La enseñanza con este manual
Este manual contiene lecciones para enseñar a los niños que hayan cumplido tres años antes del 1º de enero de cada año. Los maestros pueden también adaptarlo para emplearlo con los niños de dieciocho meses a tres años de edad. Los niñitos que no hayan cumplido los tres años y asistan a la Primaria deben estar en la guardería, separados de los de tres años, a menos que el barrio o la rama sea muy pequeño. Si en una de estas clases hubiera más de ocho o diez alumnos, la clase se puede dividir.
Los maestros de la guardería deben leer detenidamente la sección titulada “Cómo adaptar este manual para utilizarlo en la guardería”, que comienza en la página XI.
Se espera que los líderes y maestros oren para determinar cómo pueden organizar mejor las clases y emplear las lecciones y actividades de este manual a fin de atender a las necesidades de los niños de su barrio o rama.
La clase de los niños de tres años
Asisten a esta clase todos los niños que hayan cumplido los tres años antes del 1º de enero de cada año.
El propósito de esta clase
El propósito de la clase para los niños de tres años es que éstos desarrollen una mayor comprensión y amor por nuestro Padre Celestial y Jesucristo, que tengan experiencias positivas en la Primaria y que aumente su estima individual.
La oración
Cada clase debe comenzar y terminar con una oración, dada por uno de los niños. Generalmente, se da la oración de apertura al empezar la lección y la de clausura al terminarla. Enseñe a los niños a dar oraciones breves y sencillas y, si es necesario, ayúdeles a hacerlo.
La duración de las clases
Esta clase ofrece una transición gradual de la guardería a la Primaria regular. Durante la primera parte del año, quizás sea mejor que los niños de tres años tengan el Tiempo para Compartir y las actividades en su propia sala de clase; el resto del año pueden asistir al Tiempo para Compartir de los otros niños de la Primaria. El momento de hacerlo debe determinarse según la madurez de los alumnos. Obsérvelos para ver si están listos para el cambio y consulte con la presidencia de la Primaria para decidir cuándo lo llevarán a cabo. De todos modos, los niños de tres años deben asistir durante todo el año a los ejercicios de apertura o de clausura con los demás alumnos de la Primaria.
Normalmente, la Primaria tiene una duración de una hora y cuarenta minutos. Los ejercicios de apertura y de clausura duran veinte minutos, y se da un período de cinco minutos para que los niños vayan a sus respectivas salas de clase. Mientras los de tres años tengan el Tiempo para Compartir en su propia sala, el período de clase es de setenta y cinco minutos de duración. A continuación, se sugiere un programa que se puede adaptar de acuerdo con las necesidades de la unidad:
Bienvenida: |
10–15 minutos |
Lección: |
25–30 minutos |
Tiempo para Compartir y actividades: |
20–25 minutos |
Clausura: |
10–15 minutos |
Cuando los niños de tres años empiecen a participar del Tiempo para Compartir con el resto de la Primaria, el período de clase será de cuarenta minutos de duración y consistirá en la lección y en una apertura y una clausura más cortas.
Bienvenida: El propósito de estos momentos es que los niños tengan la oportunidad de conversar con el maestro y entre sí en un ambiente en el que se sientan cómodos. Se sentirán más seguros y estarán más contentos de hallarse en la Primaria si durante este período tienen la libertad de moverse en la sala.
Haga que cada alumno se sienta bienvenido y esté cómodo en la clase; demuéstreles amor, amabilidad y respeto con sus palabras y sus acciones; hable con ellos de los intereses y las necesidades que tengan. Algunos temas apropiados para esas conversaciones son:
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Experiencias recientes que los niños hayan tenido, como el nacimiento de un hermanito o un paseo especial con la familia.
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Actividades durante un feriado.
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El estado del tiempo.
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Observaciones especiales sobre la naturaleza.
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Detalles de la conducta social, como por ejemplo, saber escuchar y compartir, y tener buenos modales.
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Actos de bondad.
