Las Escrituras causaron una diferencia en mí
La autora vive en Metro Manila, Filipinas.
En las Filipinas existen escuelas secundarias especializadas en Ciencias para estudiantes de alto rendimiento académico. Los estudiantes que asisten a esos centros de enseñanza tienen más materias, más horas de clases y dedican más empeño a sus tareas escolares.
Este tipo de ambiente resultó perjudicial para mí. Al ingresar en esa institución, renuncié a muchas cosas: dejé de aprender a tocar instrumentos musicales; casi nunca asistía a las actividades de la Iglesia y, en ocasiones, faltaba a las reuniones dominicales por causa de competencias entre escuelas; incluso me costaba asistir a seminario, aunque las clases tenían lugar los fines de semana.
Un sábado, mi maestra de seminario nos habló de lo ocupada que estaba en la escuela secundaria y que, sin embargo, ella lograba cumplir con sus asignaciones de seminario y estudiar los pasajes de dominio de las Escrituras. Nos extendió el desafío de hacer lo mismo.
Los desafíos siempre me motivan, así que lo acepté. Llevé conmigo mis tarjetas de dominio de las Escrituras a todas partes. Pedí ayuda en oración para poder lograr aprenderlas a pesar de las exigencias académicas y utilicé cualquier momento que se me presentaba. Memorizaba los pasajes de las Escrituras durante el viaje a la escuela, conversaba menos y siempre sacaba las tarjetas de mi bolsillo. Mis amigos lo notaron, y el barajar las tarjetas de dominio de las Escrituras se convirtió en nuestro nuevo pasatiempo durante los recreos y las comidas. A ellos les gustaba examinarme para ver si las podía repetir de memoria. Algunos comenzaron a llevar sus propios ejemplares de las Escrituras, incluso aquellos que pertenecían a otras iglesias, y empezaron a hablar sobre las actividades de sus iglesias. Sentí que el ambiente a mi alrededor iba cambiando; los estudios de la escuela se hacían más llevaderos y me iba mejor.
Mis tres hermanas menores siguieron mis pasos, y ahora mi familia cosecha las bendiciones de las Escrituras en nuestras relaciones en casa. Fue más que simplemente memorizar palabras; mi maestra de seminario me enseñó la diferencia que las Escrituras causarían en mí y en las personas a mi alrededor. Sean cual sean los desafíos y las pruebas que mi familia y mis amigos tengamos que afrontar, sé que siempre hallaremos fortaleza, guía y paz en las palabras de nuestro amoroso Salvador.