Mensaje del Área
La historia familiar y los templos
Qué afortunados somos de tener de vuelta el Evangelio restaurado en la tierra, junto con todas las ordenanzas necesarias para poder disfrutar de nuestras familias por toda la eternidad.
Desde muy temprana edad siempre tuve esta pregunta: “Si Dios nos ama, ¿por qué nos separa al morir?”.
A pesar de hacer esta pregunta constantemente a personas con entendimiento de la Biblia, sus respuestas nunca llenaron mis expectativas. No fue sino hasta que conocí a los misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que mis dudas empezaron a aclararse. Durante una de las lecciones, me mostraron una lámina del Templo de Salt Lake y con gran asombro pregunté: “¿Y ese castillo dónde está?” Me dijeron que era un templo, el lugar en donde las familias se unen por la eternidad.
Inmediatamente supe que estaba a punto de descubrir la respuesta a una de mis preguntas, una verdad que yo buscaba por años. En las lecciones venideras, me enseñaron sobre los templos y su función en la restauración del evangelio de Jesucristo.
Cada templo es una fortaleza espiritual, “una casa de oración, una casa de ayuno, una casa de fe, una casa de gloria y de Dios”1. Es una casa en la que realizamos ordenanzas sagradas que nos permitirán regresar con nuestras familias a la presencia de nuestro Padre Celestial. Qué afortunados somos de tener de vuelta el Evangelio restaurado en la tierra, junto con todas las ordenanzas necesarias para poder disfrutar de nuestras familias por toda la eternidad.
Los templos son una expresión sincera del amor de nuestro Padre Celestial y nuestro Salvador, Jesucristo. En los templos, los miembros de la Iglesia podemos realizar ordenanzas por nuestros antepasados y por nosotros mismos. Estas ordenanzas tienen el propósito de perpetuar la familia por la eternidad.
En los últimos años hemos sido testigos de cómo nuestro amado profeta, Russell M. Nelson, ha anunciado 43 nuevos templos desde que se convirtió en el presidente de la Iglesia el 14 de enero de 2018. Dos días después, como parte de su mensaje al mundo, dijo estas palabras: “Como nueva Presidencia, queremos empezar con el fin en mente. Por esa razón, nos dirigimos a ustedes hoy desde un templo”2.
Los templos no solo son edificios magníficamente lindos, son literalmente la Casa del Señor. Por tal razón debemos prepararnos espiritualmente para entrar en ellos y sentir el amor de nuestro Padre Celestial y su Hijo, Jesucristo. Al honrar y vivir los mandamientos de Dios, saldremos del templo armados con Su poder, rodeados con Su gloria, Su nombre estará sobre nosotros y Sus ángeles nos guardarán3.
Vamos al templo para aprender más acerca de nuestro Padre Celestial y de Su Hijo, Jesucristo. Allí también logramos un mejor entendimiento sobre nuestro propósito en la vida y sobre nuestra relación con el Padre Celestial y Jesucristo. Se nos enseña acerca de la existencia preterrenal, sobre el significado de la vida terrenal y la vida después de la muerte.
Muchos de nuestros antepasados están entre los que han muerto sin haber escuchado el Evangelio mientras se encontraban en la tierra. Es por eso que durante nuestra visita a la Casa del Señor podemos realizar ordenanzas por nuestros antepasados.
Hay actividades básicas que podemos hacer para efectuar las ordenanzas por ellos. Por ejemplo, localizar a nuestros antepasados; saber sus nombres; encontrar certificados de nacimiento, de matrimonio o defunción; consultar obituarios; buscar historias familiares y diarios personales. Además, podemos pedir a nuestros parientes la información que ellos tengan.
También tenemos la bendición de que en la mayoría de los barrios y las ramas tenemos consultores de templo e historia familiar que pueden contestar preguntas y guiarnos hacia las fuentes de ayuda que necesitamos. Si un barrio o una rama no tiene un consultor de templo e historia familiar, el presidente de cuórum de élderes o la presidenta de la Sociedad de Socorro del barrio o rama nos pueden proporcionar la guía necesaria.
El presidente Nelson declaró: “En cada templo están inscritas las palabras ‘Santidad al Señor’… Así como los templos están preparados para las personas, las personas necesitan prepararse para el templo”4.
El asistir constantemente al templo nos trae paz, tranquilidad y fortaleza espiritual, en especial en estos tiempos de mucha tribulación. Cuando nos preparamos espiritualmente, verdaderamente salimos con poder de la Casa del Señor. Es como una refrescante brisa en un día muy caluroso.