La última palabra
Seis maneras para recordar siempre al Salvador
Tomado de un discurso de la Conferencia General de abril de 2016.
Cada semana, al participar de la Santa Cena, hacemos convenio de recordar siempre al Salvador. Recurriendo a los casi cuatrocientos pasajes de las Escrituras que contienen la palabra recordar, mencionaré seis maneras en las que podemos recordarlo siempre.
Primero: Podemos recordarlo siempre al tener confianza en Sus convenios, promesas y afirmaciones.
Segundo: Podemos recordarlo siempre reconociendo con agradecimiento Su mano a lo largo de nuestra vida.
Tercero: Podemos recordarlo siempre al confiar cuando el Señor nos asegura que “… quien se ha arrepentido de sus pecados es perdonado; y yo, el Señor, no los recuerdo más” (D. y C. 58:42).
Cuarto: Él nos invita a recordar que siempre está esperando que regresemos a casa.
Quinto: Podemos recordarlo siempre en el día de reposo mediante la Santa Cena. Al terminar Su ministerio mortal y al comenzar Su ministerio resucitado —en ambas ocasiones— nuestro Salvador tomó pan y vino y pidió que recordáramos Su cuerpo y sangre.
En la ordenanza de la Santa Cena, testificamos a Dios el Padre que estamos dispuestos a tomar sobre nosotros el nombre de Su Hijo, y a recordarle siempre, y a guardar Sus mandamientos que Él nos ha dado, para que siempre podamos tener Su Espíritu con nosotros (véanse Moroni 4:3; 5:2; D. y C. 20:77, 79).
Y finalmente, sexto: Nuestro Salvador nos invita a recordarlo siempre como Él siempre nos recuerda a nosotros.
Nuestro Salvador declara:
“Pues aun cuando ellos se olvidaren, yo nunca me olvidaré de ti”
“Pues he aquí, te tengo grabada en las palmas de mis manos”; tus muros están siempre delante de mí (Isaías 49:15–16; véase también 1 Nefi 21:15–16).
Él testifica: “Soy el que fue levantado. Soy Jesús que fue crucificado. Soy el Hijo de Dios” (D. y C. 45:52).
Humildemente testifico y ruego que lo recordemos siempre: en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar en el que estemos (véase Mosíah 18:9).