formando rejillas).
Y en sus brazos lo tomó (hacer moción de levantar un bebé y sostenerlo en brazos).
Dijo: “A este bebé de todo peligro cuidaré” (mecer al bebé en los brazos).
(Tomado de Fascinating Finger Fun, de Eleanor Doan. ©1951. Usado con permiso. Traducción libre.)