Voces de Miembros
Confía en tu fe
“Iré y haré lo que el Señor ha mandado” (1 Nefi 3:7), un pasaje de las Escrituras que ha sido una herramienta motivadora para mí, hermana Mercy Leonardo, ya que pronto iba a ser misionera en la misión Santo Domingo Oeste. Esta es una de mis experiencias de promoción de la fe.
Todo comenzó a encajar cuando llegó el momento de servir en mi misión. Podía sentir que mi testimonio de este maravilloso Evangelio se fortalecía cada día. Después de servir en la misión durante cuatro semanas, mi madre, Rosa, expresó su deseo de bautizarse. Mi alegría no podría haber sido mayor. Pude ver que mi deseo de compartir el Evangelio con otros afectaba la vida de muchos, incluida la de mi madre. Siete meses después, mi madre se bautizó. Fue un bautismo hermoso y espiritual. Hubo muchos familiares y amigos que asistieron y, aunque muchos de ellos no eran miembros de la Iglesia, estaban extremadamente felices por ella. Fue un día de gran alegría. Yo estaba agradecido de poder presenciar este gran milagro y saber que algún día mi familia estaría junta por la eternidad.
¿Fue esta conversión de mi madre sólo una coincidencia? La verdadera conversión no ocurre por casualidad. No, se basa en una relación de confianza con nuestro Salvador y puede tomar tiempo desarrollarse.
Recordemos en la Biblia la experiencia de Pedro, cuando tuvo el deseo y la voluntad de caminar sobre el agua para encontrarse con Jesús. Sin embargo, en un momento Jesús tuvo que recordarle: “Sé de buen ánimo; soy yo; no temas” (Mateo 14:27). Al igual que Pedro, podemos tener nuestros momentos en los que carecemos de fe, y a medida que la historia de Pedro continúa, leemos: “E inmediatamente Jesús extendió su mano, y lo tomó, y le dijo. Oh hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” (Mateo 14:31).
Las Escrituras comparten con nosotros varias veces cuando la determinación de Pedro fue desafiada; sin embargo, Pedro se convirtió en un ejemplo de confianza absoluta en el Señor Jesucristo hasta el final de su vida.
Desarrollar la fe es a menudo un proceso largo, y necesitamos ser amables con nosotros mismos y con los demás a medida que se nutre. Si somos de buen ánimo y somos buenos ejemplos, estaremos plantando semillas y, a través de nosotros, otros ganarán su propia fe y podrán sentir el amor del Salvador cuando el Espíritu Santo toque su corazón.
Nefi nos enseñó en muchas ocasiones a ser fieles: “porque sé que [el Señor] nunca da mandamientos a los hijos de los hombres sin prepararles una vía para que cumplan lo que les ha mandado” (véase 1 Nefi 3:7).
Pude ver que estas Escrituras llegaron a buen término con mi familia, y tú también puedes. Sé que Jesucristo vive. Él puede hacer posible lo que creemos que es difícil o imposible de lograr. Si confiamos en Él, Él será nuestra esperanza y luz. Aquellos que confían en Él nunca fallarán.