Voces de los miembros
Marcando la diferencia en la comunidad como discípulos de Cristo
Somos la familia Barrios, de Curepe, en la Estaca Puerto España, Trinidad. Mi esposo y yo somos padres de cuatro hijos. Mi esposo, Kern Barrios, el patriarca de nuestra familia, fue diagnosticado con esclerosis múltiple en 2010. Ha quedado paralizado al menos tres veces desde 2010 y ha tenido pequeños brotes casi todos los años. Sin embargo, el desafío que nos ha acercado más a nuestro Salvador son nuestros dos hijos menores, que son autistas. Ethan, nuestro tercer hijo, cumplió doce años y, a pesar de sus desafíos, recibirá el Sacerdocio Aarónico este año. Nuestro hijo menor tiene ahora diez años y aún no habla. Estos desafíos únicos han dirigido nuestros corazones hacia el Salvador y Su sacrificio expiatorio cada día de nuestras vidas. Dependemos del Señor para todo.
Tuve que regresar a la escuela para ayudar a mantener a mi familia. Elegí la enseñanza como mi carrera y en el momento en que pisé los terrenos de la universidad, el Espíritu me susurró que aquí haría mi primera licenciatura. Siguiendo el ejemplo de Alma en el Libro de Mormón, lo convertí en un asunto de oración. “Y ocurrió que Alma preguntó al Señor concerniente al asunto” (Alma 16:6). El lema de mi universidad es “Entrar para aprender y salir para servir”. Me di cuenta de que todo lo que aprendería en las aulas de la escuela me equiparía para mis propias clases.
La palabra “servir” siempre nos ha llevado, como familia, a recordar al rey Benjamín en el Libro de Mormón, “Y he aquí, os digo estas cosas para que aprendáis sabiduría; para que sepáis que cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, solo estáis al servicio de vuestro Dios” (Mosíah 2:17). Después de años de trabajar y servir, el Señor me instó a hacer dos cosas importantes: (1) escribir materiales de lectura para ayudar a mis hijos autistas a aprender a leer (las escuelas públicas no los aceptaron debido a sus desafíos) y (2) abrir una escuela privada para ayudar a niños autistas.
La idea era abrumadora, pero sabía que debía suceder. Puse en práctica todo lo que aprendí en la escuela a la dirección del Señor. Fue mucho trabajo, pero el trabajo arduo no nos era ajeno. Se crearon los Lectores Fundamentales, libros para personas con autismo. Fue un enorme éxito y ha ayudado a muchas personas con discapacidades de lectura. Lo que comenzó como un proyecto para mis hijos se convirtió en una herramienta para ayudar a otros con sus desafíos de aprendizaje. Comenzó primero con mis vecinos y luego se corrió la voz.
Otros padres comenzaron a pedirme que ayudara a sus hijos a tiempo completo en lugar de enseñar en el sistema escolar público. Renuncié a mi trabajo y, como familia, abrimos una escuela. A través de esta experiencia, nuestra familia ha crecido en compasión y es más fuerte en la fe. Sentimos más paz y enfrentamos los desafíos valiéndonos de las Escrituras en lugar de entrar en pánico.
Por supuesto, nuestros hijos son beneficiarios directos de nuestro servicio junto con sus compañeros. Hay muchos niños no verbales que ahora crecen en un entorno de aprendizaje lleno de amor y amabilidad.
Como Alma en Mosíah 29:38, estamos “ansiosos en extremo de que todo hombre [niño] tuviese igual oportunidad por toda la tierra”. Hacemos el trabajo que muy pocos harían y lo hacemos mientras vivimos el Evangelio lo mejor que podemos. Lo hacemos como familia. Tenemos la intención de ayudar más y sabemos que el Señor nos guiará hacia la innovación. Sabemos que nuestro amor y trabajo son necesarios en nuestra comunidad y aunque al principio estábamos ansiosos al respecto, ahora estamos llevando a cabo la obra que el Señor quería que hiciéramos.