CAPÍTULO VEINTE
LA EXPANSIÓN DE LA DOCTRINA EN NAUVOO
Nauvoo se expandió y prosperó, pero lo más importante de ese período fue la corriente continua de revelaciones que se recibieron por medio del profeta José Smith y que correspondían a la doctrina y a las ordenanzas del Evangelio. Durante esos años, a medida que el Profeta iba guiando a los santos en la comprensión de conceptos nuevos y más elevados, se notaba en él un incremento de su madurez espiritual; también se recalcaban más y se daba mayor explicación a muchos de los conocimientos ya existentes. En la conferencia general de octubre de 1841, José Smith prometió que “en la dispensación del cumplimiento de los tiempos saldrán a luz las cosas que se han revelado en todas las dispensaciones anteriores; y también otras que no se habían revelado antes”1. En los primeros años de la Restauración se estableció el cimiento para la doctrina; durante el período de Nauvoo se edificó sobre ese cimiento.
EL BAUTISMO POR LOS MUERTOS
El 10 de agosto de 1840 murió Seymour Brunson, uno de los primeros colonos de Nauvoo, que también había estado entre los primeros misioneros de la Iglesia y había formado parte del sumo consejo en Far West y después en Nauvoo. En la historia que escribió José Smith comentaba que el hermano Brunson “murió en medio del triunfo de la fe, y en sus últimos momentos dio testimonio del Evangelio que había abrazado”2. En un potente discurso funerario que pronunció el 15 de agosto, el Profeta leyó gran parte del capítulo 15 de 1 Corintios, incluso el versículo 29 que se refiere a la práctica del bautismo por los muertos; dijo a la congregación que el Señor iba a permitir a los santos bautizarse por sus amigos y familiares que se hubieran ido de esta vida, y agregó que “el plan de salvación se preparó para salvar a todos los que estén dispuestos a obedecer los requisitos de la ley de Dios”3.
Después del discurso, una hermana llamada Jane Neyman le pidió al hermano Harvey Olmstead que la bautizara en el río Misisipí por su hijo fallecido, Cyrus. Cuando lo supo, José Smith preguntó qué palabras se habían utilizado al efectuar la ordenanza y aprobó lo que se había hecho. En las semanas siguientes se realizaron en el río y en arroyos cercanos otros bautismos por los muertos. El 19 de enero de 1841, el Señor mandó a los santos que edificaran un templo con una pila bautismal para llevar a cabo vicariamente esas ordenanzas, diciendo que el bautismo por los muertos “pertenece a mi casa, y no me puede ser aceptable, sino en los días de vuestra pobreza, durante los cuales no podéis edificarme una casa” (D. y C. 124:30).
Esa revelación provocó un gran entusiasmo e hizo que la obra del templo progresara rápidamente. El 3 de octubre de 1841, cuando el subsuelo (sótano) ya estaba casi terminado, José Smith dijo: “No se harán más bautismos por los muertos hasta que se pueda efectuar la ordenanza en la Casa del Señor”4. En el subsuelo del templo había una pila bautismal temporaria, hecha por Elijah Fordham de la madera de pino llevada de Wisconsin y colocada sobre doce bueyes que él había tallado con esmero. El 8 de noviembre, Brigham Young la dedicó, y se utilizó por primera vez dos semanas después cuando él, Heber C. Kimball y John Taylor hicieron cuarenta bautismos por los muertos; los élderes Willard Richards, Wilford Woodruff y George A. Smith efectuaron las confirmaciones correspondientes5.
En 1842, encontrándose en un exilio forzado por sus enemigos de Misuri, el Profeta escribió a los miembros dos epístolas sobre la doctrina del bautismo por los muertos, y en ambas destacaba la importancia de que hubiera presente un registrador para que los bautismos fueran válidos. El registrador tenía que asegurarse de que cada uno se llevara a cabo correctamente y quedara registrado en la forma debida. En la primera carta decía, entre otras cosas: “…guárdense en orden todos los registros, para que se depositen en los archivos de mi santo templo, a fin de que se guarden en memoria de generación en generación, dice el Señor de los Ejércitos” (D. y C. 127:9).
En la segunda y más extensa de las misivas, el Profeta explicaba que los vivos y los muertos dependen los unos de los otros para salvarse. “…ellos [los muertos] sin nosotros no pueden ser perfeccionados”, decía, “ni tampoco podemos nosotros ser perfeccionados sin nuestros muertos” (D. y C. 128:15). Las ordenanzas necesarias para lograr ese perfeccionamiento mutuo, según lo explicó después, no se limitan al bautismo por los muertos sino que también hay que hacer por ellos la investidura del Santo Sacerdocio y el casamiento por esta vida y la eternidad.
