Lección 28
Puedo ser obediente
Objetivo
Que los niños sientan el deseo de obedecer a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo, y también a sus padres terrenales.
Preparación
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Estudie, con la ayuda de la oración, Daniel 3; Juan 14:15; Efesios 6:1. Vea también Principios del Evangelio (31110), capítulo 35.
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Materiales necesarios:
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Las Escrituras.
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Las siguientes láminas: 1–5, de una familia con un bebé (62307); 1–8, del momento de repartir la Santa Cena (62021); 1–9, de un niño dando la oración de la mañana (62310); 1–46, de los niños dando flores a su mamá; 1–55, del Sermón del Monte (“Las bellas artes del Evangelio” 212; 62166); 1–56, de los tres hombres en el horno ardiendo (“Las bellas artes del Evangelio” 116; 62093).
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Haga los preparativos para las Actividades Complementarias que desee llevar a cabo.
Actividades de aprendizaje
Pida a un alumno que ofrezca la primera oración.
Actividad para despertar la atención
Con amabilidad pida a los niños que efectúen diversos movimientos, como ponerse de pie, darse vuelta, extender los brazos hacia arriba, tocarse los pies y sentarse; déles las gracias por haber hecho lo que usted les pidió. Dígales que al hacer lo que usted les dijo, fueron obedientes.
Nuestro Padre Celestial y Jesucristo quieren que obedezcamos a nuestros padres
Muéstreles la lámina 1–5, de la familia con un bebé.
• ¿Qué ven en esta lámina?
Señale al bebé y dígales que todos vinimos a la tierra siendo bebés. Hágales notar que por ser tan chiquitos e indefensos, los bebés necesitan una persona grande y mayor que los cuide.
• ¿Quién los cuidó a ustedes cuando eran bebés?
• ¿Quién los cuida ahora?
Dígales que las personas que los cuidan ahora, como sus padres, abuelos y otros familiares, los quieren y desean que estén a salvo y felices.
• ¿Qué les enseñan sus padres que no deben hacer?
Hable con ellos de las cosas que podría ocurrírseles hacer y que quizás les hicieran daño, como por ejemplo, jugar en la calle, tocar una estufa o plancha caliente, tomar un cuchillo en la mano, correr pendiente abajo o pelear con sus hermanos.
• ¿Por qué sus padres no quieren que ustedes hagan esas cosas?
Hablen de todo lo agradable que pueden hacer, sin lastimarse ni ponerse en peligro, como jugar con sus juguetes, salir a pasear con sus padres, ser buenos con sus hermanos, etc.
• ¿Por qué les dejan sus padres hacer esas cosas?
• ¿Por qué deben obedecer a sus padres?
Explíqueles que nuestros padres nos quieren mucho y desean que hagamos lo que nos va a hacer felices y no nos va a causar daño.
Actividad
Haga que los alumnos se pongan de pie para el siguiente verso con movimientos:
A mis manos les gusta jugar (agitar los dedos de las manos) y mis pies quieren correr (mover los pies sin salir del lugar, como corriendo); pero si mamá [papá] me empieza a llamar (hacer con la mano señas de llamar a alguien), quiero en seguida obedecer.
• ¿Qué sienten ustedes cuando obedecen en seguida el llamado de sus padres?
• ¿Qué sienten al hacer otras cosas que sus padres les dicen que hagan?
Explíqueles que cuando obedecemos a nuestros padres, nos sentimos contentos y también ellos están contentos porque les obedecimos.
Dígales que nuestro Padre Celestial y Jesús quieren que obedezcamos a nuestros padres. Léales Efesios 6:1 y explíqueles lo que quiere decir.
Canción
Canten o repitan la letra de “Obediencia” (Canciones para los niños, pág. 71):
Si mi madre llama,
he de obedecer.
Yo quiero siempre mejorar
y el bien hacer.
Si mi padre llama,
he de obedecer.
Yo quiero siempre mejorar
y el bien hacer.
El Señor me ama.
Lo he de obedecer.
Yo quiero siempre mejorar
y el bien hacer.
Nuestro Padre Celestial y Jesús quieren que obedezcamos los mandamientos
Muéstreles la lámina 1–55, del Sermón del Monte.
• ¿Quién es el que aparece en la lámina?
Explíqueles que cuando Jesús estuvo en la tierra, enseñó a las personas lo que el Padre Celestial quería que éstas hicieran; esas enseñanzas se llaman mandamientos. Muéstreles las Escrituras y dígales que en esos libros se encuentran escritos los mandamientos.
Actividad
Abra la Biblia y lea a los alumnos Juan 14:15; dígales que Jesús fue quien dijo esas palabras y que guardar en ese caso quiere decir obedecer. Hágales repetir con usted ese pasaje unas cuantas veces.
• ¿Cuáles son algunos de los mandamientos que nuestro Padre Celestial y Jesucristo quieren que obedezcamos?
