Cómo llegué a saberlo
¡Esa es la casa de mis sueños!
Actualmente sirvo como misionero de tiempo completo en la misión Guatemala Este. Hace unos meses tuve una experiencia mientras estaba sirviendo en Teculután, Zacapa, uno de los lugares más cálidos de Guatemala, en una pequeña pero muy bonita rama.
Desde que llegué me di cuenta de que las cosas serían un poco difíciles. No estábamos teniendo mucho éxito encontrando personas con una verdadera intención. Padezco de una enfermedad que me afecta el sistema nervioso y es un poco más complicado cuando hace demasiado calor y por más que trabajábamos cada día con todas nuestras energías no veíamos muchos resultados. Con todas esas dificultades y el calor superando los 40 grados empecé a desanimarme y a sentirme muy frustrado, cada día me preguntaba ¿qué más podía hacer?
Empecé a ver muchas dificultades y pruebas y llegué al punto de hacerme la pregunta ¿Porqué estoy acá en este lugar? ¿Realmente es lugar adecuado para mí? Recuerdo que en una conferencia multi-zona mi presidente de misión nos hizo la promesa de que cada área podía bautizar a una persona en ese mes, solamente debíamos ser humildes y pedir a nuestro Padre Celestial por la oportunidad de encontrar a esa persona. En esos momentos sentí fuertemente el espíritu y cuando regresamos a casa, me arrodillé y le oré a mi Padre Celestial. Le pedí por su ayuda e inspiración, le expuse mis debilidades y los problemas de salud que estaba teniendo, también le pedí que Él me pudiera mostrar a esa persona que estaba preparada para ser bautizada y sobre todo rogué por el espíritu para saber dónde encontrarla.
Pasé varios días con la misma súplica. Finalmente después de unas semanas la respuesta llegó. Una noche mientras dormía, tuve un sueño en el que mi compañero y yo llegamos a una casa, hablábamos con una familia e invitábamos al bautismo a una mujer. Ella aceptaba muy feliz y emocionada. Estaba preparada para ser bautizada y había asistido muchas veces a la capilla y se sabía todas las lecciones. Lo único que teníamos que hacer era bautizarla y precisamente yo hacía la ordenanza.
Desperté esa madrugada emocionado, también desperté a mi compañero emocionado, contándole mi sueño. Él confió en mí, oramos para saber quién era. Buscamos en todos los registros de antiguos investigadores y no encontramos nada, pasamos dos o tres días así, en cada casa que visitábamos él me preguntaba, “¿ésta es la casa?, ¿él o ella es?” Yo recordaba algunos detalles de la casa y en base a eso buscábamos incesantemente. No pasó nada, no pudimos encontrar a nadie.
Cierto día mi compañero me dijo que por la noche iríamos a visitar a una familia de miembros, y para mi sorpresa desde el momento en que entré, la casa me pareció familiar. Reconocía algunos detalles. Compartimos una lección y salimos. Yo le dije a mi compañero al salir, “¡es esa!, ¡esa es la casa! Pude reconocer cada detalle y ¡sabía que era la casa de mis sueños! Entonces mi compañero me comentó que la hermana no era miembro, tenía varios años asistiendo a la Iglesia, pero no había podido bautizarse por algunos problemas con sus documentos personales. Oramos mucho por ellos, para que no hubiera problema con sus documentos, ya que estaban por salir de trámite. Días después nos dijeron que todo se había solucionado, algo por lo que lucharon muchos años se resolvió en el momento indicado. Ese mismo día programamos el bautismo de la hermana y al momento de hacerle la entrevista le preguntamos “¿quién le gustaría que la bautizara?”, cuando ella me eligió a mí, sentí el espíritu que llenó mi corazón y de paz y de gozo. Pude sentir y saber cuál era mi propósito allí.
Gracias a ese sueño mi testimonio aumentó grandemente y sé que el de esta familia también. Testifico que no importa las pruebas y dificultades que estemos pasando, la respuesta está siempre al alcance de nosotros por medio de la oración sincera y la fe necesaria para actuar conforme a los susurros del espíritu, tal como lo dijo el profeta Nefi: “Porque el que con diligencia busca, hallará; y los misterios de Dios le serán descubiertos por el poder del Espíritu Santo, lo mismo en estos días como en tiempos pasados…” (1 Nefi 10:19). El Señor siempre trabaja por medio de la oración y la revelación.