Cómo manejar las alergias alimentarias en la Iglesia
Una actividad de los jóvenes en una fría noche de enero de 2017 cambió a la familia Sorenson para siempre. El hijo de Terry y Jenilyn, Tanner, tenía 14 años. La actividad combinada estaba llegando a su fin; un líder estaba ofreciendo el último refrigerio. Tanner, que era alérgico al maní, agarró una galleta y la mordió. No debió hacerlo; era una galleta de mantequilla de maní.
“Habitualmente era muy cuidadoso”, cuenta Terry.
Tanner logró llegar a su casa, que estaba en la misma calle del centro de reuniones, pero enseguida perdió el conocimiento. Dejó de respirar. Los paramédicos y el personal de la sala de emergencias lucharon valientemente por él, pero desafortunadamente sus esfuerzos no tuvieron éxito.
Tanner falleció esa noche debido a su alergia alimentaria.
Un problema a nivel mundial
A nivel mundial, alrededor del cinco por ciento de los niños tienen alguna alergia alimentaria1. En los Estados Unidos, aproximadamente el cuatro por ciento de los adultos y hasta el ocho por ciento de los niños tienen alguna alergia2, con cifras similares en los países europeos y algunos países asiáticos3. En un barrio de 200 adultos, eso significa unas ocho personas; y en una Primaria de 50 niños, son unos cuatro.
Se han identificado más de 170 alimentos como posibles alérgenos pero, en los Estados Unidos, los “8 grandes” representan la mayoría de las alergias alimentarias: leche, huevos, maní, nueces, trigo, soja [soya], pescado y mariscos crustáceos4. A nivel regional, otros alimentos encabezan la lista de alérgenos, como los garbanzos en la India, el alforfón o trigo sarraceno en Corea del Sur y Japón, y los huevos de hormigas en el norte de Tailandia. La leche de vaca y los huevos están casi invariablemente entre los alérgenos alimentarios más prevalentes en todo el mundo5.
Una reacción alérgica ocurre cuando el sistema inmune del cuerpo reacciona de forma exagerada a una sustancia que percibe como una amenaza. La más grave de esas reacciones es la anafilaxia, que es un efecto rápido y sistémico que puede causar la muerte6. Los síntomas pueden incluir hormigueo o picazón en la boca; hinchazón de los labios, cara, lengua u otras partes del cuerpo; náuseas o vómitos; constricción de las vías respiratorias; pulso rápido y mareos; y shock7.
“Es tan grave como si en la capilla alguien estuviera sufriendo un derrame cerebral o un ataque cardíaco, o incluso más grave”, señala el Dr. Jonathan Olson, alergólogo y miembro de la Iglesia. “Una persona que tiene una reacción alérgica podría morir más rápidamente que alguien que sufre un ataque cardíaco”.
Aunque hay posibles terapias que son prometedoras, en la actualidad no existe una cura para las alergias alimentarias. El criterio para el cuidado continúa siendo “evitar el alérgeno y reconocer y tratar la anafilaxia”, dice el Dr. Olson.
La comida es amor
La comida es a menudo uno de los elementos principales de las reuniones; representa culturas, tradiciones y fiestas. La comida se utiliza para alimentar nuestro cuerpo, pero también para nutrir nuestra alma, mostrar amor y preocupación, y atraer a las personas para que se reúnan y se relacionen entre sí.
En ninguna parte es esto más cierto que en la Iglesia. En las clases, se entregan golosinas para alentar la asistencia o para reforzar una lección. Las comidas compartidas del barrio, las competencias de cocina y otras actividades dan a los santos un motivo para reunirse y socializar. Hacemos comidas para madres que acaban de dar a luz y para funerales, a manera de servicio sincero. Dejamos golosinas a la entrada de una casa para decirles que estamos pensando en ellos.
Incluso el Salvador dio de comer a las cinco mil personas que se habían reunido para oírlo enseñar8.
Estos ejemplos sirven para ilustrar por qué las alergias alimentarias pueden ser tan difíciles de manejar y tan difíciles de entender para algunos, incluso, y especialmente, en la Iglesia. Muy a menudo, la comida es amor; pero si los miembros del barrio ven las alergias alimentarias como una oportunidad para ministrar, entonces el hacer los arreglos necesarios teniendo en cuenta a las personas que padecen alergias, e incluso la falta de comida, también puede ser una expresión de amor.
Hacer que la Santa Cene sea sagrada… y segura
El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo: “[L]a Santa Cena del Señor [es] el centro de atención sagrado y reconocible de nuestra experiencia semanal de adoración […].