Durante este período, se pueden emplear también juegos con los dedos, ejercicios de agacharse y estirarse y canciones, a fin de calmar la inquietud natural de los niños.
La lección: Siga el esquema general de la lección, adaptando lo que sea necesario para su clase; concéntrese en el nivel de comprensión y en los intereses de los niños. Elija los relatos y las actividades que se presten más a enseñar a los alumnos los principios importantes que se hacen destacar en la lección. Seleccione de las “Actividades Complementarias” aquellas que, de acuerdo con su criterio, sean de mayor beneficio para los niños de su clase; utilícelas todas las veces que desee durante la lección. Los niños aprenden por medio de la repetición; por esta razón, es conveniente que emplee la misma actividad, canción, relato o pasaje de las Escrituras más de una vez durante la lección o en lecciones posteriores.
Enseñe todas las lecciones de acuerdo con el orden que tienen en el manual, con excepción de la 45 y la 46, que son para Pascua y para Navidad, respectivamente.
El Tiempo para Compartir y las actividades: Cuando tenga el Tiempo para Compartir en la clase, en lugar de tenerlo con los otros niños de la Primaria, emplee las actividades de la lección y las que aparecen en la sección “Actividades Complementarias”. Si lo desea, puede repetir algunas de las lecciones anteriores que a los niños les hayan gustado particularmente. Programe un tiempo para dedicar a cantar canciones de la Primaria (véase “La música en la sala de clase”, pág. VIII). Anime a los alumnos a participar en estas actividades y a expresar sus ideas en la clase.
Después de que los niños de tres años empiecen a tener el Tiempo para Compartir con el resto de la Primaria, tal vez se le pida que su clase haga una presentación durante ese período. Haga planes para que todos los niños participen en la presentación y que ésta sea sencilla y sobre un tema del Evangelio. A continuación, hay algunas sugerencias:
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Dirija a los niños en una dramatización de algún relato o situación que hayan tratado ya en una lección.
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Diríjalos para que presenten un relato de una lección con la ayuda de láminas.
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Pida a cada niño que escoja una breve línea de las Escrituras o un pensamiento sobre algún principio del Evangelio para leerlo a la clase o recitarlo de memoria.
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Dirija a los niños en una canción que trate del principio del Evangelio que hayan estado aprendiendo.
La clausura: Al terminar la lección, repase y resuma las ideas principales que haya enseñado; mencione una o dos frases de las Escrituras que haya empleado en la lección; haga hincapié en las ideas principales a fin de que los niños las recuerden para compartirlas con sus familias. Pida a un alumno que ofrezca la última oración.
Cómo preparar las lecciones
La clave principal para enseñar a los niños pequeños es amarlos y conocer bien a cada uno de ellos. Aprenda el nombre de cada uno y, al dirigirse a sus alumnos, nómbrelos; tenga con ellos una relación cercana y entérese de cómo viven y qué hacen. Trate de encontrar la forma de que todos participen en las lecciones, en especial los que sean tímidos, y en hacer que éstas tengan una aplicación personal para los niños. Demuestre su cariño e interés a cada uno de ellos.
La segunda clave es estar bien preparado. Empiece a preparar la lección por lo menos una semana antes; para comenzar, léala toda; después, estúdiela y ore para determinar la mejor forma de enseñar los principios a los alumnos de su clase en particular. Elija algunas Actividades Complementarias para reforzar los principios de la lección y mantenga el interés de los niños haciéndolos participar a menudo. Prepárese para tener varios tipos de actividades, y sea flexible en cuanto a éstas teniendo en cuenta las necesidades de sus alumnos. Aprenda bien la lección para no tener que consultar el manual durante la clase, y mantenga contacto visual con los niños tanto como le sea posible. Al preparar las lecciones, ore a menudo y pida la ayuda del Espíritu Santo para que sea su guía en la preparación y la enseñanza.