LA INVESTIDURA
Años antes, cuando los santos se preparaban para construir el Templo de Kirtland en Ohio, el Señor les había prometido que en Su casa iba a “investir con poder de lo alto a los que he escogido” (D. y C. 95:8). Cuando ese templo se terminó y se dedicó en 1836, el Espíritu se derramó en abundancia sobre los santos. El Salvador apareció en persona para aceptar el templo; después, aparecieron los antiguos profetas Moisés, Elías y Elías el profeta ante José Smith y Oliver Cowdery y les restauraron las llaves del sacerdocio para el recogimiento de Israel y para nuevas ordenanzas sagradas (véase D. y C. 110).
A pesar de que se había planeado edificar templos en Misuri, nunca se construyeron debido a la persecución y la expulsión de los miembros de aquel estado. Después de establecer Nauvoo como el nuevo lugar de recogimiento, el Señor reveló que hacía falta un templo, pues no había otro lugar en la tierra a donde Él pudiera venir y restaurar “la plenitud del sacerdocio” (D. y C. 124:28). También se les explicó que debían llevar a cabo en un lugar sagrado los lavamientos y unciones, lo mismo que los bautismos por los muertos, y por ese motivo se les mandaba edificar el Templo de Nauvoo. Y la revelación continuaba: “…edifíquese esta casa a mi nombre, para que en ella pueda yo revelar mis ordenanzas a mi pueblo;
“porque me propongo revelar a mi iglesia cosas que han estado escondidas desde antes de la fundación del mundo, cosas que pertenecen a la dispensación del cumplimiento de los tiempos” (D. y C. 124:40–41).
A medida que progresaba la obra de construcción, José Smith procuró saber más acerca de la sagrada investidura y recibió nuevas instrucciones; pero no se sabe exactamente cuándo obtuvo todo el conocimiento con respecto a las ordenanzas del templo. El 4 de mayo de 1842, en el piso alto de su tienda, dio a conocer esas ordenanzas a unos cuantos Santos de los Últimos Días fieles y de confianza. El edificio de la tienda era en aquellos días tal vez el único lugar grande donde se podía reunir en privado un grupo de personas; se hallaba cerca del río Misisipí, aproximadamente a una cuadra de la primera y de la segunda casa del Profeta, y se había construido en 1841; la tienda se abrió al público en enero de 1842. La mayor parte del primer piso era un cuarto de asambleas que se usaba para los consejos del sacerdocio, la organización y las reuniones de la Sociedad de Socorro de Mujeres de Nauvoo, así como para reuniones municipales y de la masonería, clases escolares, representaciones teatrales, debates, conferencias y reuniones del personal de la Legión de Nauvoo.
El 3 de mayo, con la ayuda de otras personas, el Profeta arregló su oficina y el salón de asambleas de manera que representaran “el interior de un templo, hasta donde las circunstancias lo permitan”7. Al día siguiente, por la tarde, llevó a cabo las primeras investiduras para un grupo selecto de personas, entre ellas, Hyrum Smith, Patriarca de la Iglesia; Brigham Young, Heber C. Kimball y Willard Richards, de los Doce Apóstoles; Newel K. Whitney, obispo general; George Miller, presidente del grupo de los sumos sacerdotes de Nauvoo y obispo general; y James Adams, Presidente de la Rama Springfield8.
José Smith comentó lo siguiente sobre el importante acontecimiento: “Pasé el día en el piso superior de la tienda… instruyéndolos en los principios y en el orden del sacerdocio, efectuando lavamientos, unciones, investiduras y la comunicación de llaves pertinentes al Sacerdocio Aarónico, y luego al orden más alto del Sacerdocio de Melquisedec; estableciendo el orden correspondiente al Anciano de Días, y todos los planes y los principios por los cuales se nos permite asegurarnos la plenitud de aquellas bendiciones que se han preparado para la Iglesia del Primogénito y poder ir a morar en la presencia de Elohim en los mundos eternos”9.