“[E]sa hora decretada por el Señor es la hora más sagrada de la semana”9.
Sin embargo, como se señaló en las pautas que la Iglesia publicó recientemente en cuanto a la capacitación sobre alergias alimentarias y contaminación cruzada: “Las alergias alimentarias y las reacciones a los alimentos pueden tener un efecto significativo en la salud emocional […] de una persona y en su capacidad de participar en las reuniones y actividades de la Iglesia”10.
Las pautas de la Iglesia sobre las alergias alimentarias incluyen instrucciones sobre cómo proveer de pan seguro para la Santa Cena y cómo evitar el contacto cruzado en la mesa de la Santa Cena (Se puede encontrar información más detallada en disability.ChurchofJesusChrist.org). El seguir estas pautas puede garantizar una experiencia segura durante la Santa Cena para la mayoría de los miembros.
Los miembros con alergias pueden analizar con su obispo las adaptaciones apropiadas para la Santa Cena. Los miembros pueden proporcionar su propio pan libre de alérgenos en una bolsa de plástico sellada.
Además, las familias con alergias alimentarias enfrentan desafíos cuando otras personas llevan alimentos o refrigerios a la reunión sacramental. Debido a que algunas reacciones alérgicas pueden ocurrir simplemente al inhalar o tocar un alérgeno, las familias que tienen alergias alimentarias se pasan la reunión sacramental cambiando de asiento o saliendo al vestíbulo cuando hay comida presente.
En una reunión de capacitación de abril de 2015, el presidente M. Russell Ballard, Presidente en Funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, sugirió: “Nuestro objetivo principal es que todos tengan una experiencia espiritual y una fe fortalecedora en nuestro Padre Celestial y en el Señor Jesucristo a través de la observancia del día de reposo”. Y añadió: “Seguramente podemos esperar que los teléfonos celulares y los iPads, los juegos y la comida puedan dejarse a un lado durante una preciosa hora, de 168 horas en una semana, para la reunión sacramental que se dedica al Padre Celestial y a Su Hijo Amado, el Señor Jesucristo”11.
Por varias razones, no todos pueden dejar a un lado la comida durante las reuniones de la Iglesia; pero, con el horario acortado, tal vez podamos considerar la sugerencia del presidente Ballard y evaluar si es necesario llevar comida a la reunión sacramental.
Llevar las cargas los unos de los otros
Si bien el efecto físico de las alergias alimentarias puede ser grave, el impacto espiritual puede ser igualmente profundo, para bien o para mal.
La hija de Francesca tiene una grave alergia a la leche. Mientras su hija estaba en la Primaria, a una de sus maestras le encantaba llevar pastelitos caseros a la clase para los cumpleaños. Francesca se ofreció a llevar pastelitos seguros cada vez que hubiera un cumpleaños; la maestra rechazó la oferta y, en cambio, envió a la niña de seis años a sentarse en el pasillo cuando se compartían las golosinas de cumpleaños.
“Eso fue muy doloroso en muchos aspectos”, recuerda Francesca. “En lugar de enseñar a los otros niños a ‘ser como Jesús’ y preocuparse lo suficiente como para incluir a todos, ella les enseñó a excluir”.
La inclusión y la exclusión son temas comunes cuando se habla con familias que experimentan alergias alimentarias. El hijo de nueve años de Cynthia, que es alérgico al maní y a los frutos secos, esperaba con ilusión asistir a un campamento de día. Sin embargo, en la mañana del campamento, recibieron una llamada de una líder que les pedía que no asistiera, porque no podían adaptarse para tomar en cuenta sus alergias.
“Al concluir de hablar con ella, comencé a llorar”, recuerda Cynthia, “lágrimas de congoja desde el fondo de mi corazón por mi pequeño a quien se volvía a excluir”.
Katie Edna Steed, gerente especialista de la Iglesia en discapacidad, señala: “El Salvador dejaría a las noventa y nueve e iría en busca de la que falta. Debemos recordar ese ejemplo: ver a la persona en particular y tenerla en cuenta”.
Nosotros podemos ayudar
Hay mucho que los miembros que sufren alergias alimentarias y sus familias del barrio pueden hacer para mostrar amor y hacer que la participación en la Iglesia sea segura e inclusiva.
¿Qué pueden hacer las familias que experimentan alergias alimentarias?
