2015
No ser del mundo
Septiembre de 2015


No ser del mundo

Defender nuestros valores como miembros de la Iglesia de Cristo puede resultar complicado en el mundo actual, pero podemos estar en este mundo sin dejarnos influenciar por él.

¿Alguna vez te has preguntado de dónde viene la expresión “estar en el mundo pero no ser del mundo”? Es más que un eslogan o un uso brillante de las preposiciones: estas palabras vienen de Jesucristo.

Imagínate la noche previa a Su crucifixión, cuando se reunió con los apóstoles, les lavó los pies, les enseñó y administró la Santa Cena. En cierto momento de la noche, oró en voz alta a Su Padre por los apóstoles:

“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.

“No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo…

“Como tú me enviaste al mundo, también yo los he enviado al mundo” (Juan 17:15–16, 18).

El Salvador mismo vivió toda Su vida en el mundo sin ser del mundo. Tuvo tentaciones, pero no cedió a ellas; evitó el mal; se relacionó con discípulos y creyentes, así como con pecadores e hipócritas, y fue un ejemplo para todos.

Pero no se limitó a dejar a Sus discípulos con un brusco: “Si yo lo hice, ustedes también pueden hacerlo”; en vez de ello, tuvo compasión y rogó al Padre que los ayudara. Aun así, no oró para que no tuvieran problemas. Durante Su vida en la tierra, y por medio de Sus profetas y apóstoles modernos, el Salvador nos ha enseñado la importancia de ejercer una influencia positiva en el mundo.

En todas partes los jóvenes afrontan problemas continuamente cuando caminan por los pasillos de la escuela, al socializar con los amigos o al participar en actividades extraescolares; pero con el Salvador a su lado y el Evangelio en su corazón, han descubierto formas de evitar ser del mundo. Lee la manera en que algunos de ellos eligen seguir el ejemplo del Salvador.

Estar anhelosamente consagrados

A Young woman holding open scriptures. She is looking up and smiling.

Cuando me veo tentada, me pregunto: “¿Qué haría Jesucristo?” o “¿Hacer esto me acercará más al reino celestial?”. Voy a seminario cada mañana, aun cuando estoy realmente cansada, porque me ayuda a crecer espiritualmente. Leer las Escrituras con la intención de aprender algo nuevo o algo que pueda ayudarme a ser mejor persona es una fuente de guía que me ayuda. Podemos vencer mejor a Satanás cuando santificamos el día de reposo y vamos a nuestras actividades. Si estamos anhelosamente consagrados al Señor, Él puede ayudarnos con todas las situaciones complicadas que vivamos.

Brenda H., 17 años, Minesota, EE. UU.

Sacar fuerzas de los demás

Young women walking together.  They are smiling and laughing.  They are dressed in Sunday clothes.

Vivo mis normas cuando participo en actividades con los amigos de la capilla; pero claro que también invito a amigos que no son miembros para que vean y entiendan por qué quiero cumplir con esas normas. Mis padres y mi hermano mayor son buenos ejemplos para mí. Tengo muchos amigos que no son de la Iglesia y que también son muy buenos ejemplos; tienen muchos atributos buenos que me gustaría adquirir.

Celina W., 15 años, Alemania

Defender tus principios

En Dinamarca se te considera diferente si vas a una iglesia, no bebes alcohol y tienes normas elevadas, pero yo he visto que si no eres demasiado tímida para hablar de tus valores, muy pronto te ganas el respeto de tus compañeros. He visto que la gente piensa que es algo bueno cuando los demás cuidan de sí mismos de esa forma.

Emma K., 18 años, Dinamarca

Hacer que brille tu luz

Young men playing rugby.

Hace unos años, mi equipo de rugby participó en un campeonato que duró toda una semana; es decir, estuvimos siete días lejos de casa, de nuestros padres y de los líderes de la Iglesia. Dado que asistimos a una escuela de la Iglesia, todos en el equipo somos miembros. Durante aquella semana, casi cada tarde los demás equipos que se alojaban en nuestro hotel celebraban fiestas en sus habitaciones en las que escuchaban música muy alta, bailaban, tomaban alcohol, fumaban y hablaban con dureza entre sí. Mientras tanto, nuestro equipo se reunía en una habitación para cumplir con nuestra tradición de estudiar las Escrituras y tener una reunión espiritual. Teníamos un buen sentimiento al hacer lo correcto sin que nos lo mandaran nuestros padres. Cuando los demás equipos nos observaron sorprendidos, nos ganamos su respeto y empezaron a guardar silencio cuando sabían que teníamos nuestras reuniones espirituales de la tarde. Parecían interesados en lo que hacíamos y hasta algunos nos acompañaron al leer las Escrituras y orar juntos.

Esa semana no ganamos el torneo, pero tuvimos una victoria de otro tipo, ya que logramos que brillase nuestra luz y, por medio de nuestro ejemplo, que cambiasen algunos corazones y mentes.

Elisara E., 20 años, Samoa