Lección 17
El mandamiento de multiplicarse y henchir la tierra
Introducción
El mandamiento de multiplicarse y henchir la tierra es una parte vital del plan eterno de nuestro Padre Celestial y sigue vigente en la actualidad. Esta lección ayudará a los alumnos a ver que pueden ser guiados en sus decisiones acerca de traer hijos al mundo al estudiar las palabras de los profetas vivientes y procurar la guía del Padre Celestial mediante la oración.
Lectura preparatoria
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Neil L. Andersen, “Los hijos”, Liahona, noviembre de 2011, págs. 28–31.
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Russell M. Nelson, “El aborto: Asalto a los indefensos”, Liahona, octubre de 2008, págs. 14–19.
Sugerencias didácticas
Génesis 1:27–28; 9:1; 35:11
El mandamiento de tener hijos sigue vigente
Escriba las siguientes líneas de “La Familia: Una Proclamación para el Mundo” en la pizarra antes de la clase:
Para comenzar la clase, pregunte:
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¿Cuáles son sus pensamientos cuando consideran esas dos oraciones?
Invite a los alumnos a buscar Génesis 1:27–28, Génesis 9:1 y Génesis 35:11, y que busquen los nombres de las personas a las que Dios mandó multiplicarse y henchir la tierra. Podría animar a los alumnos a vincular esas referencias en sus ejemplares de las Escrituras, formando una cadena de pasajes de las Escrituras. Asegúrese de que los alumnos comprenden que ese mandamiento se ha dado en cada dispensación del Evangelio.
Muestre la siguiente declaración del élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, y pida a un alumno que la lea en voz alta:
“Es el privilegio culminante de un esposo y una esposa que pueden tener hijos proporcionar cuerpos mortales para esos hijos de Dios procreados en espíritu. Creemos en las familias y creemos en los niños.
“Cuando a un esposo y a una esposa les nace un hijo, están cumpliendo parte del plan de nuestro Padre Celestial de traer hijos a la tierra” (“Los hijos”, Liahona, noviembre de 2011, pág. 28).
Para hacer hincapié en la última frase de esa declaración, presente el siguiente principio: Cuando un esposo y una esposa traen un hijo al mundo, están cumpliendo parte del plan de felicidad de nuestro Padre Celestial. Haga referencia a las oraciones de la pizarra y pregunte:
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¿Por qué piensan que el Señor, a través de Sus profetas modernos, ha repetido el mandamiento de “multiplicarse y henchir la tierra” en nuestra época actual? (Como ejemplo, podría decir a los alumnos que desde 1960, la tasa de natalidad de las madres casadas de los Estados Unidos de América ha disminuido un 45 por ciento).
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¿Cuáles son algunas razones posibles por las que hay una tendencia de que las parejas casadas tengan menos hijos? (Las respuestas podrían incluir cosas tales como la falta de recursos económicos, el terminar la formación académica o esperar hasta empezar una carrera profesional).
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La comprensión del plan de Dios para Sus hijos, ¿de qué manera puede ayudar a un esposo y su esposa que están decidiendo cuándo tener hijos y cuántos hijos tener?
Explique que los esposos y las esposas recibirán bendiciones de Dios que les permitirán guardar el mandamiento de tener hijos, incluso durante circunstancias difíciles. Comparta la siguiente experiencia de la vida del élder James O. Mason, de los Setenta, según la contó el élder Neil L. Andersen:
“El élder Mason tuvo otra experiencia pocas semanas después de que se casó, la cual lo ayudó a poner en orden de prioridad sus responsabilidades familiares. Él dijo:
“‘Marie y yo habíamos llegado a la conclusión de que para que yo pudiera terminar mi carrera de médico, ella tendría que seguir trabajando. A pesar de que no era lo que [queríamos] hacer, el tener hijos tendría que esperar. [Mientras hojeaba una revista de la Iglesia en casa de mis padres], vi un artículo escrito por el élder Spencer W. Kimball, en aquel tiempo del Cuórum de los Doce, que destacaba las responsabilidades relacionadas con el matrimonio. Según el élder Kimball, una de las sagradas responsabilidades era la de multiplicar y henchir la tierra. La casa de mis padres [estaba cerca] de las Oficinas de la Iglesia. Inmediatamente fui a las oficinas y treinta minutos después de leer su artículo, me encontraba sentado frente al escritorio del élder Spencer W. Kimball’. (Eso no sería tan fácil hoy en día).
