2023
“Todos somos necesarios”
Junio de 2023


Sección Doctrinal

“Todos somos necesarios”

Mi esposa y yo hemos tenido cinco hijos; bueno, hemos tenido seis hijos, pero el último murió antes de nacer: fue lo que se llama un “parto muerto”; y, aunque le pusimos el nombre de Jared, su existencia es solo un asunto familiar, porque no está registrado en ninguna parte; por lo menos en este mundo.

El hijo anterior a Jared nació con parálisis cerebral, con un quiste aracnoideo cerebeloso, acompañado de hidrocefalia y de hipertensión intracraneal. Todo esto obligó a someterlo a un tratamiento quirúrgico doloroso desde muy temprano para corregir estos problemas, y evitar males mayores. El Señor nos bendijo con un neurocirujano muy preparado, y nuestro hijo, que se llama Julio, ha podido sobrevivir y llevar una vida lo más normal que sus circunstancias le permiten. Y a veces decimos que su vida va “sobre ruedas”, en alusión a la silla que se ha convertido en su “ayuda idónea”.

Su cerebro se esfuerza por funcionar lo mejor que puede, superando las deficiencias a las que está sometido. Y lo mismo se podría decir de su espíritu, que, como suele ocurrir en este caso y en otros similares, trata de comunicarse como puede con el exterior, para dar testimonio de su existencia.

Por falta de espacio, no puedo contar todo lo que la mente y el espíritu de nuestro hijo Julio nos enseñan en los momentos en los que logra superar estas deficiencias. Nosotros pensábamos que, tratándose de un niño inocente, no necesitaría el bautismo para arrepentimiento. Pero él sintió la necesidad de participar de todo lo que la Iglesia ofrece a los jóvenes. Y Julio luchó para recibir las primeras ordenanzas del evangelio de Jesucristo, y también que le confirieran el sacerdocio de Aarón y el de Melquisedec; y que, de esa manera, él pudiera participar en la organización y funcionamiento de la Iglesia.

La participación de nuestro hijo, que empezó repartiendo el Sacramento de la Santa Cena, empujado en su silla de ruedas por otro joven aarónico, le ayudó a desarrollar el sentido de pertenencia: sentir y saber que él era también miembro de la Iglesia, con todos los derechos y deberes de su edad. Y ese sentido de pertenencia le ha ayudado a desarrollarse espiritual, intelectual y emocionalmente, superando así muchas de sus deficiencias.

En uno de mis viajes, mi esposa necesitó una bendición del sacerdocio un día en el que solo estaba Julio en casa. Y nuestro hijo, un élder ya, puso las manos sobre la cabeza de su madre, y la bendijo. Y ella me contó con emoción la hermosa bendición recibida.

El Señor dijo a sus discípulos en el momento más difícil de su misión en el Getsemaní: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41). Todos somos débiles, y todos necesitamos la ayuda de Dios para superar nuestras debilidades. Nuestro hijo tiene un espíritu muy especial, que siempre está dispuesto, pero su cuerpo es débil. Y supongo que esa debilidad física y psíquica frustrará mucho a un espíritu tan dispuesto.

Doy gracias a Dios por Su Iglesia, en la que nuestro espíritu encuentra el lugar adecuado para desarrollarse y cumplir la misión para la que Dios le ha mandado a esta tierra. La Iglesia de Jesucristo debe ser el medio por el que todos logremos desarrollar nuestro gran potencial divino. Y esto se logra si ayudamos a todos los miembros de la Iglesia sin excepción a desarrollar su sentido de pertenencia, y a saber que todos somos útiles y necesarios en el reino de Dios.