El Señor había declarado que esas ordenanzas eran necesarias para abrir la puerta hacia la vida eterna y la exaltación, y por eso, los Santos de los Últimos Días que eran fieles procuraban recibirlas. En el transcurso de los dos años siguientes, José Smith confirió la investidura a un total aproximado de noventa hombres y mujeres; además, dio a los Doce Apóstoles instrucciones particulares en cuanto a las llaves de esas ordenanzas, explicándoles que debían conferir la investidura en el templo a los miembros dignos apenas estuviese terminado el edificio. Al llegar el mes de diciembre de 1845, ya el templo estaba lo suficientemente adelantado para llevar a cabo esa ordenanza.
Muchos años más tarde, en Salt Lake City, el presidente Brigham Young habló a los santos sobre la importancia de la investidura en los últimos días; les dijo que los primeros élderes habían recibido en el Templo de Kirtland sólo una parte a la que él se refirió como “ordenanza introductora o preliminar, preparatoria de la investidura”. Y luego definió el significado de la investidura con las siguientes palabras: “Vuestra investidura consiste en recibir todas esas ordenanzas en la Casa del Señor, que os son necesarias, después que hayáis salido de esta vida, para permitiros volver a la presencia del Padre, pasando por los ángeles que están allí como centinelas, capacitados para darles las palabras clave, las señas y los signos pertenecientes al Santo Sacerdocio, y lograr vuestra exaltación eterna a pesar de la tierra y el infierno”10.
LAS REVELACIONES SOBRE EL MATRIMONIO
La investidura del Santo Sacerdocio está estrechamente relacionada con el principio de la unión conyugal eterna. Desde el principio de la Restauración se enseñó a los santos que “el matrimonio lo decretó Dios para el hombre” (D. y C. 49:15). El convenio del matrimonio siempre se ha considerado de extremada importancia. El Señor ha mandado a los hombres de la Iglesia: “Amarás a tu esposa con todo tu corazón, y te allegarás a ella y a ninguna otra” (D. y C. 42:22). Y se manda a los miembros de la Iglesia no sólo que se casen con rectitud sino también que tengan hijos y los críen de acuerdo con los preceptos del Evangelio de Jesucristo.
Poco después de haber dado a conocer la investidura, el Profeta reveló que un matrimonio podía ser sellado por el poder del sacerdocio por esta vida y por toda la eternidad. Muchos de los hombres y mujeres que recibieron la investidura también fueron sellados por José Smith a sus cónyuges en el convenio del matrimonio. El profeta José Smith enseñó que el sellamiento de una pareja, la investidura y los bautismos por los muertos debían llevarse a cabo en la Casa del Señor y que esas ordenanzas estarían disponibles para todos los santos fieles tan pronto como se terminara de construir el templo.
En la primavera de 1843, José Smith explicó la importancia eterna que tiene el convenio matrimonial. Mientras se hallaba de visita en Ramus, pueblo mormón que quedaba a unos treinta kilómetros de Nauvoo, el Profeta dijo lo siguiente a un pequeño grupo de miembros de la Iglesia:
“En la gloria celestial hay tres cielos o grados;
“y para alcanzar el más alto, el hombre tiene que entrar en este orden del sacerdocio [es decir, el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio];
“y si no lo hace, no puede alcanzarlo” (D. y C. 131:1–3).
Más adelante, en el verano, el Profeta registró por escrito una revelación sobre el matrimonio en la que se incluían principios que se le habían revelado en 1831, en Kirtland. En dicha revelación el Señor había declarado: “…si un hombre se casa con una mujer por mi palabra, la cual es mi ley, y por el nuevo y sempiterno convenio, y les es sellado por el Santo Espíritu de la promesa, por conducto del que es ungido, a quien he otorgado este poder y las llaves de este sacerdocio… estará en pleno vigor [el convenio] cuando ya no estén en el mundo; y los ángeles y los dioses que están allí les dejarán pasar a su exaltación y gloria en todas las cosas, según lo que haya sido sellado sobre su cabeza, y esta gloria será una plenitud y continuación de las simientes por siempre jamás” (D. y C. 132:19).
Parte de la ley del matrimonio celestial bosquejada en esa revelación era el principio de la pluralidad de esposas. En 1831 José Smith, mientras trabajaba en la versión inspirada de las Santas Escrituras, le preguntó al Señor cómo se podía justificar la práctica del matrimonio plural entre los patriarcas del Antiguo Testamento. Esa pregunta dio como resultado la revelación sobre el matrimonio celestial, que contenía la respuesta a su interrogante sobre los matrimonios de los patriarcas con varias esposas11.