Las familias en las que hay alergias pueden explicar sus necesidades a los líderes y maestros, y comunicarse de nuevo a medida que los líderes y maestros van cambiando. Pueden ofrecerse a proporcionar alimentos seguros y ayudar a planificar menús y actividades. Pueden proporcionar capacitaciónes sencillas que pueden salvar la vida, así como planes de emergencia. Entenderán cuando los miembros expresen temor o reservas, pero educarán con paciencia a los miembros y trabajarán juntos para encontrar opciones seguras e inclusivas. Deben pedir adaptaciones razonables que el barrio pueda efectuar y mantener.
¿Qué pueden hacer los miembros del barrio?
Los miembros del barrio pueden tratar de comprender las situaciones individuales. Los miembros del barrio deben respetar las instrucciones de los padres en cuanto a darle comida a un niño. Si la comida es necesaria para una actividad o lección, los maestros y los líderes pueden preguntar a las personas y a los padres si la comida será segura. Los miembros del barrio pueden invitar a las personas y a los padres a participar y resolver problemas según las circunstancias lo requieran.
Suzanne tiene varias alergias alimentarias. Ella se ha sentido particularmente conmovida por la sensibilidad que muestran los presbíteros de su barrio al preparar la Santa Cena. “Me llena de humildad ver a los hombres jóvenes que han hecho que el tomar la Santa Cena sea seguro para mí”, dice ella.
Un domingo, no le repartieron la Santa Cena. Los presbíteros que la preparaban se habían dado cuenta de que el pan para ella se había contaminado con el otro pan que había en la mesa.
“Me buscaron después de la reunión sacramental, explicaron lo sucedido y me dijeron que habían recibido permiso especial del obispo para administrarme la Santa Cena en un salón de clase”, dice Suzanne. “Lloré mientras bendecían y repartían la Santa Cena en esa pequeña habitación. Pude sentir el amor del Salvador con mucha fuerza y saber que Él sabía lo mucho que yo había luchado con este desafío”.
“El estar dispuestos a crear un ambiente seguro en la Iglesia para las personas con alergias graves es también demostrar que se está dispuesto a llevar las cargas los unos de los otros”, dice Suzanne.
La hija de Francesca ya asiste a las Mujeres Jóvenes. Su presidenta de las Mujeres Jóvenes sintió la impresión de ayudar a esta familia con sus cargas. “Sentí que debíamos hacer lo que fuera necesario para asegurarnos de que no se viera obligada a elegir entre su seguridad y su adoración”, dijo. “Oré en cuanto a la manera de enfrentar esa situación y sentí firmemente que debíamos acoger a esa familia y asegurarnos de que se les incluyera plenamente”.
Los líderes de los jóvenes aceptaron el desafío de planificar una conferencia de jóvenes que incluía pasar la noche y a la cual la hija de Francesca pudiera asistir sin riesgo. Francesca ayudó a planear el menú y a comprar la comida. Los hombres jóvenes lavaron con agua a presión las planchas de cocina antes de cocinar en ellas.
“¡Fue maravilloso!”, dice Francesca. “Lloré y sentí el amor de Dios a través de sus acciones amorosas e inclusivas, y mi hija también lo sintió”.
La manifestación de las obras de Dios
La familia de Tanner ha sentido muchos milagros, grandes y pequeños, desde que perdieron a su hijo. Esperan que el tomar mayor conciencia con respecto a las alergias alimentarias sea uno de ellos.
“No es que estos chicos que sufren alergias sean irresponsables; no es que no estén prestando atención, pero son chicos”, dice el padre de Tanner, Terry. “Solo lleva un segundo bajar la guardia”.
Pero la ministración puede ayudarlos a mantener la guardia en alto. “La ministración, por definición, significa atender las necesidades de los demás”, dice el Dr. Olson. “Todo lo relacionado con la Iglesia se basa en las necesidades de cada persona y en asegurarse de que se satisfagan sus necesidades espirituales y físicas”.
Sharon Eubank, Primera Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, enseñó: “Cristo les dijo con ternura a los nefitas: ‘… he mandado que ninguno de vosotros se alejara’ […]. Un requisito inquebrantable de los discípulos cristianos y de los Santos de los Últimos Días es demostrar amor verdadero los unos a los otros”12.
Francesca, después de librar una lucha personal por entender por qué su hija enfrentaba el desafío de una alergia alimentaria, llegó a darse cuenta de que “a veces Dios sana a alguien con una discapacidad para manifestar Sus gloriosas obras, y otras veces permite que alguien conserve su discapacidad porque desea que Sus obras se manifiesten en la forma en que los demás tratan a esa persona. Dios nos da a todos oportunidades de aprender a ser bondadosos y de aprender a ser como Él al permitirnos ser un milagro para alguien en su sufrimiento”.