Voces de Miembros
Jesucristo tiene el poder de traer paz
A menudo pensamos que vivir el Evangelio hará que nuestra vida sea color de rosa y que siempre estaremos positivos y sin dificultades. Sin embargo, muchos enfrentaremos nuestros propios desafíos personales, nuestras propias tormentas en nuestro camino al seguir al Salvador Jesucristo.
El Evangelio es la luz que nos guía a través de la oscuridad, oscuridad que podemos enfrentar individualmente. Todos pasamos momentos en donde una tormenta oscurece nuestro camino. Sentimos que nada sale como deseamos, que por más que nos esforzamos siempre surge algo en nuestro camino, como por ejemplo una tormenta en medio de un día soleado.
Así como las tormentas traen lluvias, vientos y azotan todo a su paso, estas son necesarias para disfrutar un hermoso arcoíris.
Una de las cosas que llevo en mi mochila de emergencias para las tormentas de la vida es la oración. En 1 Nefi 18:21–22, Nefi ofrece una oración al Señor y la tormenta cesa. Así como Nefi oró con fe, nosotros también podemos encontrar consuelo a través de la oración. Tal vez, nuestra tormenta personal no se irá al instante, pero sí encontraremos el consuelo y la paz que necesitamos.
Otra de las cosas que llevo en mi mochila de emergencias es un diario, y ahí deposito mis pensamientos y sentimientos; escribir es terapéutico.
A veces pensamos que somos los únicos que pasamos por dificultades y nos sentimos solos, pero entonces encuentro algún discurso en la biblioteca de la Iglesia relacionado a lo que estoy viviendo y me hace saber que otras personas también luchan con sus propias tormentas. Esto me ayuda a comprender que no estoy sola y que hay personas dispuestas a ayudarme.
Cuando me bauticé en 2018, fue una gran dicha la que sentí; llevaba buscando una iglesia en la que me sintiera en paz y tranquila. Visité muchas iglesias, entre ellas unas muy buenas, pero nunca me sentía en casa. Meses después de bautizarme finalmente comprendí que sentirme en casa es sentir el amor de mi Padre Celestial, de Jesucristo y la compañía del Espíritu Santo. Esa es mi verdadera paz en medio de las tormentas que azotan el día a día.
Finalmente quisiera compartir mi testimonio de que yo sé que nuestro Padre nos ama, está con nosotros todo el tiempo. Necesitamos hablarle y comunicarle nuestros pesares, Él ya lo sabe, pero necesita que nosotros le digamos, anhela ayudarnos y escucharnos.