VOCES DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS
El Espíritu me invitó a buscar a Pedrito
Sentí el susurro del Espíritu Santo que me indicaba ir personalmente a buscar y ministrar a uno de los jóvenes de mi barrio. Fue un susurro que, a través de la acción, se transformó en un milagro.
Mis amigos, Pedro y Sandra Fajardo, son dos fieles miembros de la Iglesia que se esfuerzan por guardar los mandamientos y sirven en llamamientos del barrio. Un día de reposo, mientras los ministraba, me contaron lo preocupados que estaban porque su amado hijo, Pedrito, había perdido el interés en servir una misión de tiempo completo.
Yo soy padre de tres hijos, así que me hizo pensar en cómo reaccionaría yo en una situación similar. Fue entonces que sentí una fuerte y clara impresión del Espíritu Santo que me impulsó a preguntarme qué podía hacer para ayudar a esa familia.
El día siguiente fue lunes, y mi esposa tenía turno por la noche en el hospital en donde trabaja. Antes de irse, me recomendó no olvidar hacer la noche de hogar con nuestros hijos. Me quedé a cargo, y estábamos en la primera oración cuando sentí un suave y claro susurro que me invitaba a ir a buscar a Pedrito.
Cuando terminó la oración, les pedí a mis dos hijos varones que fueran a la casa de Pedrito. Pero en ese instante la misma voz me susurró de nuevo: “Ve tú, Manuel Rivera”.
Mientras abría el portón de mi casa para salir a la calle, noté que el taxi en el que trabaja el hermano Fajardo pasaba precisamente en ese momento y le hice una señal para que se detuviera. Mi sorpresa fue que la familia completa iba en el vehículo.
Al notar la presencia de Pedrito, dije con voz firme a su madre: “Hermana, necesito que me preste a su hijo para que nos acompañe a hacer nuestra noche de hogar, ya que estoy solo con mis tres hijos y quiero hacer una noche de hogar solo de jóvenes”.
Esa noche fue maravillosa. Vimos un video en donde el presidente Thomas S. Monson nos enseña la importancia de una misión de tiempo completo. Al finalizar compartí mi testimonio. Mientras degustamos el refrigerio, noté que Pedrito y mi hijo mayor, Fernando, conversaban en voz baja.
Aunque Pedrito me dijo que todo estaba igual, yo noté que sus ojos brillaban. Pude sentir que el Espíritu Santo nos envolvió a todos, y sentí también que él serviría una misión porque había sentido el llamado personal que le hacía nuestro Padre Celestial.
Al despedirnos, le agradecí por habernos acompañado. En menos de cinco minutos, los Fajardo me llamaron para contarme que había ocurrido un milagro. Sandra, la madre de Pedrito, me relató que cuando entró a su casa le dijo, “Mamá, sí iré a la misión”.
Sentí gozo por haber hablado con esta familia en un momento de pesar y por haber mantenido a Pedrito en mis pensamientos. Sentí gratitud por los susurros del Espíritu Santo y por el amor y la misericordia de mi Redentor, Jesucristo.
Nuestro querido Pedrito sirvió una misión de tiempo completo en la Ciudad de Guatemala, empezando en marzo de 2019.
El apóstol Pablo escribió lo siguiente en cuanto a la ministración: “… siempre que tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10).
Testifico que la ministración es un programa inspirado, simple, práctico y efectivo. En la medida en que procuremos la guía del Espíritu Santo, enseñaremos a la manera del Señor Jesucristo.