Primeramente el Señor explicó que para que cualquier convenio, incluso el del matrimonio, sea válido en la eternidad, deben cumplirse tres requisitos (véase D. y C. 132:7): (1) Los convenios deben ser “hechos… concertados, [y] sellados por el Santo Espíritu de la promesa”. (2) Debe efectuarlos la persona que tenga la debida autoridad del sacerdocio. (3) Deben llevarse a cabo “por revelación y mandamiento” y por medio del Profeta ungido del Señor (véase también los versículos 18–19). Utilizando a Abraham como ejemplo, el Señor dijo que él “recibió todas las cosas, todo cuanto recibió, por revelación y mandamiento, por mi palabra” (vers. 29). Después, agregó: “¿Se halló, pues, Abraham, bajo condenación? De cierto te digo que no, porque yo, el Señor, lo mandé” (vers. 35).
Más aún, José Smith y la Iglesia debían aceptar el principio de la pluralidad de esposas como parte de la restauración de todas las cosas (véase el vers. 45). Al Profeta, que se había criado en un ambiente de ideas convencionales en cuanto a la tradición matrimonial, le fue naturalmente muy difícil al principio seguir esa nueva práctica. Debido a la falta de documentos históricos con respecto a ese sistema de vida en los primeros tiempos, no se sabe si hizo intentos de cumplir el mandamiento en Ohio. El primer matrimonio de José Smith con otra esposa que quedó registrado en Nauvoo fue con Louisa Beaman y lo efectuó el obispo Joseph B. Noble, el 5 de abril de 184112. Durante los tres años siguientes, de acuerdo con el mandamiento del Señor, el Profeta tomó otras esposas.
En 1841, a medida que los miembros del Consejo de los Doce Apóstoles fueron regresando de sus respectivas misiones en las Islas Británicas, José Smith les fue enseñando, uno por uno, la doctrina de la pluralidad de esposas; todos ellos tuvieron dificultad para comprenderla y aceptarla13. Brigham Young, por ejemplo, expresó de esta manera la lucha que había enfrentado: “No tenía la inclinación de evadir ningún deber ni de fallar en lo más mínimo en cuanto a lo que se me mandaba hacer, pero fue la primera vez en mi vida en que deseé la muerte, y tardé mucho tiempo en poder hacerme a la idea. Cuando asistía a un funeral, sentía envidia del cadáver y lamentaba no ser yo quien estuviera en el féretro”14.
Después de vencer las vacilaciones y la frustración iniciales, él y otros de los Apóstoles recibieron individualmente la confirmación del Santo Espíritu con respecto a esa doctrina, y la aceptaron; ellos sabían que José Smith era el Profeta de Dios en todos los sentidos. Al principio, la práctica de la pluralidad de esposas fue muy limitada y se mantuvo en secreto, pero después empezaron a circular rumores tergiversados y exagerados de que las autoridades de la Iglesia tenían varias esposas, lo cual contribuyó a aumentar la persecución de parte de los apóstatas y de los enemigos de la Iglesia. Naturalmente, parte de los problemas surgían de la aversión que la gente en general sentía hacia la “poligamia”. Existía la noción de que ese nuevo sistema era una amenaza para la tradición de la monogamia, firmemente establecida, y para la solidaridad de la estructura familiar. Más adelante, en el estado de Utah, los miembros de la Iglesia practicaron abiertamente “el principio”, aunque nunca se vieron libres de la persecución debido a ello.
LA CARTA A WENTWORTH
De vez en cuando, personas que no eran miembros de la Iglesia le pedían al Profeta que les explicara las enseñanzas y las prácticas del mormonismo15. Un ejemplo importante de las explicaciones que él daba se encuentra en la llamada “Carta a Wentworth”. En la primavera de 1842, John Wentworth, director del periódico Chicago Democrat, le pidió a José Smith que le escribiera un resumen “del surgimiento, el progreso, la persecución y la fe de los Santos de los Últimos Días”16. El señor Wentworth era originario de New Hampshire y quería esa información como parte de la compilación de una historia del estado que estaba escribiendo su amigo George Barstow. José Smith accedió y le envió un documento de varias páginas con el relato de muchos de los primeros acontecimientos ocurridos en la historia de la Restauración, incluso la Primera Visión y la aparición del Libro de Mormón; el escrito contenía también trece declaraciones que bosquejaban las creencias de los Santos de los Últimos Días, y que luego se conocieron con el nombre de Artículos de Fe (véase “La carta a Wentworth”, Liahona, junio de 1978, págs. 38–44). George Barstow publicó su historia, pero en ella no incluyó la Carta a Wentworth ni tampoco ningún comentario sobre los mormones.
