Nuestro espacio
Nuestro propósito en la tierra
Durante el mes de educación en valores en nuestro colegio, nuestro profesor nos pidió que escribiéramos un ensayo titulado: “¿Por qué estoy aquí?”. Debíamos escribir diez párrafos sobre el tema de nuestro propósito en la vida. Al leer en la pizarra cuál era el tema de la asignación, sentí alivio y alegría en el corazón. Como miembro de la Iglesia, yo ya conocía mi propósito como hija de Dios desde hacía años. Pero, cuando vi las caras de mis compañeros, sentí tristeza. ¿Por qué? Porque empezaron a quejarse de que les parecía una tarea muy difícil. Ellos no tenían el mismo conocimiento que yo tenía.
Cuando entregué mi ensayo, me di cuenta de cuán bendecida soy de ser miembro de la Iglesia verdadera. Desde ese día, mi deseo de servir en una misión y compartir mi testimonio del evangelio de Jesucristo ha aumentado.
Sé que mi Padre Celestial me ama y desea que esté con Él algún día. También sé que mi propósito es servir a los demás.
Jaymee A., Filipinas
La forma en que me ayuda el Libro de Mormón
El Libro de Mormón nos da inspiración cada vez que necesitamos respuestas a nuestras preguntas o cuando queremos sentirnos más cerca del Espíritu del Señor. Contiene las profecías que recibieron los que fueron escogidos por el Padre a causa de su fidelidad y rectitud. Por medio de este libro adquirimos más sabiduría acerca del Evangelio y podemos ver que el Señor siempre será el mismo.
El Libro de Mormón nos sirve de ayuda en la actualidad porque los pueblos de la antigüedad tuvieron dificultades que tal vez sean similares a las que nosotros afrontamos hoy en día, desde problemas familiares hasta las influencias de otras personas. El ejemplo de ellos nos da fortaleza y el deseo de seguir adelante con fe y rectitud sin desanimarnos. Al igual que nosotros, esas personas de la antigüedad pasaron por numerosas pruebas y salieron triunfantes, porque el adversario no pudo vencerlas. Eso aumenta nuestro deseo de permanecer fuertes e inmutables en el evangelio de Jesucristo.
Caroline M., São Paulo, Brasil
Prestar servicio donde se nos pida
Justo antes de la dedicación del Templo de San Salvador, El Salvador, mi familia y yo decidimos servir en el programa de puertas abiertas para ayudar a presentar el evangelio de Jesucristo a las personas no miembros que fueran a conocer el templo. Me asignaron como guía para hablarle a las personas acerca de cada salón del templo, de los convenios sagrados que hacemos en ellos y de cómo cambia nuestra vida al guardar esos convenios.
Cuando llegó la hora de mi turno, comencé el recorrido. Apenas había salido del salón, cuando alguien pidió un guía adicional para un grupo grande que había llegado. Me dijeron que volviera al salón de bienvenida para que me fuera asignado otro grupo.
Cuando llegué al salón, nuevamente me cambiaron la asignación y me pidieron que mostrara un video a un grupo que estaba llegando al templo. Me desilusionó el no poder hablar con las personas y contarles acerca del templo.
Una media hora más tarde llegó un grupo de estadounidenses que no hablaban español. Varios voluntarios iban de un lado al otro buscando a alguien que hablara inglés y pudiera guiar a ese grupo. Ahí fue que entendí que el Señor nos envía adonde Él nos necesita y no necesariamente adonde queremos estar. Yo era el único que sabía manejar el video y dar las palabras de bienvenida en inglés. Los estadounidenses quedaron contentos y al partir, me agradecieron por haberlos recibido tan amablemente.
Al final del día, me sentí agradecido a Dios por haberme mostrado que cuando hacemos las cosas de la forma en que Él nos indica, nos sentimos satisfechos con nuestra labor.
Erick A., El Salvador