“‘Le expliqué que quería ser médico y que no había otra alternativa sino el postergar tener hijos. El élder Kimball escuchó pacientemente y después respondió con voz suave: “Hermano Mason, ¿querría el Señor que quebrantara uno de sus importantes mandamientos a fin de que llegue a médico? Con la ayuda del Señor, puede tener familia y aún llegar a ser doctor. ¿Dónde está su fe?”’
“El élder Mason prosiguió: ‘Nuestro primer hijo nació menos de un año después. Marie y yo trabajamos arduamente y el Señor abrió las ventanas de los cielos’. Los Mason fueron bendecidos con dos hijos más antes de que él se graduara de la facultad de Medicina cuatro años después” (“Los hijos”, pág. 29).
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¿Qué les impresiona sobre esa experiencia?
Haga hincapié en que estar casado es una parte esencial de guardar el mandamiento de tener hijos. Lea la siguiente declaración que se encuentra en la proclamación sobre la familia:
“Los hijos merecen nacer dentro de los lazos del matrimonio y ser criados por un padre y una madre que honran sus votos matrimoniales con completa fidelidad”.
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¿Qué ventajas tienen los hijos cuando nacen “dentro de los lazos del matrimonio”?
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¿Qué pensamientos y sentimientos tienen con respecto a ayudar a nuestro Padre Celestial a cumplir Su plan al traer hijos a este mundo?
1 Nefi 15:11; Doctrina y Convenios 29:6
Buscar la guía del Señor
Muestre la siguiente declaración del élder Neil L. Andersen y pida a un alumno que la lea en voz alta:
“Cuándo tener un hijo o cuántos hijos tener son decisiones privadas entre el esposo, la esposa y el Señor. Estas son decisiones sagradas, decisiones que se deben tomar en sincera oración y realizarse con gran fe” (véase “Los hijos”, pág. 28; cursiva agregada).
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¿Qué quiere decir que esas decisiones deben “realizarse con gran fe”?
Pida a los alumnos que estudien 1 Nefi 15:11 y Doctrina y Convenios 29:6 para aprender algunos principios que los esposos y las esposas podrían utilizar cuando están buscando respuestas a las preguntas sobre cuándo tener un hijo y cuántos hijos tener.
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¿Qué principios encontraron en esos pasajes que pueden ayudar a los esposos y las esposas a decidir cuándo tener hijos y cuántos hijos tener? (Recalque el siguiente principio: Cuando los esposos y las esposas ejercen fe y buscan al Señor en oración, Él los guiará en sus decisiones con respecto a tener hijos).
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¿Por qué creen que es importante que los esposos y las esposas consulten al Señor en esos asuntos?
Muestre la siguiente declaración del élder Dallin H. Oaks, del Cuórum de los Doce Apóstoles, y pida a un alumno que la lea en voz alta:
“¿Cuántos hijos debe tener una pareja? ¡Todos los que pueda atender bien! Por supuesto, atender a los niños implica algo más que darles la vida; es preciso amarlos, enseñarles, alimentarlos, vestirlos, alojarlos y prepararlos para que ellos mismos lleguen a ser buenos padres” (“El gran plan de salvación”, Liahona, enero de 1994, pág. 88).
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¿Cómo podrían las enseñanzas del élder Oaks ayudar a una pareja a decidir cuántos hijos tener?
Durante esta lección, sea sensible a aquellos alumnos que quizás no tengan la oportunidad de ser padres en esta vida. La siguiente declaración del élder Neil L. Andersen puede resultar útil:
“El tener hijos puede ser… un tema doloroso para las parejas rectas que se casan y descubren que no pueden tener los hijos que esperaban con tanto anhelo, o para un esposo y una esposa que planean tener una familia numerosa pero son bendecidos con una familia más pequeña.