John Wentworth no publicó el documento en su periódico ni apareció el escrito en ninguna historia del estado de New Hampshire, pero el periódico de la Iglesia, el Times and Seasons, lo publicó en marzo de 1842, y desde entonces se ha convertido en una de las declaraciones más importantes de inspiración, historia y doctrina de la Iglesia. Los Artículos de Fe se escribieron para los que no eran mormones y nunca se tuvo la intención de que fueran un resumen completo de los principios y las prácticas del Evangelio. No obstante, exponen claramente las creencias exclusivas de los Santos de los Últimos Días y cada uno es una declaración afirmativa de las diferencias que existen entre el mormonismo y las creencias sectarias de otras religiones.
En 1851, los Artículos de Fe se incluyeron en la primera edición de la Perla de Gran Precio que se publicó en la Misión Británica. Después que la Perla de Gran Precio se revisó en 1878 y que pasó a formar parte de los libros canónicos en 1880, los Artículos de Fe pasaron a ser doctrina oficial de la Iglesia.
EL LIBRO DE ABRAHAM
A principios de 1842, más o menos por la misma época en que escribió la carta a John Wentworth, José Smith se hallaba también ocupado en “traducir de los registros de Abraham”17. Esos registros se habían adquirido en 1835, cuando la Iglesia le compró a Michael Chandler varios rollos antiguos de papiro egipcio. El Profeta y sus escribas habían hecho algo de labor de investigación con dichos registros, pero los trabajos en el Templo de Kirtland, la apostasía y las persecuciones posteriores le impidieron continuar esta obra tanto en Ohio como en Misuri. Al fin, en la primavera de 1842, pudo dedicarse a la tarea durante varias semanas y casi sin interrupción.
El élder Wilford Woodruff, que en las sesiones de consejo se había enterado de la traducción del Profeta y de parte de su contenido, escribió en su diario los siguientes comentarios con respecto a esa labor: “En verdad, el Señor ha levantado a José, el Vidente… y lo ha investido con poder extraordinario, y con sabiduría y conocimiento… El Señor bendice a José con el poder de revelar los misterios del reino de Dios y de traducir, mediante el Urim y Tumim, viejos registros y jeroglíficos tan antiguos como Adán y Abraham, lo que hace que nuestro corazón arda al contemplar cómo se abren ante nuestros ojos sus gloriosas verdades”18.
A mediados de 1842, aparecieron porciones del Libro de Abraham en el Times and Seasons y en el Millennial Star. José Smith dijo que se publicaría más, pero después de 1842 no le fue posible continuar la traducción. Lo que la Iglesia tiene —cinco capítulos del Libro de Abraham en la Perla de Gran Precio— es sólo una porción del registro original.
En 1967, el Dr. Aziz S. Atiya descubrió la existencia de once fragmentos de los papiros de José Smith en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Los estudios que se han hecho han confirmado que en su mayoría se trata de antiguos textos funerarios egipcios, que se enterraban por lo general con miembros de la realeza o la nobleza con el objeto de que los guiaran en sus jornadas eternas19. Ese descubrimiento ha avivado el interrogante con respecto a la relación de los registros y el Libro de Abraham. José Smith nunca explicó el método del que se había valido para traducirlo, como tampoco explicó completamente cómo había traducido el Libro de Mormón; sin embargo, igual que éste último, el Libro de Abraham es en sí la mejor evidencia de que salió a luz por el don y el poder de Dios20.
LOS DISCURSOS DE JOSÉ SMITH
Los miembros de la Iglesia en Nauvoo tenían con frecuencia la oportunidad de escuchar las prédicas del profeta José Smith, y muchos de ellos escribieron sobre la emoción que sintieron al oírlo hablar; sus palabras los conmovían y les fortalecían el testimonio. Brigham Young dijo lo siguiente: “Aquellos momentos eran para mí más preciados que todas las riquezas del mundo. Por muy grande que fuera mi pobreza, aun cuando tuviera que pedir prestados alimentos para dar de comer a mi esposa y mis hijos, jamás dejé pasar una oportunidad de aprender lo que el Profeta enseñaba”21. Wandle Mace, un converso nuevo, comentó que mientras escuchaba al Profeta, fuera en público o en privado, bajo sol o lluvia, se convenció de que Dios mismo había enseñado a José Smith. Según dijo, nunca perdió una oportunidad de escucharlo, porque él “nos nutría deliciosamente con alimento espiritual”22. Y James Palmer, un converso británico, dijo que el Profeta “tenía la apariencia de uno que hubiera venido directamente del cielo cuando predicaba, o como si hubiera sido enviado de mundos celestiales en una misión divina”23.
