Páginas Locales
Las bendiciones de vivir y compartir el Evangelio durante la Pandemia Covid-19
A raíz de la pandemia por el COVID 19, el gobierno de nuestro país suspendió actividades a finales del mes de marzo de 2020 y en nuestra ciudad fueron frecuentes la realización de reuniones remotas de La Iglesia, debido a la cuarentena.
En nuestra estaca, cada poseedor del sacerdocio fue instruido para preparar la Santa Cena en su hogar. Esto permitió que el Espíritu Santo, nos fortaleciera mediante la esperanza y recordándonos cuán bendecidos somos a causa del Evangelio en nuestras vidas.
Durante este tiempo de confinamiento, entre las acciones propias del trabajo y actividades de servicio, decidí dedicar más tiempo a mi llamamiento como Especialista de Autosuficiencia de la Estaca Universidad, donde pese a las limitaciones, llevamos a cabo los cursos de autosuficiencia en línea. Conformamos 4 grupos y un total de 74 hermanos obtuvieron su certificado. Fue una hermosa experiencia ver que, por medio de los programas de La Iglesia, el Señor vela por el progreso espiritual y temporal de Sus hijos.
También compartimos el Evangelio con algunas familias, una de ellas conformada por Mayra Lino (55), Jimena Camacho, Douglas y Tiago Gómez. Los conocimos hace un par de años; eran personas cordiales y de buen corazón. Pronto les invitamos a participar de nuestras reuniones dominicales y comenzamos a compartir el Evangelio con ellos. Conociéndonos mejor, nos expresaron sus sentimientos respecto al Evangelio. Mi esposa Lucy y mi hija menor Aylin ayudaron, de manera importante, compartiendo sus talentos y amistad. Cada vez que nos reuníamos, sentíamos algo muy especial. Poco tiempo después, los desafiamos a bautizarse; su respuesta fue inmediata. Sí, me dijeron con seguridad y convicción. Pronto contactamos a los líderes y a los misioneros, quienes terminaron su preparación.
Cuando vio a los misioneros, la hermana Mayra recordó una experiencia vivida hace casi 4 décadas. “Eran unos jóvenes, vestidos de blanco con corbata y placas. Ellos visitaron mi hogar cuando tenía 17 años. En aquel entonces, me encontraba postrada en cama, desahuciada por una enfermedad terminal en la sangre. Los doctores me habían enviado a descansar con mi familia porque me restaba poco tiempo de vida. En esta triste situación, mi vecina envió a estos jóvenes misioneros a que oraran por mí. Al poco tiempo, sané de mi grave enfermedad y guardé en mi corazón esta emotiva experiencia, sin saber exactamente quiénes eran estos jóvenes.”
Su testimonio se fortaleció mucho, recordando que El Señor había enviado a Sus siervos cuando más lo había necesitado.
El 10 de junio de 2020, fue el día de su bautismo. Tuve el privilegio de bautizar a toda la familia. Asistieron el obispo, los misioneros, unos pocos familiares y mi esposa. Los hermanos del barrio participaron compartiendo mensajes y su testimonio por medio de la tecnología. Actualmente esta hermosa familia participa de manera activa de las reuniones de la iglesia, y comparte su experiencia con sus vecinos y amigos.
Me siento bendecido al haber participado de este memorable evento. Recordemos que, con la ayuda del Señor, podemos cumplir con nuestros llamamientos y la prédica del Evangelio. Donde haya un hijo de Dios, ahí hay trabajo por hacer. Hay un milagro que El Señor está dispuesto a efectuar, porque para Él nada es imposible.