Cómo presentar las lecciones
Al enseñar los principios del Evangelio a los niños, debe inculcarles el amor por el Evangelio. Las sugerencias siguientes le ayudarán a lograr que los niños de su clase disfruten de la Primaria:
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Dé a los alumnos muchas oportunidades de hablar y participar en la clase.
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Escúchelos cuando hablen, y responda siempre en forma positiva y apropiada.
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Tenga entusiasmo por su llamamiento. Si usted disfruta de la Primaria, los niños también disfrutarán.
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Hábleles siempre con un tono de voz suave y bondadoso.
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Sea una persona paciente, bondadosa y cariñosa con los niños, especialmente cuando éstos estén cansados o inquietos.
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Haga destacar el buen comportamiento y pase por alto el mal comportamiento siempre que sea posible.
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Prepare diversas actividades y sea flexible en el uso de éstas para cubrir las necesidades de los niños. Tenga en cuenta que el período de atención de los niños pequeños es muy corto y que necesitan moverse con frecuencia.
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Si surgen entre ellos discusiones o peleas, trate de desviarles la atención hacia algo positivo y más interesante.
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Recuerde que a los niños de estas edades les gustan los cuentos, las láminas y otras ayudas visuales, la música y el movimiento; también disfrutan de la repetición frecuente de las actividades y canciones, especialmente de aquellas que conocen bien.
La música en la sala de clase
En cada una de las lecciones de este manual se han incluido canciones que hacen destacar las enseñanzas del Evangelio. No es necesario que tenga gran talento musical para hacer que las canciones que se canten en la clase sean agradables y significativas. Los niños no percibirán si usted canta bien o mal; lo único que notarán es que le gusta cantar. Aprenda bien cada una de las canciones y practíquelas al preparar la lección. Si puede conseguir la música de Canciones para los niños, ésta está disponible en casetes (52538 002) y en discos compactos (50177 002) que le ayudarán a aprender bien las canciones; también los puede utilizar al cantar en la clase.
La repetición de los cantos es la mejor manera de enseñárselos a los niños; puede incluso emplear el mismo varias veces durante la lección. Los movimientos sencillos también contribuyen a que los aprendan bien y disfruten más al cantarlos. Si los alumnos saben de memoria una canción y disfrutan al cantarla, repítanla seguido durante la lección, el Tiempo para Compartir o las actividades.
Haga lo siguiente a fin de enseñar una canción o un verso con movimientos:
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Apréndalo de memoria antes de la clase.
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Empiece por cantarlo usted o recitarlo una vez a la clase. Si va acompañado de movimientos, hágalos un poco exagerados.
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Invite a los niños a que lo canten o repitan con usted. Al principio no recordarán las palabras o la letra, pero si repiten la canción o el verso con movimientos varias veces, terminarán por aprenderlo de memoria.
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Cuando lo presente a la clase, hágalo con lentitud para que los alumnos entiendan bien las palabras y vayan grabándose los movimientos en la memoria.
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De vez en cuando, utilice ayudas visuales para presentarles un canto o verso nuevo. Los niños prestan más atención y aprenden más si ven algo que les ayude a entender mejor lo que oyen.
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Si nota que los alumnos empiezan a ponerse inquietos, corte la canción o el verso (puede enseñarles más tarde la otra parte). Cuando se trate de uno muy largo, quizás considere más conveniente cantarlo o leer usted la letra mientras los dirige para hacer los movimientos.
Es posible que los niños pequeños no siempre quieran cantar con usted, pero disfrutarán del canto de los demás.
Las ayudas visuales
Las ayudas visuales son muy importantes para enseñar a los niños. Las láminas, los recortes, los objetos y otras ayudas visuales les llamarán y retendrán la atención, contribuyendo así a que los alumnos recuerden lo que usted les enseña.
Las láminas que se mencionan en las lecciones se han adjuntado a este manual. La sección titulada “Preparación” da una lista de las que se emplean en cada lección, incluso el tema y el número; los números que aparecen entre paréntesis son los que corresponden a cada lámina (o a una similar) del juego titulado “Las bellas artes del Evangelio” (34730 o 34735) o a las que se hallan en la biblioteca del centro de reuniones. Las figuras para recortar mencionadas en la misma sección también tienen los números que les corresponden en el manual o en el juego Ayudas visuales de la Primaria: Figuras para recortar, paquete 1 (33239–33250 o 08456).