En Nauvoo no había un lugar de reuniones que fuera lo suficientemente grande para que todos los miembros se juntaran a escuchar a su Profeta; por eso, cuando hacía buen tiempo, se reunían afuera, bajo los árboles. Uno de esos sitios era un bosque que había en la falda de la colina que estaba al oeste del templo y que tenía una parte parecida a un anfiteatro; ese era uno de los lugares preferidos de José Smith para hablar a los santos. En el período de Nauvoo, se acostumbró a dirigir la palabra en público, aunque en los primeros días de la Restauración había dado la oportunidad de predicar a otros que él consideraba mejores oradores. Pero en Nauvoo y en las comunidades vecinas predicó con gran autoridad y elocuencia; y los discursos pronunciados en esos años, casi doscientos en total, contribuyeron a que los santos comprendieran mejor las doctrinas del Evangelio y ejercieron enorme influencia en la Iglesia.
El domingo 20 de marzo de 1842, en el funeral de un hijo de Windsor P. Lyon, el Profeta decidió hablar en la arboleda sobre la salvación de los niños pequeños, diciendo que había “hecho esta pregunta: ¿Por qué se nos arrebatan los infantes, los niños pequeñitos, especialmente aquellos que parecen más inteligentes y vivaces?” Dijo que se le había explicado que se llevan con el fin de evitarles la iniquidad que va en aumento en el mundo. Acontinuación, dio a conocer una de las doctrinas más reconfortantes que se han revelado en los últimos días: “Todos los niños son redimidos por la sangre de Jesucristo y, en el momento en que salen de este mundo, son llevados al seno de Abraham. La única diferencia que hay entre los ancianos y los niños que mueren consiste en que éstos viven un poco más en el cielo y en la luz y la gloria eternas que aquellos, y se ven libres antes de este mundo miserable e inicuo”24.
En la primavera de 1843, José Smith hizo visitas frecuentes a las colonias de miembros de los alrededores a fin de enseñarles y darles guía; cuando estaba en Ramus, Illinois, se quedaba en la casa de su amigo Benjamin F. Johnson. Las enseñanzas que el Profeta impartió en Ramus el domingo 2 de abril de 1843 fueron tan importantes que se registraron en la historia oficial de la Iglesia, y más tarde pasaron a formar parte de Doctrina y Convenios en la sección 130. Durante la reunión de la mañana, el élder Orson Hyde había dicho que el Padre y el Hijo moran en el corazón de los santos y que cuando viniera el Salvador en la Segunda Venida, aparecería “como un guerrero montado en un caballo blanco”. A la hora del almuerzo, José Smith le dijo al hermano Hyde que en la reunión de la tarde tendría que hacerle algunas correcciones a declaraciones que había hecho en su discurso. A esto el élder Hyde respondió: “Las recibiré con gratitud”25.
El Profeta explicó lo siguiente a los miembros: “Cuando se manifieste el Salvador, lo veremos como es. Veremos que es un varón como nosotros” (D. y C. 130:1). Después agregó otra rectificación: “…la idea de que el Padre y el Hijo moran en el corazón del hombre es un antiguo concepto sectario, y es falso” (vers. 3). Y más adelante, declaró con decisión que “El Padre tiene un cuerpo de carne y huesos, tangible como el del hombre; así también el Hijo; pero el Espíritu Santo no tiene un cuerpo de carne y huesos, sino es un personaje de Espíritu…” (vers. 22).
En ese extraordinario discurso enseñó también otras verdades eternas que desde entonces han inspirado a los Santos de los Últimos Días a buscar diligentemente la verdad y las buenas obras. Además, enseñó lo siguiente: “Cualquier principio de inteligencia que logremos en esta vida se levantará con nosotros en la resurrección;
“y si en esta vida una persona adquiere más conocimiento e inteligencia que otra, por medio de su diligencia y obediencia, hasta ese grado le llevará la ventaja en el mundo venidero”(vers. 18–19). También explicó: “Hay una ley, irrevocablemente decretada en el cielo antes de la fundación de este mundo, sobre la cual todas las bendiciones se basan;
“y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa” (vers. 20–21).
