2024
Tomar la decisión de servir en una misión
Julio de 2024


Voces de los miembros

Tomar la decisión de servir en una misión

Me presentaron la Iglesia cuando era una niña pequeña, cuando mi familia se mudó a la República Dominicana en 2007. Al llegar, mi madre, mi hermano Mayer y yo conocimos a los misioneros, el élder Upshaw y el élder Jean Louis, quienes luego bautizaron a mi madre. Este evento marcó una de las bendiciones más maravillosas para nuestra familia en ese momento.

Yo tenía seis años y mi hermano tenía cinco. Más tarde, mi hermano y yo fuimos bautizados cuando cumplimos ocho años respectivamente. Agradezco a mi madre por aceptar el mensaje que los misioneros trajeron cuando yo era apenas una niña. A pesar de comprender que los desafíos y las pruebas continuarían, incluso después de nuestro bautismo, aceptamos el Evangelio de Jesucristo en nuestras vidas porque reconocimos su verdad y la promesa de felicidad eterna para nuestra familia.

Desde la infancia, soñé con servir en una misión. Sin embargo, a medida que crecía, mi perspectiva sobre la vida comenzó a cambiar y priorizar el bienestar de mi familia, se convirtió en lo más importante. Con la responsabilidad de sostenernos, vi a mi madre cargando con el cuidado de mí, de mi hermano y de mis tres hermanos menores: Winyordy, Drey y Ros, sin la ayuda de mi padrastro, que anteriormente había ocupado ese papel. Éramos solo ella y yo, con la guía de nuestro Padre Celestial, proporcionando para la familia. Entendí que era un pilar esencial en el sostén de la familia. Sin embargo, a pesar de conocer las dificultades que le causaría, mi madre me animó a servir en una misión. A lo largo de mi vida, mi madre me recordaba que Dios siempre sabe lo que es mejor para mí. Pero no fue hasta un día en el trabajo, que realmente la escuché. Sentí que estaba perdiendo el tiempo allí y tuve un fuerte presentimiento de que debía ir a una misión. Aunque amigos y líderes de la Iglesia me habían dicho antes que siguiera mi corazón, no quería admitirlo. Cuando llegué a casa, le dije a mi mamá: “Voy a servir en una misión”. Ella estaba emocionada, sorprendida y apoyó completamente mi decisión.

Me llamaron a servir en la Misión Santiago, República Dominicana. Increíblemente, mientras estaba allí, volví a encontrarme con el élder Jean Louis, el primer misionero que nos enseñó el Evangelio. El tiempo de Dios es perfecto y cuando pones a Dios primero, todo lo demás vendrá como resultado.