Los objetos también son buenas ayudas visuales, especialmente aquellos que los niños conozcan bien y que puedan palpar o tener en la mano. Cuando les cuente un relato de las Escrituras, muéstreles siempre el libro en el que se encuentre la historia, ya sea su propio ejemplar o uno que saque de la biblioteca del centro de reuniones.
Pautas especiales para hacer participar a los niños que tengan alguna discapacidad
El Salvador nos dejó el ejemplo de la compasión que debemos sentir hacia aquellos que tienen alguna discapacidad, ya sea mental, emocional o física. Cuando visitó a los nefitas después de la Resurrección, Él les dijo:
“¿Tenéis enfermos entre vosotros? Traedlos aquí. ¿Tenéis cojos, o ciegos, o lisiados, o mutilados, o leprosos, o atrofiados, o sordos, o quienes estén afligidos de manera alguna? Traedlos aquí y yo los sanaré, porque tengo compasión de vosotros; mis entrañas rebosan de misericordia” (3 Nefi 17:7).
Por ser maestro o maestra de la Primaria, usted está en una situación ideal para demostrar su compasión. Aunque lo más probable es que nunca haya recibido capacitación profesional, siendo maestro puede comprender y enseñar a los niños que tengan alguna discapacidad; lo más importante es que tenga interés, comprensión y el deseo de lograr que cada uno de sus alumnos participe en todas las actividades de la clase.
Los niños discapacitados también pueden percibir el Espíritu, sea cual sea su poder de comprensión. Aun cuando no puedan asistir a todo el período de la Primaria, debe dárseles la oportunidad de participar, aunque sea brevemente, para que puedan sentir el Espíritu. En algunos casos, quizás sea necesario que el alumno esté acompañado de una persona que lo conozca bien, por si tiene que pasar parte del tiempo apartado del grupo de la clase.
Algunos de los alumnos pueden tener dificultad para aprender, problemas de visión o de oído, deficiencias intelectuales, impedimentos de lenguaje, problemas sociales o de conducta, enfermedades mentales, incapacidad para moverse o afecciones crónicas de salud; otros tal vez se encuentren en un medio y con un idioma desconocidos. Sean cuales sean las circunstancias del niño, cada uno de ellos tiene la misma necesidad de sentirse aceptado y amado, de aprender el Evangelio, de sentir el Espíritu, de tener una participación positiva y de prestar servicio a los demás.
Estas pautas tienen por objeto ayudarle en la enseñanza de niños discapacitados:
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Mire más allá de la discapacidad y esfuércese por conocer bien al niño; trátelo con naturalidad, amabilidad y cariño.
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Entérese de cuáles son los problemas particulares del niño y cuáles sus puntos fuertes.
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Haga todo lo posible por enseñar a los demás alumnos el respeto que se deben unos a otros. El ayudar a un compañero que tenga una discapacidad enseñará por experiencia propia a los niños el amor que Cristo enseñó.
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Consulte con los padres del niño, con otros miembros de la familia y, cuando sea apropiado, con el mismo alumno, para saber cuál es el mejor método de enseñanza para ese caso en particular.
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Antes de pedir a un niño discapacitado que ore o participe de alguna otra manera, averigüe si está dispuesto a hacerlo. Haga destacar las habilidades y el talento de cada alumno y busque la manera de hacer participar con éxito a cada uno, incluso a los que tengan alguna discapacidad.
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Adapte el material de la lección y el ambiente de la sala de clase para que se ajusten a las necesidades del niño discapacitado.
La Iglesia dispone de materiales adicionales para enseñar a los niños discapacitados; usted puede obtener esos materiales a través de los centros de distribución (véase la sección de materiales en español en el Catálogo de Materiales de la Iglesia).