Un mes y medio después, el Profeta fue de visita a Ramus nuevamente. En una reunión que se llevó a cabo al atardecer se le pidió a un predicador metodista de nombre Samuel Prior, que había ido al pueblo con el objeto de averiguar sobre la Iglesia, que dirigiera la palabra a la congregación. Después que él habló, José Smith se puso de pie y expresó desacuerdo con lo que el reverendo Prior había dicho. El señor Prior escribió este comentario sobre las palabras del Profeta: “Lo hizo con mansedumbre y cortesía, y sin afectación, como una persona que tenía más deseos de diseminar la verdad y exponer el error que de deleitarse maliciosamente en el triunfo de su debate conmigo. Me sentí sumamente elevado con sus comentarios y con mucho menos prejuicio del que había sentido hacia los mormones”26. Las enseñanzas de José Smith en esa ocasión son una evidencia de su llamamiento profético y han quedado registradas en las Escrituras:
“No hay tal cosa como materia inmaterial. Todo espíritu es materia, pero es más refinado o puro, y sólo los ojos más puros pueden discernirlo;
“no lo podemos ver; pero cuando nuestros cuerpos sean purificados, veremos que todo es materia” (D. y C. 131:7–8).
Con el progreso de la obra de construcción del templo, el profeta José Smith pronunció, en el edificio sin terminar, algunos de sus mejores discursos en reuniones especiales. Una de éstas fue la conferencia general de abril de 1843. En esa época William Miller, líder fanático religioso que fundó una secta, había declarado supuestas “profecías” afirmando que Cristo iba a venir el 3 de abril de 1843, las que provocaron gran agitación en todos los Estados Unidos y entre los Santos de los Últimos Días. En la sesión de la conferencia que se realizó el 6 de abril, José Smith dijo que, en calidad de Profeta del Señor, él había orado al respecto y había sabido que “la venida del Hijo del Hombre no tendrá lugar ni puede tener lugar hasta que se lleven a cabo los juicios que se han pronunciado para esta hora, los cuales ya han comenzado”. Además, el Profeta enumeró algunos acontecimientos que todavía no habían ocurrido pero que debían suceder antes de la Segunda Venida: “Judá debe retornar, Jerusalén debe edificarse otra vez, así como el templo, y habrá aguas fluyendo de debajo del templo, y las aguas del Mar Muerto recibirán sanidad [véase Ezequiel 47:1–12]. Llevará algún tiempo reconstruir los muros de la ciudad y el templo”27.
El más famoso de todos los discursos que pronunció el Profeta tuvo lugar en la conferencia general de abril de 1844, como discurso funerario en honor de su amigo King Follett, que había muerto en un accidente de construcción. En esa oportunidad, José Smith habló durante más de dos horas, en el transcurso de las cuales mencionó por lo menos treinta y cuatro temas de doctrina, entre ellos la importancia de conocer al Dios verdadero, la manera de llegar a ser como es Dios, la pluralidad de dioses, el progreso eterno, la importancia del Espíritu Santo, la naturaleza de la inteligencia del hombre, el pecado imperdonable, y los niños pequeños y la Resurrección.
Uno de los mensajes más profundos se refería a Dios y al destino del hombre en relación con Él. Esto es lo que dijo: “¡Dios una vez fue como nosotros ahora; es un hombre glorificado, y está sentado sobre su trono allá en los cielos!
“…vosotros mismos tenéis que aprender a ser Dioses… por avanzar de un grado pequeño a otro, y de una capacidad pequeña a una mayor; yendo de gracia en gracia, de exaltación en exaltación, hasta que logréis la resurrección de los muertos y podáis morar en fulgor eterno…” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 427, 428–429). Por lo tanto, el hombre llegará a ser como Dios es ahora. El Profeta explicó también que “los primeros principios de la consolación” para los que lloran por un ser querido justo que se haya ido son “que aunque el cuerpo terrenal es sepultado y se deshace, nuevamente se levantarán para morar en fuegos eternos en una gloria inmortal, para nunca más volver a afligirse, sufrir o morir, sino que serán herederos de Dios y coherederos con Jesucristo”28.
¿Cuál fue la reacción de los miembros ante ese discurso tan largo y, al mismo tiempo, tan elocuente e inspirador? La mayoría de ellos quedaron profundamente conmovidos. Joseph Fielding escribió en su diario personal: “Nunca me sentí tan complacido con un discurso suyo como con éste. Me hizo recordar lo que dijeron de Herodes en su arenga, que era la voz de Dios y no de un hombre” (véase Hechos 12:20–23)29.