“No siempre podemos explicar las dificultades de nuestra mortalidad; a veces la vida parece ser muy injusta, en especial cuando nuestro más grande deseo es hacer exactamente lo que el Señor ha mandado. Como siervo del Señor, les aseguro que esta promesa es cierta: ‘Los miembros fieles cuyas circunstancias no les permitan recibir las bendiciones del matrimonio eterno y de la paternidad en esta vida recibirán todas las bendiciones prometidas en las eternidades, siempre y cuando guarden los convenios que hayan hecho con Dios’ [Manual 2: Administración de la Iglesia, 2010, 1.3.3]” (“Los hijos”, pág. 30).
Salmos 127:3; Doctrina y Convenios 59:6
La santidad de la vida
Pida a un alumno que lea Salmos 127:3 en voz alta.
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¿Qué significa que “herencia de Jehová son los hijos”? (Los hijos son un regalo de Dios).
Lea lo siguiente de la proclamación sobre la familia: “Afirmamos la santidad de la vida y su importancia en el plan eterno de Dios”. Testifique acerca de ese principio: Cuando comprendemos que los hijos son regalos de Dios, comprendemos mejor la santidad de sus vidas. En muchas partes del mundo, el aborto se considera aceptable, y cada año se llevan a cabo muchos millones de abortos. Para ayudar a que los alumnos comprendan las normas de la Iglesia con respecto al aborto, comparta la siguiente declaración y pida a los alumnos que presten atención a las circunstancias en las que el aborto podría estar justificado:
“La vida humana es un don sagrado de Dios. El aborto voluntario por conveniencia personal o social está en contra de la voluntad y de los mandamientos de Dios… Los profetas de nuestros días han denunciado el aborto refiriéndose a la declaración del Señor: ‘No matarás, ni harás ninguna cosa semejante’ (D. y C. 59:6). Su consejo al respecto es muy claro: Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no deben someterse a un aborto, no deben llevarlo a cabo, no deben fomentarlo, no deben pagar por el procedimiento ni hacer los arreglos para que se realice. Los miembros de la Iglesia que fomenten un aborto en cualquier forma, pueden quedar sujetos a la disciplina de la Iglesia.
“Los líderes de la Iglesia han dicho que ciertas circunstancias excepcionales podrían justificar un aborto, por ejemplo, cuando el embarazo sea el resultado de incesto, de violación, cuando esté en peligro la vida o la salud de la madre según la opinión de autoridades médicas competentes, o cuando dichas autoridades determinen que el feto tiene defectos graves que no le permitirán sobrevivir más allá del nacimiento; pero aun esas circunstancias no justifican automáticamente que se provoque un aborto. Los que se enfrenten con tales circunstancias deben considerar el aborto solo después de consultar con sus líderes locales de la Iglesia y de recibir una confirmación por medio de la oración sincera” (véase Temas del Evangelio, “Abortion”, lds.org/topics).
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¿Bajo qué circunstancias excepcionales podría estar justificado un aborto?
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Aun cuando esas circunstancias estén presentes, ¿qué consejo deben buscar quienes están considerando un aborto?
Comparta la siguiente declaración para ayudar a que los alumnos comprendan que la adopción es una alternativa altruista al aborto:
“Ofrecemos nuestro apoyo a los padres solteros que ponen sus niños para adopción en hogares estables donde hay una madre y un padre. También lo ofrecemos a las madres y a los padres casados que adoptan esos niños.
“…El tener una relación segura, constante y de enseñanza amorosa con un padre y una madre es esencial para el bienestar del niño. Al optar por la adopción, los padres solteros otorgan a su hijo esta bendición tan importante. Es un acto motivado por una decisión abnegada y llena de amor que bendice al niño, a los padres biológicos y a los padres adoptivos, tanto en esta vida como por las eternidades” (First Presidency statement, 4 de octubre de 2006, como se cita en Ensign, octubre de 2008, pág. 37).
Al concluir esta lección, comparta su testimonio del gozo que los hijos han traído a su vida. Anime a los alumnos a prepararse dignamente para la oportunidad sagrada de traer hijos a este mundo.
Material de lectura para el alumno
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Génesis 1:27–28; 9:1; 35:11; Salmos 127:3; 1 Nefi 15:11; Doctrina y Convenios 29:6; 59:6; Moisés 2:27–28.
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Neil L. Andersen, “Los hijos”, Liahona, noviembre de 2011, págs. 28–31.