Emplee las siguientes láminas para hablarles de los mandamientos que deben obedecer:
Lámina 1–5, de la familia con un bebé: Amar a los miembros de la familia.
Lámina 1–8, de la Santa Cena: Asistir a las reuniones de la Iglesia.
Lámina 1–9, de una niña orando: Orar a nuestro Padre Celestial.
Lámina 1–46, de los niños dando flores a la madre: Ser bondadosos y amables para con los demás.
• ¿Qué hace por nosotros nuestro Padre Celestial cuando obedecemos los mandamientos?
Cuando lo obedecemos, nuestro Padre Celestial nos bendice
Relato
Reláteles brevemente la historia de Sadrac, Mesac y Abed–nego, que se encuentra en Daniel, capítulo 3. En el momento apropiado, muéstreles la lámina 1–56, de los tres hombres en el horno ardiente. Explíqueles que uno de los mandamientos de nuestro Padre Celestial es que oremos sólo a Él y que no debemos orar ni a otras personas ni a las imágenes, que solamente son estatuas. Dígales que Sadrac, Mesac y Abed–nego conocían los mandamientos del Padre Celestial y querían obedecerle; por ese motivo se negaron a orar a la estatua de oro como el rey lo mandaba. Por haber sido obedientes al Padre Celestial, Él los bendijo protegiéndolos del fuego, y a pesar de estar entre las llamas, no se quemaron.
• ¿Por qué no quemó el fuego a Sadrac, Mesac y Abed–nego?
• ¿Qué habrán sentido los tres muchachos al verse protegidos del fuego por el Padre Celestial?
Testimonio
Dígales lo que usted piensa sobre la importancia de obedecer a nuestros padres y al Padre Celestial y a Jesús. Hábleles de lo feliz que se siente al obedecer los mandamientos.
Actividades complementarias
Elija algunas de las siguientes actividades para llevar a cabo durante la lección.
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Cante o repita la primera estrofa de “Siempre obedece los mandamientos” (Canciones para los niños, pág. 68) o la segunda estrofa de “Mis manitas” (Canciones para los niños, pág. 126).
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Invite a los niños, por turno, a dar algunas instrucciones al resto de la clase, tales como: “pónganse de pie” y “tóquense la cabeza” y vea que todos lo hagan.
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Utilice la caña de pescar que preparó para enseñar la lección 11 y prepare algunos pececitos de papel con instrucciones sencillas escritas en cada uno, tales como: “crucen los brazos”, “repitan ‘Jesús dijo: Si me amáis, guardad mis mandamientos’ ”, “caminen reverentemente alrededor del salón”, “sonrían a los otros niños” y “canten con el resto de la clase ‘Soy un hijo de Dios’ ”. Dé a cada niño la oportunidad de atrapar un pececito de papel y de seguir la instrucción en él escrita.
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Repase la historia de Noé, poniendo énfasis en el hecho de que Noé y su familia se salvaron de morir en el diluvio porque fueron obedientes a los mandamientos.
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Dé a cada niño una hoja de papel en la que usted haya dibujado de antemano una cara sonriente y escrito Soy feliz cuando obedezco. Permita que los niños coloreen las caras.
Otras actividades para los niños más pequeños
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Dirija a los niños para que hagan los movimientos con los dedos que corresponden al verso siguiente:
Deditos atareados (levantar una mano con el puño cerrado),
¿quién me ayuda a obedecer hoy?
Y los deditos contestan:
“Yo voy”, “Yo voy”, “Yo voy”, “Yo voy”, “Yo voy” (con cada “Yo voy” levantar, uno a uno, los mismos dedos de las dos manos).
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Lleve a la clase varios artículos que sirvan para proteger una parte del cuerpo, por ejemplo, zapatos, un sombrero y guantes de invierno. Pregúnteles qué clase de protección ofrece cada uno (los zapatos protegen los pies, etc.). Dígales que obedecer a nuestros padres también nos protege. Déles ejemplos de algunas reglas que sirvan para protegernos y hablen con respecto a ellas.
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Levante las manos y demuestre a los niños cómo mueve los dedos. Haga que ellos levanten las suyas, las abran y las cierren y muevan los dedos. Explíqueles que podemos mover nuestras propias manos y dedos pero no los de otras personas y que, de esa manera, podemos hacer que nuestras manos nos obedezcan cuando alguien nos pide que hagamos algo; haga hincapié en que el obedecer nos hace sentir contentos.
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Dirija a los alumnos para que hagan los movimientos correspondientes al verso siguiente, mientras usted les dice las palabras:
Me gustan mis manos
Me gustan mis manos; son amigas mías (poner las manos frente a la cara y mirarlas);
están atareadas hasta el fin del día (hacer movimientos de diversas acciones como lavarse las manos, limpiar muebles, peinarse, etc.).
Pueden estar quietas (poner las manos una sobre otra) y pueden aplaudir (aplaudir);
y si se portan bien, me hacen muy feliz.