Mientras residían en Nauvoo, los santos fueron testigos de un gran desarrollo teológico. Escuchaban a su profeta y líder hablar detalladamente de temas doctrinales que hasta entonces apenas se habían mencionado; leyendo el Times and Seasons aprendían una teología mucho más completa que la que habían escuchado en Ohio y en Misuri; al construir el templo y participar en sus ordenanzas sagradas, recibían poder, conocimiento y bendiciones que les habían sido desconocidos en los años anteriores. La expansión doctrinal que tuvo lugar en Nauvoo creó un patrimonio imperecedero para la Iglesia en el futuro.
Historia Fecha |
Acontecimientos importantes |
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15 de agosto de 1840 |
José Smith empieza a enseñar la doctrina del bautismo por los muertos. |
8 de noviembre de 1841 |
Se dedica la pila bautismal del Templo de Nauvoo. |
2 de mayo de 1842 |
José Smith efectúa la ordenanza de la investidura para nueve hermanos fieles. |
Primavera de 1842 |
Se publican la Carta a Wentworth y el Libro de Abraham en el Times and Seasons. |
Abril–mayo de 1842 |
José Smith visita Ramus, Illinois, e imparte allí instrucciones inspiradas. |
1 de septiembre de 1842 |
La epístola sobre el bautismo por los muertosy la importancia de llevar registros (véase D. y C. 127). |
7 de abril de 1844 |
José Smith pronuncia un discurso a la muerte de King Follett. |
Desarrollo de la doctrina relacionada con el templo según se le reveló al profeta José Smith. | |
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21 de septiembre de 1823 |
Moroni reitera la promesa septiembre de Malaquías sobre la venida de 1823 de Elías el Profeta y dice que “revelar[á] el sacerdocio”(véase D. y C. 2; José Smith-Historia 1:38–39). |
Diciembre de 1830 |
Se hace la primera referencia de 1830 a templos en la revelación de los últimos días (véase D. y C. 36:8). |
2 de enero de 1831 |
El Señor manda a la Iglesia trasladarse a Ohio donde los miembros iban a ser “investidos con poder de lo alto” (D. y C. 38:32). |
20 de julio de 1831 |
El Señor designa el Condado de Jackson, Misuri, como el lugar para Su templo (véase D. y C. 57:2–3). |
16 de febrero de 1832 |
Se recibe la visión de los tres grados de gloria (véase D. y C. 76). |
Diciembre de 1832 |
Se les da el mandamiento de edificar el Templo de Kirtland (véase D. y C. 88:119). |
21 de enero de 1836 |
José Smith ve en el Reino Celestial a su hermano Alvin, que había muerto sin ser bautizado, y se le dice que todos los que habrían recibido el Evangelio aquí heredarán el Reino Celestial en el más allá (véase D. y C. 137). |
27 de marzo de 1836 |
Se dedica el Templo de Kirtland (véase D. y C. 109; History of the Church, 2:410–428). |
3 de abril de 1836 |
El Salvador, Moisés, Elías y Elías el profeta aparecen en el Templo de Kirtland para aceptar el templo y para restaurar las llaves del sacerdocio (véase D. y C. 110). |
15 de agosto de 1840 |
Se enseña por primera vez la doctrina del bautismo por los muertos en el funeral de Seymour Brunson, que había fallecido el 10 de ese mes (véase History of the Church, 4:179, 231). |
19 de enero de 1841 |
Se les manda a los santos construir el Templo de Nauvoo, y se le dice a José Smith que no se han revelado todavía todos los conceptos pertinentes a la investidura (véase D. y C. 124:25–55). |
15 de marzo de 1842 |
Se publican en el Times and Seasons el facsímile del Libro de Abraham y algunas declaraciones sobre el templo. |
4 de mayo de 1842 |
José Smith lleva a cabo las primeras investiduras en el cuarto superior de su tienda (véase History of the Church, 5:1–3). |
6 de septiembre de 1842 |
La epístola sobre la naturaleza esencial de la obra vicaria en el templo (véase D. y C. 128). |
16–17 de mayo de 1843 |
José Smith recibe la revelación que explica que el matrimonio eterno es indispensable para la exaltación (véase D. y C. 131). |
12 de julio de 1843 |
Se recibe la revelación concerniente al nuevo y sempiterno convenio, al matrimonio y a la plenitud de vida (véase D. y C. 132). |